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El CEO Es Mi Amante
El CEO Es Mi Amante
Por: Elena RGR
Capítulo 1: Accidente

En un minuto todo puede cambiar, de la felicidad y alegría que compartía una familia, se vuelve en tristeza, dolor y una tragedia. Un hombre iba al volante cantando junto a su familia.

 

Casi llegaban a su destino cuando en una pendiente sale un animal de la nada, el hombre quiso frenar, pero estos no respondieron, intentando salvar a su familia, dio un volantazo, tan pronto que salió de la carretera, comenzó a dar varías, los tripulantes del auto salieron disparados en medio de gritos, tan pronto se detuvo él auto boca a arriba, el silencio reino en el lugar.

 

Una de las hijas del hombre no sabe por cuanto tiempo quedo inconsciente, poco a poco comienza abrir los ojos mirando todo alrededor, sintió un dolor punzante en la cabeza, y pronto las imágenes del accidente llegaron como una avalancha.

 

Mira a todos lados buscando a su mamá, papá y su hermana, la que encuentra primero con la vista es a su hermana que está a un lado de ella, aun inconsciente.

 

—Ivette hermanita— dice entre sollozos, pronto ella comienza abrir los ojos— Ivette ¿estás bien? — afirma con la cabeza, pero cuando intenta moverse suelta un grito de mucho dolor —¿Qué tienes?

 

—Me duele mucho la pierna Paola— dice, ella mira a donde está su pierna, hay mucha sangre, hasta puede ver parte del hueso de su fémur. Paola se suelta del cinturón de seguridad, con mucho trabajo sale del auto por la ventanilla, cuidando que ningún de los vidrios se claven en su pierna o mano.

 

Cuando está fuera del auto, con la vista mira el lugar, notando a su mamá que quedo en medio de la maleza, enfoca su vista buscando a su papá que está más lejos de su mamá, el grito de dolor de Ivette la hace correr a donde esta. Con mucho trabajo abre la puerta del lado de su hermana, cuando intenta sacarla se encuentra que no puede, además de la fractura que tiene, su pierna esta prensada entre los retorcidos fierros del asiento delantero.

 

—Lo siento, no puedo hacer nada— busca entre sus ropas su celular, para llamar a emergencias y que una ambulancia llegara pronto para ayudarlos. Al sacarlo de su bolsa del pantalón se da cuenta que esta dañado por los golpes— ahora vengo, voy a ver cómo está nuestra mamá y papá.

 

Su hermana asiente, con mucho esfuerzo Paola camina hasta donde está su mamá que tiene los ojos cerrados.

 

—Mamá ¿estas bien? —le pregunta, esperando tener alguna respuesta de su parte, pero no sucede, acaricia su mejilla como ella lo hacía siempre que iba a despertarlas, sin embargo, no había ninguna reacción —mamá, abre tus bellos ojos, mamá, no por favor, no nos dejes —lleva su oído a su pecho queriendo escuchar su corazón, pero hay sonido alguno — no mamá, por favor abre tus ojos, no puedes dejarme.

 

La abraza, levanta la vista al cielo pidiendo que fuera un error, que su madre estuviera viva, sin embargo, ella seguía sin reaccionar y cada vez su cuerpo iba perdiendo su calor.

 

Mira a un lado notando el cuerpo de su papá que también había salido disparado del auto; deja a su mamá y con dificultad se levanta del suelo, y camina a donde está, al ir llegando nota que su papá tiene los ojos abiertos, y eso le da la esperanza que siga con vida.

 

Cuando se acerca y se agacha mira que los ojos de su padre han perdido la luz que los caracterizaba, su corazón se hela temiendo lo que no quiere pensar, ni consentir, se agacha, hacer lo mismo que hizo con su mamá, comienza a llorar al darse cuenta que se encuentra con lo mismo, nada, no hay latidos.

 

—¡Papá! ¡papito! ¡papá! — grita una y otra vez, queriendo que también despertará y le dijera como siempre “Princesita todo va estar, vamos a estar juntos, mis dos princesas”

 

Siente como se le clava en su pecho un dolor que no la deja respirar, las lágrimas comienzan a caer por su rostro bañando el pecho inmóvil de su padre.

 

A lo lejos se comienza a escuchar las sirenas de la ambulancia, parecía que un alma bondadosa se había apiadado de ellos y había pedido ayuda, los ve como llegan, sacan una camilla, uno se dirige a su mamá y otro junto a ella donde está su papá.

 

Los revisan sus signos vitales pero los paramédicos se miran entre si negando con la cabeza, Paola con mucho dolor suelta un grito llamándolos a los dos, esperando que todo fuera una terrible pesadilla.

 

—¡Mamá! ¡Papá! ¡por favor no nos dejen! — grita con mucho dolor, segundos después le da un beso a cada uno en la mejilla, sin poder despedirse muy bien de ellos, por el dolor que siente al saber que ya nunca los volverá a ver, ni mucho menos los volverá a abrazar.

 

Los cubren con una manta blanca, los gritos de su hermana alertan a los paramédicos que corren a su ayuda, notan que ella está prensada al asiento, y solicitan ayuda para poder liberarla y sacarla de auto.

 

Al llegar el equipo especializado no tardan mucho en liberar la pierna derecha de Ivette, la sacan e inmovilizan su pierna, suben a la ambulancia y ella pide que llamen al brazo derecho de su padre, el hombre que siempre había visto como un hermano.

 

Al llegar al hospital, y bajar de la ambulancia se encuentra con Armando Loredo, a quien su padre siempre le había tenido mucha confianza desde que él lo salvo de un asalto.

 

Ve como a su hermana la llevan al quirófano para operar su pierna que tiene fractura, a ella le revisan los golpes que tiene en la cara y brazos. Desde que ha dejado el lugar del accidente no ha podido dejar de llorar solo embocando los bellos recuerdos de su familia, todos juntos celebrando los cumpleaños, las navidades y demás eventos de celebración, como el que haría ese fin de semana, por la alegría que sentía su papá al saber que había ingresado a la misma universidad donde el estudio.

 

Las horas pasan, le dan de alta pues los golpes que sufrió no eran de gravedad. Espera en la sala junto a Armando que no se ha despegado de lugar, también parece afectado con la noticia de la muerte de su padre, pues él también lo consideraba como su padre, por él ahora era el hombre que era.

 

En la noche aparece un doctor preguntando por los familiares de Ivette Alcaraz, de inmediato ella se levanta y acerca al doctor que comienza a explicarle el estado de salud de su hermana.

 

 

—Señorita Alcaraz su hermana sufrió una fractura expuesta de fémur, y una fractura no expuesta en la tibia y en el peroné, ya se operó y ahora está en recuperación— suelta un suspiro de alivio al saber que ella está fuera de peligro.

 

—Que alegría ella va estar bien, ¿Doctor mi hermana volverá a bailar? — esa era su gran pasión, el doctor niega con la cabeza.

 

—Eso aún no se lo aseguro, la fractura de la tibia y el peroné fue en varios fragmentos, y temo que cuando se recupere su hermana, tendrá una secuela— frunce el ceño, no podía creer lo que estaba viviendo en ese día.

 

—¿Qué secuela? — pregunta mirando al doctor.

 

—Posiblemente tenga que usar un equipo ortopédico toda su vida, lamento informar que probablemente no tendrá la misma movilidad que antes— cierra los ojos sintiendo un gran dolor porque eso significa que ya no cumplirá su sueño de ser la mejor bailarina de ballet en New York.

 

Al día siguiente llega Armando junto a su nana que ha sido como una segunda madre para ellos, le lleva un vestido negro.

 

—Todo está listo Paola— escucha que dice Armando desde el día anterior él se ha encargado de todo— al medio día llegarán los restos de tus papas a las capillas jardines de paz— lo escucha sin poder evitar soltar más lágrimas, sabe que será la última vez que los vea, dentro de esas cajas dormidos.

 

—Antes quiero ir a ver a Ivette— dice, el asiente y la deja sola con su nana que la acompaña a la habitación donde se encuentra su hermana. Al entrar no contiene sus ganas de correr abrazarla, ahora solamente se tiene ellas dos.

 

—Quiero ir contigo— le dice cuando aún están abrazadas— quiero despedirme de ellos

 

—No puedes te acaban de operar— le dice separándose de ella— te prometo que cuando salgas lo primero que vamos hacer será ir a verlos y llevarles flores— pone su mano en su pecho— ellos siempre van estar en nuestros corazones— de nuevo se unen en un fuerte abrazo.

 

El funeral se lleva con total normalidad, varías personas se acercan a ella a darle sus condolencias, pero Paola no deja de ver las dos cajas donde descansan sus padres, que no debieron haber muerto así, llora por ellos durante todo el funeral, cuando todo termina se limpia las lágrimas debe asumir la responsabilidad de ser la hija mayor y tomar las riendas de la empresa de Inversiones Alcaraz, como su padre siempre había querido.

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