La noticia del nacimiento de la hija de Antonella, llega a los oídos de Albert de boca de Blas. —Me alegra mucho por ella. —Sí, mi geme está realmente feliz. —¿Es niño o niña? —Niña y se llama Isabella como su abuela. Albert siente una emoción inexplicable: una mezcla de ternura y paz que lo envuelve, dos cosas que llevaba varios meses sin experimentar. —Qué bueno, por lo menos ella podrá tenerla a su lado. Blas lo mira compasivo “si él supiera toda la verdad, si Albert supiera que aquella niña es su hija”, piensa. Mas, aquel secreto no le pertenece, por lo que debe guardar silencio. —Necesito que me contactes a un buen abogado —ordena. —Sí, señor. ¿En qué especialidad lo necesita? —Blas pregunta, suponiendo que es para algo relacionado con el caso de su hermano.—Voy a luchar por la custodia de mis hijos. —afirma con severidad, lo cual despierta las dudas en su asistente ¿Habría descubierto la verdad del falso embarazo?—¿Ocurrió algo? —Sí, mi ex mujer me den
—Bien, la niña está en perfecto estado, Sra Paulini. —dice el pediatra, mientras revisa a la pequeña Isabella.— A pesar de ser siete mesina, todos sus órganos se desarrollaron de forma perfecta. Antonella sonríe mientras contempla los ojos grises de su pequeña, exactamente iguales a los de Albert. —Gracias, doctor. —Siempre a su orden, Sra Paulini. El médico familiar sale de la habitación, mientras Antonella deposita a su bebé dentro de la cuna. Desde hace dos meses, Angelo viene haciéndose cargo de la empresa, mientras Antonella permanece en casa, cuidando de la bebé. La relación entre ellos es cada vez más distante y fría, algo que para la pelirrubia, resulta muy conveniente. El hecho de que ella haya decidido dejar a la pequeña Isabella en su misma habitación, ha provocado algunos inconvenientes en la pareja.—Deberías dejarla en su propia habitación —comenta él.— Se supone que la mandamos a decorar para que tuviese su propio espacio. —Isabella es prematura, Angelo.
—Mira a la cámara preciosa —el fotógrafo le pide a Marta— Bien dame una sonrisa pícara. ¡Eso! El hombre de cabello rubio y ojos verdes termina la sesión de fotos para las que ha sido contratado. —Merci, mademoiselle! —se despide besando la mano de Marta. —Quedaste divina —comenta su manager, mientras le muestra en su PC, las fotografías. —Me flipas, realmente quedaron estupendas. —Por supuesto, querida. André es el mejor fotógrafo en la actualidad. Por cierto esta noche habrá una exposición de su trabajo fotográfico en la galería que está cerca del hotel. ¿Te gustaría ir? —Claro por supuesto. Necesito divertirme un poco, no todo puede ser trabajo ¿no crees? —Entonces prepárate para esta noche, ponte divina. Te pasaré buscando a las 8:00.—Vale. Tal cual lo acordado, Marta va hasta su habitación para descansar un poco y luego alistarse para la gran noche. En tanto, Albert se dirige en el coche con sus hijos para festejar el cumpleaños de Sam. —Iremos a cenar y lue
Aquel encuentro casual con el fotógrafo se convierte en un vicio para Marta, quién retrasa su regreso a Madrid sólo con intenciones de estar con aquel hombre. Sin embargo, lo que ella significa una relación apasionada, para André es la oportunidad de hacer su sueño realidad: volverse un hombre rico ante de los cuarenta. —Entonces, me dices que eres dueña de una empresa aérea. —Sí, soy socia de mi ex marido. Mas, poseo la mayor parte de las acciones de AVEMiller, sólo que ese tipo de negocios, no es lo que me gusta. —Te entiendo. Mas, no deberías dejar a un lado algo que puede independizarte financieramente. Si quieres tengo un amigo que es un campeón en eso de las inversiones en criptomonedas. —He escuchado sobre ese tema, pero no logro entender de qué va, realmente. —Deja todo en mis manos, yo puedo apoyarte en todo lo que necesites. —dice mientras se desliza hacia la parte inferior de la cama y se interna entre sus muslos. Marta sonríe al verlo y cierra sus ojos para d
Albert aguarda ansioso, el regreso de Marta, necesita que sea ella quien se ocupe de sus hijos, durante su ausencia. Sin embargo, no imagina que ella ha hecho algunos cambios en sus planes. Al llegar esa noche a la mansión, la empleada le informa que Marta aún no ha llegado. —Eso no puede ser, me aseguró que estaría de regreso hoy en la tarde —responde visiblemente irritado por la inconsistencia moral y la irresponsabilidad de su ex mujer. Dos días atrás… Luego del cumpleaños de Sam, de ver como su hijo se hundía en la tristeza, Albert toma la decisión de llamar a Marta poniendo en riesgo incluso su situación legal. —¿Qué demonios quieres Albert? No tenemos nada de que hablar, ¿olvidas tu orden de alejamiento? —espeta. —No, Marta. No lo olvido. Aquí quien parece haber olvidado su rol de madre, eres tú. Sam estuvo todo el día esperando tu llamada. ¿Cómo pudiste olvidar su cumpleaños? Es tu hijo, se supone que eres su madre. —¡Joder! ¿Para eso me llamas tan temprano? Ese
—¿Qué dices? —pregunta aturdido. —Es ella, mi Marta iba en ese avión. —dice con voz temblorosa y se quiebra. Minutos atrás, justo cuando Ofelia iba a contarle a los niños aquella media verdad, es interrumpida por su marido. —¡Ofelia! —dice recostándose en el marco de la puerta, con el rostro pálido. —Sí, Luis, dime. —pregunta confundida. —Ven, por favor. Tengo, tengo algo que decirte. —Aquella actitud es muy rara, por lo que Ofelia se levanta de la cama y antes de salir le dice a sus nietos:—Ya regreso, coman sus galletas y su helado.Visiblemente preocupada, la mujer sale de la habitación y se dirige al dormitorio de al lado. —¿Qué ocurre Luis? —pregunta. —Cierra la puerta, por favor. No quiero que los niños oigan lo que debo decirte. —Me estás asustando, por Dios —entre junta la puerta y se acerca. —¡Es Marta! —exclama en voz baja. —Termina de decirme que pasa con mi hija. —El avión donde iba —los ojos de Luis, se llenan de lágrimas, se quita los anteojos y
Mientras la avioneta despega, Albert piensa sobre todo lo que ha pasado en su vida todos estos años. Mira a sus dos hijos, en silencio. Ellos son su razón para continuar, su razón de vivir a pesar de todos errores cometidos y de cada uno de los momentos difíciles que ha logrado sortear. —¿Papá, veremos a nuestra abuela Bernardette? —pregunta con curiosidad, la pequeña Shirley. —Sí, mi amor. Conocerán a su abuela en persona. Pero deben saber que ella está un poco enferma y tenemos que ser respetuosos y cariñosos a pesar de como actúe. —No quería dejar a los abuelos, papá —interviene Sam. —Podrás verlos cuando quieras y cuando ellos lo deseen, Sam. A veces la vida tiene nuevas oportunidades y hay que aprovecharlas. —No quiero nuevas oportunidades, quiero a mamá, vivir en nuestra casa, visitar a los abuelos, eso quiero —responde con un tono algo retador. —Mi madre me necesita, y ustedes me necesitan también. Sólo serán algunos días y volveremos a Madrid, a nuestra casa, pero
—¡Hijo! —murmura.—¡Mamá! —Albert se arrodilla frente a su madre y rodea su cintura con sus brazos refugiándose en su regazo. —¡Viniste, Albert, viniste a verme! —A pesar de sus episodios de pérdida de memoria, Bernardette aún conserva vivo, el recuerdo de su hijo. La emoción de madre e hijo es única y especial. Dicen que el corazón también tiene memoria y ambos acaban de confirmarlo. —Mamá, quiero que conozcas a tus nietos, han venido conmigo hoy. —¿Tus hijos? ¿Ya tienes hijos? —Aquella pregunta los devuelve de forma instantánea a la realidad. —Sí, Sam y Shirley. —contesta en tono dulce para no aturdir la frágil memoria de su madre.—¿Cuándo te casaste con Eva? —interroga. —No, mamá, no me casé con Eva, me casé con Marta. —responde con afán. La mujer frunce el entrecejo. —¡Ah, Marta! Sí, la recuerdo. —Su expresión denota la incomodidad con la decisión de su hijo— No debiste casarte con ella, nunca me pareció una buena mujer. —agrega. —Mamá, Marta es la madre de mi