*—Diego:
Quería divertirse a lo grande este verano, encontrar un amor en dicha estación y luego de disfrutar de este, volver a su aburrida vida, pero no, tenía que leer un libro de macroeconomía que a su padre le interesaba que lo leyera para que aprendiera sobre la misma. Debería estar viviendo su vida, pero allí estaba pasando el verano, leyendo como si fuera un maldito mocoso que no había hecho sus malditos deberes.
Diego suspiró cansado y le echó una mirada a su teléfono, ninguno de sus amigos le había escrito. Diego volvió a soltar un suspiro y dejó el libro a un lado.
Sus amigos parecían ocupados. Sabía que Josh y Rosé estaban teniendo el momento de su vida con sus citas, disfrutando de lo hermoso que era el amor, mientras que Leo estaba comprometido con Noelle a lo grande, tan grande que hasta había salido en el periódico local. No había visto a Leo desde hace semanas e incluso Nick estaba por su lado.
Ya no era lo mismo que hace unos meses, el compromiso de Leo lo había cambiado todo.
Debería sentirse feliz porque sabía que la familia de Noelle era pudiente y el compromiso de estos ayudará a crecer el pueblo, no que fuera uno atrasado, sin embargo, había cosas que estaban muy pasadas de moda, pero en lo referente a su amigo de infancia, conociendo como era Leo, sabía lo que tenía que estar sufriendo y esto lo ponía muy triste, ya que no sabía que podía hacer para ayudarlo.
Diego bufó molesto y decidió tomarse un respiro. No iba a seguir estudiando aquel aburrido libro cuando su mente no estaba cooperando. Debería dar una vuelta por el pueblo, era verano y el aire estaba cálido, pero fresco y eso le ayudaría a aligerar su mente.
Bajó al primer piso y vio a su madre en la sala, parecía estar tejiendo algo y se veía muy concentrada en ello. Diego salió de puntillas para escaparse y cuando salió de la casa, suspiró aliviado. Debería escaparse de casa y darles la espalda a todos, quizás eso le daría que beber a sus padres y hermanos. Era injusto que él estuviera perdiendo sus mejores años estudiando como loco por un sueño que no era suyo.
Tomó su vehículo y condujo hacia el pueblo con los cristales abajo, disfrutando de la cálida brisa y de los olores del verano. Debería escaparse ahora y conducir hacia Green Coast. Las ganas de darse un chapuzón en la playa lo llamaban, pero debía de mantenerse tranquilo si quería pedir el permiso para ir al viaje que planeaban en la casa vacacional de los Summers, así que desistió de la idea.
Mientras conducía por el pueblo, vio algunas caras conocidas de personas que estudiaban con él en la universidad. Se veían tan tranquilos, como si no tuvieran responsabilidades, y le dio mucha envidia. Era un envidioso, pero en verdad odiaba mucho su vida y cómo esta se había movido desde que cumplió los 18 hace cuatro años. En dos años terminaría la universidad y entraría de lleno en el negocio de su padre como el dirigente de la fábrica de maderas decorativas, y en donde también hacían muebles, estantes y otros tipos de acondicionamientos para lugares.
El olor a madera ya le daba náuseas, quizás era la repulsión que sentía hacia el negocio familiar, pero era así y solo deseaba que ocurriera un milagro, que uno de sus hermanos cogiera cabeza y lo liberara de aquella carga, pero sabía que no iba a pasar, así que era mejor que se olvidara de esas cosas y que se centrara en lo que era importante, estudiar y mejorar para que su padre lo dejara respirar un poco.
Pasó por uno de los lugares donde trabajaba Esmeralda y decidió estacionarse. No sabía de la chica y se preocupaba por ella. No que fuera muy cercano a esta, pero sabía lo mucho que Leo estaba enamorado de ella y era alguien cercana al grupo, así que debería ver cómo la estaba pasando.
Era la panadería local del pueblo y podía contar las veces que la pisó. No era muy amante al pan o a los postres, pues cuidaba mucho su figura, pero cuando entró, el olor a pan acarició la nariz y Diego aspiró el rico aroma. Tenía que admitir que olía maravillosamente bien.
Se acercó al alto mostrador, pero se percató de que no era Esmeralda la que estaba detrás, sino una chica bajita con unos hermosos ojos mieles. Diego le sonrió. La había visto varias veces con Esmeralda y Rosé, pero no sabía su nombre.
—Bienvenido, ¿qué te puedo servir? —preguntó la chica con una resplandeciente sonrisa.
Había visto a esta chica en el pueblo, sin embargo, no en la universidad. Sabía que era la compañera de Esmeralda, pues la seguía en las redes sociales y a veces veía a Esmeralda subiendo fotos con su compañera.
—Hola… —saludó Diego y su mirada bajó hacia la etiqueta negra en su uniforme de panadera—… Sienna —dijo su nombre y pensó que él mismo le pegaba, pues algo en ella le hacía honor a su nombre, quizás sus ojos mieles.
Vio como las mejillas de Sienna se tornaban rosáceas y esta desvió la mirada, viéndose avergonzada.
Diego no pudo evitar sonreír. Sí, era algo que provocaba siempre y Sienna no era diferente. Entendía, no era que se creyera la gran cosa, pero no era ciego ni ignorante sobre su atractivo. Con su metro ochenta, era enorme y corpulento porque le fascinaba ir a ejercitarse tanto fuera como en el gimnasio del pueblo. Tenía un atractivo rostro, siendo sus brillantes y cautivadores ojos cafés los que llamaban más la atención. Su cabello era castaño y algo rizado, el cual últimamente lo llevaba más largo que antes, por lo cual, algunos mechones corrían por todas las direcciones. Sumándole a su gran atractivo estaba su piel algo tostada, heredada de su madre, que descendía de italianos, pero cuando lo decía, no muchos le creían.
—¿A Esmeralda no le tocaba trabajar? —le preguntó Diego tratando de continuar la conversación, ya que Sienna parecía perdida. No tenía idea de los turnos de la chica, pero había esperado verla y, puesto que no estaba aquí, era probable que le escribiera, pero antes de eso, quería confirmar su paradero.
—Ah, sí, le toca, solo que he decidido cubrir su turno, pues… —Sienna hizo una mueca—. Ya sabes —le dijo y las cejas de Diego se arquearon, pero luego comprendió. Esmeralda debía de estar llorando y triste por el compromiso anunciado de su gran amado.
—Comprendo —solo dijo Diego.
—Ya que eres su amigo, ¿esto es serio? —escuchó que Sienna preguntaba acercándose más hacia él por encima del mostrador, incluso vio que se puso de puntillas—. Me cuesta creer que ese gran chico del cual Esmeralda me hablaba le hiciera tal cosa, ¿sabes?
Diego frunció el ceño.
—Esto es serio —confirmó Diego, pues, ¿quién publicaría una noticia en el periódico local para no ser cierto? ¡Hablaban del hijo del alcalde! Sin embargo, Sienna le preguntaba por cómo era cercano a Leo y quizás solo esto podría ser una pantalla de humo como a veces pasaba. No obstante, esto era muy real.
Vio como Sienna se alejaba y ahora se veía enfadada.
—¡Qué imbécil! —espetó la chica hacia su amigo y las manos de Diego se apretaron.
No sabía lo que había pasado para que Leo decidiera aceptar este compromiso, pues sabía lo mucho que él amaba a Esmeralda, pero conociéndolo, lo hacía para protegerla de su padre y odiaba que la gente hablara de esa forma de él sin conocerlo o sin saber por qué tomó esas decisiones. No obstante, de ningún modo decidió ser grosero con esta chica que no conocía.
—No le llames así, solo su familia y él saben lo que hacen, ¿sí? —le sugirió y vio como Sienna se ruborizaba una vez más, pareciendo avergonzada por su comentario.
—Sí, bueno, tienes razón —murmuró Sienna y volvió a sonreír—. ¿Vas a ordenar algo? —preguntó y la vista de Diego bajó a los alimentos puestos en bandejas dentro de la vitrina en el mostrador.
En su mayoría eran postres como pasteles, galletas y donas, había pan, pero no era amante del pan, así que iba a pasar. Alzó la mirada y le sonrió con cordialidad a Sienna.
—No, solo vine a saber de Esmeralda —le hizo saber—. Es tiempo de que me vaya.
—Ah, comprendo —comentó Sienna asintiendo con la cabeza y Diego decidió que era tiempo de irse, pero Sienna se apresuró a decir—. ¿Puedo pedirte un favor? —pidió y las cejas de Diego se arquearon.
¿Un favor? ¿Un favor viniendo de una chica? No quiso hacer una mueca, pero se olía a que sería algo típico de una chica que había caído bajo su hechizo.
¿Qué es lo que quería de él? ¿Su número? ¿Salir con él? ¿Dormir con él?
La vista de Diego paseó por Sienna del otro lado del mostrador. El uniforme le quedaba justo y este no ocultaba para nada sus kilitos de más. Sienna tenía unos grandes senos y amplias caderas, no era para nada su tipo, así que sea lo que sea, amiga o no de Esmeralda, iba a declinar.
—¿Sí? —decidió preguntar para ver con que saltaría Sienna.
—¿Podrías probar estas galletas? —preguntó Sienna señalando hacia un lugar dentro de la vitrina y Diego parpadeó con sorpresa.
¿Saborear unas galletas?
Vio como Sienna esperaba por su respuesta.
Okay, eso era algo extraño. Nunca le habían pedido tal tipo de favor. Le dio otra mirada a Sienna, quizás estaba saltando en conclusiones, Sienna no se veía como las demás chicas que pululaban a su alrededor. Era un canalla por pensar de esa forma.
—Bueno, yo… —comenzó a decir Diego, pero sin querer hizo una mueca. Estaba dudoso porque no comía postres ni esas cosas.
—No tienen mucha azúcar y son de avena —explicó Sienna como si estuviera leyendo sus pensamientos—. Las hice hoy y no he podido conseguir que alguien me dé su humilde opinión —admitió la chica viéndose algo triste y Diego se sintió mal. Seguramente la ofreció a otros clientes y estos no quisieron ayudarla.
—No soy muy de comer estas cosas, pero puedes darme cinco para llevar —aceptó Diego decidiendo ayudarla.
—¡Gracias! —exclamó Sienna, viéndose muy feliz ahora—. No tienes que pagar por ellas, son gratis —insistió la chica mientras se movía hacia un lado, apresurándose.
Diego la vio tomar una bolsa de papel con el logo de la panadería y tomar una pinza de cocina para sacar varias galletas de la bandeja, depositándolas ligeramente dentro de la bolsa. Vio cómo depositaba más de las que Diego había pedido, pero como eran gratis, Sienna quería darle las suficientes para que tuviera una humilde opinión de estas.
Cuando terminó, la chica cerró la bolsa colocando luego una pegatina para sellar. Sienna se la pasó con una amplia sonrisa.
—Cómelas con tu novia o con tus amigos o familia, pero por favor, dame tu humilde opinión, ¿sí? —le pidió muy animada.
Diego extendió una mano y tomó la bolsa. No tenía novia, pero no le aclaro, pues no era una información que a esta chica le interesaba. También dudaba de que pudiera comerlas con sus amigos, pues cada quien estaba por su lado y menos con su familia, quien también tenía sus momentos.
—Está bien, las probaré —aceptó Diego devolviéndole la sonrisa.
—¡Gracias! —exclamó muy emocionada, tanto que fue contagiosa, pues le sacó una sonrisa a Diego—. Espero verte por aquí y recibir tu opinión, ¿Okay? —dijo la chica con el mismo entusiasmo de antes.
—De acuerdo —confirmó Diego despidiéndose con la mano y caminando hacia la salida de la panadería.
Caminó por la acera hacia donde había dejado estacionado su vehículo, subiendo poco después en este. Diego dejó la bolsa de la panadería sobre el asiento del copiloto.
No sabía por qué aceptó estas galletas, pues él no era fan de las cosas dulces, pero Sienna se había visto tan feliz y se había sentido tan mal por pensar que era una del montón. No obstante, tenía que admitir que era una chica rara, pero diferente. Era muy transparente y divertida, y entendía por qué se llevaba bien con Esmeralda. Sienna y Rosé tenían esa misma personalidad explosiva y ambas eran diferentes a Esmeralda. Más bien, eran polos opuestos, ¿no era acaso que los polos opuestos se atraen?
Diego sonrió y encendió su vehículo para poner marcha de regreso a casa, pues se había tomado su tiempo y era mejor que terminara de leer ese estúpido libro.
No planeaba ver a esta chica otra vez, pero hubo un cambio de planes en su viaje a Green Coast y más personas se unieron, como Sienna, y durante este sucedieron cosas que le hicieron cambiar de parecer. Podía decir que Sienna era muy interesante y quería saber más de ella.
*—Diego:Los ánimos de todos estaban muy por debajo, pero el viaje continuaba.Habían decidido hacer el viaje al final, pero solo iban a ir Josh, Rosé y él, ya que Rosé no había querido decirle a Leo. Más bien, se había negado a hacer el viaje con este y su nueva compañera, ni Nick estaba invitado, así que la velada sería muy tranquila. Aún Rosé no le había dicho a Esmeralda, pues desde el anuncio del compromiso de Leo, la pobre chica no había querido darle la cara a su amiga por vergüenza. Sin embargo, le había escrito que lo haría hoy y que le haría saber del viaje.Ya que los ánimos estaban casi nulos, Diego esperaba que Esmeralda se animara a ir, la misma necesitaba un respiro y el mismo Diego planeaba animar a sus amigos. Alguien tenía que ser el alma de la fiesta.Estaba revisando sus ropas para ver qué podía llevar y qué le hacía falta para el viaje cuando escuchó golpes en la puerta de su recámara. Diego giró la cabeza hacia esta en el momento en que se abría. Estaba esperando
*—Diego:Era fin de semana y ya por fin era el día del viaje.A pesar de que Thiago se iba a unir al viaje y aún no habían resuelto sus diferencias por haberse comido las galletas de Sienna, Diego iba a ceder y perdonarlo por ello. No era del todo su culpa y quizás debió explicarle el porqué de su enfado. Además de ello, debía de mantenerse con un buen humor para tratar con Sienna, no quería que ella pensara que era grosero.Decidieron reunirse en casa de Josh, ya que era obvio que no podían hacerlo en casa de Rosé, pues no iban a condenar a Esmeralda a tener que ver a Leo. El plan era que tanto Rosé como Esmeralda y Sienna se fueran con Josh, mientras que Diego y Thiago abordaran el mismo vehículo llevando el equipaje de todos, pero claro, Rosé tenía otros planes.Los planes de Rosé eran que ella esté con su amado, mientras que Esmeralda se vaya en el vehículo de Thiago, con el fin de que estos comenzaran a coquetear y sabía que su hermano lo haría, pues este había mirado a Esmeralda
*—Diego: Al detenerse a un lado de la carretera y mirar a Sienna enfadado, vio que esta lo miraba asustada. ¿Por qué no lo pensó antes de atacarlo por el lado que más a Diego le dolía? Mientras que Diego la alentó a que diera lo mejor de sí y se sintió mal porque no estuviera cumpliendo sus sueños, Sienna lo atacaba solo por ser rico.Quizás no era un buen ligue como había creído y solo era una chica más del montón.—¿Crees que porque soy rico puedo hacer lo que quiero? —le preguntó Diego mirándola a los ojos, pero Sienna no contestó, solo tragó saliva viéndose muy asustada—. ¿Acaso no viste lo que pasó con Rosé y Jack? ¿Cómo Jack le hizo la vida imposible? ¿Piensas que fue fácil para Rosé librarse de ese estúpido compromiso? —le espetó, quizás sonando muy duro, pero era increíble lo que la gente pensaba de ellos sin saber ni una mierda. Sienna no comentó sobre esto tampoco y debió de haberse callado, pero quería aclararle que, aunque fueran chicos provenientes de familias ricas, eso
*—Diego:Le gustaba Sienna.No tenía que pensarlo más, ya era un hecho.La mirada de Diego se enfocó en la chica que le bailaba sobre el regazo.Thiago y él habían decidido venir a un club nocturno en Green Coast, solamente ellos porque los demás tenían planes.Era obvio que, en algún momento de la noche, Josh y Rosé se perderían para hacer quién sabe qué. Otra cosa era que Leo se había desaparecido después de la velada y Diego sospechaba que Esmeralda por igual. Noelle parecía que aprovecharía la desaparición de su prometido para hincarle el diente a Nick, quien estaba más perdido que nunca, pues lo habían dejado vaciando el minibar de los padres de Leo. Aunque Diego lo invitó para que se desquitara con una chica, el chico no quiso y se quedó allí.En cuanto a Sienna, no había visto la misma desde que se fue con Esmeralda y era posible que estuviera durmiendo, Sienna se veía como una chica que dormía mucho. Se preguntó si dormía con un pijama o desnuda, había algunas chicas que dormí
*—Diego:Sin más preámbulos, bajó la cabeza y movió sus labios hacia los de ella. Cuando se tocaron, se percató de que los de Sienna eran suaves y los besó con ligereza, disfrutando de la suavidad y generosidad de estos. El labio inferior de Sienna era muy grueso y las ganas de tomarlo entre sus dientes para tirar de ellos estaban creciendo.Sintió como las manos de Sienna se colocaron en su pecho y agarraron su camiseta con fuerza. Esto fue suficiente para que Diego desatara su deseo en ella. Cuando empujó su lengua contra estos, la chica los abrió y ni bien la adentró en su boca, lo buscó. Diego no pudo evitar gemir y la apretó contra la puerta mientras pasaba los brazos por su cintura, abrazándola con fuerza. Le fascinaba cómo se sentía el cuerpo de Sienna contra el suyo, era tan curvilíneo y suave.Besarla ya no le estaba siendo suficiente, quería tocarla en otros lugares.Diego alzó una mano y la colocó sobre uno de sus generosos pechos, escuchando cómo Sienna jadeaba cuando lo a
*—Diego:De todos los viajes que Diego había hecho en su vida, aquel a Green Coast había sido el viaje más estresante de esta.Había pasado una semana de este y todavía las secuelas del mismo aún estaban latentes. El domingo por la mañana fue como si fuera un campo de batalla, los ánimos estaban por los suelos y no hubo conversaciones más que las habituales de: ¿Quieres desayunar? ¿A qué hora se van? ¿Me puedo ir contigo? Después de ello, cada quien se fue por su lado y más temprano de lo normal.Diego podría afirmar que el viaje fue un desastre y que, en lugar de alcanzar el objetivo que había sido disfrutar y divertirse, fue todo lo contrario. Diego estaba más triste que antes, y las ganas de pasar el verano en grande, estaban nulas. La había cagado con Sienna y, por ello, se sentía horrible, pues era la primera vez que una chica le llamaba tanto la atención y que no podía ni tenerla.Sin embargo, Diego no iba a tirar la toalla. Era obvio que esa noche cada quien vivió una experienc
*—Diego:Estaba decidido en lograr su cometido.Desde que se encontró con Thiago y Sienna en el restaurante, Diego se había decidido en mostrarle a Sienna que él era mejor partido que el aventurero de su hermano.Había mejorado su aspecto y su cabello, que estuvo un poco más largo que lo habitual, estaba recortado. También llevaba su cara limpia de barba y mejores ropas. Había gastado sus ahorros en ello, pero como había dicho antes, quería verse bien para Sienna y, aunque esta estuviera prendada del aspecto indigente de Thiago, cuando lo viera iba a pensarlo mejor.Además de ello, estaba más participativo en los negocios de su familia, ya no se quejaba tanto porque como había dicho antes, quería ser el partido perfecto para Sienna y mientras más rápido aprendiera de los negocios familiares y estuviera de lleno en estos, Sienna se fijaría en que era un hombre que tenía los pies sobre la tierra.Cuando comenzará el semestre en un mes más, Diego iba a darlo todo, por lo cual, Sienna lo
*—Sienna:¿Por qué no podía olvidar a ese chico de tiernos ojos de color café?Un suspiro salió de Sienna y miró por la ventana de su habitación, viendo hacia los árboles que se estaban tiñendo de marrón y naranja.El otoño estaba casi llegando y, aunque la estación estaba por cambiar, Sienna aún no podía olvidar aquel chico que conoció en verano y por el cual aún suspiraba estúpidamente. Y decía estúpidamente, porque no entendía por qué estaba aún cautivada por él, cuando sabía que Diego Woodbury era un idiota.Durante todo el verano, Sienna se mantuvo evitándolo, tratando de no aparecer en los lugares donde este podría estar, pero el muy imbécil parecía que solo quería molestarla. Diego iba todos los días a la panadería en busca de ella y tuvo que hacer malabares para esconderse de él. Lo que más le molestaba era que este siempre se llevaba algún postre hecho por ella. ¿No era que le desagradaban los dulces? No entendía por qué lo hacía si no estaba interesado en ella y la verdad es