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Capítulo 1 León disgustado

Leonardo observa su cachorra dormir después de haberla tomado varias veces, suspira y acaricia los costados del cuerpo desnudo de Kara. La loba se remueve y se pega al calor que emana desde el Don que deja salir un bajo gruñido.

Deposita un beso en su frente para abrazarla fuerte, escucha como pasos rápidos se acercan hacia la habitación y el olor de sus cachorros también llega a su nariz, sonríe y se levanta para ir hasta su cajón de donde toma un bóxer, se acerca a la puerta y quita el seguro para volver a la cama donde sube y toma las colchas para cubrir a la mujer que duerme a su lado.

Los cachorros atraviesan la puerta y rápido suben a la cama, el ruido inunda la habitación mientras abrazan a su padre y lo llenan de besos, Leonardo se ríe al sentirlo tan animados.

—Buenos días cachorros, —murmura—Su mamá está dormida, no hagan ruido…

—Ya es tarde, —susurra Kara abriendo sus ojos para recibir besos por cada uno de sus hijos.

Todas las mañanas es lo mismo. Los pequeños revoltosos llegan y despiertan a sus padres con besos, por eso el Don es precavido y cuando piensa hacerle el amor a su loba coloca seguro para evitar que estos los encuentren en algo.

—¿Por qué tan contentos? —Cuestiona el Don mirándolos con curiosidad.

—Dijiste que iríamos con el tío Fer, —comenta Enzo con una sonrisa.

—¿En serio dije eso? —Todos asienten y este sonríe—Bien, vayan a ducharse y que su nana los ayude a ponerse ropa, —solicita.

Los pequeños asienten para abandonar la habitación, esa es una de las cosas que ama de ellos: que son obedientes.

Kara lo observar y este la mira con una de sus cejas enarcada.

—Eres un sexi papá, —este se ríe mientras niega.

—Sexi seria verte embarazada nuevamente —declara colocándose sobre la loba que lo mira con su ceño fruncido.

—Diosa, no, —suelta. —Ya estamos bien con cuatro, —el Don bufa.

—Sabes que quiero una enorme familia, —murmura. —Y en dos semanas será de apareamiento, —agrega.

—Me estoy cuidando bien, así que no pasara como con los gemelos, —anuncia tocando el rostro del Don cuando frunce su ceño.

—No me has dicho que usas, —la loba arquea sus cejas y niega.

—Ni te lo diré.

El hombre bufa para echarse a un lado mientras Kara recuesta su cabeza en el amplio pecho del león.

—Lo descubriré y luego dejare cachorros dentro de ti, ya veras, —sentencia bastante decido.

—No vamos a tener más cachorros, —suelta.

—No sabes eso…

—Te lo digo enserio Leonardo, ya no puedo dar más hijos, —este se remueve para sentarse en la cama y mirarla confundido.

—¿Qué? ¿Me puedes explicar lo que has dicho?

—Cuando nació Dantes, pedí que me esterilicen, —Leonardo se queda tenso sin poder creer lo que has escuchado decir a la loba frunce su ceño y un rugido sale de su boca.

—¡¿Cómo puede hacer algo así sin consultarme?! —Increpa mientras su rostro se pone rojo.

—Es mi cuerpo, no tuyo, —establece saliendo de la cama mientras se cubre con la colcha.

— ¡Vuelve aquí ahora mismo! —Gruñe.

—Esta conversación término, —es lo que le dice provocando que el Don la mire rabioso, sale de la cama pero Kara es más rápida y se encierra en el baño.

—Cachorra abre la puerta, ya, —ordena con su voz ronca por el enojo que recorre su cuerpo.

—Leonardo, ya no quiero hablar del tema.

—¡Pues yo si quiero hablar! —Grita tocando la puerta con fuerza, gruñe y pasa su mano por su rostro tratando de calmarse, Kara por su parte se mete a la ducha mientras que el hombre camina como león enjaulado por la habitación hasta que la loba sale y la acorrala contra la puerta—Dime que es mentira, —balbucea mirándola a los ojos en busca de alguna pisca de falsedad.

—No puedo tener más hijos, —musita con voz suave mientras alza su mano para tocar la mejilla del Don que se aleja como si esta le quemara.

—¿Cómo pudiste hacer algo como eso? —Inquiere con debilidad—Kara, te dije que quiero tener muchos cachorros, —murmura inquieto caminando hasta la cama donde se sienta y deja su rostro entre sus manos.

La loba suspira para acercarse y hacer que el hombre la mire, se sube a su regazo.

—¿No estas feliz con los cachorros que te he dado? —indaga con tristeza en su voz.

—Amo a mis hijos, pero quería tener más, —musita mirándola directo a los ojos.

—Estamos bien, —acaricia su mejilla—No veo la necesidad de tanto cachorros, casi ni tenemos tiempos para Dantes que es el más pequeño y andas metido en tu oficina, ya está viendo que ser el Alpha de dos manadas te está trayendo mucha carga, —le recuerda.

Leonardo deja salir un suspiro porque la loba tiene razón.

—Hablaremos eso luego, —es lo único que dice para dejar un beso en sus labios mientras Kara baja de su regazo para irse al closet y el Don al baño.

(…)

—¡Tío! —Los pequeños bajan del auto cuando son autorizado por su padre y corren hacia Fer que los recibe con una amplia sonrisa.

—Revoltosos que bueno poder verlos otra vez, —suelta acariciando la cabellera de todos.

Los hijos del Don son como si fueran hijo de él, ya que Tamara quedo con problemas después de su primer embarazo, tuvieron su primera niña que lamentablemente murió semanas después de llegar al mundo. Ahora están interesados en adoptar si el tratamiento no es efectivo para quedar embarazada de nuevo.

Cuando Leonardo está al lado de su hermano se dan un corto abrazo, Fer saluda a Kara quien luego lo hace con Tamara para entrar todos a la mansión en la que antes residían y la cual está llena de muchos recuerdos para ambos.

El Don y Fer después de un largo tiempo se alejan de todos para poder llevar una conversación en privado donde nadie pueda escucharlo.

—¿En serio el espía sigue aquí? —Cuestiona el Don, ya que pensaba que hace años su hermano se había encargado de ese asunto.

—Pensé que lo había de tenido, pero otra vez comenzaron a intersectar la mercancía, no sé qué hacer, —murmura pasando una mano por su cabeza, camina hasta la mesa que tiene con licores para servirle al Don y uno para él también—¿Crees que puedas ayudarme con ese asunto? —Interroga.

—Ya sabes que no entro en ese tipo de conflictos…

—Leo por favor, hazlo por mí y Tamara, no es normal sentirme inseguro en mi propia casa, —suelta preocupado provocando que su hermano suspire.

—Bien, no hagas nada en esta semana, envíame a mi correo todo lo que tengas y volveré aquí para investigar. —Ordena serio para darle un trago a su bebida—Pero esto queda entre nosotros, no quiero que Kara se llegue a enterar.

Fer asiente y luego discuten temas sin importancia en los que incluyen asuntos de la manada en los cuales el hombre se muestra bastante feliz por saber que su hermano tiene un gran potencial para lo que hace.

—Es una enorme responsabilidad la que cargas, si ser alfa de una manada es agotador serlo de dos es la muerte, —agrega Fer a lo que Leonardo suspira.

—Si hubiera sabido años atrás que ese alfa de la manada de lobos no tenía descendientes lo hubiera dejado vivo.

Fer se ríe ya que obviamente esa afirmación es falsa, Don no está caracterizado por perdonar personas que hacen algo a gente que le importa.

—Don…

—Ya no soy un Don. Ahora tú eres el Don aquí, —señala con su vaso mientras mueve los hielos.

—Lo sé, pero la costumbre es así.

—Han pasado once años casi doce, —argumenta, Fer eleva los hombros.

Toc, Toc…

—Adelante.

Una de las trabajadoras ingresa a la oficina mira al Don y luego a su feje.

—Señor, su esposa mando a llamarlo. Dice que ya la comida esta lista, —anuncia, Fer asiente y hace seña para que se retire.

—Las damas esperan por nosotros, —suelta Fer provocando que su hermano deje salir un suspiro—¿Pasa algo?

—Es Kara, —murmura tomando el poco líquido de su vaso de golpe—Se ha esterilizado para no tener más hijos a pesar de que siempre le dije que mi objetivo era tener una gran familias y ahora todo ese sueño se fue a la mierda, —se pone de pie.

—Da le gracias a Dios o diosa que tienes cuatro, —es lo que sale de la boca de Fer provocando que el hombre se sienta mal.

—Lo siento.

—No tienes por qué sentirlo, ya es una etapa superada pero se agradecido con los hermosos hijos que te ha dado tu mujer.

El Don solo asiente para salir junto con su hermano de la oficina, caminan por los extensos pasillos de la mansión hasta llegar al comedor donde está la familia reunida, Leo mira sus hijos y se siente un hombre afortunado luego observa a Kara y sabe que debe disculparse con ella más tarde por su manera de reaccionar esta mañana.

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