Alexander Harrison, observó la pantalla de su celular que no paraba de timbrar, ver el nombre de u madre, mientras se iluminaba el aparato, le producía una extraña sensación de angustia y desasosiego, sabía lo que se avecinaba, y aquello lo asfixiaba, se preparó mentalmente para lo que vendría, su madre era la única mujer que lograba crisparle los nervios de aquella manera.
—Madre, qué bueno recibir una llamada tuya.— le dijo en tono gentíl.
—Déjame decirte que no lo parece Alexander, de no ser por que te llamo, no sabría nada de ti.—Exageras madre, hablamos hace dos días—dijo en tono cariñoso.—Considerando que estoy enferma y podría morir en cualq...—Detente—suspiró—no sigas con eso, madre, por favor, no puedes abandonarme, sabes que te necesito, Regina te necesita, no puedes hacernos ésto...—Hijo mío, lo único que tenemos seguro en ésta cruel vida, es precisamente la muerte, nacemos con ella siguiendonos de cerca, dándonos una leve ventaja para que lleguemos a pensar que vamos ganándole, pero no es cierto, así que no temas y tómalo con la naturalidad que corresponde, ya estoy vieja como para andar con nimiedades.—La muerte no es ninguna nimiedad, madre.— le dijo conteniendo su exasperación.—Déjalo Alexander, dame la buena noticia de que vendrás pronto y por supuesto que traerás a esa novia tuya, que ni conozco.—Si todo sale bien, será mi esposa madre.—Es precisamente lo que quiero Alex, quiero morir sabiendo que has encontrado una buena mujer, y que Regina tendrá la figura materna que merece—Alexander suspiró pesadamente.— Voy a proponerle matrimonio hoy, quizás podamos celebrar una boda civil íntima, y estando allá con ustedes, organizar una boda eclesiastica, con la celebración pertinente.—¿No seria mejor casarse aqui?, digo con tu hija y conmigo como testigo.—Madre, si voy a hacer un viaje de tantos meses con ella, lo más adecuado es llevarla y presentarla como mi esposa, al menos en términos legales.—Como quieras, lo único que me importa es que te cases y pronto— acentuó sus palabras.—Madre...mejor dime,¿Ya hay fecha para que Regina esté de vacaciones?—La semana próxima, así que te espero para entonces, ya sabes que Regina, es...—Si, si, ya lo sé, te lo prometo madre, la semana próxima estaré alla con mi nueva esposa.— le aseguró decidido—Preocupate en que sea la adecuada, una esposa que Iliana aprobaría para criar a su hija, te espero hijo...— y así cortó la comunicación. Alexander, retiró el artefacto de su oreja y se quedó observándo la pantalla con ojos empequeñecidos, su madre siempre debía nombrar a Iliana, y no es que el recuerdo de su ex mujer, le dejara algún mal sabor de boca, había sido muy feliz junto a ella, en los escasos dos años que disfrutó de su matrimonio, los dos mejores años de su vida, llenos de alegría y felicidad, cuándo Iliana le anunció el embarazó, no había podido estar más feliz, el fruto del enorme amor que compartían, nunca llegó a imaginar que al tener a Regina, perdería a Iliana, la tragedia lo había golpeado; un parto complicado que terminó entregándole al nuevo amor de su vida, pero arrebatándole a la única mujer que había amado...hasta que conoció a Adara Black, ella le había devuelto la ilusión en el amor, una despampanante pelinegra, de cabello largo y lacio, unas curvas de infarto, dedicada a las pasarelas, si tenía un rival en el amor de Adara, era precisamente su trabajo, ella era muy dedicada, siempre estaba modelando, nuevos paisaje, nuevas pasarelas, nuevas campañas fotográficas, tenía un estilo de vida bastante agitado.Abrió el cajón de su escritorio y extrajo el estuche de terciopelo negro, al abrirlo se encontró con la preciada joya, un hermoso anillo de oro blanco, con un enorme diamante al centro, y pequeños diamantes decorando sus laterales, era precioso, y había costado un pequeña fortuna, nada que su adorada Adara no mereciera, de hecho, ella merecía todo, todo lo mejor del mundo. Aquella tarde la llevaría a un paseo, luego una romántica cena, una propuesta de matrimonio y terminar la noche enredado bajo sus sábanas, era el plan para un día perfecto, pensó en su exótica mirada cargada de deseo, sus hermosos ojos verde esmeralda brillando, como los de un ansioso felino que va tras su presa. Ella lo había enamorado completamenteSe habían conocido hacia poco más de un año, ambos habían asistido a la celebración de una subasta benéfica, allí un amigo en común les había presentado... Él un reconocido Ceo, dedicado a sus negocios, viudo hacia ya siete años, entregado absolutamente al empeño de convertir sus empresas en las número uno del país, ella... una exquisita modelo, jóven, hermosa, dotada de una gracia única, unos delicados movimientos, una sutíl elegancia, perteneciente a una importante familia. Al principio, ambos se vieron como la posible diversión del momento, no tardaron en fundirse en la alocada pasión, poco después, Alexander le habia pedido oficialmente ser su novia, desde ese momento habían sido vistos en muchos lugares juntos, ella le acompañaba siempre del brazo, él ajustaba sus horarios para siempre estar presente en sus eventos de modelaje más importante, así habían formado una formidable pareja.
Adara, había tomado maravillosamente la noticia de que él tuviese una pequeña hija, en sus planes próximos, no deseaba ser madre, por los cambios físicos que aquello generaría en su cuerpo, al menos, no por el momento, cuándo su carrera se encontraba en la cúspide, ya que estaba llena de contratos y solicitudes, y aunque hasta el momento no había sido presentada ni a la madre, ni a la hija de Alexander, por motivos de trabajo, con la presencia de Regina, ella podría experimentar la maternidad de alguna manera, Alexander le había advertido que aquello no sería sencillo Regina, a pesar de ser muy jóven podría ser considerada como mimada, consentida, grosera y un poco altanera, y Alexander siempre justificaba el mal caracter de la infante con la ausencia de la figura materna, por más que la madre de Alexander se había esforzado en llenar el vacio de la difunta madre, para Regina resultaba muy desgarrador crecer sin su madre, por lo tanto Alexander intentaba complacerla en todo para no causarle más tristezas a su pobre hija...Tuvo toda la intensión de arrojar el celular al escritorio, sin embargo decidió marcarle a Adara, para confirmar que estaría libre y saldrían, marcó el número y esperó, al tercer timbre la dulce voz de Adara inundó sus oídos, arrancándole una sonrisa.—Hola, baby.—Cariño— dijo tiernamente— ¿Cómo te encuentras?—Bien, baby, intentaba descansar un poco.—No me dijiste que estarías libre hoy. —Hubo cambios de planes de último momento, me cancelaron la sesión de fotos para la revista, baby, así que pude tomar un día libre, despues de sabrá Dios, cuánto tiempo.—Trabajas demasiado, belleza. Sabes que podrías dejarlo si quisieras, ¿Cierto?—Por supuesto Baby, lo sé, sin embargo sabes lo mucho que amo modelar, por muy extenuante que sea, es algo que disfruto mucho, mi amor.—Lo sé, cariño, solo que a veces pienso que descansas muy poco y eso me preocupa, para mí lo primordial es, tu bienestar y estabilidad.—Pero siempre estoy para ti— dijo en tono sensual.— Invitame a cenar a un lindo restaurante.—Haz leído mi mente, querida, te llamo para invitarte a cenar.—Por supuesto que acepto, baby. ¿A qué hora pasaras por mi?—Sobre las ocho, tengo un día ocupado, ¿Te parece?—Si— dijo animadamente— me pondré un hermoso vestido.—Y yo disfrutaré quitándotelo...— dijo con voz cargada de un pofundo deseo.—Estaré esperando ansiosa. Hasta entonces mi amor, nos vemos a las ocho, quizás decida omitir la ropa interior— dijo y rió como niña traviesa.—Me encanta la idea, cariño, ahora debo dejarte, te veré esta noche.—Estaré esperando.—Te amo, Alexander.—Y yo te amo a ti, belleza— la escuchó arrojarle un beso, sonrió y cortó la comunicación, dejó el celular sobre el escritorio y suspirando se recargó de la silla...Esperaba que Adara no se sintiese muy sorprendida por la propuesta, le ponía un poco nervioso ser rechazado, la amaba, era obvio que quería que dijese que si, estaba seguro de que su madre la aceptaría en cuánto la conociera, y con un poco de suerte, Regina también la aprobaria.Regina... su pequeña, testaruda y consentida hija, qué dificil era lidiar muchas veces con ella, no quería ni imaginar toda la rebeldía que llegaría con la adolescencia... pero no la juzgaba, intentaba darle todo el amor posible, para él fue dificil perder a su esposa, para Regina era terriblemente doloroso y frustrante crecer sin una madre, esperaba que ella pudiese encontrar en Adara, una madre y que Adara, pudiese encontrar también satisfacción en la vida de su pequeña hija.Suspiró.Vivir no era facil, de hecho, era muy complicado, deseaba poder tener más tiempo libre para compartir con su pequeña, la amaba, pero él era torpe, un padre soltero que no terminaba de entender, aunque habían pasado ocho años ya, cómo debía llevar la relación con su hija, esperaba poder formar una familia estable, dónde su hija pudiese abandonar el internado y vivir con él, construir recuerdos inolvidables y darle todo ese amor que sentía por ella, pero que no sabía cómo expresar.Adara...
Adara estaba libre, su primer día libre en mucho tiempo, entonces, ¿Qué estaba esperándo para ir por ella?, la agenda de ella era inaplazable, sus días libres, muy poco, por su parte, él si podía reorganizar su agenda para pasar el día juntos, tomó el celular para llamarle y decirle que iría, pero decidió sorprenderla, de camino compraría rosas, una buena botella de vino tinto, y pasarían el día enrollado en las sábanas. Echó el celular al bolsillo de la chaqueta de su traje, apagó el computador y salió de su oficina, su secretaria alzó la vista, sus dos guardaespaldas se acercaron a él con sus rostros inexpresivos, esperando ordenes.—Ava...—¿Si, señor Harrison?— se puso en pie.—Cancela mi agenda, no volveré hasta mañana.—De acuerdo, señor— la mujer asintió, luego él se giró hacia sus hombres.—Nos vamos, ahora mismo— ambos hombres asintieron en silencio y Alexander abandonó sus oficinas sintiendo la ansiosa alegría de la anticipación, de pasar el día con la mujer que amaba.El trayecto fue tranquilo, tres paradas, una para comprar unos deliciosos postres de chocolate, Adara los amaba aunque intentaba no comerlos con frecuencia, la segunda parada para comprar un deliciosa botella de vino tinto y la tercera, para comprar dos docenas de rosas rojas, quería sorprenderla con esos hermosos detalles que su querida Adara, amaba. El apartamento de ella era hermoso, muy elegante y estratégico, subió al quinto piso, seguido de sus hombres, introdujo su llava en la puerta y luego tomó las rosas y la botella.—Ustedes, esperen aquí.—Por supuesto, señor— respondieron al unísono. Entró, cerrándo tras él, se encaminó a la sala, para colocar las rosas, y luego ir a la cocina por un par de copas, su amada le había dicho que intentaba descansar así que posiblemente estuviese dormida.Pero no.No.No era posible.Al llegar a la elegante y bien decorada sala se detuvo, al igual que su respiración y sus latidos... aquello no... era imposible. El apartamento de Adara, era e
Gianna, lo miró confundida...¿Un trato?, ¡De qué hablaba ese hombre?—Yo...No sé si...—No pierde nada con escucharme, escuchar cuál es mi propuesta y así podrá decidir si le conviene o no, mi nombre es Alexander Harrison.-—Soy Gianna— terminó de secar las lagrimas, antes de sorber una vez más por la nariz— Gianna Santos, es un gusto señor Harrison.—Es un placer—le sonrió—y bien, ¿Me acepta el café?, quizás sirva para desahogarse un poco y...si no está de acuerdo con mi propuesta, yo mismo la escoltaré a su casa.—¡Mi casa!—gimió desconsolada, la casa que compartía con Ethan, no podía quedarse a vivir allí, y Melly acababa de mudarse con su novio, así que no podría recibirla, no tenía a nadie más y al orfanato, no podía volver... no tenía a nadie, ni a nada en el mundo y aquello resultaba realmente desesperanzador...su casa, no creía tener un lugar que pudiese llamar así.—Lo siento—dijo él al verla llorar de nuevo— puedo llevarla a donde usted, quiera.—Aceptaré su café—dijo con v
—¿Qué sea su qué?— Gianna, abrió los ojos enormes y miró al hombre como si hubiese enloquecido.—Mi esposa, no, no me mire así, que no estoy hablando, obviamente de un matrimonio convencional, sino de un matrimonio que nos convenga a ambos.—No...no comprendo... esto debe ser una broma y le advierto ue de ser así, es una de muy mal gusto, usted y yo, ni siquiera nos conocemos.—Sé que suena bastante...alocado, señorita Santos, pero considerelo como que le estoy ofreciendo un empleo y uno con una excelente paga, además de darle la oportunidad de huir desea lo que suea que le atormente.—¿Desde cuándo ser esposa es un empleo?— no le daba crédito a sus oídos.—Puede serlo, escúcheme, tuve una mujer que sería mi prometida, el día de hoy descubrí que...que eso no es posible— Gianna lo miro fijamente, al parecer aquel era el día de descubrir malas noticias.—¿Me está diciendo que contrató una prometida?— le miró como si realmente hubiese perdido la cordura.—No, no, señorita Santos, tuve un
Gianna, se mantuvo en total silencio después de darle al chofer del señor Harrison la dirección del que había sido su hogar hasta ahora, luchaba por mantener las lágrimas que hacían su propia lucha por deslizarse de manera libre por sus mejillas.—Sé que ahora mismo todo parece estar mal— le dijo él con voz profunda—para ambos, sin embargo todo puede mejorar, le pido que tenga un poco de confianza— ella se giró hacia él y lo miró a través de la cortina de lágrimas, sintiéndose incapaz de reponder a sus palabras y con un enorme nudo en la garganta solo asintió y se volvió a girar para mirar por la ventana. En cuánto llegaron a la dirección indicada, ella suspiró, subió al apartamento, seguida de Alexander y uno de los guardaespaldas, hasta que se encontró frente a la puerta, intentándo luchar con el temblor de sus manos para poder insertar la llave en la cerradura. Alexander, le tomó la temblorosa mano y le miró fijamente a los ojos cristalinos.—Permitame hacerlo— ella asintió ent
No había podido dormir nada, y llego la hora de la cena, aunque no tenía ni un poco de apetito, decidió que negarse sería descortez con su anfitrion, así que salió de la cama y se colocó rápidamente algo de maquillaje para corregir sus ojos enrojecidos, se peinó un poco, dejándo su cabello suelto, unas delicadas sandalias para acompañar su atuendo, así salió de la habitación, caminando por el pasillo, observándo todo a su paso, llegó a lo que parecía ser el recibidor, Alexander Harrison estaba allí, elegante y pulcramente vestido, la miró seriamente. —Señorita Santos, ¿ha logrado descansar algo? —No mucho, para ser sincera— dijo apenada— pero el cuarto está precioso, le agradezco.— dijo y él sonrió con amabilidad. —¿Una copa antes de la cena? —No suelo beber— suspiró—lo he hecho en muy pocas ocasiones. —No se preocupe, una copa de vino suele ser buena compañera.— contrario a sus palabras se dirigieron a la mesa que estaba fuera en un balcón más amplio que el de la habitación de e
Alexander Harrison, miró fijamente a la mujer sentada frente a él, Gianna Santos mantenía la mirada fija en él.—¿Está segura de su decisión? — preguntó fijamente— no le diré que no espero que acepte, de hecho, quisiera que lo hiciera, pero realmente espero que lo haga consiente de todo lo que implica, y segura de que en el futuro no va a arrepentirse de la decisión que está tomando el día de hoy.—No necesito pensarlo ni un minuto más, estoy completamente segura de la decisión que estoy tomando, acepto casarme con usted, y comprendo perfectamente los alcances de mi decisión. Solo necesito que aclaremos algunos detalles, o en su defecto, que me diga cuál será mi papel, qué es lo que espera realmente de mí, y cuando comenzaremos con esto.—¿Está dispuesta a firmar el contrato de confidencialidad, el acuerdo matrimonial y el acuerdo prenupcial el día de hoy?, si está segura de que está tomando la decisión correcta, podemos contraer matrimonio hoy mismo— Gianna, lo miró con decisión.—Fi
Alexander la observó fijamente a medida que caminaba con paso decidido hacia él, agradecía el hecho de que ella hubiese aceptado su propuesta. Tenía la leve sospecha de que ella lo rechazaría, sin embargo la llamada recibida de parte de su ex novio, había facilitado las cosas para él. Ethan, Ethan Maxwell. No había mentido, aquel apellido pertenecía a una de las familias más respetables de aquella ciudad, los Maxwell eran sinónimo de dinero, poder y estatus, le resultaba curioso como una joven como Gianna Santos, había terminado envuelta en aquel circulo. Gianna Santos, llegó frente a él y lo miró en silencio. —Ha demorado menos de lo que esperaba. —Suelo ser rápida— dijo a modo de justificación— al menos para vestirme. —Ha quedado usted preciosa— la halago con amabilidad. —Gracias. —Si está lista, podemos irnos ahora mismo. —Cuando usted así lo disponga— él la miró de forma extraña. —En cuanto hayamos firmado, debemos deshacernos del usted. —Así será— dicho aquello salieron
Los ojos de Alexander, se mantuvieron fijos en la mirada azul de Gianna, pasó saliva ante sus palabras, no sabía interpretar con exactitud lo que veía en sus ojos... ¿Preocupación?, ¿Miedo?—Lo lamento Gianna, pero no es una broma. Realmente es Adara Black.—¿Intentas decirme que tu ex, es una top model? de hecho, una de las más emblemáticas del país, todas sueñan con ser como ella. Esto es difícil...— se puso de pie preocupada—¿Cómo le dirás qué te has casado?... Ésto es complicado Alexander, yo...—No tiene por qué serlo, no importa quién sea mi ex, ahora eres mi esposa, la señora Harrison. —Ella sabrá que este matrimonio...—¿Que importa lo que ella sepa o crea?, nada va a cambiar Gianna, eres mi esposa. Por favor, ten seguridad, te respetaré y daré tu lugar en todo momento, no te intimides, confía en mí. —Para ti es fácil— dijo caminando— ella es una super modelo, y yo soy solo Gianna, estamos hablando de que soy la suplente de Adara Black. ¡Santo Dios!— cerró los ojos para tran