9 años después.
Lord estaba recostado en medio de los cojines de la habitación destinada como su estudio. Revisaba los ultimo informes referentes a la manada. Se acercaba la temporada de caza, y los suministros debían ser controlados para que hubiera repartición equitativa.
-¿Está todo en orden, alfa?- parado frente a él se encontraba Senas con otros papeles en sus brazos.
El lobo solo alzó la mirada para volverla al papel en su mano y seguir leyendo. Una gota de sudor bajó por la sien del beta. Otra cosa que caracteriza a Lord era que no solía hablar mucho, su mirada decía prácticamente todo, y en este caso era que no osara presionarlo. Quería salir de allí. Sollozó ligeramente, su alfa no parecía de buen humor. Y como no estarlo, si su mate se encontraba lejos de él, jugando con los demás cachorros de la manada. Mal momento para hacerlo.
Era un lobo sumamente dominante con ella, pero le deba su espacio, la cachorra humana de ahora 10 años… podía ser bastante terca cuando quería y era capaz de discutir con él a la misma par. Era una escena complicada de ver. Un pequeño cuerpo intentando imponerse ante uno que exudaba feromonas en toda la habitación, feromonas que ella no era capaz de olerlas dada su edad, pero los demás lobos tenían que apartarse metros para no sufrir y aun así temblaban.
Pero Lord no tenía derecho a quejarse, había criado a la niña igual que cualquier loba guerrera de la manada, y la personalidad de ella había adoptado algunos rasgos del carácter de él. Esto era lo que ganaba.
Lord al final dejó de ver el papel y se lo devolvió.
-Sal- ordenó el alfa y se recostó hacia atrás casi sentado en el respaldar de cojines, cruzando las piernas sobre la alfombra. Las aletas de su nariz se movieron como si hubiera captado un olor familiar.
-Alfa, aún faltan algunos documentos que v…-
-LORD- la cortina de la puerta de aquel lugar de pronto se abrió y una pequeña cabellera alborotada de largos rizos marrones muy similares al pelaje del alfa, pasó por al lado del beta.
Ahora comprendía porque lo había mandado a salir. Lord detestaba que otro macho estuviera tan cerca cuando la cachorra humana estaba con él. Era posesivo, demasiado. Así que con una inclinación de la cabeza el beta salió de allí lo antes posible.
-Lord- la niña se lanzó sobre el cuerpo duro del alfa quedando sobre él. Su pelo estaba todo enmarañado, su vestido claro lleno de tierra al igual que su rostro, sus zapatos eran un desastre, pero sus hermosos orbes azules estaban llenos de felicidad.
-¿Qué ocurre?- el lobo rodeó la cintura de ella con su brazo para mantenerla en su lugar mientras la otra la pasó por debajo de su propia cabeza, recostándose hacia atrás.
Ella hizo un puchero y le pellizcó la mejilla.
-Debes sonreír más, te lo he dicho. Eres muy bonito, pero das miedo.
Lord no le hizo caso a la sugerencia de la niña. Su rostro era inexpresivo e incluso daba miedo a algunos cachorros muy jóvenes que no habían interactuado tanto con él. Era alfa, no tenía tiempo para sentir, aunque con su cachorra se relajaba más de lo que ella se imaginaba. Podía dejar de pensar.
-¿A qué viniste?- a pesar del tono tosco de él, ella supo que estaba interesado en su visita cuando él estaba a mitad del trabajo.
Luna sonrió hacia el lobo como siempre lo hacía cuando quería algo.
-¿Puedo ir con ustedes a cazar?-
Los ojos de Lord se entrecerraron.
-NO- su respuesta fue absoluta. No había peros.
Pero Luna… era especial, con ella… si había peros.
La palabra miedo no se aplicaba con ella. No se lo tenía y la mayoría había llegado a la conclusión que era debido al enlace entre ellos.
-¿Por qué no? Los cachorros de mi edad van a ir. Yo puedo ir en tu lomo. Porfa déjame ir.
Aun así, Lord se negó rotundamente, mostrándole sus colmillos. Había momentos en que tenía que ser más duro con ella de lo normal. Luna era terca, algo que había aprendido de él.
-No eres un lobo Luna, eres una cachorra humana.
-Loooooooord- ella siguió insistiendo.
-Un cachorro de tu edad casi es un adulto y puede cuidarse por sí mismo. La caza no es un juego, es una enseñanza- le explicó como siempre hacía con ella- no había escondido sus colmillos dándole a entender que NO era NO.
Al no ser una loba le había dejado las cosas bien claras desde el inicio. Ella era una humana aun cuando él nunca se imaginó que su mate lo sería. Odiaba a los humanos, pero la naturaleza lo había llevado a tener una mate de esa raza. Quizás porque la había recogido desde bebé y la había criado como una loba impregnándola de su olor todos los días, que le era más tolerable la idea de tenerla a su lado y no la había matado por todas las protestas de ella. Otro lobo ya habría perdido el cuello.
Además, siempre le había dejado claro las cosas porque sabía las consecuencias de mentir, la verdad siempre salía a la luz. Incluso le había contado de su relación con él, del destino que los unía, del enlace entre ellos y que en unos años más ella sería completamente de él y llevaría su marca en su cuello, así como su cachorro. Una vez que la marcara sería más fácil que ella no fuera tan rebelde, la controlaría con sus feromonas. Luna nunca había puesto objeciones en esos asuntos. Sin embargo, criarse dentro de una manada donde todos eran muy diferentes a ella creaba diversos conflictos… como el presente.
Luna se mordió el labio inferior hasta que comenzó a aparecer una línea roja en ellos. Conocía bien a Lord, era alguien muy pendiente a ella por lo que pasaban mucho tiempo juntos, le gustaba estar junto al lobo y como olía. Había cosas en las que podía discutir con él, la mayoría de las veces ganaba si decía lo correcto y ponía la mirada correcta, pero había momentos que era mejor no insistir, sobre todo cuando se trataba de su seguridad.
-Tacaño- ella dejó salir y enterró su rostro en el pecho del lobo. Su cabello enmarañado cayó a su alrededor de forma extraña cubriendo su rostro.
Lord pasó su mano sobre la cabeza de ella acariciando ese mar de rizos dorados que aun así se sentían suaves al tacto. Se había vuelto adicto a dormir con ellos enredados entre sus dedos.
-Cuando seas más grande te llevaré, ahora no- y a pesar de todo, a él no le gustaba verla deprimida, era su mate después de todo. Por muy frío y serio que fuera verla triste hacía que su pecho se apretara. Una sensación que solo había experimentado después de haberla encontrado y que no le gustaba para nada.
Ella agitó la cabeza con obstinación, pero no protestó más.
El lobo se permitió cerrar los ojos un rato y descansar. Ser alfa exigía mucho de su tiempo y energía, y Luna no era precisamente una niña tranquila. O más bien era él, si ella no estaba a su lado se la pasaba buscándola con su olfato hasta que la encontraba.
La niña no se movió de encima de él, su olor solía calmarla y poco a poco la respiración de ella se volvía más pausada, se estaba quedando dormida, y con ella él. Descansar media hora no marcaría la diferencia. Por lo que Lord se permitió dormir. Sin embargo, no pudo disfrutar mucho ese tiempo junto a su pareja.
A pesar de que lo que más Lord deseaba en ese momento era un poco de intimidad y tranquilidad con su mate, eso a veces era todo un lujo. Como ahora. La tela de la puerta fue corrida y un lobo joven entró corriendo como si aquel lugar le perteneciese.-Lord- gritó con euforia, pero se detuvo en seco al ver la escena que se encontró delante de él y que pocos tenían la oportunidad de ver.Los ojos del alfa se abrieron lentamente, el brillo dorado en ellos era peligroso y de advertencia. Definitivamente no le había gustado que lo hubieran interrumpido así. El recién llegado retrocedió dos pasos ante la densidad de las feromonas que comenzaron a llenar la habitación.-Hermano… yo.Lord comenzó a gruñir ligeramente mostrando sus colmillos, haciendo que el pequeño cuerpo sobre su pecho se removiera incómodo. Esto llamó la atención del lobo que apretó los labios y pasó la mano por la espalda de la cachorra humana, calmándola. Cuando él se alteraba influía en ella. Así de fuerte era el enlace
Esa noche cuando Lord volvió a la manada, en su casa había un silencio casi doloroso. Normalmente a esa hora su mate estaría de un lado a otro ansiosa esperando por su regreso, queriendo contarlo lo que había hecho durante el día y que él le contara lo que había hecho él. No fue el caso.El alfa echó la cabeza hacia atrás y suspiró. Estaba cansado. Mañana pensaría en eso y como hablar con su mate. Ahora solo necesitaba un baño y dormir unas buenas horas. Habían visto nuevamente avistamiento de cazadores aun después de pensar que se habían ido lejos y la situación había sido tensa. Como alfa debía garantizar la seguridad de su manada.Se dio un baño rápido para salir secándose el cabello. Sabía que Luna estaba en la casa pues su olor llegaba desde la habitación de él. La niña siempre dormía en la cama a su lado aun si ellos discutían. Ella le había confesado que no podía conciliar el sueño si no sentía el olor de él. Se lo imaginaba, esa su mate después de todo.Con un simple pantalón
Luna no había comido en todo el día. Sus ojos, labios y nariz estaban rojos e hinchados después de llorar todo el día. A pesar de que varias lobas la habían querido consolar ella solo se mantenía en una esquina de la casa con las piernas recogidas a la altura del pecho. La forma en que Lord la había tratado tanto el día anterior como esa mañana le había dolido mucho. Tanto que sentía un hueco en su pecho. La había rechazado por completo y le había gritado, eso nunca había sido así. De solo recordarlo le salían lágrimas. Ella sabía que no debía ser rebelde cuando Lord estaba molesto o alzaba la voz por eso solo había decidido salir de la habitación y evitarlo, pero ya habían pasado las horas y no lo había visto. Tampoco la había ido a buscar. -Acaso me odia ahora- se preguntó con un estremecimiento. No entendía en que se había equivocado. Se había herido la mano, pero nada más. Ah, pero quien entendía al lobo. Este tenía días buenos como malos y conociéndolo era seguro que estuviera
Selena entró con una mueca al nuevo lugar en donde iba a vivir y trabajar en partes iguales. -Espero que le guste, está un poco sucio por el tiempo que no se ha usado, pero de seguro podrá ponerlo en marcha dentro de muy poco- la persona que la había recogido a mitad del camino, un hombre de mediana edad le dijo con una sonrisa, aunque a la joven no le hacía mucha gracia aquello. -Sí, jeje- dijo con ironía. Después de llegar al pueblo guiada por aquel hombre la habían llevado a una caseta de doble planta en la otra esquina. No era un pueblo enorme, pero si albergaba bastantes personas y viviendas. Tenía una tienda, un bar, una discoteca algo rústica, un pequeño centro médico y otras instalaciones. Vaya, al menos no era el fin del mundo después de todo. El lugar donde había llegado era el antiguo centro veterinario que por palabras de aquel hombre el anterior doctor había terminado… huyendo con solo un maletín con miedo a ser comida de las fieras de los alrededores. Por lo que había
-Esto solo le pasaba a ella. Que la mandaran directo el fin del mundo y que, además, el primer día tuviera que limpiar toda su casa y como si todo no fuera poco tener que cuidar a un lobo de más de 100 kg que había aparecido delante de ella como por arte de magia. Aunque si lo pensaba bien, su realidad nunca había sido igual a la de los demás.Había hechos en su vida que la habían dejado desconcertada hasta el día de hoy, desde sus sueños, que ella misma lo comprendía y se repetían una y cada noche hasta lo que se estaba desarrollando delante de ella. Pero bueno, no era momento de ponerse modo trágica, no cuando debía cuidar al animal casi moribundo a sus pies y que apenas podías arrastrar el interior de la sala de la consulta. Mínimo debía tratar sus heridas a pesar de que no tenía todas las condiciones óptimas. Rezaba para que no muriera en el acto hasta que pudiera atenderlo como fuera debido. Era veterinaria, no maga después de todo.Cuando por fin pudo arrastrar el cuerpo del ani
Si había algo que Lord detestaba era las traiciones y bien locos debían haber estado los humanos para haberlo traicionado de aquella forma. Después de terminar de patrullar los límites los terrenos de su manada y de reunirse con el jefe del pueblo, no había salido de este todavía cuando recibió el balazo en el lomo. No había podido ver quien lo había hecho, aunque si se le acercaba de nuevo podría identificarlo con su olor. Al menos sabía que no era alguno de los pobladores pues conocía el olor de cada uno, habían estado viviendo años demasiado cercas para no saberlo, y, además, estos no tenían los huevos para dispararle.Después de su etapa de locura ante la pérdida de los más importante para él y tiempo después, la última guerra que habían tenido 7 años atrás, al menos habían llegado a un acuerdo para no destruirse. Lord había estado renuente, pero por la seguridad de su especie había permitido que los humanos crearan el pueblo mientras dejaran de meterse en sus terrenos y mataran a
Era como sus pesadillas, esas que se proyectaban todas sus noches y que la atormentaban y por las que tenía que consumir medicamentos para dormir y descansar algo. Corría desbocadamente sin mirar atrás porque, aunque lo que había encontrado en la clínica era a un hombre, en su cabeza la imagen de un lobo de ojos dorados que buscaba desgarrar su cuello era lo que pasaba por su mente. Lo único positivo era que por más que soñara lo mismo nunca era alcanzada, por lo que sentía algo de confianza, pero esta vez se sentía tan real que no sabía si estaba soñando o era la cruda realidad. La lluvia golpeaba cada parte de su cuerpo y la frialdad se filtraba por cada poro de su piel eso solo la hizo rezar por su propia vida, porque esto parecía de verdad, no una simple pesadilla. Lo que no podía escuchar nada. Solo podía agradecer ver delante de ella debido a la luz proyectada por los rayos que aparecían constantemente, sin embargo, el mismo ruido provocado por ellos le hacía inútil saber dónde
Quizás las palabras que Selena escuchó fueron el detonante de algo porque, aunque, no dejó de llorar sí abrió un poco sus ojos para ver quién era aquella persona que estaba sobre ella. La lluvia todavía caía fuerte por lo que fue el complicado, pero en medio de la broma pudo definir algo del resto del hombre lo justo con los recordaba de la clínica y pudo llegar a una conclusión. No sabía quién era aquel extraño y tampoco le resultó familiar pero un sentimiento de nostalgia se alojó dentro de ella. Sin embargo, en la posición que estaba no tenía la racionalidad suficiente para pensar. El sentimiento de supervivencia con el que había vivido los últimos años prevalecía ahora y dictaba que debía alejarse de él a como diera lugar. -Déjame ir, por favor- suplicó aún haciendo algo de fuerza con sus manos en un intento de soltarse, pero era inútil. La mano grande del lobo impedía que las suyas se movieran del lugar. Las tenía atrapada con facilidad y la cadera masculina presionada sobre la