A pesar de que lo que más Lord deseaba en ese momento era un poco de intimidad y tranquilidad con su mate, eso a veces era todo un lujo. Como ahora. La tela de la puerta fue corrida y un lobo joven entró corriendo como si aquel lugar le perteneciese.
-Lord- gritó con euforia, pero se detuvo en seco al ver la escena que se encontró delante de él y que pocos tenían la oportunidad de ver.
Los ojos del alfa se abrieron lentamente, el brillo dorado en ellos era peligroso y de advertencia. Definitivamente no le había gustado que lo hubieran interrumpido así. El recién llegado retrocedió dos pasos ante la densidad de las feromonas que comenzaron a llenar la habitación.
-Hermano… yo.
Lord comenzó a gruñir ligeramente mostrando sus colmillos, haciendo que el pequeño cuerpo sobre su pecho se removiera incómodo. Esto llamó la atención del lobo que apretó los labios y pasó la mano por la espalda de la cachorra humana, calmándola. Cuando él se alteraba influía en ella. Así de fuerte era el enlace ya entre ellos, aunque la pequeña niña no se diera cuenta.
Suavemente acunó a su mate en sus brazos mientras se sentaba, para dejarla recostada entre los mullidos cojines. Luna se revolvió incómoda ante la pérdida del familiar calor acogedor, pero se quedó quieta al él acariciarle la cabeza. Un minuto después él se levantó y caminó en dirección al lobo más joven.
-Sígueme- le dijo pasando por su lado a modo de orden.
Stive asintió con la cabeza y salió detrás del alfa mirando por encima del hombro a la cachorra humana con el ceño fruncido.
-¿Qué te he dicho de entrar de esa forma?- la voz de Lord era bastante grave cuando se detuvieron varios metros alejados para no perturbar a la niña.
-Hermano, yo…- Stive bajó la cabeza.
-Sabes que no me gusta cuando estoy con mi mate- los ojos del alfa se entrecerraban, no era la primera vez que eso ocurría. Incluso, una vez el lobo más joven se había colado en su baño mientras ellos dos estaban y el gruñido que había dado Lord había sido tan alto que los oídos de Luna habían comenzado a sangrar.
Stive no era precisamente su hermano, solo lo llamaba así casi por cansancio. Realmente era el hermano menor de su beta y se había criado junto a ellos dos. Desde pequeño había tenido casi un fanatismo por Lord y lo seguía a todos lados y el alfa solo lo había tolerado por el beta, pero desde que su mate había llegado el lobo había cambiado un poco. Parecía que quería invadir el espacio de ellos dos. Eso sin contar que detestaba como miraba a Luna. Ya le había advertido que le sacaría los ojos un buen día si lo encontraba haciéndolo de nuevo.
-Lo siento hermano, no lo volveré a hacer- allí estaba otra vez, disculpándose por algo que volvería a repetir más adelante.
Lord frunció el ceño y dio un paso hacia el lobo joven, estiró la mano y agarró con fuerza el cabello rubio algo corto de la nuca, corriendo hacia atrás la cabeza de Stive de un fuerte tirón. Este soltó un leve gemido de dolor, las manos de Lord eran grande y fuertes y no estaba midiendo su fuerza.
-Esta será la última vez que te lo voy a permitir. No juegues con mi paciencia solo porque eres el hermano de mi beta- sus ojos eran casi lava fundida y sus colmillos cada vez más grandes brillando en blancura peligrosa- ¿entendiste?
Stive lo miraba con los ojos muy abiertos y sentía su espalda empapada en sudor. Había visto al lobo mayor molesto varias veces, pero no como esta. Solo pudo asentir como pudo con la cabeza y algo asustado.
Provocar a Lord solo significaba una cosa. Perder su cabeza.
El lobo no le dijo más nada. No estaba de humor para escuchar lo que tenía que decirle. Así que simplemente dio media vuelta en dirección a su casa de nuevo. Escuchó a Stive refunfuñar y solo le gruñó haciendo que este temblara. Tendría que hablar seriamente con su beta para que le pusiera freno.
Una vez dentro encontró a su mate hecha una bolita entre los cojines. Y parecía que tenía frío. Era normal. Solía dormir acostumbrada a estar rodeada del calor de él. Así que se quitó la ropa y la dejó a un lado, comenzando a transformarse.
Una vez que su cuerpo fuera completamente animal se acercó y la envolvió. Al momento y al sentir el cambio de temperatura la pequeña niña se acurrucó contra él con una sonrisa abrazando la cola del alfa entre sus brazos. Lord por su parte dejó salir sus feromonas y las vertió sobre ella sin importarle si se removía un poco incómoda. También comenzó a lamer detrás de su cuello, donde más adelante dejaría su marca haciéndola completamente suya. Por el momento, solo podría hacer eso para hacerle saber a los demás que Luna era su mate y que nadie la podría tocar.
***
-AAAHHH- Luna gritó cuando su cuerpo fue empujado y cayó duro contra el suelo. Su mano se cortó durante el proceso e hilos de sangre comenzaron a correr por su piel.
-Ah, se hirió la cachorra humana- dijo uno de los cachorros con algo de miedo en sus ojos.
-Esto es un problema, por eso no queríamos que jugaras- dijo otro.
-Ahora el alfa se molesta…- no pudo terminar la frase.
Efectivamente, el lobo que venía corriendo y gruñendo no era nadie más que el alfa. Y se mostraba realmente molesto por la situación. Eso era peligroso y Luna lo sabía. Debía hacer algo antes que él alfa mordiera a alguno de los cachorros. Así que rápidamente se levantó y se puso en medio del alfa que se detuvo en seco.
Los ojos de él rápidamente se fijaron en la mano de la niña y gruñó sumamente fuerte. Los cachorros detrás de ella se transformaron al momento y se hicieron bola en el suelo con la cola entre sus patas. Temblaban más que una hoja.
-No les hagas daño. Yo me caí, fue culpa mía. Solo estábamos jugando- ella le dijo rápido también con un leve temblor, no por tenerle miedo a él, sino a lo que pudiera hacer.
Lord desplazó su mirada de la mano a cada uno de los cachorros. No era una bestia, no los mataría solo por eso, pero que su mate hubiera salido herida…
-Loooordddd- Luna abrazó su cuello como sus brazos apenas llegaron. Sus manos se apretaron en su pelaje- todo está bien. Es una pequeña herida. Estoy cansada. Vamos de vuelta.
Ella le pidió intentando alejarlo de allí. Pocas veces podía jugar con otros lobos de la manada. Por lo que si ocurría una escena no tendría oportunidad de nuevo. El alfa gruñó y sacudió su lomo para quitarse la tensión del cuerpo. Enfocó a Lara y acto seguido se puso de lado y bajó hasta que estuvo a una altura prudencial.
Lara sonrío sabiendo que había ganado de nuevo y se subió sobre él como había aprendido antes. Lord se incorporó y se encaminó hacia su casa. Luna se despidió de los cachorros, aun un poco dudosos, con la mano y se aferró al lomo del alfa para no caerse. Podía sentir sus músculos tensos por debajo del pelaje. Normalmente era así, pero mucho más cuando era algo relacionado con ella. La trataba como si cualquier cosa pudiera matarla y alejarla de su lado.
Le gustaba toda la atención que él le daba, pero por momentos… era asfixiante.
Una vez dentro de la casa Lord la dejó bajar.
-Mano- no era una petición. Se lo exigía.
Lara extendió el brazo hacia donde estaba él para que revisara el daño que no era tanto. Y como se esperó, el lobo abrió la boca y lamió su palma. Luna se crispó cuando el dolor recorrió su cuerpo. No le gustaba ese método de cura, dolía incómodamente. Pero el lobo no pareció tomarla en cuenta o más bien sí. La estaba castigando por hacerse daño.
Lord… era así.
-Te quedarás aquí adentro el resto del día- le dijo él de forma seria.
-¿Qué?- ella replicó, claro que lo haría, era la única en la manada que no se quedaba callada- ¿Por qué? No puedes hacerme esto.
-Si puedo- el lobo se dispuso a salir- No puedo estarte vigilando en estos momentos y no toleraré que te vuelvas a herir.
-Lord. Estás siendo irracional- ella no lo podía creer- ¿Me estás castigando solo porque me hice una pequeña herida?
-Hoy una herida, mañana a saber que-
-Pero Lo…
-Cállate- el alfa giró su rostro y le mostró sus colmillos.
Ese día el lobo estaba realmente molesto y con muy poca paciencia. Había cazadores rodeando sus terrenos y eso lo tenía de muy mal genio, y eso lo estaba expulsado con su mate sin darse cuenta.
La niña apretó los labios junto con sus palmas con marcada frustración. Tenía muchas cosas que decirle al lobo. Demasiadas, pero estaba tan molesta que no aguantó más y le lanzó uno de sus zapatos que golpeó sin fuerza el lomo del animal. Si él tenía carácter ella también, solo lamentaba ser tan pequeña. La estaba castigando y encerrando allí como si ella fuera una malcriada de cristal. Había vivido años en una manada de lobos y hasta el momento estaba bien.
Lord cerró los ojos. Tratar con Luna requería tener mucha, pero mucha paciencia. Algo que no tenía en ese momento.
-No salgas- su tono de advertencia la estremeció antes de salir por la puerta.
Luna sabía que no debía desobedecerlo. Era el lobo con más poder en la manada. Pero de igual forma le dolió que le hubiera tratado de esa forma. Lord era naturalmente duro, sin embargo, por momentos parecía mucho más tranquilo a su lado y permisible. Todo lo contrario, a la breve escena que se había desarrollado.
***
-¿Alfa, todo está bien?- Senas, su beta, caminaba a su lado mientras revisaban los terrenos.
Los cazadores habían estado cerca, pero habían sido ahuyentados, de igual forma inspeccionaba los terrenos para estar seguros.
-Tuve una discusión con Luna- dijo él con confianza.
El beta apretó sus dientes.
-Eso… es un problema. ¿Cómo quedaron ustedes dos? Ambos son fuertes de carácter así que no debió ser algo lindo de ver.
-Me lanzó un zapato- había indignación en la voz del alfa.
Senas se detuvo en seco y si estuviese transformado hubiera alzado una ceja.
-¿Su mate hizo qué?
-Me lanzó un zapato cuando le gruñí. No me hagas repetirlo.
Senas volvió a su lado.
-Me imagino la escena. A Luna roja de la indignación queriendo responderle y a usted gruñéndole,
Gruñido fue el que le dio Lord a su beta para que no tuviera la intención de burlarse si lo tenía en mente. El beta bajó la cabeza.
-En ese caso ¿qué piensa hacer? Lo más seguro es que Luna esté molesta todo un día. Después de eso es como si se le olvidara y volviera a hacer la misma niña de siempre.
Lord sacudió la cabeza.
-Lo acabas de decir. Yo no voy a hacer nada. No debe desafiarme aun cuando es mi mate.
Y Senas no siguió hablando o el que dejaría de hablar sería él si seguía provocando a Lord. Últimamente estaba muy irritable.
Esa noche cuando Lord volvió a la manada, en su casa había un silencio casi doloroso. Normalmente a esa hora su mate estaría de un lado a otro ansiosa esperando por su regreso, queriendo contarlo lo que había hecho durante el día y que él le contara lo que había hecho él. No fue el caso.El alfa echó la cabeza hacia atrás y suspiró. Estaba cansado. Mañana pensaría en eso y como hablar con su mate. Ahora solo necesitaba un baño y dormir unas buenas horas. Habían visto nuevamente avistamiento de cazadores aun después de pensar que se habían ido lejos y la situación había sido tensa. Como alfa debía garantizar la seguridad de su manada.Se dio un baño rápido para salir secándose el cabello. Sabía que Luna estaba en la casa pues su olor llegaba desde la habitación de él. La niña siempre dormía en la cama a su lado aun si ellos discutían. Ella le había confesado que no podía conciliar el sueño si no sentía el olor de él. Se lo imaginaba, esa su mate después de todo.Con un simple pantalón
Luna no había comido en todo el día. Sus ojos, labios y nariz estaban rojos e hinchados después de llorar todo el día. A pesar de que varias lobas la habían querido consolar ella solo se mantenía en una esquina de la casa con las piernas recogidas a la altura del pecho. La forma en que Lord la había tratado tanto el día anterior como esa mañana le había dolido mucho. Tanto que sentía un hueco en su pecho. La había rechazado por completo y le había gritado, eso nunca había sido así. De solo recordarlo le salían lágrimas. Ella sabía que no debía ser rebelde cuando Lord estaba molesto o alzaba la voz por eso solo había decidido salir de la habitación y evitarlo, pero ya habían pasado las horas y no lo había visto. Tampoco la había ido a buscar. -Acaso me odia ahora- se preguntó con un estremecimiento. No entendía en que se había equivocado. Se había herido la mano, pero nada más. Ah, pero quien entendía al lobo. Este tenía días buenos como malos y conociéndolo era seguro que estuviera
Selena entró con una mueca al nuevo lugar en donde iba a vivir y trabajar en partes iguales. -Espero que le guste, está un poco sucio por el tiempo que no se ha usado, pero de seguro podrá ponerlo en marcha dentro de muy poco- la persona que la había recogido a mitad del camino, un hombre de mediana edad le dijo con una sonrisa, aunque a la joven no le hacía mucha gracia aquello. -Sí, jeje- dijo con ironía. Después de llegar al pueblo guiada por aquel hombre la habían llevado a una caseta de doble planta en la otra esquina. No era un pueblo enorme, pero si albergaba bastantes personas y viviendas. Tenía una tienda, un bar, una discoteca algo rústica, un pequeño centro médico y otras instalaciones. Vaya, al menos no era el fin del mundo después de todo. El lugar donde había llegado era el antiguo centro veterinario que por palabras de aquel hombre el anterior doctor había terminado… huyendo con solo un maletín con miedo a ser comida de las fieras de los alrededores. Por lo que había
-Esto solo le pasaba a ella. Que la mandaran directo el fin del mundo y que, además, el primer día tuviera que limpiar toda su casa y como si todo no fuera poco tener que cuidar a un lobo de más de 100 kg que había aparecido delante de ella como por arte de magia. Aunque si lo pensaba bien, su realidad nunca había sido igual a la de los demás.Había hechos en su vida que la habían dejado desconcertada hasta el día de hoy, desde sus sueños, que ella misma lo comprendía y se repetían una y cada noche hasta lo que se estaba desarrollando delante de ella. Pero bueno, no era momento de ponerse modo trágica, no cuando debía cuidar al animal casi moribundo a sus pies y que apenas podías arrastrar el interior de la sala de la consulta. Mínimo debía tratar sus heridas a pesar de que no tenía todas las condiciones óptimas. Rezaba para que no muriera en el acto hasta que pudiera atenderlo como fuera debido. Era veterinaria, no maga después de todo.Cuando por fin pudo arrastrar el cuerpo del ani
Si había algo que Lord detestaba era las traiciones y bien locos debían haber estado los humanos para haberlo traicionado de aquella forma. Después de terminar de patrullar los límites los terrenos de su manada y de reunirse con el jefe del pueblo, no había salido de este todavía cuando recibió el balazo en el lomo. No había podido ver quien lo había hecho, aunque si se le acercaba de nuevo podría identificarlo con su olor. Al menos sabía que no era alguno de los pobladores pues conocía el olor de cada uno, habían estado viviendo años demasiado cercas para no saberlo, y, además, estos no tenían los huevos para dispararle.Después de su etapa de locura ante la pérdida de los más importante para él y tiempo después, la última guerra que habían tenido 7 años atrás, al menos habían llegado a un acuerdo para no destruirse. Lord había estado renuente, pero por la seguridad de su especie había permitido que los humanos crearan el pueblo mientras dejaran de meterse en sus terrenos y mataran a
Era como sus pesadillas, esas que se proyectaban todas sus noches y que la atormentaban y por las que tenía que consumir medicamentos para dormir y descansar algo. Corría desbocadamente sin mirar atrás porque, aunque lo que había encontrado en la clínica era a un hombre, en su cabeza la imagen de un lobo de ojos dorados que buscaba desgarrar su cuello era lo que pasaba por su mente. Lo único positivo era que por más que soñara lo mismo nunca era alcanzada, por lo que sentía algo de confianza, pero esta vez se sentía tan real que no sabía si estaba soñando o era la cruda realidad. La lluvia golpeaba cada parte de su cuerpo y la frialdad se filtraba por cada poro de su piel eso solo la hizo rezar por su propia vida, porque esto parecía de verdad, no una simple pesadilla. Lo que no podía escuchar nada. Solo podía agradecer ver delante de ella debido a la luz proyectada por los rayos que aparecían constantemente, sin embargo, el mismo ruido provocado por ellos le hacía inútil saber dónde
Quizás las palabras que Selena escuchó fueron el detonante de algo porque, aunque, no dejó de llorar sí abrió un poco sus ojos para ver quién era aquella persona que estaba sobre ella. La lluvia todavía caía fuerte por lo que fue el complicado, pero en medio de la broma pudo definir algo del resto del hombre lo justo con los recordaba de la clínica y pudo llegar a una conclusión. No sabía quién era aquel extraño y tampoco le resultó familiar pero un sentimiento de nostalgia se alojó dentro de ella. Sin embargo, en la posición que estaba no tenía la racionalidad suficiente para pensar. El sentimiento de supervivencia con el que había vivido los últimos años prevalecía ahora y dictaba que debía alejarse de él a como diera lugar. -Déjame ir, por favor- suplicó aún haciendo algo de fuerza con sus manos en un intento de soltarse, pero era inútil. La mano grande del lobo impedía que las suyas se movieran del lugar. Las tenía atrapada con facilidad y la cadera masculina presionada sobre la
Lord suspiró al notar que no lograría más de la mujer inconsciente ahora entre sus piernas. Se incorporó sobre sus rodillas y echó la cabeza hacia atrás. Apretó los dientes, tan fuerte que sus colmillos que estaban para ese momento completamente desenfundados hirieron su labio inferior. Su pecho subía y bajaba por la excitación que recorría su cuerpo, así como la sangre que palpitaba duro en sus venas. La lluvia se desplazaba por todo su ser, pero la frialdad de esta no podía apagar el fuego que lo estaba recorriendo, y que tenía a su miembro erecto entre tus muslos debido a la estimulación a la que había sido sometido. Dolía reclamando unirse con su pareja, pero no podía hacerlo con alguien inconsciente y más con lo molesto que se encontraba después de 10 años de búsqueda y que por fin la había podido encontrar.Apretó sus manos tanto con sus nudillos se volvieron blancos, las penas de su cuerpo se marcaron sobre la piel, su sangre latía tan fuerte que sonaba en sus oídos y tenía que