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Capítulo 4 Valentino

Después de dos días el hermano de Kara regreso a su manada dejándola feliz pero al mismo tiempo nostálgica por su partida, Leonardo notando esto en su hembra tomo la iniciativa de ir junto a sus hijos a la cabaña donde pasaron su luna de miel y a la cual van en tiempo de apareamiento.

—Con cuidado, —sentencia el alfa al ver a los pequeños revoltosos correr por la orilla de la alberca mientras toma el sol junto a la loba—¿Estas mejor? —Cuestiona alcanzando su mano en la cual deposita una caricia.

—Gracias, eres el mejor, —masculla sacándole una sonrisa al hombre.

—No me gusta olerte cuando estas triste —es lo que dice—Kiara no vayas al fondo, —gruñe al ver a esta intentar pasar al lado profundo de la piscina.

—Yo me encargo, —comenta Enzo dejando de lado su libro para ir con su hermana.

—Quiero nadar como Dante ¿Por qué no me enseña como a Dantes? —Cuestiona con expresión de tristeza, Enzo hace una mueca ya que sabe las razones por la cual su hermano no la instruye: sobreprotección.

—Cree que eres pequeña y tiene miedo a que te vayas ahogar —Kiara hace un puchero porque no es justo, ya que Dantes es más pequeño que ella.

—¿Me enseñas? —Sus ojos se iluminan mirando con esos ojos de cachorrito a Enzo que lo medita, suspira—Por fis…

—Bien, pero será utilizando flotadores en todo momento ¿entendido? —Señala a lo que su hermana asiente—Vamos.

Juntos se van a la alberca para adulto después de colocarle sus flotadores, Leonardo estuvo pendiente de su conversación por lo que se queda tranquilo sin replicar, ya que Enzo por ese lado salió a él, con una personalidad serena y calculadora.

(…)

—Enzo.

Donato lo remueve hasta lograr que su hermano mayor despierte mirándolo con expresión soñolienta.

—¿Qué pasa? —Estira su mano hacia la mesa para encender la luz pero es intersectado por  Donato para que no lo haga provocando que este frunza el ceño—¿Qué? —Cuestiona.

—Creo que escuche a alguien en el jardín, —masculla.

—¿Por qué no le avisaste a papá?

—No quiero molestarlo en su descanso, —argumenta. —Podemos hacernos cargo del problema solos —Enzo lo medita y Donato sabe que cuando su hermano está haciendo eso es porque viene una negativa respuesta—Estamos entrenado y así le demostramos a papá que ya es tiempo de ir de cacería.

Suspira, frota sus ojos y sale de la cama.

—Bien, pero si es algo que no podemos controlar…

—Llamamos a papá.

Completa a lo que Enzo asiente.

Los gemelos abandonan la habitación, con mucha precaución llegan al jardín cubriendo Donato la espalda de su reflejo caminan hasta el lugar de donde provino el ruido encontrando un lobo mal herido que les gruñe débilmente para que se alejen.

—No te haremos daño —anuncia Enzo bajando la guardia mientras que el lobo lo mira inseguro, el chico hace que sus ojos cambien a los de su felino para que sepa que sabe lo que es—Regresa a tu forma humana.

El lobo negro deja salir un pequeño quejido hasta lograr quedar en su forma humana dejando a la vista un chico de apenas dieciséis años, piel morena, cabello rizado mientras que su cuerpo está cubierto de arañazo los cuales sangran.

—Ve por algo para cubrirlo y llama a papá —es lo que pide Enzo mientras se acerca al chico para ayudarlo ya que está muy mal herido.

—Están cerca, —masculla débil escuchando los gruñidos provenientes del bosque, Enzo no los escucha ya que no domina del todo sus habilidades ya que todavía no llega a su maduración total.

Dos lobos ingresan al jardín trasero acorralando a Enzo que les muestra sus ojos de felino, retrocede mientras el chico de piel monera mira atemorizado a sus perseguidores.

El rugido de un león alerta a todos, Leo se coloca frente a su hijo y el desconocido mirando con rabia a los invasores, ruge hacia ellos de manera amenazante mientras estos se miran y luego al alfa frente a ellos. Saben que no tienen ninguna forma de ganar por lo que salen corriendo al bosque.

—¿Estas bien? —Inquiere cuando regresa a su forma humana mirando a su hijo en busca de herida.

—Estoy bien, pero este chico necesita ayuda, —explica sintiendo como todo el peso del joven cae sobre él.

Leonardo acepta la bata para cubrir su desnude y luego se acerca a Enzo para cargar al muchacho que perdió el conocimiento. Lo llevan a una de las habitaciones donde se preocupan para curar sus heridas como es un hombre lobo no necesita muchas cosas.

—¿Qué fue lo que paso? —Indaga Leo mirando con seriedad a sus dos cachorros mayores, Donato deja salir un suspiro.

—Escuche un ruido en el jardín. Llame a Enzo para que saliéramos a ver de qué se trataba…

—Poniendo en riesgo sus vidas —interrumpe dejando salir un gruñido. —¿Por qué no me fueron a buscar primero? —Cruza sus brazos en espera de una explicación.

—Le dije a Donato que no interrumpiera tus vacaciones con algo que podríamos controlar nosotros —masculla Enzo echándose la culpa del asunto, Leo niega totalmente decepcionado.

—Ambos son culpables, y pudieron haber terminado muy mal. —Sentencia—Cuando el chico despierte me deben informar, —es lo último que dice para salir de allí.

—¿Por qué te has echado la culpa?

—Soy el mayor y como tal mi responsabilidad es cuidarte, —revela para salir de allí no sin antes soltar que le toca hacer la primera guardia al lado del chico.

(…)

Cuando el chico despierta soltando un quejido Enzo que está de guardia deja el libro de lado para mirar al muchacho que hace un escaneo de la habitación para luego llevar su mirada hasta su acompañante, se miran por varios segundos.

—Hola, —masculla el de piel morena.

—Me llamo Enzo, no tienes por qué estar alerta. Aquí estas seguro, —murmura, el joven deja salir un suspiro.

—Soy Valentino.

Enzo extiende su mano hacia el chico que la recibe. El sonido de la puerta al abrirse provoca que la mirada de ambos muchacho vaya hasta esta, Valentino respira profundo captando un olor cautivador de fresa y vainilla que lo hacen poner ansioso proveniente de Kiara que mira con curiosidad al desconocido.

—¿Qué pasa Kiara? —Indaga con curiosidad.

—Papá pregunta si ya despertó el chico, pero ya veo que sí, —comenta.

—Pide que coloquen un plato extra. Bajaremos en unos minutos, —anuncia a lo que Kiara asiente para marcharse—Buscare algo de ropa de la mía para que puedas tomar un baño y bajar a desayunar con nosotros.

El chico asiente de manera distraída sin poder creer que en un momento tan preocupante de su vida la diosa de la luna le haya enviado a su pareja, suspira y deja caer su espalda al suave colchón para luego de unos minutos salir de la cama y pasar al baño, Enzo le deja la ropa en esta cuando escucha el sonido del agua correr.

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