La noche es fría y solitaria, Selena camina con la mochila a sus espaldas, un tanto aturdida por lo que acaba de descubrir, nunca pensó que aquel interés de su madre por ocultarle la verdad sobre su padre, tuviera razones tan oscuras como aquella. La brisa es fría, ella trata de abrigarse con sus propios brazos, de pronto cree escuchar un ruido provenir detrás de los arbustos. Acelera el paso y un extraño escalofrío se apodera de ella recorriendo su cuerpo entero de pie a cabeza.
Es noche de luna llena, la primera del año, conocido como Luna de lobo, en la que los caninos salvajes aúllan en las afueras de la ciudad debido al invierno que se cierne en la zona norte. Ha escuchado tantas historias de lobos que no es difícil para ella imaginar cualquier situación de peligro. Mas, necesita estar sola, mucho más ahora que conoce su verdadero origen.No fue fácil para Selena descubrir que su padre era un lycan y que su madre tuvo que salir sola adelante y con ella en brazos. La pelirroja tiene diesiete años; a pesar de su corta edad, es muy perspicaz y astuta. No es una chica fácil de engañar, por ello cuando notó que poseía ciertas habilidades extrañas, no tuvo dudas en preguntarle a su madre Luana, sobre su rareza. La mujer acorralada en sus propias mentiras, terminó confesando aquella verdad.Selena voltea nerviosa, escucha los pasos digitígrados detrás de ella. Se siente como presa al acecho, mas no quiere voltear y descubrir que efectivamente alguien la sigue. De repente, los lobos, silenciosos y sigilosos, emergen de entre los árboles, rodeando a la chica. Sus ojos brillan con una intensidad feroz y sus colmillos afilados y expuestos, muestran su naturaleza depredadora.Los tres lobos se mueven en perfecta coordinación, tratando de acorralar a la chica y evitar que escape. Se acercan lentamente, gruñendo amenazadoramente mientras ella tiembla de miedo. Repentinamente cada uno de los feroces animales retoman su forma humana, se aproximan a la pelirroja y terminan arrinconándola al borde del precipicio.—Mira que hermoso regalo nos trajo la luna esta noche —el musculoso rubio, le levanta el rostro sujetando su barbilla— A ver hermosura, mírame cuando te hablo.Pero la aterrada chica, apenas puede modular cortas frases:—¡Aléjese de mí! —dice cubriéndose con sus brazos.—En verdad crees que estás en condiciones de exigir algo. Mira a tu alrededor, sólo estamos mis dos hermanos, tú y yo. ¿Crees que puedas defenderte? O mejor aún ser rescatada por un cazador, pequeña caperucita —sonríe de forma burlona.—No me toque —aparta el rostro y el lycan deja escapar una carcajada.—¡Jajajaja! —la sujeta del brazo con fuerza atrayéndola hacia su cuerpo.— Creo que esta noche la pasaremos, muy, pero muy bien. Por lo que puedo olfatear eres de los nuestros, aunque hay algo que me perturba más —olfatea en el aire el aroma particular de la pelirroja.—¡Que esperas para comenzar a divertirnos Connor! —incita el más joven de los tres rubios.—Tienes razón, Cowell. —jala con fuerza a la pelirroja y la lleva a rastras hasta la parte trasera de los arbustos, en donde el follaje de las ramas dificulta la visión del caserío ubicado a pocos metros.Selena intenta zafarse de su agarre, pero la fuerza del lycan doblega la suya, todo intento por escapar se vuelve vano para la pelirroja. Instintivamente ella deja escapar un grito, uno solo. Después de allí, Connor cubre su boca con una de sus manos, mientras con la otra, le rasga la falda del vestido.Con la boca echa agua y ansiosos, Cowell y Conall frotan sus manos y la oscuridad en sus miradas anuncian el plan macabro y vil de los tres lobos. Aunque ella trata con todas sus fuerzas de contener el ataque de Connor, poco a poco va perdiendo las fuerza, cuando este, la lanza al suelo, ella cae abruptamente, amortiguando el golpe en su cabeza, gracias a la mochila que llevaba puesta; luego él se arroja sobre ella. Sus manos –las de él– comienzan a hurgar en la entrepierna de la pelirroja.Excitado y alucinando con el momento de poseerla, la sostiene con ambas manos de los brazos buscando inmovilizarla. Selena, consciente del peligro inminente, siente el miedo correr por sus venas, su corazón late con rapidez, mientras busca desesperada una manera de escapar o pedir ayuda.—¡Ahhhhhh! —deja escapar un grito desgarrador, siendo esta la única posibilidad que le quedaba y que acababa de agotar.Los tres hermanos ríen a carcajadas de la indefensa joven.—Nadie podrá salvarte, caperucita. Es mejor que seas una buena chica y complazcas a estos tres lobitos. —advierte Connor, quien se abalanza sobre la chica lujuriosamente..De pronto, se escucha un gruñido feroz que le devuelve las esperanzas a la aterrada joven. Los tres lobeznos se ven obligados a soltar a la chica para atacar al extraño que acaba de interrumpirlos.—¿Quién m****a te crees para interrumpirme? —espeta Connor.—Deja a la humana en paz —advierte en tono fuerte y grave.—No eres quién para darme órdenes. —hace un gesto con su mano y sus obedientes hermanos rodean al lobo, mientras inicia su transformación de inmediato.Los tres lobeznos aprovechando su superioridad numérica y su agilidad se disponen a atacar al musculoso alpha. El ataque rápido y sorpresivo de los lobos buscan abrumar al lycan, mordiendo y lacerando su espalda y cuello.El lycan enardecido al ver el ataque de los tres lobeznos, se llena de ira convirtiéndose en una pesadilla para los jóvenes lobos. La fuerza sobrenatural y habilidades de combate, le permite responder la emboscada de sus enemigos. Primero toma a Connor levantándolo por encima de su cabeza y arrojándolo con fuerza contra uno de los árboles.Cowell se enfrenta al lycan lanzándose sobre su espalda y sosteniéndolo del cuello con su antebrazo, mientras el tercero de los chicos arremete contra él. Selena está paralizada, sin saber cómo ayudar a aquel hombre que se debate a muerte contra sus depredadores.De pronto, ve un trozo de vidrio y lo utiliza como arma, clavándolo en el muslo de Conall y dejándolo mal herido. Sorprendido por la osada actitud de la hermosa joven, Edwar toma mayor fuerza y logra deshacerse del tercero de los lobeznos amenazando con dejarlo caer al precipicio. Selena se cubre los ojos, mientras el chico ruega por su vida.—¡No, no lo hagas! Yo no le hice nada, te lo juro. —implora, mientras el lycan lo sostiene de uno de sus brazos.— Ayúdame, dile que no te hice nada, por favor.Edwar amaga a soltarlo y luego lo lanza hacia el lugar donde Connor aún sigue inconsciente. Un aullido de victoria se escucha en el lugar, él se levanta y toma a Selena de la cintura, la coloca sobre su hombro y corre hasta la zona montañosa que rodea el caserío, buscando poner a salvo a la joven. Atraviesa el bosque, gruñendo de dolor, la herida en la parte alta de su espalda es profunda. La chica grita angustiada, su miedo se incrementa cuando lo ve correr hacia lo profundo del bosque.—¡Suéltame! —golpea con sus puños la espalda del lycan, quien tiene varias heridas y sangra. Edwar gruñe.—Calla, intento ponerte a salvo, pronto llegará el resto de la manada para atacarnos.A lo lejos logra divisar una pequeña cueva, debe ponerse a salvo de la manada de licántropos que no deben tardar en comenzar a buscarlos. Entra a la cueva, coloca a Selena guarda silencio, mientras el lycan la deja en el piso, y trata de limpiar la sangre que emana de su herida en el cuello. La pelirroja lo observa con el entrecejo fruncido, se incorpora lentamente y camina hacia él. Edwar gruñe de ira.Selena percibe la herida en su espalda, sabe que él la rescató de las garras de aquellos depredadores, aunque le teme un poco, se acerca a él.—¿Estás bien? —él voltea a verla y gruñe.— Puedo ayudarte y curarte. Si me lo permites.Edwar no le contesta, no está acostumbrado a recibir ese tipo de trato de una humana. Selena toma un trozo de la falda rasgada, quedando parte de sus muslos descubiertos, el la observa y voltea, no quiere dejarse llevar por su instinto animal, ella toma el pedazo de tela lo humedece en un pequeño pozo de agua. Luego con cuidado limpia la sangre seca del hombro del lycan. Él se mueve y se muestra reacio al sentir sus dedos rozando su piel.—Sé que te duele pero debes dejar que te cure. —No te preocupes, estoy bien —voltea a verla.—No seas necio, estás mal herido. Déjame ayudarte. —ella coloca el trozo de tela y sutilmente limpia la sangre que aún emerge de la herida.—No tienes porque hacerlo —masculla él.—¿Siempre eres así de terco? —pregunta ella en un tono sutil.—¿Y tú, siempre eres así de charlatana?—A veces —contesta ella.— ¿Por qué te atreviste a enfrentarlos? Pudieron haberte matado.—Gritaste pidiendo ayuda ¿no? —dice con sarcasmo.—¡Gracias! —responde ella.—No tienes nada que agradecer, hice lo que hubiera hecho cualquiera al verte en peligro.—Igual, gracias. De no ser por ti, no quiero ni imaginar lo que ellos me habrían hecho.—¡Jumm! —refunfuña él.— Selena desliza su mano por el contorno de la herida, puede ver lo enrojecido e inflamado de la piel.— ¡Auch! ¿Puedes ser más cuidadosa? —se queja.—No pareces tan valiente como hace minutos atrás. —bromea. Él se mofa.— No se ve nada bien tu herida.—Pronto sanará. —Edwar se aparta de ella y se asoma en la entrada de la cueva.— Puedo escucharlos, siguen nuestro rastro.—¿Crees que puedan encontrarnos? —pregunta ella con preocupación.—No estoy seguro, por ahora estamos a salvo. Pero no podemos confiarnos.—¿Cómo te llamas?—Puedes guardar silencio, mujer. —ella lo mira con enojo.—¡Qué gruñón, malhumorado y cascarrabias eres!—¡Es lo mismo! —responde él.—¿Lo mismo? —pregunta ella sin entender a qué se refiere— ¡No te entiendo!—Que las tres palabras tienen el mismo significado. ¡Eso!—Vaya, además eres poliglota —comenta ella y él le lanza una mirada profunda.— Bien, me calló. —se aparta de él. La pelirroja se recuesta en una esquina. Él la observa de pie a cabeza, contemplando la belleza de aquella chica. Su cuerpo es delgado, pero con sinuosas curvas.Ella nota la mirada lasciva, pero a la vez tierna de aquel lycan.Edwar voltea el rostro para no verla, aquella hermosa chica comienza a llamar su atención poderosamente. Pronto su cuerpo comienza a sufrir la mutación de lycan a humano, Selena se levanta y observa atónita la manera en que él va dejando de ser un monstruo para convertirse en un apuesto hombre, musculoso, varonil, atractivo, con cabello oscuro como la noche y ojos de igual oscuridad.Aunque Selena desea salir corriendo de aquel lugar, algo se lo impide.¿Qué es eso que la obliga a quedarse al lado de él?Pronto, Edwar queda totalmente desnudo. Los ojos de Selena se abren como un par de platos, se cubre el rostro con los dedos semi abiertos. Es la primera vez que ve a un hombre totalmente en cueros frente a ella y que su cuerpo reacciona ante esa imagen de forma inesperada. Selena siente como su vagina comienza a contraerse y dentro de ella un líquido recorre su intimidad. Se siente avergonzada y quiere irse de aquel lugar cuando de pronto, el hermoso hombre se retuerce del dolor y cubre con su manos la herida que lleva en la nuca. Ella se aproxima a él. —¡Oye! ¿Qué tienes? por Dios, no te vayas a morir —Edwar tiembla de escalofríos y al rozarlo, ella puede sentir su calor. —Estás hirviendo en fiebre. Iré a buscar ayuda —le dice y él la sujeta del brazo.—¡No! No lo hagas —le pide.— Correrás peligro si sales. —No puedo dejar que te mueras, vivo cerca ¿o eso creo? —a pesar de las palabras de Edwar, la inquieta y rebelde chica se levanta para salir, el estruendo de un relámpago
La noche se volvía cada vez más oscura y fría. La lluvia era dispersa, aún así Edwar caminaba delante de Selena, asegurándose de protegerla de los peligros que pudieran aparecer en medio del bosque, conocía aquel lugar a la perfección, había crecido en él. En tanto, los pasos de Selena eran cada vez más pesados y lentos, estaba agotada, el cuerpo le dolía. —¡Vamos! No puedes detenerte. Sé donde podremos ocultarnos. Pero debemos atravesar las montaña. —dijo él. —¡No puedo! Estoy exhausta. Las piernas no me dan. —contestó ella. Él se detuvo parra esperarla. De pronto, la tomó por la cintura, la echó sobre su hombro y comenzó a andar, aquello complicaba su situación de escape, ya que debia por lo mucho más lento de lo debido.En tanto, a través del bosque denso y ominoso, los aullidos aterradores de sus enemigos se escuchan más de cerca. Edwar y Selena se aferraban con fuerza, él sostenía su mano y corría delante de ella. A ratos la dejaba ir adelante y guardaba sus espaldas, luego
Edwar continuó bajando hasta llegar a su ombligo, bordeó con su lengua el contorno redondo y luego la introdujo en el pequeño orificio; ante aquella inesperada caricia, Selena deja escapar ese gemido que estuvo intentando contener por algunos minutos, cada vez que las manos de él rozaban alguna de sus zonas más vulnerables; ella comenzó a menear sus caderas, con sus movimientos pélvicos buscaba mostrarle a Edwar la ruta que debía seguir.La pelirroja lo miró a los ojos y con una mirada consintió la entrada de él a su altar sagrado. Elevó un poco su cadera y Edwar bajó hasta el acantilado que se dejaba ver entre sus muslos. Selena acarició sus hombros, él besó la pantie de encajes que cubría su sexo. Al sentir sus labios, la chica se encendió aún más. Su vagina comenzó a lubricarse de inmediato, ansiosa de recibir a aquel inesperado huésped. Selena nunca imaginó que aquel repentino deseo de huir de su casa esa noche, le deparará tantas cosas maravillosas y sobre todo tantas emocione
Durante la noche, Edwar no dejó de sentirla, de disfrutar de cada parte de su cuerpo, como si deseara grabarse en la memoria cada centímetro de su piel y su aroma. Ese aroma que emanaba de su sexo y su suavidad trastornaban al lycan. Ver como su cuerpo delicado y frágil se ceñía al suyo, sus movimientos instintivos y sus gemidos que dentro de aquella cabaña resonaban como la más exquisita melodía.Sus sexos convergían nuevamente, ella se prendía con sus garras a su costado, mientras él se movía dentro de ella de forma ondulante, Selena enarcó su espalda al sentir su falo dentro de su estrecha vagina. Edwar sentía su tibieza, como sus fluidos descendían dejando su estrecha vagina totalmente húmeda, sin detenerse entró cada vez más profundamente de su hendidura que como lava volcánica lo quemaba. Sus movimientos pélvicos ahora son un tanto soeces y perversos. La chica podía sentir como él presumía de su fortaleza frente a ella. Entraba y salía de ella con firmeza robando gemidos de
Cinco meses antes… —Los he reunido en esta oportunidad para presentarles a la mujer que ha robado mi corazón, Beatrice, mi prometida —la hermosa rubia hizo acto de presencia. Lucía un elegante vestido color púrpura que resaltaba el tono dorado de su rubia cabellera, su piel blanca y sus ojos grisáceos.Para Edwar fue imposible no admirarla, aquella mujer era impresionante bella. Ella también lo miró, de una manera distinta a la que incluso miraba a su futuro esposo. Se acercó a Bodolf y él la rodeó con su brazo por la cintura, mientras le susurraba al oído “Estás exquisita esta noche”. —Bien, podemos brindar —ordenó y los empleados de servicio entregaron las copas de fino champagne que el multimillonario se ocupó en escoger para tan importante evento. Todos levantaron sus copas y brindaron en alto por la futura pareja que pronto contraría matrimonio. Sin embargo, Edwar estaba un poco asombrado con la repentina decisión de su hermano de casarse con aquella inusual mujer. Bastó v
Nervioso por la incómoda situación le susurra a Bestrice para que se oculte en el baño, se dilata lo más que puede en abrir y la puerta suena por segunda vez. Al abrir, es Pilar, el ama de llaves.—Disculpe la hora, Sr Edwar, dejó en la biblioteca su móvil —dice, mientras le entrega el teléfono.—Gracias, estuve leyendo y lo olvidé. —responde. —Que descanse. —Igualmente Pilar —la mujer sonríe, se retira y Edwar cierra la puerta.Exhala un suspiro, Beatrice sale de su escondite y vuelve a sus brazos. Edwar se aparta de ella, tratando de ser racional y no caer en aquel juego peligroso de la seducción y del placer. —Es mejor que regreses a la habitación con mi hermano. —Sólo quiero estar aquí, contigo —insiste ella.—¡Esto es una locura! Bodolf es mi hermano, entiende que esto no está bien.—Me deseas tanto como yo, no lo niegues. Lo vi en tus ojos cuando entré al salón,—deslizó sus uñas por el antebrazo de Edwar haciendo que toda su piel se erizara.— mira como te estremecen
Esa noche, luego que los sirvientes se fueron a dormir, Beatrice fue hasta la habitación de Edwar, necesitaba estar con él. Tocó a la puerta, pero él no abrió, ansiosa se adelantó a mover el picaporte, logrando abrirla fácilmente. Ella entró al dormitorio, pero él no estaba, se dirigió hasta el baño y tampoco lo encontró.¿Dónde podía haberse metido? Se preguntó. Salió de la habitación, llevando su cuerpo ligeramente cubierto por la sugerente bata negra de seda y encajes, la cual se había colocado exclusivamente para mostrarle todos sus encantos a su nuevo amante. Bajó las escaleras sigilosamente para no hacer ruidos y despertar a algunos de los empleados de la mansión.Al pisar el último escalón, oyó un ruido en la cocina, imaginando que debía ser Edwar se dirigió hacia allá. —¡Ed! —susurró en medio de la oscuridad. La luz se encendió de pronto y frente a ella estaba la ama de llaves.—¿Necesita algo, Srta Beatrice? —preguntó en tono irónico.—Sí, venía por un vaso con agua.
En tanto, en el hospital, Selena sale de aquel lugar, confundida por todo lo que le estaba pasando, Edwar había prometido cuidar de ella y contrariamente a su promesa, la dejó abandonada en aquel lugar. Finalmente llegó a su casa. Su madre al verla, intentó abrazarla temiendo ser rechazada por su hija.—¡Por fin regresas, Selena! No sabes lo preocupada que estabas. ¿A dónde te metiste? —preguntó, ansiosa.—No puedo negarte que esto me afectó mucho, pero necesito que me abraces fuertemente, quiero sentirme protegida, mamá. La mujer sin dudarlo, la abrazó con mayor fuerza, mientras besaba su cabeza y repetía una y otra vez:—¡Perdóname! Nunca pensé que esto pasaría.—No quiero que hablemos de esto. Así como en algún momento lo mantuviste en secreto, ya no quiero saber más de mi padre.—Hay muchas cosas que aún te faltan por saber, hija. —Selena levantó el rostro y frunció el entrecejo— ¡No pongas esa cara, Selena! Ser una híbrida va más allá de simplemente tener en tu ADN genes