La música que sonaba a fondo era seductora, atrayente y envolvente. La idea principal era atraer al cliente, engancharlo y hacerle gastar todo el dinero que traía consigo esa noche. Las chicas estaban más que dispuestas a complacer a cualquiera hombre, con tal de que pagaran la exorbitante suma de dinero que Otto exigía por cada una de ellas.
Y si alguna se negaba a acceder a las peticiones de su jefe, entonces, la que se resistiera pagaría el precio por su desobediencia. Para Otto u cualquier otro cliente, estas chicas únicamente eran objetos sexuales que se podían utilizar para follar y complacer, y nada más… eran un negocio lucrativo, que llenaba las cuentas bancarias del dueño.
Una feroz mirada azulada se posó en el baile de una delgada joven de piel canela, esta realizaba movimientos eróticos al punto de llegar a ser obscenos alrededor de un tubo metálico bastante brillante. La chica iba ataviada únicamente con unas bragas de encaje que hacían juego con el brasier, y unos impresionantes tacones cubiertos por cientos de pedrerías brillantes.
El sujeto que la observaba se preguntó, ¿Cómo es que diablos conseguía bailar tan bien con esos tacones tan altos? La miró un poco más, esperando que finalizara su encantador baile. A pesar de ser vulgar, no se le podía quitar que fuese excitante. Y pues, la verdad es que no era de piedra. Muy a pesar de que ella bailaba muy bien y de que lograría levantar el alma de un hombre moribundo, él se mantenía concentrado en lo ella que hacía. Le resultaba más provechoso.
—Pareces bastante interesado en esa chica, L.C . Dime una cosa, ¿la deseas? —Un sujeto se sienta sin su permiso en la silla vacía que está en su mesa, lo que lo lleva apretar la mandíbula con fuerza. Eso sí que lo enojaba —. Vamos hombre, no seas tímido. Si la quieres solo debes hablar conmigo.
De pronto una nueve milímetros fue presionada debajo de la papada del hombre que hablaba sin parar, el sonido del seguro del arma sonó, provocando que los guardaespaldas de Otto se pusieran en alerta.
—Tranquilo, tranquilo… —Dice Otto tragando saliva, por un momento la música se detuvo y con ello la joven que bailaba.
—¿Cuándo he dicho que te sentaras? —La fuerte voz de L.C resonó en aquel lugar llevándose las miradas de los demás clientes.
—Vamos, calmante… me pondré de pie, si es lo que quieres.
L.C retira el arma y termina por soltar a Otto. El hombre pasa una mano por su cuello, al tiempo que vuelve a tragar saliva. Recompone un poco su traje para luego dar órdenes de que el show continuara.
—Eres muy obstinado L.C, deberías mejorar un poco ese carácter tuyo.
—¡La compraré!
—¿Qué dices? —Lo mira ceñudo.
—A la chica —Contesta observando el baile de la joven —. Este mes, me llevaré a la de piel canela —Otto sonríe de par en par, eso era todo lo que quería escuchar.
—Tienes buen ojo, apenas ha llegado ayer… aún no la había puesto a trabajar como se debe, pero en vista de que te la llevaras, pues, ya tendrá mucho trabajo contigo —Se ríe a carcajadas, pero no obtiene una respuesta del hombre que tiene al frente.
—¿La venderás, o seguirás hablando mierdas?
—¡Claro! ¡Claro! Te la venderé. Este es su precio —Le presenta un papel exponiendo su precio, L.C levanta la mirada después de ver semejante cantidad.
La mirada azulada del pelinegro se posa en la de Otto, quien parecía sudar como un jodido puerco. Y eso que en aquel lugar, el frío era demencial.
—¿Pretendes estafarme, Otto? —Afina la mirada, provocándole al castaño que trague más saliva, limpie su frente con un pañuelo y medio sonría.
—¿Por qué dices eso?
—Esa chica no vale esta cantidad, ¿me quieres ver la cara de idiota?
—Ella… ella es nueva, debes comprender que…
—¿Es virgen? —La seriedad del rostro de su cliente era sepulcral, Otto, pensó que moriría allí mismo como siguiera mintiendo.
—No, no lo es…
—¿La violaste?
—Nadie la ha tocado, te lo juro. El médico la reviso, ya no era virgen. Te lo juro —Contesta rápidamente intentando librarse de la muerte.
—Pagaré únicamente la mitad de lo que pides.
—Pero… —En eso L.C se pone en pie, imponiendo su autoridad —Sí, sí, claro que sí. Hagamos negocios con la mitad.
L.C, se da la vuelta perdiéndose detrás de las pesadas cortinas rojas aterciopeladas. Otto, al verlo largarse, suelta el maldito aliento contenido. De pronto, detrás de las mismas cortinas aparece Santino, la mano derecha de L.C. Era un tipo musculoso e intimidante, pero no tanto como su jefe, con la reputación que se gastaba era muy difícil que alguien hiciera de las suyas.
—¡Santino! —Lo saluda Otto con una sonrisa burlona.
—Aquí tienes tu pago —Deja una valija plateada sobre la mesa —. Saca a la chica de inmediato de la tarima. En 5 minutos iré por ella —Abre la maleta, y allí dentro se encuentra apiladas filas de billetes de una sola denominación.
—Sería más fácil si me hicieran transferencias —Otto sonríe con un brillo peligroso en la mirada.
—4 minutos —Agrega manteniendo la seriedad en su mirada.
Santino se da la vuelta dirigiéndose hacia los camerinos donde siempre solía recoger a la chica que su jefe compraba cada mes.
—Otto, un día de estos L.C terminará por asesinarte. Ese sujeto es muy peligroso, no le importo que todos nosotros amenazáramos con asesinarlo si te hacía algo —Le dice uno de los guardias.
—Es el mejor cliente que este maldito y putrefacto lugar puede tener, desde que L.C se volvió cliente habitual, he tenido mejores ingresos. Estas malditas perras, casi no atraen al público, pero con el ingreso de ese sujeto sí que me hago una buena pasta.
—¿Qué quiere que haga ahora?
—Saca de la tarima a la perra que está bailando, y ordénale a Serena que salga y que esta vez haga su maldito trabajo bien, si no quiere que azote su jodido trasero esta noche.
Otto miraba aquella maleta plateada ante él y sonríe abiertamente, todo el mes estuvo esperado por esa venta. Estaba muy seguro que a L.C le iba a gustar la nueva. Siempre se llevaba a las chicas nuevas, era el primero en ofertar por ellas. Los demás, únicamente pagaban para follarlas y nada más, él era el único que tenía el privilegio de llevárselas y no volver a traerlas.
Lo que hiciera con la chica, no era su jodido problema… pero asumía que no era nada bueno. Realmente, lo único que le importaba a Otto era que regresara mensual a por una nueva de sus zorrita.
[…]
Temblando del miedo y, soltando lágrimas sin parar, la joven que había sido comprada minutos antes permanecía de pie, mientras que Serena le secaba las lágrimas y a su vez limpiaba su rostro ennegrecido por el rímel corrido.
—Debes parar de llorar, no conseguirás nada bueno, si continúas llorando, ¿entendiste? —La joven morena la animaba a que cambiara de actitud, bien sabía lo que le pasaba a las chicas que lloraban sin parar.
—Solo quiero irme a mi casa —Contesta en medio del llanto.
—Niña, todas aquí queremos lo mismo. Pero una vez que estos cerdos malditos nos atrapan, ya nada más podemos hacer. No creas que hay un superhéroe en la calle rescatando chicas.
—Pero yo… —Responde a lo que su labio empieza a temblar.
—¡Ya basta! —Serena se ve obligada a cachetear a la muchacha, si la cachaban chillando como una estúpida, le darían una paliza, a ambas —Maldita sea, deja de llorar o harás que nos azoten estos putos de m****a.
La joven acariciaba su mejilla al tiempo que hipaba, seguía con la vista al piso. Serena la mira y siente lástima por ella, sabía que nunca más vería a la pobre diabla. Apenas había llegado la noche anterior, y ya estaba siendo vendida al mejor postor. Posiblemente, su vida sería más desgraciada de la que todas en aquel infierno llevaban a diario.
—Cómo eres nueva, mi consejo es que dejes que te hagan lo que quieran. Si desean follarte por el trasero, permítelo, si te rehúsas entonces te… —Ella guarda silencio, ganándose una mirada llena de miedo por parte de la joven —. Solo complácelo y ya, y no te lastimarán.—Si —Asiente sorbiéndose la nariz.La morena aplana los labios, se valía mentir de vez en cuando. Sobre todo cuando la chica ante ella era tan ingenua. A pesar de no ser virgen, era evidente que no tenía nada de experiencia en cuanto se trataba de follarse a un tío.—¿Qué estás haciendo aquí, Serena? —La voz del idiota que siempre las acosaba resonó a sus espaldas, como odiaba a ese sujeto.—La ayudo a prepararse para que se vaya.—Eres una jodida entrometida, nadie te autorizo para que hicieras esta mierda. Sal a trabajar, te toca bailar en la tarima, es lo único que debes hacer aquí. No dándotela de consejera.Serena escucha las palabras de aquel hombre muy cerca de su persona, si decía una palabra más, ese tipo era
Casey se despide de ambos hombres, pero antes de que pudiera salir del despacho la voz de Genaro llama su atención.—Casey, mañana por la noche estaré esperando la presencia de tu padre y con tu compañía. Por favor encárgate de que este viejo aparezca por mi casa. Daré una pequeña reunión.—Vamos Genaro, sabes que no tengo tiempo para ese tipo de eventos.—Rafael, es para un bien mayor. Una reunión benéfica, ya sabes, para apoyar la institución de los niños y niñas.La joven castaña ve como su padre rueda los ojos, casi nunca asistía a esas reuniones. Su razón, era porqué su tío Genaro siempre buscaba la manera de emparejarlo, y para esas alturas no estaba nada mal la idea de que se consiguiera una novia.—Asistiremos tío.—¡Esa es mi niña!El padre observa a su hija quien le dedica una sonrisa de victoria, era imposible que se negara a su petición. Era lo único en lo que su padre no había cambiado para con ella, creyó que era porque su parecido con su difunta madre era increíble. Par
Sin más remedio se sentó al lado de su padre, pero sin quitarle la vista a Cauther. Era irritante saber que después de que le puso los nervios a millón se encontrara allí sentado como si nada hubiese hecho. De pronto, la secretaria de su padre deposita una carpeta ante ella, sacándola de sus cavilaciones.En eso se pregunta, ¿Qué carajos estaba haciendo? ¿Por qué demonios estaba mirando a Cauther de esa manera? Desde que era muy joven nunca sintió curiosidad por ese hombre y viceversa. Niega, debía prestar atención a la junta y no a… algo, la llevo a levantar un poco la mirada, observo solo por encima de la carpeta, en cuanto observa a Cauther se da cuenta de que él la estaba mirando de igual forma.Del susto, bajó la vista e intento concentrarse en lo que decía aquellos documentos, ella no pudo ver el rostro completo de ese hombre, pero si claramente la fiera mirada que poseía. ¡Mierda! Temblaba como un pudin… contaba con que no se fuera de las lenguas con su padre metiéndola en prob
Exclama para sus adentros… Casey se da la vuelta notando la imponente figura de Cauther, habló desde la oscuridad del despacho de su tío Genaro. Lo único que lograba ver de él, era la punta de lo que asumió que era un cigarrillo.—Y usted parece decidido a acortar su vida si continúa fumando.—Al menos será de una manera lenta.—Pero mucho más agonizante, al parecer no le preocupa lo que le acusara a sus familiares ¿Qué está haciendo aquí? —Ella se cruza de brazos.—¿Familia? —Susurra muy por lo bajo —. Estoy fumando un cigarrillo, pensé que era obvio —Ella rueda los ojos.—Quiero decir, en esta reunión.—West, parece que no escatimo para con sus invitaciones. Al parecer estoy en su lista de… amistades.Ella frunce el ceño, si él nunca asistía a ese tipo de eventos. Era extraño verlo acudiendo a una, por esa razón se asustó hace un momento, sino hubiese sido por su voz no lo hubiera reconocido.—No debería estar fumando en el despacho de mi tío, él no fuma. Dejará el olor
Porque demonios su pregunta la hacía temblar, tanto del miedo como de… no, es que eso era impensable. Rápidamente, echa un vistazo hacia donde estaba su padre. Quizás él pudiera salvarla de las manos de su socio. Pero al darse cuenta de que su papá estaba más pendiente de conversar con los invitados, supo que la realidad era que tenía que librarse sólita de Cauther, el problema era ¿Cómo? —¿Te comió la lengua el ratón? —Él preguntó al mismo tiempo que comenzaba a danzar con ella entre sus brazos, sin darle posibilidad de escapar. —Si mi padre se da cuenta de lo que está haciendo, seguramente se enojara muchísimo con usted —Ella ve como Cauther miró de reojo a Rafael, era consciente de que su padre no estaba al pendiente de ella. Pero al menos algo debía hacer. —Creo que no está prestando mucha atención, ¿Por qué debería preocuparme? Cauther la llevaba a su antojo en aquel baile lento y algo ajustado, estaba acorralada, no podía hacer una escena en medio de todo el mundo. Necesitaba
—¿Ocurre algo, hija? —Rafael la miraba con ciertos recelos.—Yo no quiero bailar con este hombre, lo único que deseo es irme a casa padre —Susurra para que su conversación no se hiciera pública.—¡Casey! —La voz de reproche de Rafael no intimido a su hija.—No te preocupes Rafael, de igual forma yo pensaba retirarme ya. No hay nada que me haga seguir en esta fiesta —Argumenta Cauther tan remiso como siempre.Aquel comentario hizo que a Casey le hirviera la sangre, tanto así que miró de reojo a Cauther notando una vena bastante marcada en su frente, ¿Acaso se habría cabreado por decir que no deseaba bailar con él?, bueno si era así, a ella que le importaba. Que se jodiera el muy capullo, se lo tenía merecido por andar de ladrón de prendas íntimas.—Casey, no te permito que hables de esa manera. Que va a pensar Cauther de tu comportamiento, recuerda que algún día serán socios, no puedes…—¿En algún momento te has puesto a pensar en lo que yo siento, padre?, Desde que mi madre murió, al
En cuanto ella pisó el acelerador, el coche que la seguía también lo hizo a tal punto que el parachoques del mismo rozaba la parte trasera de su automóvil. —¿Pero qué carajos le pasa a este tío? —Se pregunta frustrada, frunce el ceño mientras maniobraba el volante intentando no volcarse. Casey observa por los espejos laterales del coche, pero era inútil, no conseguía detallar aquel automóvil. Entonces, fue cuando siente que golpean levente su auto, esa fue la gota que derramo el vaso. Si de verdad era el idiota de Cauther, iba a tener muchísimos problemas con su padre por aquel atropello. La joven comenzó a reducir la velocidad, y el coche de atrás la imito. Pronto, intento a orillarse. Pensaba confrontar a ese estúpido de una vez por todas, se queja su subconsciente. Miró por el retrovisor fijándose que el coche se detuvo a cierta distancia del de ella, Casey se quita el cinturón de seguridad y hace amago de bajarse, pero entonces de la nada el
Dejando a una Casey en el suelo completamente inconsciente, el médico abandona aquel cuarto para encontrar a Otto esperando a por él en el corredor.—¿Y bien?—Está, no es cualquier chica, Otto. Se le nota la clase por encima —Advierte el hombre.—No te he preguntado eso, ya sabes lo que quiero saber.—Ha perdido la memoria, está bastante asustada. Tuve que sedarla para poder atenderla.—¿Y entonces? Maldita sea, dime de una vez en qué condiciones está esa perra —Espeta furioso.—No sé cuándo podrá recuperar la memoria, tendría que hacerle una placa para poder dar un veredicto.—Nada de placas, no me interesa si no recupera la maldita memoria —El hombre niega.—Está acta para trabajar, solamente que esta joven es virgen Otto —La sonrisa del hombre se ensanchó automáticamente, era como un niño con un juguete nuevo.—¡Lo sabía! Ella irradia pureza de pies a cabeza.—Es inexperta, deberías de…—No te pago para dar consejos, te pago para que revises a estas chicas.—Es solo una niña, no s