Porque demonios su pregunta la hacía temblar, tanto del miedo como de… no, es que eso era impensable. Rápidamente, echa un vistazo hacia donde estaba su padre. Quizás él pudiera salvarla de las manos de su socio. Pero al darse cuenta de que su papá estaba más pendiente de conversar con los invitados, supo que la realidad era que tenía que librarse sólita de Cauther, el problema era ¿Cómo?
—¿Te comió la lengua el ratón? —Él preguntó al mismo tiempo que comenzaba a danzar con ella entre sus brazos, sin darle posibilidad de escapar.
—Si mi padre se da cuenta de lo que está haciendo, seguramente se enojara muchísimo con usted —Ella ve como Cauther miró de reojo a Rafael, era consciente de que su padre no estaba al pendiente de ella. Pero al menos algo debía hacer.
—Creo que no está prestando mucha atención, ¿Por qué debería preocuparme?
Cauther la llevaba a su antojo en aquel baile lento y algo ajustado, estaba acorralada, no podía hacer una escena en medio de todo el mundo. Necesitaba mantener las malditas apariencias, tampoco quería darle el gusto a Cauther de hacer el ridículo ante todos. No obstante, él parecía que estaba disfrutando haciéndola enojar, primero la besa sin motivo alguno y luego la toma a su antojo obligándola a bailar.
—¿Está disfrutando esto? —Interroga furiosa.
—No, la verdad está sobre valuado —Aquella contesta, sí que la indigno. Era un maldito hijo de la chingada.
—Cómo es posible que mi padre lo estime tanto, siendo tan presumido y arrogante.
En eso la pelinegra siente como el brazo de Cauther la aprieta más contra su cuerpo, ¿Qué se proponía? ¿Besarla en medio de todos? ¿Ser la comidilla de todas esas personas?, su padre no iba a tolerar ese comportamiento tan inapropiado. La joven observa los ojos de Cauther y en ellos no vio ni una pizca de enojo, o burla, o cualquier otro sentimiento. Ese hombre era más frío que un témpano de hielo.
De pronto la música que sonaba de fondo termino, y muchos empezaban a dejar libre la sala para refrescarse antes de volver a bailar otra pieza. Casey supo que esa era su oportunidad, estaba cien por ciento segura de que Cauther no deseaba de que su socio lo pillara bailando tan íntimamente con su única hija.
—El baile ha terminado, señor Acrom —Puntualiza deteniendo sus pasos. Pero él se rehusaba a soltarla.
—Supongo que sí.
—Entonces, déjeme ir, o si no, mi padre se dará cuenta de la estupidez que está haciendo.
Pero aquella advertencia que le dio a Cauther como que había sido la peor contesta de esa noche, aparte de asistir aquella m*****a fiesta, ¡claro estaba! Casey vislumbro como el rostro de Cauther se contorsionó de una manera que ni ella se lo esperaba, bueno, y quien podría, si ese hombre no gesticulaba ni una expresión diferente a la habitual.
—¿Estupidez? —Replica con un tono algo orgulloso.
En eso ella siente como su cuerpo es llevado casi que arrastras, caminaba entre la multitud a duras penas y eso era empujando a los invitados. Ella no comprendía qué diablos estaba pasando, pero el imbécil de Cauther tiraba de ella como si fuera un mísero trapo.
—¿Qué carajos te pasa? —Habla en voz baja para evitar llamar la atención.
De pronto ella y Cauther quedaron a solas a un costado de las escaleras, era un corto corredor, pero bastante discreto, que daba con una puerta que conducía a quien sabe a dónde. Casey se vio acorralada contra la pared con un casi Cauther sobre ella.
—¿Crees que me importa lo que piense Rafael?
—¿Entonces porque has salido huyendo cuando la sala está por quedarse despejada?
—Realmente, no me interesa ser el centro de atención de todos sujetos tan insignificantes.
—Entonces, si te importa lo que mi padre puede opinar —Lo reta, sin saber por qué carajos lo estaba haciendo.
—¿Eso crees? —Contesta con voz ronca.
Cauther acorta el poco espacio que existía entre ellos dos, quedando a escasos centímetros de ella, deja una mano sobre la pared mientras que la otra la introduce en el bolsillo de los pantalones.
Lentamente, Casey percibe que Cauther se acercaba a ella nuevamente y eso quería decir que pretendía… joder, ¿quería besarla de nuevo? ¡Pero qué m****a! Sin saber que carajos estaba haciendo, empujo bruscamente a Cauther evitando que volviera a besarla o hacer lo que le viniera en gana. Como no pudo correr, opto por caminar de prisa para alejarse del socio del su padre, pero de pronto sus pasos son frenados bruscamente, parecía que la cola de su vestido se había atorado con algo.
Miró por encima de su hombro, fijándose que un brillante zapato pisaba la cola de su vestido, y fue en ese momento que supo que no había sido buena idea utilizar ese atuendo para esa noche. En cuanto la pelinegra levanta la mirada, se da cuenta de que Cauther era quien la retenía, pero eso no fue todo, en segundos estaba envuelta en sus brazos, seguidamente de que la lengua de Cauther se encontraba jodiendo su boca de una manera tan bestial que sus malditas piernas comenzaron a temblar.
Rápidamente, la mano de aquel hombre se coló por la abertura de su vestido y con la misma facilidad que la beso, así mismo le saco el ligero que usaba aquella noche. Por desgracia para ella, él tuvo que arrancarlo con fuerza, ya que estaba conectado con sus bragas. La sorpresa barrio con los sentidos de Casey en el momento que sintió que la tela de encaje se deslizó por su muslo, mientras que ella, sin entender cómo, elevo un poco la pierna para permitirle a Cauther que deslizara la prenda por su pierna, en eso la pelinegra se preguntó, ¿Y después de esto qué?
Para asombro de Casey, el beso no duro mucho, porque unos segundos después Cauther se separó de ella bruscamente… ella miró sus ojos, y en ellos noto un deje de burla. Únicamente fue un instante, pero estuvo completamente segura de que vio ese brillo burlón en sus ojos. Estaba jugando con ella, esa era la razón por la que la había besado esa noche, pero ¿Por qué le saco la liga? Era un hijo de puta.
—Te traje aquí porque no quería que otros vieran cuando te sacara esta fabulosa prenda —Blandía la liga como una bandera entre sus dedos.
—Imbécil, entregue eso, ¿Cómo se atreve a tocarme de esa manera? —Casey empuja a Cauther y le propina una cachetada —. Solo ha estado jugando conmigo, le prohíbo que vuelva a ponerme una mano encima —Lo amenaza con su dedo.
Sin esperar que Cauther dijera una palabra y tampoco es que lo deseaba, ya que estaba muerta del susto, Casey le dedica una mirada de desprecio demostrándole su descontento. Tomó la cola de su vestido y salió disparada de aquel corredor. Al llegar a la enorme sala un poco despejada, lo primero que observa es a su padre. Con el corazón acelerado y los nervios de punta se acerca a su padre buscando un poco apoyo. Se sentía sofocada y bastante confundida.
—¡Padre! —Lo saluda con cortesía, pero algo agitado, estaban rodeados de muchos empresarios importantes y adinerados.
—¡Oh, Casey! Pensé que aún no habías llegado, hija.
—Llegue hace mucho padre —Contesta, sintiendo que las piernas le temblaban, odiaba sentirse de esa manera y todo por culpa del maldito de Cauther.
—Que bien —El hombre responde para luego volver su atención a los empresarios, la ignoraba una vez más.
—Padre —Lo llamo con voz muy baja, el hombre la mira —. Ya quisiera irme.
—No podemos hacerle ese desplante a Genaro, hija.
—Pero…
Y sin esperarlo, Cauther aparece de la nada detrás de ella, provocándole escalofríos en todo el cuerpo. Su aroma y presencia tan masculina le producía cierta incomodidad, que aunque le pareciese muy loca, le resultaba ¡Uh!, como decirlo… “Intrigante”, pero de igual manera no debía olvidar lo que ese desgraciado le había hecho pasar.
—Rafael, ¡Has venido, al fin! —Exclama Cauther como si nada hubiese pasado.
—Gracias por llegar antes, Cauther —Ambos estrechan sus manos, mientras que Casey se sentía la mujer más ignorada del mundo.
Ella ni siquiera miraba al hombre a su lado, y eso que casi que chocaban los hombros. La verdad es que estaba como temblando, ¿debía echarle la culpa al frío de la sala? No, no podía ser tan ingenua. El culpable de su estado de perturbación era Cauther Lance Acrom, el socio de su padre, quien llevaba su ligero guardado en quién sabe dónde.
—Cauther, mientras yo converso con nuestros colegas, porque no sacas a mi hija a bailar. Al perecer se quiere ir, y no creo que sea conveniente hacerle un desplante de esa magnitud a Genaro.
La pelinegra observa a su padre con asombro, ¿es que no había escuchado su petición? Quería irse a casa, no ir a bailar con el hombre por el cual deseaba largarse de aquella fiesta. Casey miró con enojo a su padre, y este al parecer se percata de ellos.
—Casey…
No le importaba como se sintiera, ella no deseaba estar allí y, aun así, a su padre le importaba una jodida m****a sus sentimientos. Miró de reojo a Cauther, quien curiosamente mantenía una m*****a sonrisa oculta detrás de esos labios que ella misma había probado minutos antes. Era un hijo de puta, se divertía de sus desgracias.
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—¿Ocurre algo, hija? —Rafael la miraba con ciertos recelos.—Yo no quiero bailar con este hombre, lo único que deseo es irme a casa padre —Susurra para que su conversación no se hiciera pública.—¡Casey! —La voz de reproche de Rafael no intimido a su hija.—No te preocupes Rafael, de igual forma yo pensaba retirarme ya. No hay nada que me haga seguir en esta fiesta —Argumenta Cauther tan remiso como siempre.Aquel comentario hizo que a Casey le hirviera la sangre, tanto así que miró de reojo a Cauther notando una vena bastante marcada en su frente, ¿Acaso se habría cabreado por decir que no deseaba bailar con él?, bueno si era así, a ella que le importaba. Que se jodiera el muy capullo, se lo tenía merecido por andar de ladrón de prendas íntimas.—Casey, no te permito que hables de esa manera. Que va a pensar Cauther de tu comportamiento, recuerda que algún día serán socios, no puedes…—¿En algún momento te has puesto a pensar en lo que yo siento, padre?, Desde que mi madre murió, al
En cuanto ella pisó el acelerador, el coche que la seguía también lo hizo a tal punto que el parachoques del mismo rozaba la parte trasera de su automóvil. —¿Pero qué carajos le pasa a este tío? —Se pregunta frustrada, frunce el ceño mientras maniobraba el volante intentando no volcarse. Casey observa por los espejos laterales del coche, pero era inútil, no conseguía detallar aquel automóvil. Entonces, fue cuando siente que golpean levente su auto, esa fue la gota que derramo el vaso. Si de verdad era el idiota de Cauther, iba a tener muchísimos problemas con su padre por aquel atropello. La joven comenzó a reducir la velocidad, y el coche de atrás la imito. Pronto, intento a orillarse. Pensaba confrontar a ese estúpido de una vez por todas, se queja su subconsciente. Miró por el retrovisor fijándose que el coche se detuvo a cierta distancia del de ella, Casey se quita el cinturón de seguridad y hace amago de bajarse, pero entonces de la nada el
Dejando a una Casey en el suelo completamente inconsciente, el médico abandona aquel cuarto para encontrar a Otto esperando a por él en el corredor.—¿Y bien?—Está, no es cualquier chica, Otto. Se le nota la clase por encima —Advierte el hombre.—No te he preguntado eso, ya sabes lo que quiero saber.—Ha perdido la memoria, está bastante asustada. Tuve que sedarla para poder atenderla.—¿Y entonces? Maldita sea, dime de una vez en qué condiciones está esa perra —Espeta furioso.—No sé cuándo podrá recuperar la memoria, tendría que hacerle una placa para poder dar un veredicto.—Nada de placas, no me interesa si no recupera la maldita memoria —El hombre niega.—Está acta para trabajar, solamente que esta joven es virgen Otto —La sonrisa del hombre se ensanchó automáticamente, era como un niño con un juguete nuevo.—¡Lo sabía! Ella irradia pureza de pies a cabeza.—Es inexperta, deberías de…—No te pago para dar consejos, te pago para que revises a estas chicas.—Es solo una niña, no s
Casey parpadea abandonando el llanto rápidamente, ¿Por qué esa chica le decía eso? ¿Qué le estaba ocultando? Sabía algo que ella no.—¿Cómo puedes estar tan segura?—Ninguna de las que han traído aquí ha venido vestida de la manera en la que tú estás, eso me hace pensar que…—¡¿Qué?!La pelinegra se arrima hacia ella con un brillo de esperanza en la mirada, Serena no quería engañarla o ilusionarla, pero algo le decía que esa chica era de una familia muy poderosa, el problema radica en… ¿Sería conveniente darle toda esa información?, si Otto se enteraba de lo que estaba haciendo seguramente le daría un castigo de porquería, por ser la más antigua en aquel lugar su trato especial se había ido a la mierda.Según el bastardo ese, las viejas ya no eran el atractivo principal. Y eso, que solo tenía 26 años, era un maldito, que esperaba que muriera muy pronto de la peor manera posible.—Escucha, no quiero que te ilusiones mucho. Únicamente, es una teoría mía. Pero creo que, puede ser que sea
—No puedo creer que esto esté pasando, como es posible que mi hija fue secuestrada —Se decía una y otra vez Rafael sentado detrás de su escritorio mientras se sostenía la cabeza con ambas manos.—Señor Monroe, haremos todo lo posible para encontrar a su hija, ya nuestros hombres están en busca de pistas para encontrarla —El detective le decía a Rafael para intentar calmarlo.—Necesito que la encuentren, no me importa lo que tengan que hacer, pero quiero que traigan a mi hija con vida.—Ya estamos trabajando en ello.—No dejen de trabajar ni un solo día —Ordena el viejo levantando la mirada de su miseria.—Lo haremos, no se preocupe.Pero él ya estaba más que preocupado por el bienestar de su hija, no tenía idea de donde pudiera estar metida, o quien la tenía en sus garras. La desesperación lo estaba carcomiendo, en ese momento, recordó cuando estaba en la casa de Genaro, recibió una llamada de un oficial de policía informándole que habían encontrado el coche de Casey en mitad de la ví
—Como vuelvas a responderme de esa manera, te juro que te arrepentirás Serena.—Yo no te sirvo a ti, Erika así que no me jodas con tus mamadas. Porque no te vas a chingar a otra parte —Deposita el vaso bruscamente sobre la barra para luego darse la vuelta dejándola sola con su rabieta.La rubia podía dársela de la manda más, pero Serena no se iba a dejar pisotear por esa idiota. Para el estilo de vida que llevaba cuando no estaba encerrada, no le permitía dejarse de nadie. Por esa razón era la que más golpes y castigos recibía, ser la sumisa no figuraba en sus planes.Al llegar a la mesa de aquel hombre, de inmediato, este se pone en pie con una sonrisa abierta en los labios. Con aquel fino traje, y su potente aroma a perfume caro, la morena pensó que le daba asco, sospechaba que alguien más estaría esperándolo en casa, mientras que él estaba allí follándose a las chicas secuestradas de aquel lugar.—Hola belleza, esta noche serás toda mía —La toma del codo haciéndole saber que hicier
En eso observo como aquel monumento de hombre se desprendió del saco y camisa, dejando al descubierto un destacado pecho carente de vellos. Sus brazos eran tan fuertes que estaba segura de que si la abrazaba con fuerza bruta la quebraría, seguido de eso ella prestó atención de cómo se quitó los pantalones en conjunto con el bóxer. mascullo para sus adentros, Estaba muy bien dotado, y aunque ella no fuese una virgen, la hizo sentir como tal. Sus piernas temblaron un poco en cuanto él comenzó a bajar sus bragas con suma delicadeza. Unos segundos después, abrió tanto sus muslos que llego a sentir algo de vergüenza ante la fiera mirada de él.Ella pestañea y levanta la vista clavándola en aquellos ojos dorados ante ella, lo ve sonreír y sintió miedo.—Me llamo Mark —Ella abre los ojos por mero desconcierto, ninguna de las chicas se sabía el nombre de los hombres con los que se acostaban. No era necesario que lo supieran, seg
La rubia suelta a Casey groseramente y termina por alejarse un poco de ella al ver a Otto aproximarse a ambas. Erika inclina la cabeza cuando el hombre se planta ante ella liberando ese aroma a tabaco y alcohol.—¿Qué crees que estás haciendo? —Pregunta con tono solemne.—Solo conversábamos.—Te quiero lejos de esta chica, ¿te queda claro?—¿Por qué? —Levanta la mirada —. ¿Acaso ahora es tu favorita? A ninguna de las nuevas las has puesto a fregar platos, ¿Por qué a ella sí?De pronto la cocina se llenó por el sonido proveniente de una poderosa cachetada que recibió Erika, Otto la había golpeado tan fuerte que Casey retrocedió un paso por tal violencia… la rubia levanta el rostro dejando ver como un fino hilo de sangre se colaba por el borde de sus labios.—Si te atreves a hablarme de esa manera una vez más, te juro que te va a ir mucho peor. Ahora lárgate de aquí, afuera hay clientes a los que atender.Ella asiente rápidamente para salir corriendo de la cocina, Casey la ve partir y e