—Iré a vigilarlas y me aseguraré de que regresen a sus habitaciones —le dijo Alaric y, antes de que saliera tras ellas, Asher lo agarró y lo detuvo. —No, no lo harás. —Su beta lo miró con incredulidad.—¿Vas a permitir que se marchen juntas, alfa? Por sí solas ya son lo suficiente peligrosas, ¿qué crees que harán si se unen en nuestra contra? —Asher gruñó y agarró a su mejor amigo por la camisa. —¿Te atreves a cuestionar mis órdenes? —siseó en un tono de mando que Alaric no podría rebatir. No le gustaba usar su autoridad de alfa con su beta. Eran amigos desde niños, confiaba en él y siempre le dio la libertad de poder expresarse sin censura, pero en aquel momento no estaba para sus reproches. Alaric no podía comprenderlo porque nunca había encontrado a su pareja. Para él, la manada estaba por encima de todo, y antes de conocer a Emma él pensaba lo mismo, pero en ese instante, su lealtad ya no sabía con quién estaba. Quizá habría sido mejor haber renunciado a ser el alfa cuando Et
—Eso no significa nada —pronunció con la voz demasiado afectada, pero no le impidió proseguir—. Lo que sea que tuviéramos no continuará. No voy a permitir que sigas jugando conmigo. —No juego contigo, Emma. Estás sacando conclusiones de una conversación de la que no sabes los verdaderos motivos —se apresuró a decir Asher sin apartarse ni un milímetro de su cuerpo. Emma colocó las manos en su torso e intentó apartarlo, pero él no se movió ni un centímetro. —¿Odias a mi tatarabuela? —preguntó a pesar de saber la respuesta y él la miró, confuso. —¿Qué tiene que ver ella con nosotros, pequeña? —su voz fue un ronroneo que pretendía manipularla, pero no pensaba dejarse vencer tan fácil. —¿La odias? —insistió y él bufó, dándose por vencido.—No puedes pedirme que la reciba con los brazos abiertos después del daño que causó, pero ella no tiene nada que ver con lo que siento por ti. —La carcajada que Emma profirió lo tomó por sorpresa y ella aprovechó para empujarlo y apartarlo. —¿Lo que
Emma se movió nerviosa por la cocina, sus pasos inseguros resonaban contra el suelo de tablones y temía que en cualquier momento, podría tropezar con sus propios pies y caerse. Asher se colocó frente a ella para que no pudiera tener oportunidad de darle la espalda y calmarse. Al menos, él no se veía mejor y también parecía nervioso.No duró quieto en el mismo lugar por mucho tiempo, comenzó a caminar por la cocina y a hacer ruidos que resultaban molestos con el chasquido de sus dedos. Ninguno parecía querer dar el primer paso para iniciar la conversación, así que intentó concentrarse en lo que estaba haciendo. Sería la primera vez en varios días que comería algo de su agrado y el hambre se le había ido. No creía que fuera capaz de probar bocado después de ver a Ethan.Dejó de pensar en Asher y comenzó a buscar por toda la cocina lo que necesitaba. Como si él pudiera leerle el pensamiento, antes de que pudiera dar con ello, su compañero aparecía a su lado y se lo entregaba. Encendió
Desde que Asher se marchó de la cocina, Emma pasó las siguientes horas con su tatarabuela. Encontró a Endora en la habitación en la que se había instalado. La mujer estaba acostada en la cama y no tenía buen aspecto. Se veía muy enferma. —¿Te sientes bien? —Su tatarabuela intentó sentarse en la cama con esfuerzo y Emma la detuvo—. No hace falta que te levantes, abuela. Se apresuró a acercarse a la cama y se sentó a su lado. En tan poco tiempo, sentía un amor profundo por esa mujer, quizá era por los lazos familiares que las unían, o porque era incapaz de creer todas las cosas malas que hablaban de ella. Sin importar la razón, la amaba.—No te preocupes, solo son los achaques de una anciana, y tú, ¿cómo te sientes? ¿Fue productiva la charla con ese lobo tonto? Tardaron tanto en ponerse a hablar que al final agoté mis fuerzas y no logré enterarme de nada. —¡Abuela! ¿Me estabas espiando? —le reprochó y Endora se encogió de hombros sin ningún tipo de arrepentimiento. —A mi edad ya no
—Emma, ¿qué haces aquí? ¿Estabas escuchando? —Asher se sintió bastante tonto después de preguntar. La respuesta era obvia. Su compañera estaba allí, frotándose las manos una con otra mientras lo miraba con los ojos casi a punto de salir de sus cuencas oculares. Y él, en lugar de acercarse a ella y hacerle entender de una vez por todas que no era su enemigo, la estaba cuestionando por escuchar a escondidas. —No… No estaba escuchando, o sí, puede ser, tal vez, a veces escucho a escondidas. Es una mala costumbre familiar —habló demasiado rápido, con nerviosismo y el rubor en su rostro estaba muy extendido. —A veces escuchas a escondidas y… ¿Ahora lo estabas haciendo? —Asher se frotó la nariz en un gesto nervioso y miró el despacho destrozado con vergüenza, había perdido los estribos con Alaric—. Esto, hum, estábamos entrenando y se nos fue de las manos. Emma hizo un leve movimiento de su manos y Asher se vio arrastrado por el suelo hasta que su cuerpo chocó con el de ella. La abrazó
—Yo no estoy bajo ningún hechizo —Asher alzó el tono para ser escuchado por todos y su voz de mando los silenció—. Este no es un juicio para hablar de mi compañera, es para juzgar a su hermano y como dicta nuestra ley, a la persona a la que se le hizo el daño tiene derecho a decidir su castigo. Asher había dejado de tocarla, continuaba dándole la espalda. —Nadie que esté bajo el hechizo de una bruja sabe que lo está y por tus erráticas decisiones se ve que esta mujer es la que ahora está al mando de la manada porque te controla a ti. —Si yo controlara la manada ya habría cambiado de sanadora hace mucho tiempo —masculló Emma entre dientes, pero se olvidó del fino oído de los lobos. Alaric le colocó una mano sobre el hombro y se lo apretó con suavidad y Asher carraspeó como si eso pudiera evitar que la escucharan.—¡Bruja! Si tienes algo que decir, ten el coraje de hablarme de frente. ¡Todo estaba bien hasta que llegaste! Emma intentó controlar su carácter, no quería volver a explo
Asher escuchó el jadeo entrecortado de Isobel cuando Endora apareció y la enorme garra de la mujer se colocó en el cuello de su compañera. Sabía que convencer a la manada no iba a ser fácil, pero solo necesitaba tiempo para que el ritual se celebrara y esa maldición cayera para poder sacar a Emma de allí. Miró a su alrededor y vio como su gente, la que aún se mantenía fiel a él, habían reducido a los rebeldes. Si Emma se hubiera marchado, ahora estaría a salvo y él se ocuparía de poner orden, pero, en su lugar, estaba siendo retenida por Isobel y sin su magia. Debería haberle quitado esa pulsera a la sanadora en cuanto se la ofreció, pero todo sucedió tan rápido, que no tuvo oportunidad de hacerlo. Para colmo, esa bruja de Endora, incapaz de cumplir una sola orden, se presentaba allí para caldear más el ambiente. Asher no podía quitar la vista de su compañera e idear en su mente todas las posibles opciones para acercarse y acabar con Isobel, pero, con la presencia de la bruja, cua
Había pasado una semana desde el fallecimiento de Endora y Emma no lograba hacerse a la idea de que ya no volvería a escuchar su voz, que ya no aparecería para salvarla cuando más la necesitara, ni recibiría unos de sus cálidos abrazos. Después de lo ocurrido y de que la manada fuera libre de nuevo, ya no había necesidad de celebrar el ritual de unión de forma tan apresurada. Al menos, es lo que Emma pensaba, pero debía reconocer que la insistencia de Asher para que se celebrara, era un bálsamo para las pequeñas dudas que a veces su propia mente le creaba. Cuando la protección de su tatarabuela cayó, una parte pequeña de ella, la que no confiaba demasiado en sí misma, la torturaba con la idea de que Asher ahora podría rechazarla. Sin una maldición que romper y sin que su compañero tuviera que verse forzado a una unión que nunca quiso, ¿por qué la elegiría a ella? Podría preguntárselo, ser sincera con él y mostrarle sus inseguridades, pero la poderosa bruja que algunos miembros de la