La noche finalmente llegó, la residencia de Aiden resplandecía con una elegancia digna de una ocasión especial. El aroma de flores frescas llenaba el aire, mientras una música suave creaba el ambiente perfecto para lo que estaba por venir.

Los invitados comenzaron a llegar, los hermanos Red, se encontraban presentes para un acontecimiento único. Cada uno con sus propias expectativas e intrigas. Scarlet, bajo la fachada de Paris Storm, se sintió atrapada entre la perfección del disfraz que había construido y el peligroso terreno que estaba pisando.

Emma llegó poco después, luciendo un vestido que resaltaba su belleza natural. Roderick, al verla, quedó paralizado por un instante, pero pronto se acercó para ofrecerle una copa de vino. —Emma, te ves radiante esta noche —dijo con una sonrisa que ocultaba la lucha interna que lo carcomía cada vez que la tenía cerca.

Emma sonrió con una mezcla de timidez y confianza. —Gracias, Roderick. Tú tampoco luces nada mal. —El intercambio de miradas