—Emma, ¿qué haces aquí? ¿Estabas escuchando? —Asher se sintió bastante tonto después de preguntar. La respuesta era obvia. Su compañera estaba allí, frotándose las manos una con otra mientras lo miraba con los ojos casi a punto de salir de sus cuencas oculares. Y él, en lugar de acercarse a ella y hacerle entender de una vez por todas que no era su enemigo, la estaba cuestionando por escuchar a escondidas. —No… No estaba escuchando, o sí, puede ser, tal vez, a veces escucho a escondidas. Es una mala costumbre familiar —habló demasiado rápido, con nerviosismo y el rubor en su rostro estaba muy extendido. —A veces escuchas a escondidas y… ¿Ahora lo estabas haciendo? —Asher se frotó la nariz en un gesto nervioso y miró el despacho destrozado con vergüenza, había perdido los estribos con Alaric—. Esto, hum, estábamos entrenando y se nos fue de las manos. Emma hizo un leve movimiento de su manos y Asher se vio arrastrado por el suelo hasta que su cuerpo chocó con el de ella. La abrazó
—Yo no estoy bajo ningún hechizo —Asher alzó el tono para ser escuchado por todos y su voz de mando los silenció—. Este no es un juicio para hablar de mi compañera, es para juzgar a su hermano y como dicta nuestra ley, a la persona a la que se le hizo el daño tiene derecho a decidir su castigo. Asher había dejado de tocarla, continuaba dándole la espalda. —Nadie que esté bajo el hechizo de una bruja sabe que lo está y por tus erráticas decisiones se ve que esta mujer es la que ahora está al mando de la manada porque te controla a ti. —Si yo controlara la manada ya habría cambiado de sanadora hace mucho tiempo —masculló Emma entre dientes, pero se olvidó del fino oído de los lobos. Alaric le colocó una mano sobre el hombro y se lo apretó con suavidad y Asher carraspeó como si eso pudiera evitar que la escucharan.—¡Bruja! Si tienes algo que decir, ten el coraje de hablarme de frente. ¡Todo estaba bien hasta que llegaste! Emma intentó controlar su carácter, no quería volver a explo
Asher escuchó el jadeo entrecortado de Isobel cuando Endora apareció y la enorme garra de la mujer se colocó en el cuello de su compañera. Sabía que convencer a la manada no iba a ser fácil, pero solo necesitaba tiempo para que el ritual se celebrara y esa maldición cayera para poder sacar a Emma de allí. Miró a su alrededor y vio como su gente, la que aún se mantenía fiel a él, habían reducido a los rebeldes. Si Emma se hubiera marchado, ahora estaría a salvo y él se ocuparía de poner orden, pero, en su lugar, estaba siendo retenida por Isobel y sin su magia. Debería haberle quitado esa pulsera a la sanadora en cuanto se la ofreció, pero todo sucedió tan rápido, que no tuvo oportunidad de hacerlo. Para colmo, esa bruja de Endora, incapaz de cumplir una sola orden, se presentaba allí para caldear más el ambiente. Asher no podía quitar la vista de su compañera e idear en su mente todas las posibles opciones para acercarse y acabar con Isobel, pero, con la presencia de la bruja, cua
Había pasado una semana desde el fallecimiento de Endora y Emma no lograba hacerse a la idea de que ya no volvería a escuchar su voz, que ya no aparecería para salvarla cuando más la necesitara, ni recibiría unos de sus cálidos abrazos. Después de lo ocurrido y de que la manada fuera libre de nuevo, ya no había necesidad de celebrar el ritual de unión de forma tan apresurada. Al menos, es lo que Emma pensaba, pero debía reconocer que la insistencia de Asher para que se celebrara, era un bálsamo para las pequeñas dudas que a veces su propia mente le creaba. Cuando la protección de su tatarabuela cayó, una parte pequeña de ella, la que no confiaba demasiado en sí misma, la torturaba con la idea de que Asher ahora podría rechazarla. Sin una maldición que romper y sin que su compañero tuviera que verse forzado a una unión que nunca quiso, ¿por qué la elegiría a ella? Podría preguntárselo, ser sincera con él y mostrarle sus inseguridades, pero la poderosa bruja que algunos miembros de la
Tal como su hermano le prometió a Alaric, la acompañó de vuelta a casa. Y en ese momento, lo agradeció. Estaba aturdida por la noticia y no dejaba de darle vuelta a las palabras de Ethan. Por supuesto, su hermano lanzó la bomba y después no quiso decir nada más, pero eso tenía fácil solución. En cuanto llegara, buscaría a Asher y le pediría que le explicara qué estaba ocurriendo. Aunque esos fueron sus pensamientos, nunca pudo llevarlo a cabo porque, apenas entró en la casa, tres mujeres de la manada la interceptaron. —Bienvenida, Luna, el alfa nos ha pedido que la ayudemos en todo lo que necesite. Su baño ya está listo y su ropa preparada —dijo la que parecía estar al mando y le sonrió con demasiada felicidad. ¿Acaso era un trampa? —Nos sentimos muy honradas de que el alfa nos haya elegido para asistirla. Estamos muy felices —añadió otra. Emma miró a su hermano que no parecía desconfiar y murmuró: —¿Estoy sufriendo alucinaciones? ¿Desde cuándo me quieren atender en lugar de hu
Habían transcurrido dos meses desde su ceremonia de unión y desde que se convirtió en la Luna oficial de la manada. Había estado tan ocupada en la cabaña que construyeron para ella que poco a poco su ánimo comenzó a mejorar. Aún iba a diario a visitar la tumba de su abuela y le habría gustado poder tener cerca también la de su madre, pero sabía que estaba con ella, aunque ya no la viera. Astron no había vuelto a aparecer y Emma tenía la esperanza de que ese ser hubiera desaparecido, sabía que tenía que continuar entrenando con su magia por si regresaba, pero intentaba no vivir con miedo.Esa mañana, se armó de valor y sacó el grimorio Endora del cajón donde lo había escondido. Recordaba haber leído entre sus páginas un hechizo de protección y quería aprenderlo por si llegaba a ser necesario. Al abrir el grimorio, una papel cayó al suelo. Emma lo recogió, estaba doblado a la mitad y llevaba escrito se nombre. Era la letra de su tatarabuela. —No voy a llorar —dijo en voz alta a la v
Humillada y relegada a la soledad, ahora también debía agregarle traicionada y desfigurada.Tala estaba segura de que podía dedicarse algunos adjetivos más para continuar revolcándose en su miseria, pero ya estaba cansada de pasar los días preguntándose qué tenía ella de malo para que nadie pudiera apreciarla.Cuando Emma y Ethan llegaron a la manada, pensó que por fin podría tener amigos. Ellos tampoco fueron bien recibidos y de alguna forma también eran rechazados. Ahora se maldecía por haberse acercado a ellos, si no lo hubiera hecho se habría ahorrado mucho dolor.Tala nunca se dejó llevar por todas las cosas que se decían acerca de la bruja, al contrario, nunca la juzgó a pesar de estar casi segura de que la hermana de su único amigo era la famosa hechicera que rompería la maldición, pero ahora sabía que Emma era oscura y Ethan no era mucho mejor.Ethan…Solo recordar su nombre le provocaba un dolor intenso.Ese alfa era un cínico, un mentiroso y un desagradecido.Mientras no lo
El aire helado le mordía la piel y los sonidos de la naturaleza que la rodeaba eran cada vez más escalofriantes.Tala comenzaba a creer que había cometido un grave error al marcharse y se sentía más inútil que nunca. Habían trascurrido cuatro días y estaba perdida, no sabía hacía dónde se dirigía y cada vez su situación era peor. Extrañaba su casa, su trabajo, incluso a la manada que tan mal la había tratado, pero al menos allí estaba segura. Las provisiones que se llevó se habían agotado, tenía hambre, sed y estaba cada vez más cansada. Las noches habían sido horribles. La primera la pasó caminando para alejarse. La segunda, agotada y con los pies llenos de yagas, logró encontrar un pequeño hueco entre las rocas de la montaña y se pudo resguardar del frío, pero no podía quedarse allí para siempre, así que en la mañana continuó su camino. En la tercera noche no tuvo tanta suerte, la pasó a la intemperie y rogó a la diosa una y otra vez que la ayudara, pero la mañana llegó y no oc