Alexander la observó fijamente a medida que caminaba con paso decidido hacia él, agradecía el hecho de que ella hubiese aceptado su propuesta. Tenía la leve sospecha de que ella lo rechazaría, sin embargo la llamada recibida de parte de su ex novio, había facilitado las cosas para él. Ethan, Ethan Maxwell. No había mentido, aquel apellido pertenecía a una de las familias más respetables de aquella ciudad, los Maxwell eran sinónimo de dinero, poder y estatus, le resultaba curioso como una joven como Gianna Santos, había terminado envuelta en aquel circulo. Gianna Santos, llegó frente a él y lo miró en silencio. —Ha demorado menos de lo que esperaba. —Suelo ser rápida— dijo a modo de justificación— al menos para vestirme. —Ha quedado usted preciosa— la halago con amabilidad. —Gracias. —Si está lista, podemos irnos ahora mismo. —Cuando usted así lo disponga— él la miró de forma extraña. —En cuanto hayamos firmado, debemos deshacernos del usted. —Así será— dicho aquello salieron
Los ojos de Alexander, se mantuvieron fijos en la mirada azul de Gianna, pasó saliva ante sus palabras, no sabía interpretar con exactitud lo que veía en sus ojos... ¿Preocupación?, ¿Miedo?—Lo lamento Gianna, pero no es una broma. Realmente es Adara Black.—¿Intentas decirme que tu ex, es una top model? de hecho, una de las más emblemáticas del país, todas sueñan con ser como ella. Esto es difícil...— se puso de pie preocupada—¿Cómo le dirás qué te has casado?... Ésto es complicado Alexander, yo...—No tiene por qué serlo, no importa quién sea mi ex, ahora eres mi esposa, la señora Harrison. —Ella sabrá que este matrimonio...—¿Que importa lo que ella sepa o crea?, nada va a cambiar Gianna, eres mi esposa. Por favor, ten seguridad, te respetaré y daré tu lugar en todo momento, no te intimides, confía en mí. —Para ti es fácil— dijo caminando— ella es una super modelo, y yo soy solo Gianna, estamos hablando de que soy la suplente de Adara Black. ¡Santo Dios!— cerró los ojos para tran
Alexander, caminó junto a Gianna hasta la puerta de la oficina, al salir caminaron en silencio, uno junto al otro. —Ava...—¿Si, señor Harrison?— la mujer lo miró interrogante. —Comunica al servicio de seguridad del edificio, que la señorita Black, tiene la entrada prohibida— Ava le miró con ojos enormes de sorpresa— apartir de hoy, y no me importa cuan insistente pueda ser, no puede entrar. —Como usted diga, señor. —Cancela mi agenda para el resto del día, y confirma mis reuniones para mañana. — Se giró hacia Gianna— te presento a mi esposa, la señora Harrison — Ava, la miró estupefacta, como quien no le da crédito a sus oídos — si algún día llega a necesitarme, no dudes en darle acceso a mi oficina. —Por...por supuesto, señor...— miró a Gianna— un placer... señora Harrison, estoy a su servicio. —Muchas gracias, Ava— le dedicó una enorme sonrisa. Ava no entendía lo que estaba ocurriendo, pero era evidente que preguntar estaba fuera de los límites. Alexander y Gianna, se despidie
Gianna tomó el artefacto y con una sonrisa marcó el número de su amiga, al tercer timbre ella respondió. —¿Hola?—Hola Melly, soy Gianna...—¡Oh, Santo Dios!— la escuchó exclamar con voz ahogada. —¡ por todos los cielos, Gianna!, ¿Estás bien?, dime qué estás bien. —Tranquila, tranquila Melly, estoy bien. Lamento no haberme comunicado antes... Ethan me ha llamado así que he descompuesto mi celular.—Ahora entiendo porque no atendiste las mil llamadas que te hice... ¿dónde estás?—Han pasado tantas cosas, Melly— suspiró sin poder creer el enorme giro que había dado su vida en tan solo un par de días. — Demasiadas para contarlas por celular. —Mañana será mi día libre, quiero verte. Por favor, necesito asegurarme de que estás bien. ¿ dónde has estado?, estoy tan preocupada Gianna... tú estabas tan mal, te juro que temí...—Lo puedo intuir, pero no haría algo como eso— elevó los ojos mirando a Alexander, quién le regaló una amplia sonrisa— te prometo que mañana te contaré todo... cómo es
Un nuevo día había llegado, los cálidos rayos del sol dejaban ver un hermoso día. Gianna salió de la cama y se fue directamente al cuarto de baño, después de hacer sus necesidades y asearse, salió del cuarto de baño envuelta en una toalla, hoy iría a ver a Melly, y quería apresurarse para desayunar con Alexander antes de que se marchara a la oficina. Al llegar a su enorme vestidor, vio colgada las muchas prendas que su esposo le había comprado, en compañía de las prendas que ya tenía. Decidió usar un hermoso vestido color azules rey, era perfecto, suave, elegante y se ajustaba a su cuerpo. Secó su cabello y lo dejó suelto, el maquillaje del día, profundizaba el intenso azul de sus ojos, y sus labios a penas tenían un brillo labial, que les daba una apariencia jugosa, haciéndolos ver más apetecible. un pequeño bolso a juego con sus hermosos tacones de color negro y estuvo lista, en cuanto salió al pasillo, se encontró con una de las jóvenes del servicio. —Buenos días — le saludó con
Ethan abrió los ojos enormes, al escuchar las palabras de aquel hombre, ¿Él acababa de dirigirse a su Gianna con el apelativo de señora?, ¿ por qué diablos la llamaba señora?—¿Señora?— preguntó Ethan con la mirada turbada y las pulsaciones aceleradas.—¿Acaba de llamarte, señora?—Suéltame— le dijo con dientes apretado, Ethan observó como los azules ojos de Gianna se habían oscurecido, la conocía, la conocía perfectamente y sabía que estaba muy enojada, podía ver tanta rabia, tanto enojo en sus ojos que hasta podría haber jurado que era odio. —Déjala de una vez por todas, desgraciado—exclamó una furiosa Melly. —Suéltela, ¿No ha escuchado?— habló el segundo guardaespaldas, ejerciendo mucha presión en el brazo que la sostenía. —Ya— respondió abriendo su mano completamente extendida para que el hombre pudiera percatarse de que no mentía— la he soltado. —Manténgase alejado— respondió uno de los hombres interponiéndose entre ella y Ethan. —¿Qué sucede, Gianna?, ¿ Por qué tienes guarur
Sentada en el asiento del avión, Gianna luchaba por respirar, estaba demasiado nerviosa, sentía deseos de vomitar o echarse a llorar, sintió cómo el avión comenzaba a avanzar y no pudo contener una fuerte respiración. Alexander se giró hacia ella y la miró con ojos llenos de comprensión. —¿Tienes miedo a volar?— preguntó observando sus ojos muy abiertos. —Nunca lo he hecho— respondió con voz ahogada— es mi primera vez, no es como que en el orfanato nos llevaran a muchos países. — terminó con ironía. Él extendió su mano tomando la de ella, entrelazando sus dedos, brindándole apoyo, inmediatamente Gianna lo presionó con fuerza— lo siento, pero tengo mucho miedo. —No te preocupes, puedes cortar mi circulación sanguínea— le regaló una linda sonrisa— viajar en vuelo privado tiene sus ventajas. —Me imagino que al tener tu propio avión, puedes volar siempre que lo desees. —No siempre, en ocasiones deseo volar lejos de todo, pero las responsabilidades me reclaman— Gianna lo miró.— verás
Nada más pisar tierra, los estaba esperando un lujoso auto, elegante, negro, un hombre maduro, los recibió con una cálida sonrisa. —Bienvenido a casa, señor. — le dijo e inclinó su rostro hacia Gianna. —Muchas gracias, Mike— respondió Alexander amablemente— te presento a mi esposa, la señora Gianna Harrison. —Señora, es todo un placer recibirle, soy Mike y estoy a sus órdenes. —Muchas gracias, Mike, el gusto es todo mío— Mike era alto, un hombre avanzado en edad, de brillantes ojos miel, sonrisa dulce y un cabello tan rubio que parecía reflejar los rayos del sol. —Querida— le dijo Alexander dirigiéndose a ella con una sonrisa— Mike se encargará del equipaje, por favor espera en el auto, conversaré con el capitán. —Por supuesto — respondió con dulzura y caminó obedientemente al auto, dónde Mike le abrió la puerta dándole ingreso, se sentó y solo allí se dió cuenta de que estaba agitada, ¿Por qué razón?, por supuesto que no era porque Alexander la hubiese llamado; querida, era sol