Unos días después, a unos kilómetros de allí, Dan mira por la ventana, pensando en las penas que su amigo está pasando, todo por su culpa.
Mira el cielo de la ciudad y se le antoja un café.
Se mete las manos a los bolsillos y le pide a la señora Dorothy que avise que saldrá un momento. Se va directo a su auto y conduce en dirección a la cafetería donde sirven ese café que le gusta, con un toque de naranja.
Por la hora, no hay muchas personas, así que entra sin problemas y encuentra una mesa disponible. Pide su café favorito y un par de donuts. Mira por la ventana del lugar y ve a varias personas pasar por allí, hasta que entra una mujer con una larga cabellera castaña, unas gafas de color azul y una bellísima sonrisa.
Ocupa la mesa que está frente a él y por un instante sus ojos se cruzan, cuando se acercan a tomarle el pedido, Dan sonríe cuando la chica pide lo mismo.
Unos minutos después, la camarera llega con su pedido y ve que trae lo mismo de la chica de en frente. Se siente tentado a invitarla a compartir con él, pero un llamado de Gerard lo saca de esa burbuja.
-Hermano.
-La audiencia de los Stan es mañana, la cambiaron para mañana. Ya los cité para terminar los detalles del acuerdo y cerrar ese caso de una vez.
-Aleluya, solo quiero deshacerme de esa señora tan pegajosa – escucha la carcajada de Gerard y solo puede reír también, hace años que su amigo no se escucha así -. Estaré allá en unos quince minutos, estoy en el café.
-Ok, nos vemos.
De reojo puede ver que la mujer le da un par de miradas y sabe que podría invitarla, coquetearle y sacarle el número, no hay nada que él no pueda conseguir, en especial con las mujeres, pero ahora no puede, porque el deber lo llama.
Termina, pide la cuenta y deja una propina considerable, le da un último vistazo a la chica y le dedica una sonrisa, de esas que mojan hasta los pensamientos. Sale de allí con la seguridad que lo caracteriza y se va de regreso a la oficina.
Mientras la chica a la que le dejó aquella sonrisa, se queda pensando que aquel abogado es un hombre que vale la pena ayudar un poco más, no tan solo para sacarle dinero, sino porque parece ser decente, no como los otros abogados a los que ayuda.
Para Alfa, ir de esa manera es de todos los días.
Muy pocas veces se arriesga a ir con su apariencia verdadera, porque siempre, donde sea, una mujer rubia, de ojos claros y bella sonrisa va a causar impacto.
En cambio, una castaña, con lentes y ojos oscuros no le llama la atención a nadie.
“Excepto a ese papacito de abogado”.
Si tuviera que elegir entre él y el insistente de Matías… se queda con los dos, pero este momento de su vida no es para andar mirando hombres.
Se termina su café con esencia de naranja, deja una buena propina y se va a su departamento. Al llegar allí toma una de las fotografías de su sala y la acaricia, es una de las últimas que pudieron tomar como familia, su hermano ya estaría casado, porque eso era lo que quería luego de graduarse como veterinario.
Ella sería artista bohemia, una poeta o escritora de novelas de ficción romántica. Estaría terminando literatura, porque se hubiese dado un par de años sabáticos para recorrer el país, por las noches iría a un bar a leer sus malos poemas, esos que deprimen hasta el alma más feliz.
Tendría un novio, con el que haría el amor como conejos y habría experimentado cada una de las posiciones indecentes que se le ocurren cuando está sola.
Pero nada de eso es así.
Ella no ha tenido novio, ni viajes, ni tampoco escribe poemas.
Su vida ahora es buscar a aquellos que le arrebataron sus sueños, que la dejaron sin familia, porque aunque su madre está viva, a penas tiene consciencia que tiene una hija a la que abandonó.
Siempre supo que no era la favorita de su madre, pero verse abandonada de esa manera a los quince años, luchando para que no la llevaran a un hogar, codeándose con los malos más malos del colegio, para que le enseñaran los peores trucos.
Se quita la pechera, la deja sobre la cama y comienza a desnudarse, camina con la seguridad de una mujer que lo ha perdido todo y que ahora solo puede ganar. Deja que el agua le quite todo de encima y luego sale sin cubrirse, solo secando un poco su cabello. Se a su almacén especial y revisa si allí le falta algo.
El teléfono suena y va a contestarlo sin prisa, Díaz le responde algo jadeante.
-Jefa, lo tengo… esa es la droga que le describieron.
-¿Qué pasó? – le pregunta ella con verdadera preocupación, porque ese hombre es lo más cercano a un sustituto de padre -.
-Nada grave, solo me tuve que pelear un poco.
-Estoy en el palacio.
-En veinte.
Se viste con rapidez y se va a la cocina, para esperar a Díaz con unos macarrones con queso. Puede ser un hombre mayor, pero con los gustos y el carácter de un niño, excepto cuando se trata de protegerla a ella.
Unos toques en la puerta le indican que el hombre llegó y se va a abrir. Él entra directo a lo que es la sala, pero no deja de oler y mirarla con los ojos brillantes.
-En veinte minutos, así que habla luego si quieres comer – él asiente, toma asiento y ella se va al refrigerador por un refresco -.
-La dr0ga que te describió el cliente… es nueva y está hecha para vi0ladores – los labios de Alfa se convierten una línea fina y su expresión cambia de una chica dulce a la asesina que es -. Bowman tiene a tres químicos trabajando en ella, por ahora solo está en Nueva York, pero no se descarta que la distribuyan ya en otras ciudades.
-Tenemos que hacer algo, puede que no tengamos el trabajo más honorable del mundo, pero si hay algo que detesto es la distribución de esa p0rquería.
-Lo sé, así que me tomé el atrevimiento de infiltrar a los mejores.
-¿Cuántos? – le pregunta mirando fijamente la lata de coca cola -.
-Cuatro.
-Infiltra más. De todas las edades, están entrenados para sacar información, quiero hombres de la organización en todas partes, que sepan hasta lo que come el desgraciado ese.
-Lo que digas – saca su teléfono, envía unos mensajes y le sonríe a sui jefa -. Ya está… Keylen – le dice con precaución -.
Díaz es el único que la llama por su nombre y solo en las ocasiones que necesita que ponga los pies sobre la tierra y solo cuando están en la seguridad del departamento de Alfa.
-Ya sé lo que me dirás – le dice ella poniéndose de pie -. Pero no voy a perder oportunidades ni tiempo. Meterme con Bowman es una declaración de guerra, pero para cuando ese viejo asqueroso se dé cuenta, ya tendrá la ametralladora en la cabeza.
-¿La tuya o la de la policía? – le pregunta Díaz con la sonrisa en los ojos. Alfa lo mira sonriendo con malicia y le responde saltando del sofá -.
-La que sea, pero ese no seguirá ensuciando mi ciudad con su basur@.
-¿Y ahora qué harás? – le pregunta Díaz al ver su expresión sombría, esa que le dice todo lo que su mente está tramando -.-Llamar a Abbot, quiero saber si dejará todo hasta aquí o si puedo contar con él.-¿Le pedirás ayuda para borrar a Bowman?-Díaz… sabes que yo no confío en los abogados y ni de chiste le pediría ayuda a uno, mucho menos a Abbot.-Junto a Finnick, son los mejores abogados de la ciudad.-Puede ser el mejor del mundo, pero un hombre que gusta enredarse con una mujer diferente casa día no me inspira confianza.-Aun así, le dirás lo que encontraste – le dice el hombre y ella lanza un bufido -. No lo harías si no confiaras en él.-No me queda de otra, además, trabaja con Finnick y ese sí que es de confianza, se quedó viudo y nunca más s
Los días han ido pasando y la información que Alfa está consiguiendo acerca de Henry, su familia, sus negocios y su gente es en verdad muy interesante.Pero todo eso se fue por el drenaje cuando Díaz le dijo que Matías había pedido el traslado a Nueva York.Alfa creía que era por ella, para estar más cerca y conquistarla, porque últimamente Matías estaba más insistente que nunca, pero nosotros no sabemos de eso, porque ella no respondió el teléfono ni una sola vez.Lo cierto es que no es del todo correcto, porque en el momento en que Matías supo que sería tío y que las circunstancias en que su hermana quedó embarazada no eran las mejores, sin duda supo que debía estar con ella lo más cerca posible.Y esa cercanía con su hermana, podía ayudar a acercarse a Alfa.No se la podía sacar de la mente, so
Decir que no le estaba gustando aquel contacto sería mentira, pero decir que le gustó la manera en que Matías se aprovechó de aquel desafío, era una equivocación.Una que corrigió en cuanto el chico se separó de ella un poco y le estampó una sonora cachetada en el rostro, la misma que le dejó la mano enrojecida y adolorida unos segundos.-Yo no te dije que me besaras… - siseó mirándolo con fiereza -. No tienes mi permiso para hacerlo.-Creí que tu coqueteo constante me lo había dado, en especial aquel del último entrenamiento.-Te equivocas. Soy una mujer que sabe lo que quiere. Si quiero un beso – se pone de pie y se para frente a él -. Te tomaré de la camisa así… - aferra sus manos a la tela y lo acerca a su rostro -. Y luego…Nada.Matías traga en seco cuando Alfa se queda a unos e
Alfa llega a “la cueva”, el nombre clave para su centro de operaciones. Al bajar del auto y caminar hacia su oficina, varios de los hombres se quedan con la boca abierta por la vestimenta de la mujer.-Es solo un vestido, señores, un cuerpo… seguro sus mujeres se ven igual que yo.Pero lo cierto es que nadie se ve como ella.Su estatura es la promedio para cualquier mujer, pero eso no consigue menoscabar su belleza. Su curvas bien pronunciadas y su seguridad al moverse, son dignas de una mujer fatal como ella.Al llegar a su oficina, Díaz la mira y se ríe, mientras ella se dirige a una puerta, que oculta un armario con varias cosas, entre ellas ropa. Es una precaución fundamental, para cuando quedan marcas en la ropa de los enfrentamientos y los interrogatorios, hay ciertos fluidos que no se pueden llevar a una cafetería o centro comercial.-Habla ya… me cortaste la velada con tremendo be
Tres ascensores tiene el edificio y aún así había que hacer cola para poder llegar a la fiesta.Alfa se dedicó a mirar a todos los presentes, era buena memorizando rostros y estos no eran particularmente difíciles.Una conversación le llama la atención y la obliga a mirar a Jake, que tiene cara de limón por los coqueteos de una mujer que va más adelante que ellos.-Escucha – le susurra ella -.“-Rickon nos prometió muestra gratis.-Si eso me sirve para meterle en la bebida a mi novia y c0gérmela de una vez… me apunto.-Lo mejor es que ni se enteran, al final es como si se hubiesen emborrachado…”Decir que Alfa les quería partir la cara, es poco. Bien podría aplicar el método Walton con estos miserables, pero no había venido a eso.Jake le da unos golpecitos en la mano para que no se la estrang
El sol la obliga a abrir los ojos y rezongar, tal como cuando no quería ir al colegio a los diez años porque un niño de su clase le tiraba el cabello. Eso se solucionó con un par de clases de su padre. Ahora, se soluciona con una taza de leche caliente que huele a gloria.-¿Dónde estoy? – pregunta Alfa sentándose en la cama y aceptando la taza que Díaz le extiende -.-En tu refugio – le dice él, tomando asiento un poco más cerca de ella, con una taza de café que huele a extra cargado -.-No me digas que me cuidaste toda la noche – bebe un poco y cierra los ojos para disfrutar ese sabor a chocolate y menta, la navidad en una taza -.-Quería ver con mis propios ojos lo que esa dr0ga hace. No podía irme sin saber que estarías bien.-¿Y qué más pasó?-Bueno, te demoraste al menos dos horas en dormirte de
Dan camina de un lado para otro en su oficina, pensando miles de cosas a la vez, como si fueran adolescentes tratando de entrar por la misma puerta para ver a su artista favorito.Tiene el teléfono de Alfa entre sus manos, pero se resiste a llamarla. No tiene motivos para hacerlo, pero esa voz cada vez se le queda más pegada en la mente.Se la imagina castaña, alta, con un cuerpo de infarto, imponente y con cara de asesina.-Esto es estúpido, no puede ser que solo su voz me tenga así.Pero la solución está literalmente en sus manos, así que hará lo que su… lo que sea, le grita que haga. Marca el número de Alfa y espera que le conteste.-¡Espero por tu vida que sea algo importante! – la escucha jadear y automáticamente Dan se sonroja, no puede ser que la interrumpiera mientras ella… -.-Di-disculpa, creo que estás ocupada…
Cuando los supuestos asaltantes llegan con Alfa, se quedan estáticos ante la mirada de su jefa. Lo cierto es que se entusiasmaron más de la cuenta y eso seguro les iba a pasar factura.-Se-señorita Alfa, lo sentimos mucho… no fue nuestra intención.-Para no haber sido su intención, les salió bastante bien – se para frente a ellos y extiende la mano -. Mi regalo.-E-está en el auto.-¡Tráelo! – el hombre corre y ella se queda mirando el mapa de la ciudad un momento, porque ahora necesita enviar esos mismos a una tarea más seria -. Y que no se vuelva a repetir. Mis órdenes fueron claras, solo quería asustarlo y saber cómo reaccionaría, pero ese hombre al que casi matan de un infarto es uno de nuestros mejores clientes.El hombre calvo aparece medio sudado, con la caja de chocolates entre las manos y Alfa se queda con la boca abierta.