Sonrío cuando pienso en Claire. La familia no siempre está relacionada por sangre y tampoco lo es una hermana. Claire era más que eso. Ella era mi hermana del alma. Teníamos un vínculo que sobrevivió a veintiocho años y un amor que era más fuerte que el acero.

“¿Alguna vez intentaste localizar a tus padres?”, me preguntó pensativamente.

Sentí la necesidad de decirle que ya hizo su pregunta. Era mi turno pero lo dejé pasar.

“Más tarde acordamos no hacerlo. Después de años de búsqueda nos dimos por vencidas. No se podía encontrar gente que no quería ser encontrada, además decidimos que si podían dejar a dos bebés en las puertas de un orfanato y ni siquiera mirar atrás, entonces no eran personas que valieran la pena conocer”.

Lo único bueno que hizo quien nos dejó en el orfanato fue tener la intención de dejarnos en un orfanato de hombres lobo. Nos enseñaron quiénes éramos, de dónde venimos, cómo cambiar cuando llegara el día y cómo mantener ocultas nuestras identidades. Habría sido u