Se separaron y se miraron a los ojos fijamente y en silencio, Alexander estaba encantado con la imágen que recibía de ella en aquel momento; Su cabello despeinado, sus mejillas enrojecidas, sus labios hinchados de tanto besar y ser besados, y la piel sudada y temblorosa. Un nuevo llamado...—Maldición...— susurró frustrado, quitándose de sobre Gianna se sentó en la cama, rápidamente ella hizo lo mismo— ¡¿Quién es?!— preguntó fuertemente. —Soy yo, papá, Regina... ¿Puedo pasar?— ellos se miraron.—Dame un momento, Tesoro— respondió a su hija— dame un minuto, yo te digo cuando pasar— Dicho aquello se giró hacia Gianna comprendiendo que el momento de arrebatadora pasión se había esfumado— No me disculparé, Gia— dijo con voz enronquecida— ni diré que esto no debió suceder, que fue un error, ni que estoy arrepentido, porque yo odio las mentiras — ella sonrió.—Espero que no quieras que me disculpé, porque tampoco lo haré — respondió— pero...—¡¿Padre, ya puedo entrar?!—Un momento, cariño
Alexander bajó del vehículo después de apaga el lo, abrió la puerta trasera ayudando a su hija a salir, caminó para hacer lo mismo con Gianna, pero ella ya había salido, estaba impresionada ante la infraestructura frente a ella, lo intentaba, juraba que intentaba no sentirse pequeña pero así era como se sentía. —Y bien— Alexander llegó hasta ella, tomado d ella mano con Regina, la tomo a ella de la cintura pegándole a su cuerpo— ¿Te gusta? —Me encanta, es impresionante, Alex, me imaginaba una casa de campo, jamás un castillo. —Te mencioné que la familia de mi madre asciende hasta la aristocracia del país, además Irlanda es el país de los acantilados y los castillos, verás más castillos en Irlanda que en cualquier otra parte del mundo— dijo orgulloso.—Entremos de una vez, quiero ver a la abuela— intervino la niña inquieta. —Vamos...— Alexander tomó de la mano a Gianna y se encaminó a la casa, con su hija y su esposa, en un perfecto trío. Las puertas del lugar estaban abiertas, ing
La cena había sido muy amena, y a pesar del rostro amable de la matriarca en cuanto miraba a su nieta, solo bastaba que sus ojos se podrán en Gianna para que se mostrarán serios y reflexivos. Mucho después se habían retirado a sus habitación, Alexander entró al cuarto de baño para poco después salir con su pantalón de pijama.—Es mi turno— dijo ella sonriendo y dirigiéndose al cuarto de baño, intentando no mirar su pecho desnudo. Al entrar se observó en el espejo—¿Qué sucede contigo, Gianna?—le preguntó al reflejo, sin comprender por qué el cuerpo de Alexander le ocasiona tanto deseo, desde la noche anterior, no había podido dejar de pensar en él, de desear sus besos, de imaginarse la forma en la que acariciaría su cuerpo, la formar en la que le haría el amor, seguramente sería muy ardiente, algo que no olvidaría jamás, pero... Se miró al espejo observando su pecho agitado, sus labios separados para poder respirar mejor, sus pupilas dilatadas... ¿Cómo era posible que Alexander Harris
—¿Estás bien, Gia?— preguntó él después de largo rato, mientras le acariciaba la espalda desnuda. —Si, claro, estoy bien— se alejó de él, mirándolo fijamente a los ojos, se mordió el labio. —Me ha encantado— le acarició el cabello. —A mi también me ha gustado muchísimo— admitió con sinceridad— y aunque ha sido delicioso—se mordió el labio inferior— sigo sin estar segura de que involucrar el sexo sea buena idea.—¿Por qué no?— quiso saber, los senos a la altura de su cara, reclamaban su atención y sin poder contenerse extendió las palmas, deslizándolas por los pezones aún erectos y sensibles, Gianna gimió. —Alex... mantén esas manos quietas, por favor— lo reprendió y el Ceo hizo un ridículo puchero, extendió la mano buscando la prenda y ayudándola a colocarsela le dijo;—No quisiera hacerlo, pero si vamos a hablar debes cubrir ese delicioso cuerpo, Gianna.— ella sonrió y haciendo ademán de bajarse de sobre él, Alexander oprimió sus caderas.— No, mantente allí, querida— suspiró— la
El viaje a Nenagh, estaba resultando increíble, Gianna no podía dejar de admirar las inmensas colinas verdes, o las grandes extensiones de vegetación, Irlanda era preciosa, razón tenían de llamarla el país esmeralda, o el país más verde del mundo, la belleza natural que poseía resultaba impactante al ojo humano, Gianna no alcanzaba a comprender la majestuosidad del lugar. Cuando atravesaron la ciudad todo resultaba igual de hermoso, las grandes casas, las enormes estructuras arquitectónica, lo imponente de los castillos, estaba agradecida con Alex, otorgarle esa oportunidad de conocer un lugar tan hermoso a ella, precisamente a ella que jamás pensó siquiera salir de su ciudad, ahora resultaba que estaba del otro lado del mundo. ¿Quien lo hubiese imaginado?Comenzaba a amar a Irlanda, con sus enormes extensiones verdes. Por petición de la madre, Alexander iba al volante, Gianna había ocupado el lugar del copiloto, mientras que ella y la pequeña Regina ocupaban la parte trasera del au
Cuando Gianna abrió los ojos al día siguiente, se encontró sola en la cama, al parecer Alexander había decido madrugar, puesto que eran muy pocas las veces que llegaba a despertar estando sola en la habitación, así que salió de la cama en dirección al cuarto de baño, para hacer sus necesidades matutinas, así como tomar una ducha. Decidió que aparentaba ser un día caluroso, así que decidió usar un hermoso vestido blanco ajustado a su cuerpo con estampado con flores, peinó su cabello y lo dejó suelto, al observarse frente al espejo descubrió que su apariencia era juvenil y fresca. Estaba por salir de la habitación cuando la puerta se abrió dándole paso a Alex, quien llegaba con prendas deportivas y sudoroso. —Buen día, Gia— los recuerdos de la noche anterior la hicieron sentir calor en sus mejillas. — He salido a correr un poco. —Hola, Alex me extraño no verte cuando desperté. —Un poco de ejercicio matutino. Tomaré una ducha... por cierto, hermoso vestido, se te ve muy bien. —Gracia
Almorzaban tranquilamente aquella tarde, Regina no paraba de contar anécdotas del instituto, y Gianna contaba algunas de orfanato, Alexander a su lado, no paraba de mirarla y sonreírle, Aurnia se sentía feliz con aquel ambiente familiar tan cálido. —Y entonces, corrió a toda prisa y la profesora, terminó cayendo en el pasillo, estaba furiosa—rió Regina— lo echaron un mes entero del instituto, además le advirtieron que de suspenderlo nuevamente, estaría definitivamente expulsado. —Terrible, pobre profesora...—Disculpen la interrupción,pero acaban de llegar los señores y la señorita Mc Gowan. — decía Juliet con una sonrisa. — Gianna sintió de inmediato la tensión en Alex, se quedó completamente rígido, sus labios presionados en un rictus severo. ¿Quienes eran para generar aquel cambio en él?, por debajo de la mesa, extendió su mano y la colocó en su muslo, Alex colocó su mano sobre la de ella, estaba frío, presionó un poco y luego entrelazó sus dedos. —¡Oh, así que al fin decidieron
Después de despedir a los que se marchaban al pueblo para su tarde de paseo, Gianna suspiró, aquello significaba que los visitantes se hospedarian con ellos y la verdad le preocupaba la actitud de Kelsey, esperaba que no se convirtiera en un problema para ellos. Siguiendo la sugerencia de Alexander cambiaron sus atuendos para poder salir a cabalgar, Jeans ajustados, botas y una linda camisa a cuadros de media manga, había decidido trenzar su rubia cabellera en una sola y gruesa trenza que hizo descansar sobre su hombro derecho, Gianna se sintió como una chica del lejano oeste. Alexander estaba muy atractivo, Jean negros, botas y una camisa clara, por petición de él, Martha les había preparado una cesta para llevar, una manta, algo de fruta, unos postres y unos sandwiches, además de una bebida. Gianna estaba feliz, pasarían una tarde diferente. Alexander se subió al caballo con mucha seguridad, y la miró desde la altura.—Ven, Gianna, coloca el pie allí yo te ayudaré a subir. —¿Y s