Un nuevo día había llegado, los cálidos rayos del sol dejaban ver un hermoso día. Gianna salió de la cama y se fue directamente al cuarto de baño, después de hacer sus necesidades y asearse, salió del cuarto de baño envuelta en una toalla, hoy iría a ver a Melly, y quería apresurarse para desayunar con Alexander antes de que se marchara a la oficina. Al llegar a su enorme vestidor, vio colgada las muchas prendas que su esposo le había comprado, en compañía de las prendas que ya tenía. Decidió usar un hermoso vestido color azules rey, era perfecto, suave, elegante y se ajustaba a su cuerpo. Secó su cabello y lo dejó suelto, el maquillaje del día, profundizaba el intenso azul de sus ojos, y sus labios a penas tenían un brillo labial, que les daba una apariencia jugosa, haciéndolos ver más apetecible. un pequeño bolso a juego con sus hermosos tacones de color negro y estuvo lista, en cuanto salió al pasillo, se encontró con una de las jóvenes del servicio. —Buenos días — le saludó con
Ethan abrió los ojos enormes, al escuchar las palabras de aquel hombre, ¿Él acababa de dirigirse a su Gianna con el apelativo de señora?, ¿ por qué diablos la llamaba señora?—¿Señora?— preguntó Ethan con la mirada turbada y las pulsaciones aceleradas.—¿Acaba de llamarte, señora?—Suéltame— le dijo con dientes apretado, Ethan observó como los azules ojos de Gianna se habían oscurecido, la conocía, la conocía perfectamente y sabía que estaba muy enojada, podía ver tanta rabia, tanto enojo en sus ojos que hasta podría haber jurado que era odio. —Déjala de una vez por todas, desgraciado—exclamó una furiosa Melly. —Suéltela, ¿No ha escuchado?— habló el segundo guardaespaldas, ejerciendo mucha presión en el brazo que la sostenía. —Ya— respondió abriendo su mano completamente extendida para que el hombre pudiera percatarse de que no mentía— la he soltado. —Manténgase alejado— respondió uno de los hombres interponiéndose entre ella y Ethan. —¿Qué sucede, Gianna?, ¿ Por qué tienes guarur
Sentada en el asiento del avión, Gianna luchaba por respirar, estaba demasiado nerviosa, sentía deseos de vomitar o echarse a llorar, sintió cómo el avión comenzaba a avanzar y no pudo contener una fuerte respiración. Alexander se giró hacia ella y la miró con ojos llenos de comprensión. —¿Tienes miedo a volar?— preguntó observando sus ojos muy abiertos. —Nunca lo he hecho— respondió con voz ahogada— es mi primera vez, no es como que en el orfanato nos llevaran a muchos países. — terminó con ironía. Él extendió su mano tomando la de ella, entrelazando sus dedos, brindándole apoyo, inmediatamente Gianna lo presionó con fuerza— lo siento, pero tengo mucho miedo. —No te preocupes, puedes cortar mi circulación sanguínea— le regaló una linda sonrisa— viajar en vuelo privado tiene sus ventajas. —Me imagino que al tener tu propio avión, puedes volar siempre que lo desees. —No siempre, en ocasiones deseo volar lejos de todo, pero las responsabilidades me reclaman— Gianna lo miró.— verás
Nada más pisar tierra, los estaba esperando un lujoso auto, elegante, negro, un hombre maduro, los recibió con una cálida sonrisa. —Bienvenido a casa, señor. — le dijo e inclinó su rostro hacia Gianna. —Muchas gracias, Mike— respondió Alexander amablemente— te presento a mi esposa, la señora Gianna Harrison. —Señora, es todo un placer recibirle, soy Mike y estoy a sus órdenes. —Muchas gracias, Mike, el gusto es todo mío— Mike era alto, un hombre avanzado en edad, de brillantes ojos miel, sonrisa dulce y un cabello tan rubio que parecía reflejar los rayos del sol. —Querida— le dijo Alexander dirigiéndose a ella con una sonrisa— Mike se encargará del equipaje, por favor espera en el auto, conversaré con el capitán. —Por supuesto — respondió con dulzura y caminó obedientemente al auto, dónde Mike le abrió la puerta dándole ingreso, se sentó y solo allí se dió cuenta de que estaba agitada, ¿Por qué razón?, por supuesto que no era porque Alexander la hubiese llamado; querida, era sol
Gianna despertó, aún sin abrir los ojos comenzó a desperezarse, sintiendo que había dormido muy bien, en cuanto abrió los ojos tardó unos segundos en reconocer dónde estaba, giró el rostro en busca de Alexander, allí estaba él, aún dormido con el rostro completamente relajado y los labios levemente separados, su pecho estaba al descubierto, no sabía en qué momento de la noche se había quitado su camisa de pijama, la sábana había desaparecido por completo y el gran cuerpo del hombre solo estaba cubierto por sus pantalones. Gianna no pudo evitar percatarse de lo atractivo que era, Alexander Harrison era sin lugar a dudas el hombre que cualquier mujer desearía, y no lo decía por su inmensa fortuna y ascendencia aristocrática, no, lo decía porque era bueno, atento, noble, cariño, nunca se le escapaba un detalle por pequeño que fuese, además era muy atractivo, con esa estatura privilegiada...Él se movió y suspiró a la vez que abrió los ojos, Gianna sintió vergüenza al verse descubierta mi
—¡Regina!— exclamó su padre completamente avergonzado de la actitud grosera de su hija, aunque era evidente que la estaba reprendiendo su tono era suave y sereno. —¿Sí?— la niña se detuvo junto a Mike y se giró para ver a su padre.—Déjalo, querido— respondió Gianna colocándose de pie, dejó reposar una mano en el pecho del hombre— Regina debe estar agotada, ya tendremos tiempo de conversar. —Pero...—Pierde cuidado, pongámonos en marcha. — se giró para ver a la niña, quién permanecía muy seria mientras ella le dedicó una amplia sonrisa La niña se subió al auto rápidamente. —Lo siento, Gia— se disculpó él. —Tranquilo, todo está bien— le aseguró— es hermosa, aunque muy seria para su edad— dijo riendo débilmente. — subiré adelante con Mike, de esa manera podrás sentarte con ella. —Podríamos ir los tres en la parte trasera. —Demosle algo de tiempo— respondió y él asintió. Subieron al auto de aquella manera y emprendieron la marcha. —Regina...— empezó él después de unos minutos de s
El teléfono de Alexander comenzó a sonar, sacándolos así de aquel momento de intimidad y apoyo que compartían. —Lo siento— se disculpó buscando el aparato y observando la pantalla— es mi madre...—suspiró antes de responder la llamada.— Hola, madre. ¿cómo estás?—Alexander Harrison, que poco te importa tu madre— le recriminó— tengo días sin saber de ti. —Lo siento, han sido días agitados — se excusó. —Siempre dices lo mismo, me agota escucharte. ¿Dónde estás?, Regina estaba lista, te esperaría el día de hoy. —Estoy en Irlanda, si es lo que te preocupa, estoy en Clontarf. —Eso me alegra, querido hijo mio— el tono de la madre se suavizó al saber lo cerca que tenía a su único hijo. —Esta mañana he ido por Regina al internado, no debes preocuparte por eso. Mañana por la mañana iremos a Tipperary, iremos a pasar una temporada contigo, así podrás conocer a Gianna, mi esposa. —¡Oh por Dios, ya eres un hombre casado!, eres más ingrato de lo que pensaba, Alexander, espero hayas hecho una
Gianna parpadeó con rapidez, tratando de tranquilizar las fuertes palpitaciones de su desbocado corazón. "Respira Gianna, respira"—¿Besarme?— lo miró a los ojos y sin poder evitarlo la mirada descendió hasta su boca, para ascender nuevamente a sus ojos. —Si...— respondió él suavemente— es que... Regina nos está viendo, démosle lo que... necesita. El CEO no pudo evitar mirar los carnosos labios de la jóven, parecían jugosos, anhelantes, unos labios hechos para ser besados. —Te dije que...— tragó el nudo en su garganta — que no habrían problemas, puedes besarme cada vez que... lo creas necesario. Somos adultos, podemos manejarlo— aseguró ella para convencerse, sin comprender por qué estaba tan nerviosa. —Si, podemos manejarlo...Bien...— Alexander extendió la mano y acarició el femenino y delicado mentón, Gianna contuvo la respiración, luego la mano se deslizó hasta la parte posterior de su cabeza y de forma lenta la acercó a él, Gianna mantuvo la mirada en aquellos bonitos ojos, ate