Había pasado una semana desde el fallecimiento de Endora y Emma no lograba hacerse a la idea de que ya no volvería a escuchar su voz, que ya no aparecería para salvarla cuando más la necesitara, ni recibiría unos de sus cálidos abrazos. Después de lo ocurrido y de que la manada fuera libre de nuevo, ya no había necesidad de celebrar el ritual de unión de forma tan apresurada. Al menos, es lo que Emma pensaba, pero debía reconocer que la insistencia de Asher para que se celebrara, era un bálsamo para las pequeñas dudas que a veces su propia mente le creaba. Cuando la protección de su tatarabuela cayó, una parte pequeña de ella, la que no confiaba demasiado en sí misma, la torturaba con la idea de que Asher ahora podría rechazarla. Sin una maldición que romper y sin que su compañero tuviera que verse forzado a una unión que nunca quiso, ¿por qué la elegiría a ella? Podría preguntárselo, ser sincera con él y mostrarle sus inseguridades, pero la poderosa bruja que algunos miembros de la
Tal como su hermano le prometió a Alaric, la acompañó de vuelta a casa. Y en ese momento, lo agradeció. Estaba aturdida por la noticia y no dejaba de darle vuelta a las palabras de Ethan. Por supuesto, su hermano lanzó la bomba y después no quiso decir nada más, pero eso tenía fácil solución. En cuanto llegara, buscaría a Asher y le pediría que le explicara qué estaba ocurriendo. Aunque esos fueron sus pensamientos, nunca pudo llevarlo a cabo porque, apenas entró en la casa, tres mujeres de la manada la interceptaron. —Bienvenida, Luna, el alfa nos ha pedido que la ayudemos en todo lo que necesite. Su baño ya está listo y su ropa preparada —dijo la que parecía estar al mando y le sonrió con demasiada felicidad. ¿Acaso era un trampa? —Nos sentimos muy honradas de que el alfa nos haya elegido para asistirla. Estamos muy felices —añadió otra. Emma miró a su hermano que no parecía desconfiar y murmuró: —¿Estoy sufriendo alucinaciones? ¿Desde cuándo me quieren atender en lugar de hu
Habían transcurrido dos meses desde su ceremonia de unión y desde que se convirtió en la Luna oficial de la manada. Había estado tan ocupada en la cabaña que construyeron para ella que poco a poco su ánimo comenzó a mejorar. Aún iba a diario a visitar la tumba de su abuela y le habría gustado poder tener cerca también la de su madre, pero sabía que estaba con ella, aunque ya no la viera. Astron no había vuelto a aparecer y Emma tenía la esperanza de que ese ser hubiera desaparecido, sabía que tenía que continuar entrenando con su magia por si regresaba, pero intentaba no vivir con miedo.Esa mañana, se armó de valor y sacó el grimorio Endora del cajón donde lo había escondido. Recordaba haber leído entre sus páginas un hechizo de protección y quería aprenderlo por si llegaba a ser necesario. Al abrir el grimorio, una papel cayó al suelo. Emma lo recogió, estaba doblado a la mitad y llevaba escrito se nombre. Era la letra de su tatarabuela. —No voy a llorar —dijo en voz alta a la v
Humillada y relegada a la soledad, ahora también debía agregarle traicionada y desfigurada.Tala estaba segura de que podía dedicarse algunos adjetivos más para continuar revolcándose en su miseria, pero ya estaba cansada de pasar los días preguntándose qué tenía ella de malo para que nadie pudiera apreciarla.Cuando Emma y Ethan llegaron a la manada, pensó que por fin podría tener amigos. Ellos tampoco fueron bien recibidos y de alguna forma también eran rechazados. Ahora se maldecía por haberse acercado a ellos, si no lo hubiera hecho se habría ahorrado mucho dolor.Tala nunca se dejó llevar por todas las cosas que se decían acerca de la bruja, al contrario, nunca la juzgó a pesar de estar casi segura de que la hermana de su único amigo era la famosa hechicera que rompería la maldición, pero ahora sabía que Emma era oscura y Ethan no era mucho mejor.Ethan…Solo recordar su nombre le provocaba un dolor intenso.Ese alfa era un cínico, un mentiroso y un desagradecido.Mientras no lo
El aire helado le mordía la piel y los sonidos de la naturaleza que la rodeaba eran cada vez más escalofriantes.Tala comenzaba a creer que había cometido un grave error al marcharse y se sentía más inútil que nunca. Habían trascurrido cuatro días y estaba perdida, no sabía hacía dónde se dirigía y cada vez su situación era peor. Extrañaba su casa, su trabajo, incluso a la manada que tan mal la había tratado, pero al menos allí estaba segura. Las provisiones que se llevó se habían agotado, tenía hambre, sed y estaba cada vez más cansada. Las noches habían sido horribles. La primera la pasó caminando para alejarse. La segunda, agotada y con los pies llenos de yagas, logró encontrar un pequeño hueco entre las rocas de la montaña y se pudo resguardar del frío, pero no podía quedarse allí para siempre, así que en la mañana continuó su camino. En la tercera noche no tuvo tanta suerte, la pasó a la intemperie y rogó a la diosa una y otra vez que la ayudara, pero la mañana llegó y no oc
Tala despertó cuando sintió que el agua mojaba sus labios resecos y el agradable calor de una hoguera. —Está despertando —escuchó una voz masculina que no conocía y quiso fingir que volvía a perder el conocimiento. No podía creer que esos hombres la habían curado después de dañarla solo para continuar con su tortura. —Eso es bueno, se recupera rápido, así podrá caminar y no habrá que cargarla —contestó otra voz—. Ya quiero llegar a la manada. —Tú siempre tan práctico —le contestó el que se encontraba a su lado—. No le hagas caso, mujer, Kailen odia las interrupciones y está molesto. Puedes dejar de hacerte la dormida, sé que estás despierta. A Tala no le quedó otro remedio que abrir los ojos y el rostro que la recibió no tenía nada que ver con el de los hombres que la habían atacado. El semblante de este era amable y cuando intentó sentarse para poder ver al dueño de la otra voz, descubrió a otro hombre con el ceño fruncido y expresión malhumorada, pero no detectó peligro en ello
Ethan sentía rabia hacia sí mismo. Tala desapareció una semana antes de que Emma tuviera la visión y nadie dio la voz de alarma. Si él no le hubiera dejado espacio, ahora no estarían tan perdidos. Tendría que haberla vigilado así ella no quisiera. Se movilizaron con rapidez para averiguar quién la había visto por última vez, pero eso no sirvió de mucho. Uno de los guardias de la frontera admitió haberla visto en mitad de la noche, pero no le dio importancia porque el alfa no había prohibido que los miembros de la manada salieran, solo se les ordenó que nadie entrara. Una mujer sola, indefensa y escapándose en mitad de la oscuridad y ellos no le dieron importancia. Ethan quería estrangularlos. Por culpa de los guardias, Alaric y él llevaban un mes vagando sin rumbo y sin señales de su compañera. Si en algún momento hubo un rastro de Tala, la nieve lo había borrado. No tenían la menor idea de hacia dónde se había dirigido o si estaría bien. Tenía que estarlo, Ethan no podía pensa
Después de encontrar la única pista de su compañera y de que Alaric le diera una paliza para hacerlo reaccionar, habían descubierto que aquel territorio pertenecía a la manada de Valley of Shadows uno de los clanes de lobos más importantes y fuertes.—Esto no es bueno —murmuró Alaric. —¿Cómo que no es bueno? Por primera vez en un mes tenemos un rastro de Tala que nos lleva hasta aquí. Yo veo las cosas muy claras, voy a entrar ahí y me llevaré a mi compañera. Si quieres hacer tus negociaciones y alianzas en el proceso para lamerle el culo a Asher ese ya es tu problema. —Debí golpearte más fuerte —bufó el beta y suspiró como si ya no lo soportara más. En eso estaban a mano, después de aguantarlo día tras día y noche tras noche, él también necesitaba un descanso de soportar la presencia de Alaric. —Solo en tus sueños volverás a golpearme, lobo inferior. Ahora, ilústrame, rey del pesimismo, ¿por qué según tú esto no es bueno? —Diosa, dame paciencia porque si me das fuerza lo mato —gr