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Capítulo 5 Carmín

Durante el desayuno Valentino se siente cohibido por la mirada curiosa de los demás, Leo se mantiene con expresión relajada ya que nota que el joven no representa ningún peligro a su familia pero igual necesita saber porque esos lobos lo atacaron. El chico de piel morena igualmente vigila a Kiara que se mantiene ignorante de la situación.

—¿De dónde eres Valentino? —Cuestiona Kara curiosa esbozando una sonrisa hacia el joven.

—Era de la manada del norte.

—La manada del alfa Sam, —comenta Leo con curiosidad observando la tristeza pasar por sus ojos.

—Sam era mi padre, pero pereció cuando un alfa de una manada sanguinaria lo ataco, mataron a todos los de mi familia, —masculla mientras sus ojos se cristalizan—Logre escapar gracias al beta, —haga su cabeza sintiéndose avergonzado por huir como un cobarde.

—Lamento mucho tú perdida, muchacho —musita. —Conocí a Sam en una reunión de alfas hace tres años, era un buen sujeto y me ofreció buenos consejos para manejar la manada de lobos que tengo, eres bienvenido aquí.

Esas palabras provocan que Valentino se sienta un poco mejor peor igual piensa las consecuencia que puede esto traerle a ellos. Observa a Kiara y luego lleva su mirada hasta Leonardo.

—Estarían en el ojo de ese alfa, ya que soy el heredero de Sam. —Leonardo alza sus hombros restándole importancia.

—Lo estaré esperando.

(…)

—¿Estás seguro de poder protegerlo? —Cuestiona la loba mirando a Leonardo secar su cuerpo.

Suspira.

—Es un cachorro, necesita apoyo y me veo reflejado en a pesar de que nuestras circunstancia son distintas —Kara asiente—¿No lo quieres en nuestra casa? —Indaga ya que ha tomado decisión sin consultarle a ella.

—Por mí no hay ningún problema, ya viste que cachorros lo reciben como uno más, —Leo sonríe, para dejar la toalla de lado y subir desnudo a la cama, se cubre con las colchas y atrapa el cuerpo de su hembra entre sus brazos.

—Esos niños han heredado cosas muy buena, —expresa mientras mira los ojos de Kara que asiente de acuerdo con sus palabras.

—Hemos hecho buen trabajo, —estira su mano y acaricia su mejilla—Leo —advierte cuando este empieza a dejar caricia por su abdomen.

Su mano se cuela dentro de la ropa interior de la loba hasta tocar su clítoris, Kara se remueve recibiendo las caricias de este, gime bajo.

—Mañana regresamos a casa. —Puntualiza con su voz ronca a lo que ella asiente, Leo rompe sus bragas y luego se coloca sobre ella apoyando su peso sobre sus brazos. —Ahora toca disfrutar mi último día libre.

Echa a un lado la colcha para repartir beso por su cuello, abdomen hasta llegar al centro de sus piernas las cuales coloca sobre su hombro evitando que sean cerradas, suspira sobre su sexo y luego desliza su lengua presionado de tal manera que separa sus labios juega entre ellos hasta tocar su clítoris, ronronea y succiona.

—Alfa, —gime ganando un gruñido de desaprobación, Leo puede tener ya once años controlando su manada pero no se acostumbra a que lo llamen de esa manera.

—Cachorrita, no me llames alfa, —le recuerda llevando su boca a la cara interna de su muslo y muerde con cuidado.

—Es inevitable que lo diga, —suspira colocando su mano en la mejilla del hombre que rueda sus ojos, Leo vuelve a llevar su boca hasta su sexo e inicia embestidas con su lengua. Toma su sabor y disfruta de los gemidos de su hembra hasta hacerla llegar al clímax.

Lame prolongando por más tiempo el orgasmo de Kara para luego girarla dejándola en cuatro, empina su trasero y observa con lujuria su humedad. Se arrodilla detrás de ella para tomar su pene erecto, frota contra su sexo para luego deslizarse en su interior hasta clavarse por completo, gruñe y deja ir su palma contra su blanca piel.

—Eres exquisita, no me cansare de decirlo —ronronea para iniciar sus embestidas. Da estocadas fuertes mientras gruñe extasiado, Leo vuelve firme su agarre en su cadera cuando esta se mueve en su búsqueda. —Nada de querer controlar. —Demanda.

Sale de su interior y vuelve a llenarla. Hace ese mismo movimiento varias veces para luego empujarse quedándose quieto, sintiendo el calor envolverlo, Kara gimotea sintiéndose ansiosa. El alfa desliza su mano por su espalda para luego bajarla a sus pecho y hacer que queden arrodillado, envuelve su brazo a su alrededor para mantenerla presa de su calor.

La cachorra deja salir un grito cuando este entierra sus colmillos en la unión de su cuello con su hombro, Leo lleva su mano a su boca callando a la loba para que no sea escuchada, espera a que esta se acostumbre a su invasión. Comienza a dar embestidas cortas para luego aumentar su ritmo cuando la loba se contrae a su alrededor. Solo es cuestión de minutos para que ambos tengan un orgasmo, suspiran extasiados y luego el león retira lento sus dientes de allí.

—¿Estas bien cachorrita?

Acaricia su abdomen y luego lame donde antes estaban sus colmillos, inhala sobre su cuello donde frota su nariz, ronronea en el oído de su hembra que gime al sentirlo salir de ella.

—Si —musita, Leo suspira para recostarla, cubre sus cuerpos desnudos con la colcha mientras que Kara deja su cabeza en su pecho y entrelaza sus piernas con las del alfa. Permanecen despiertos por varios minutos para luego caer profundamente dormidos.

(…)

Fer se desplaza por los pasillos de la mansión después de terminar de revisar un nuevo cargamento que llego, suspira totalmente agotado y se detiene cuando de la nada un hombre bastante pálido sale de un lugar no iluminado de la casa.  

—¿Quién eres tú? —Cuestiona frunciendo su ceño, el hombre solo lo mira con una sádica sonrisa.

—Eso es algo que no importa, pero tú si eres de importancia, —aclara acercándose a Fer que en seguida saca su arma y apunta al desconocido que sonríe provocando que lo mire de manera confusa—Humanos ¿crees que podrás hacerme algo con eso? —Niega haciendo un extraño sonido con su boca.

—¿Qué mierda quieres? —Indaga colocando su dedo en el gatillo dispuesto a dispararle entre ceja y ceja.

—Quiero que le des un mensaje a tu hermanito, Leonardo, —expresa. —Ya que nuestros mensajes anteriores no fueron escuchados…

—Tu eres el maldito espía —expone con rabia.

—¡Bingo! —Se gorgoja para luego aplaudir. —Al fin dices algo de manera correcta, —pone los ojos  en blanco.

—¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres con Leonardo?

—Venganza, —alza sus hombros. —Los míos quieren venganza por alguien de su linaje que el mato.

—Todos ustedes están muerto y tú eres el primero.

Dispara.

Uno…

Dos…

Tres…

Tres disparo en diferentes partes de su cuerpo y uno de ellos en su cabeza, provocando la molestia del desconocido al cual se le cambian los ojos a un rojo carmín, niega y a una velocidad sobre humana toma del cuello a Fer.

—Pésima elección.

Lo estrella contra una pared y luego encaja sus colmillos en su cuello, bebe de su sangre con brusquedad mientras Fer sueltan un alarido de dolor que le provoca. Eso para el hombre no es suficiente ya que se aventura a atravesar con sus manos su abdomen.

El líquido rojo empieza a brotar por su boca, retira sus colmillos para mirarlo directo a los ojos viendo el miedo clavado en ellos, sonríe con su boca manchada de su sangre.

—La guerra ha empezado, —suelta su cuerpo y con su velocidad sobre humana abandona la estancia, pasos corriendo al lugar de los hechos se escuchan y luego el grito de sorpresa por parte de Tamara al ver a Fer moribundo, se arrodilla a su lado con lágrimas brotando de sus ojos.

—Fernando, —lo llama tocando su mejilla tratando de mantenerlo consiente. —Por favor, no me abandones.—Llora mientras que este abre sus ojos mirando de manera el rostro borro de su mujer.

—Leo…

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