Almorzaban tranquilamente aquella tarde, Regina no paraba de contar anécdotas del instituto, y Gianna contaba algunas de orfanato, Alexander a su lado, no paraba de mirarla y sonreírle, Aurnia se sentía feliz con aquel ambiente familiar tan cálido. —Y entonces, corrió a toda prisa y la profesora, terminó cayendo en el pasillo, estaba furiosa—rió Regina— lo echaron un mes entero del instituto, además le advirtieron que de suspenderlo nuevamente, estaría definitivamente expulsado. —Terrible, pobre profesora...—Disculpen la interrupción,pero acaban de llegar los señores y la señorita Mc Gowan. — decía Juliet con una sonrisa. — Gianna sintió de inmediato la tensión en Alex, se quedó completamente rígido, sus labios presionados en un rictus severo. ¿Quienes eran para generar aquel cambio en él?, por debajo de la mesa, extendió su mano y la colocó en su muslo, Alex colocó su mano sobre la de ella, estaba frío, presionó un poco y luego entrelazó sus dedos. —¡Oh, así que al fin decidieron
Después de despedir a los que se marchaban al pueblo para su tarde de paseo, Gianna suspiró, aquello significaba que los visitantes se hospedarian con ellos y la verdad le preocupaba la actitud de Kelsey, esperaba que no se convirtiera en un problema para ellos. Siguiendo la sugerencia de Alexander cambiaron sus atuendos para poder salir a cabalgar, Jeans ajustados, botas y una linda camisa a cuadros de media manga, había decidido trenzar su rubia cabellera en una sola y gruesa trenza que hizo descansar sobre su hombro derecho, Gianna se sintió como una chica del lejano oeste. Alexander estaba muy atractivo, Jean negros, botas y una camisa clara, por petición de él, Martha les había preparado una cesta para llevar, una manta, algo de fruta, unos postres y unos sandwiches, además de una bebida. Gianna estaba feliz, pasarían una tarde diferente. Alexander se subió al caballo con mucha seguridad, y la miró desde la altura.—Ven, Gianna, coloca el pie allí yo te ayudaré a subir. —¿Y s
Al llegar junto a la cabaña, Alexander detuvo el caballo y con cuidado descendió de él.—¿Me dejarás sola aquí arriba?— preguntó con ojos enormes.—Es solo mientras aseguro el caballo, tranquila— rápidamente, Alexander ató la cuerda del caballo, allí junto a la cabaña, y con cuidado la ayudó a bajar, sosteniendola de la cintura, en cuanto los pies de Gianna tocaron el suelo, Alex la mantuvo allí, junto a él— te ves muy hermosa de Jeans y trenzas— le dió un rápido beso en los labios y entrelazó los dedos de sus manos para caminar juntos, llevando con ellos la canasta, caminaron hasta la puerta de la cabaña Alex movió una maceta, debajo estaba la llave. —No parece un sistema de seguridad de mucha confianza— dijo Gianna riendo. —No es necesario, créeme—sonrió él— y está forma es bastante efectiva.— insertó la llave y entró al lugar llevando a Gianna con él. No era un espacio muy grande, ni elegante, parecía todo rústico pero muy bonito, con esa enorme mesa de madera en dónde Alex dejó
Kelsey, presionó los labios, queriendo exclamar una maldición, aquella mujer parecía estar en todo, le desagradaba y no solo por ser la esposa de Alexander, sino por el hecho de que parecía estar siempre detrás de él. Se giró hacia ella y la encaró, con rostro muy serio la miró y enarcó una rojiza ceja. —¿Acaso estás siguiéndome?— le preguntó con burla. —Por supuesto que no, voy a mi habitación, lo que puedo ver es que tú sí, estás siguiendo a mi marido. ¿Qué es lo que quieres, Kelsey?—Perdoname si soy brusca pero, no es tu problema. —Por supuesto que lo es— se cruzó de brazos— estamos hablando de mi esposo, Kelsey, todo lo relacionado a él es asunto que me atañe. Resulta extraño para mí, que pareces estarlo acosando. —Solo quería conversar con él. —De acuerdo— enarcó una ceja— se lo diré, sin embargo deberá ser mañana, ya que es nuestro tiempo de pareja. —¿Cómo terminaste siendo la esposa de Alexander?, ¿De dónde saliste?— empequeñeció los ojos, escaneandola por completo. —E
Alex sonríe, mientras nota como su cuerpo relajado contra el de él, va disminuyendo sus temblores, a la vez de a poco regula su respiraciones. Un par de minutos después Gianna se gira hacia él y mirándolo con intensidad, le sonríe. Alex se inclina tomando posesión de la dulce boca de su esposa, su cara dulce y sus ojos ardiendo aún de deseo, resultaban una combinación enloquecedora. Alex se inclinó para tomarla por debajo de los muslos, Gianna se aferró a su cuello, mientras que sus piernas se sostenían a cada lado de las anchas y masculinas caderas.—Quiero estar dentro de ti, Gia— confesó con voz ronroneante. —Y yo quiero sentirte— le dijo, dando cortos besos — quiero descubrir qué se siente ser llena por ti— susurró contra su boca. Los ojos de Alexander brillaron con una ardiente llama en ellos, en aquella posición Gia, podía sentir el roce de su masculinidad contra la entrada de su cuerpo, y se encontraba al borde de suplicarle que lo hiciera de un vez. —Quiero ser un hombre que
Alex, la estrechó contra su cuerpo ,acariciando la sensación de paz obtenida. —¿Estás bien?—le preguntó con ternura, Gianna elevó su rostro hacia él, sus azules ojos brillaron al observarlo. —Estoy muy bien— le respondió con una enorme sonrisa en sus labios, Alex se inclinó y la besó, Gianna respondió feliz, lo abrazó. Tiempo después, Alex estaba listo para volver a fundir sus cuerpos, a pesar de lo muy agotado que estaba, quería seguir disfrutando de su esposa. —Gia...— pero ella no respondió, la tomó del mentón y la escuchó suspirar, se inclinó para observar que ella se había quedado dormida... no la culpaba, había sido un día bastante duro, incluyendo la larga cabalgata, el paseo en bote, la cena, la charla con su madre, el encuentro del que habían disfrutado... él también estaba agotado, sonrió y extendió su mano en busca de la delicada sábana con la que cubrió sus cuerpos, apagó la lamparita de la.mesa de noche y se acurrucó con ella, listo para pasar la noche. **************
Gianna suspiró, moviéndose contra el cuerpo cálido detras de ella, sentía como delicados besos eran depositados a lo largo de su cuello, aquello la hizo suspirar... abrió los ojos encontrándose con que los rayos del sol, se colaban a través de las cortinas de los ventanales, que la noche anterior no habían sido cerradas como es debido. La gran mano de su esposo, que reposaba en su abdomen, la presionó contra él.—Buen día, Gia— susurró contra su oído, su voz la estremeció hasta los cimientos, sintiendo con un delicioso escalofrío viajaba a través de su espina dorsal. —Alex... buen día—la mano en su abdomen, ascendió por su cuerpo, para tomar posesión de sus desnudos pechos y acariciarlo con fuerza y firmeza. —Creo que me has vuelto un adicto a ti, Gia...— susurró besando su hombro. Se giró hacia él, mirándolo directamente a los ojos... que afortunada se sentía de poder estar así con él. —Eso es bueno— le sonrió. Alexander se inclinó besando sus labios, Gianna suspiró entregándose a
Ethan, con ceño fruncido, mantenía la mirada fija en el computador, mientras tecleaba redactando el informe que su padre le había pedido. La puerta de su oficina se abrió sin previo llamado, levantó la vista para encontrarse con la elegante figura de su madre, y tras ella, la secretaria con rostro cargado de preocupación. —No te preocupes— dijo viendo a la jóven — puedes retirarte. —Si, señor.— respondió marchándose de inmediato, no era de extrañar, Helen Maxwell, resultaba agradable para muy pocas personas, y menos que aceptable para quienes según ella no poseían su educación y estatus. —Buenos días, madre. —le dijo sin siquiera tomarse la molestia de ponerse de pie. — Toma asiento. —Buen día... Necesito hablar contigo. —¿Y ahora que te ha dicho Susana?—preguntó en tono aburrido.— porque supongo que algo te habrá dicho. —Tu querida y dulce esposa no me ha dicho nada— respondió sentándose en una de las sillas disponibles frente al elegante escritorio de su hijo.—¿Qué sucede?—