—Mira a la cámara preciosa —el fotógrafo le pide a Marta— Bien dame una sonrisa pícara. ¡Eso! El hombre de cabello rubio y ojos verdes termina la sesión de fotos para las que ha sido contratado. —Merci, mademoiselle! —se despide besando la mano de Marta. —Quedaste divina —comenta su manager, mientras le muestra en su PC, las fotografías. —Me flipas, realmente quedaron estupendas. —Por supuesto, querida. André es el mejor fotógrafo en la actualidad. Por cierto esta noche habrá una exposición de su trabajo fotográfico en la galería que está cerca del hotel. ¿Te gustaría ir? —Claro por supuesto. Necesito divertirme un poco, no todo puede ser trabajo ¿no crees? —Entonces prepárate para esta noche, ponte divina. Te pasaré buscando a las 8:00.—Vale. Tal cual lo acordado, Marta va hasta su habitación para descansar un poco y luego alistarse para la gran noche. En tanto, Albert se dirige en el coche con sus hijos para festejar el cumpleaños de Sam. —Iremos a cenar y lue
Aquel encuentro casual con el fotógrafo se convierte en un vicio para Marta, quién retrasa su regreso a Madrid sólo con intenciones de estar con aquel hombre. Sin embargo, lo que ella significa una relación apasionada, para André es la oportunidad de hacer su sueño realidad: volverse un hombre rico ante de los cuarenta. —Entonces, me dices que eres dueña de una empresa aérea. —Sí, soy socia de mi ex marido. Mas, poseo la mayor parte de las acciones de AVEMiller, sólo que ese tipo de negocios, no es lo que me gusta. —Te entiendo. Mas, no deberías dejar a un lado algo que puede independizarte financieramente. Si quieres tengo un amigo que es un campeón en eso de las inversiones en criptomonedas. —He escuchado sobre ese tema, pero no logro entender de qué va, realmente. —Deja todo en mis manos, yo puedo apoyarte en todo lo que necesites. —dice mientras se desliza hacia la parte inferior de la cama y se interna entre sus muslos. Marta sonríe al verlo y cierra sus ojos para d
Albert aguarda ansioso, el regreso de Marta, necesita que sea ella quien se ocupe de sus hijos, durante su ausencia. Sin embargo, no imagina que ella ha hecho algunos cambios en sus planes. Al llegar esa noche a la mansión, la empleada le informa que Marta aún no ha llegado. —Eso no puede ser, me aseguró que estaría de regreso hoy en la tarde —responde visiblemente irritado por la inconsistencia moral y la irresponsabilidad de su ex mujer. Dos días atrás… Luego del cumpleaños de Sam, de ver como su hijo se hundía en la tristeza, Albert toma la decisión de llamar a Marta poniendo en riesgo incluso su situación legal. —¿Qué demonios quieres Albert? No tenemos nada de que hablar, ¿olvidas tu orden de alejamiento? —espeta. —No, Marta. No lo olvido. Aquí quien parece haber olvidado su rol de madre, eres tú. Sam estuvo todo el día esperando tu llamada. ¿Cómo pudiste olvidar su cumpleaños? Es tu hijo, se supone que eres su madre. —¡Joder! ¿Para eso me llamas tan temprano? Ese
—¿Qué dices? —pregunta aturdido. —Es ella, mi Marta iba en ese avión. —dice con voz temblorosa y se quiebra. Minutos atrás, justo cuando Ofelia iba a contarle a los niños aquella media verdad, es interrumpida por su marido. —¡Ofelia! —dice recostándose en el marco de la puerta, con el rostro pálido. —Sí, Luis, dime. —pregunta confundida. —Ven, por favor. Tengo, tengo algo que decirte. —Aquella actitud es muy rara, por lo que Ofelia se levanta de la cama y antes de salir le dice a sus nietos:—Ya regreso, coman sus galletas y su helado.Visiblemente preocupada, la mujer sale de la habitación y se dirige al dormitorio de al lado. —¿Qué ocurre Luis? —pregunta. —Cierra la puerta, por favor. No quiero que los niños oigan lo que debo decirte. —Me estás asustando, por Dios —entre junta la puerta y se acerca. —¡Es Marta! —exclama en voz baja. —Termina de decirme que pasa con mi hija. —El avión donde iba —los ojos de Luis, se llenan de lágrimas, se quita los anteojos y
Mientras la avioneta despega, Albert piensa sobre todo lo que ha pasado en su vida todos estos años. Mira a sus dos hijos, en silencio. Ellos son su razón para continuar, su razón de vivir a pesar de todos errores cometidos y de cada uno de los momentos difíciles que ha logrado sortear. —¿Papá, veremos a nuestra abuela Bernardette? —pregunta con curiosidad, la pequeña Shirley. —Sí, mi amor. Conocerán a su abuela en persona. Pero deben saber que ella está un poco enferma y tenemos que ser respetuosos y cariñosos a pesar de como actúe. —No quería dejar a los abuelos, papá —interviene Sam. —Podrás verlos cuando quieras y cuando ellos lo deseen, Sam. A veces la vida tiene nuevas oportunidades y hay que aprovecharlas. —No quiero nuevas oportunidades, quiero a mamá, vivir en nuestra casa, visitar a los abuelos, eso quiero —responde con un tono algo retador. —Mi madre me necesita, y ustedes me necesitan también. Sólo serán algunos días y volveremos a Madrid, a nuestra casa, pero
—¡Hijo! —murmura.—¡Mamá! —Albert se arrodilla frente a su madre y rodea su cintura con sus brazos refugiándose en su regazo. —¡Viniste, Albert, viniste a verme! —A pesar de sus episodios de pérdida de memoria, Bernardette aún conserva vivo, el recuerdo de su hijo. La emoción de madre e hijo es única y especial. Dicen que el corazón también tiene memoria y ambos acaban de confirmarlo. —Mamá, quiero que conozcas a tus nietos, han venido conmigo hoy. —¿Tus hijos? ¿Ya tienes hijos? —Aquella pregunta los devuelve de forma instantánea a la realidad. —Sí, Sam y Shirley. —contesta en tono dulce para no aturdir la frágil memoria de su madre.—¿Cuándo te casaste con Eva? —interroga. —No, mamá, no me casé con Eva, me casé con Marta. —responde con afán. La mujer frunce el entrecejo. —¡Ah, Marta! Sí, la recuerdo. —Su expresión denota la incomodidad con la decisión de su hijo— No debiste casarte con ella, nunca me pareció una buena mujer. —agrega. —Mamá, Marta es la madre de mi
Al salir de la mansión, Bernardette contempla el hermoso jardín que François mandó a construir para ella. Aquel lugar le genera calma, escuchar el canto de los pájaros y el murmullo del viento entre las hojas del olivo, la regresan a esos instantes de felicidad junto a su marido. Un año antes de su partida, François le anuncia a Bernardette sobre una sorpresa que ha preparado para ella… ***—Es una sorpresa, sólo podrás abrir los ojos cuando cuente hasta tres. —dijo mientras le cubría con sus manos los ojos y la guiaba hacia la entrada principal. —¿Qué haces, a dónde me llevas? —preguntó con curiosidad y emoción.—Es una sorpresa —respondió él, con una sonrisa traviesa— Uno, dos y… tres.Bernardette abrió los ojos lentamente, y lo que vio la dejó atónita. La belleza de aquel lugar la deslumbró: jardineras construidas con ladrillos, llenas de diversas especies de plantas que florecían con colores vibrantes. Entre ellas, una hilera de rosas rojas, sus favoritas, se alzaba orgul
El silencio de Eva es perturbador para Albert. Diez años atrás… Luego de iniciar su romance con Marta, Albert tomó la decisión de reconciliarse con su pasado, quería ver a su madre y abrazarla, ponerle fin a sus traumas de infancia, de una madre ausente que no pudo ver durante doce años, en los cuales su padre le impidió hacerlo. Esa noche, Bernardette preparó una cena especial para agasajar a su hijo, dándole así una especie de bienvenida. Entre algunos de los invitados más allegados a la familia de François, estaba Eva, su ahijada. La hermosa chica deslumbró desde el primer instante a Albert, con un estilo refinado y seductor, no fue difícil para él sentir admiración por ella y aupado por su propia madre, a pesar de su compromiso con Marta, se dejó envolver en aquella situación. Mientras el resto de los invitados se encontraban en la sala principal compartiendo una botella de buen vino francés, Albert en un momento, recibió una llamada de Marta, por lo que salió de la mansió