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capítulo 5: Un abogado vigilado.

-¿Y ahora qué harás? – le pregunta Díaz al ver su expresión sombría, esa que le dice todo lo que su mente está tramando -.

-Llamar a Abbot, quiero saber si dejará todo hasta aquí o si puedo contar con él.

-¿Le pedirás ayuda para borrar a Bowman?

-Díaz… sabes que yo no confío en los abogados y ni de chiste le pediría ayuda a uno, mucho menos a Abbot.

-Junto a Finnick, son los mejores abogados de la ciudad.

-Puede ser el mejor del mundo, pero un hombre que gusta enredarse con una mujer diferente casa día no me inspira confianza.

-Aun así, le dirás lo que encontraste – le dice el hombre y ella lanza un bufido -. No lo harías si no confiaras en él.

-No me queda de otra, además, trabaja con Finnick y ese sí que es de confianza, se quedó viudo y nunca más se metió con otra… me lo dejaría de adorno para la cama.

-Jajajajaja, lo dice la mujer más promiscua de Nueva York – Alfa le dedica una mirada asesina y él levanta los brazos, sin dejar de reír -.

-Vamos a la cocina, tal vez en el trayecto me piense si le pongo veneno para ratas.

-Ese no es el estilo de Keylen Dawson.

-Pero sí el de Alfa – le dice con una sonrisa peligrosa y Díaz solo niega con la cabeza -.

La chica saca del horno los macarrones con queso, corta una porción y la pone en un plato, lo deja frente al hombre que ha mirado todo el proceso y que sonríe feliz.

Comen tranquilos, hablando de cosas triviales como el clima, los suministros necesarios para reabastecer el arsenal y la novedad en protección personal contra armas de fuego.

Al terminar, Alfa mete la comida en un recipiente con tapa y se lo da.

-¿Y para tu cena?

-Puedo pedir lo que sea – le dice ella encogiéndose de hombros -.

-Gracias.

Alfa acompaña al hombre a la salida y en cuanto cierra, va por ese teléfono especial, busca al abogado y lo llama, este le responde casi de inmediato.

-Alfa – le responde él con tono serio -.

-Te tengo noticias sobre la droga y el distribuidor – le dice recostándose en el sofá -. Es una nueva, ideal para los perr0s vi0ladores, adormece a la víctima por minutos, hasta horas, pero no la deja completamente inconsciente.

-Nombre – le dice Dan con tono sombrío y ella sabe a qué se refiere -.

-Henry Bowman – ese nombre sale de su boca con todo el gusto del mundo -.

A varios kilómetros de allí, Dan corta la llamada y le hace el gesto a Gerard de que lo siga a su auto antes de decir cualquier cosa. En cuanto están arriba, Gerard se voltea hacia él y le pone cara de que hable.

-Henry Bowman – dice Dan sin ceremonias -, ese es el hombre responsable de la distribución de la droga que afectó a la chica.

-¿Estás seguro?

-Por supuesto, mi informante es de mi absoluta confianza, sabes que nunca nos ha fallado – no tiene idea de dónde ha salido tanta vehemencia en sus palabras, pero así es -.

-Bien, quiero que investigues a ese, sabes que solo tener su nombre no nos ayuda. Quiero estados de cuenta, propiedades, familia… quiero saber hasta lo que come por las mañanas luego de una resaca – el tono de Gerard, ese de abogado implacable, lo hace sonreír -. Ahora, me voy a casa.

-Nos vemos, amigo mío… disfruta a tus mujeres sin miedo, cuando esa chica sepa todo lo que has hecho, seguro que no querrá enviarte a la cárcel – o le tocará poner en riesgo hasta su carrera para ayudar a su amigo, porque Gerard es el hombre más bueno del mundo, hasta ser abogado es un crimen, una pésima carrera para alguien como él -.

-El que ella no quiera hacerlo, no quiero decir que yo no vaya.

Gerard se va de allí sin esperar respuesta de Dan y lo deja suspirando, aferrado al volante. No puede entender que su amigo sea así, tan correcto, con tanto sentido de la responsabilidad.

Si le hubiese tocado a él, la verdad es que ni siquiera se molestaría en tanta investigación. Solo habría mandado a rastrear a la chica, nada más que eso. Seguro ya sabrían hasta cómo se llama el gato de la vecina, pero Gerard tiene tanta culpa dentro de él, por la memoria de Margaret y por el abandono a Charlize, que ha complicado todo para acallar su consciencia.

Antes de irse de allí, le marca a Alfa y la chica le responde al primer repique, como si lo hubiese estado esperando.

-Abbot – le dice ella algo agitada, lo que hace arrugar el ceño de Dan, que se imagina mil situaciones que podrían hacer jadear a la chica mientras habla -.

-¿Es… es un buen momento? ¿Te llamo luego?

-Solo estoy corriendo… el ejercicio me mantiene alerta. Habla.

-Quiero saber todo de Bowman.

-¿Hasta la talla de los calzones de su amante? – le pregunta ella mientras presiona los botones de la máquina para bajar la velocidad -.

-Exacto.

-Perfecto, pero eso va a costar el triple. Investigar a un hombre como él involucra mucha gente, sin mencionar el peligro al que voy a someter a mi gente.

-Espera… ¿tu gente? Yo creí que eras alguien parte de la organización.

-Sí, soy parte de la organización y digamos que tengo algo de influencia.

-¿Eres la hija o la amante del líder? – ella se ríe, pero esa risa a Dan le eriza la piel, así que cambia de tema -. Como sea, te enviaré la mitad del dinero más lo anterior.

-No – le dice ella con tranquilidad -, esta vez quiero todo por adelantado.

-Así no es como funciona esto, tú haces el trabajo y yo te pago después. Lo del adelanto siempre fue un favor.

Alfa deja escapar una risa cargada de ironía y diversión, Dan arruga el ceño sin dejar de mirar los autos que pasan por la avenida.

-¿Tú me haces el favor de pagar por adelantado? Déjame decirte algo, Abbot. Puede que yo sea mujer, que me oiga joven, pero no soy estúpida ni ingenua. Tú pagas por adelantado porque se te da la gana, para asegurar que yo cumpla con tu pedido.

“Pero ahora, esto no es solo por ti, me huele a que esto es para alguien más y mi intuición nunca me falla.

-Eso no te interesa…

-Tienes razón, no me interesa, pero te recuerdo que el trato lo estoy haciendo contigo. Puede que yo no sea intermediaria, eso no lo sabes, pero tú sí lo eres y eso para mí es un riesgo, uno que no voy a traspasar a mi gente, que se está infiltrando a una mafia de narc0tráfic0, la más grande de la ciudad, así que esta vez esas son mis condiciones si quieres que lo haga.

Dan aprieta la mano libre sobre el volante y su mandíbula se tensa, no puede echar a perder su relación con la mujer, porque desde que la encontró, le ha ayudado con varios casos y ahora puede representar la libertad de su amigo, su hermano.

-Está bien. Dime el lugar y la hora.

-Mañana, mensajero en tu oficina, luego de tu café de naranja – Dan abre los ojos y se le acelera la respiración -.

-¿Cómo sabes eso? ¿Me estás vigilando?

-¡Por supuesto! Como a cada uno de mis clientes, no me gusta que la información que entrego caiga en personas descuidadas. Por cierto, es bastante delicioso ese café, se ha convertido en uno de mis favoritos. Nos vemos algún día, niño bonito.

Alfa cuelga y Dan se queda mirando el teléfono, pensando en que es tiempo de llamar a James.

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