Ethan Maxwell, su novio de hacía ya tres años, no hacía más que pedirle que se alejara de aquel lugar, que olvidara su pasado, para él resultaba simple la idea de hacer borrón y cuenta nueva, y que su vida comenzara a contar desde que había alcanzado su mayoria de edad y, en consecuencia había tenido que marcharse del orfanato y encontrar un lugar para vivir y un trabajo para sortenerse. Para su fortuna, había contado con Melly, quién era una compañera de orfanato, un año mayor que ella y al plantearle su situación, no había dudado en aceptarla en su pequeño departamento, era un lugar pequeño pero cómodo, lo suficiente para ambas. Melly, tambien la recomendó en la cafeteria dónde ella trabajaba, así que pronto se encontró disfrutando de una nueva vida, fuera del orfanato, el único lugar que había conocido como hogar.
Fue en aquella cafetería que conoció a Ethan Maxwell, su porte rudo y masculino la impresionó, su cuerpo atlético y bien trabajado, además de su excelente estatura le daban la apariencia perfecta para ser intimidante, él cursaba el último año de la universidad, se dedicaba al rugby, y pronto se graduaría para ingresar a los negocios familiares, los Maxwell, eran una importante familia que se mezclaba con lo mejor de lo mejor de la ciudad, fue por ello que no comprendió como Ethan, se había fijado en ella, no se menospreciaba, se consideraba bastante bonita, pero no al punto de enloquecer de amor y pasión a un jóven de mundo como él.
Ethan, comenzó a frecuentar la cefetería durante sus turnos, sus hermosos ojos verdes llenos de brillo, estaban siempre fijos en ella y no tardó en invitarla a salir, Gianna al inició se sintió cohibida e insegura, pero terminó aceptando, poco tiempo transcurrió, antes de que ambos terminaran muy enamorados. Un año y medio más tarde, Gianna se había mudado a un espacioso apartamento para iniciar su vida junto a Ethan, si había algo que la desilucionaba o, llegaba a opacar su mundo de felicidad, era que los padre de él, no la miraban con buenos ojos, para ellos solo era la diversión de momento de su hijo, la chica con la que se divertía mientras ellos encontraban a la mujer adecuada para él, por eso miraban con malos ojos aquella relación, Gianna no era más que una huerfana, sin familia, ni dinero, ni nada que aportar a la familia Maxwell...
—No debes preocuparte, mi amor— le había dicho— terminarán aceptándote tarde o temprano, cuándo se den cuenta de lo mucho que te amo.Aquello la había llevado a suspirar con pesar, ella quería ser parte de una familia, ser recibida con amor, poder formar ese núcleo familiar del cual había carecido, aún así, mantuvo las esperanzas de que sus futuros suegros le aceptaran, esperanzas que se vinieron abajo cuando hacía unos nueve meses atrás,la madre de Ethan, se había presentado en el departamento que ellos compartían y tal como pasaría en una telenovela, le había arrojado a los pies, un cheque con una cuantiosa suma como pago para que se alejara de Ethan.—Está muy equivocada, señora—le había dicho— mi amor por Ethan, no tiene precio, así que— recogió el cheque y se lo tendió— tome su dinero y salga de mi casa que mi dignidad no está en venta. Si usted no me quiere, lo acepto, pero no pretenda mancillar el amor que siento por su hijo.—La equivocada eres tú— la miró condesprecio— éste pasatiempo de Ethan ya lleva mucho, debe acabar ahora.—Quizás se deba precisamente, a que no es un pasatiempo, nos amamos, señora.—Olvídate de mi hijo, por tu propio bien, de lo contrario serás infeliz— le advirtió— ya hemos encontrado a la candidata perfecta para ser la esposa de Ethan, tu no tienes nada que aportar a la familia, eres una pobre jovencita que no podee nada en la vida— Gianna le miró enojada— mi hijo es el único heredero de los Maxwell— la miró con desprecio— y no permitiré que nuestro dinero termine en tus manos.—A mi me tiene muy sin cuidado su dinero, le pido amablemente que por favor se retire de mi casa— estaba muy enojada, más de lo que hubiese querido demostrarle— Márchese, ahora mismo.—Entiendo que no comprendas la importancia de nuestro linaje y apellido, a fin de cuentas, careces de ellos— aquellas palabras la llevaron a mirarle como si le hubiese lastimado— mi hijo jamás podrá llegar a algo serio contigo— le tiró nuevamente el cheque— consérvalo, te hará falta— y dicho aquello se había marchado, dejándola entristecida y humillada. Aquello había generado una fuerte discusion entre Ethan y sus padres, discusión de la cual, la madre la responsabilizaba, luego de aquello, todo se había calmado, Ethan se mostraba afectuoso igual que siempre y le aseguraba que no tenía motivos para preocuparse y así transcurrieron los meses.En los últimos días, Ethan parecía misterioso, hablaba mucho de bodas, o de futuros hijos y Gianna terminaba siempre sonriendo, comenzaba a sospechar que Ethan la estaba preparando para una propuesta matrimonial y aquello la enternecía, era obvio que se casaría con él, aún en contra de la opinión de sus futuros suegros, tal y como había dicho Ethan, tarde o temprano, terminarían aceptándola. —¿Te vas tan pronto, Gianna?— le preguntó dulcemente una de las niñas— dijiste que estabas libre en la cafetería— la miró triste.—Lo dije, cariño, y es la verdad— acarició dulcemente el oscuro cabello de la infante— pero ésta tarde iré a servir en un evento con Melly, ya sabes, gente rica que hace sus celebraciones, pero te prometo— le regaló una enorme sonrisa— que volveré muy pronto, quizás mañana o pasado, y traeré una merienda deliciosa.Ahora, debo marcharme.—¿Vendrás con Ethan?—No Lucy, Ethan se ha ido de viaje con su padre— sonrió— debía atender asuntos fuera del país, pero volverá pronto y te prometo que vendremos juntos, ahora me marcho o Melly me matará por llegar tarde...Se marchó apresuradamente a casa para tomar una rápida ducha y colocarse el uniforme que debería llevar al evento, ofrecían un buen pago y estaban en busca de muchas chicas, así que Melly no tardó en proponerle trabajar juntas aquel día, a lo que ella había aceptado, siempre era bueno tener ingresos extras. Recogió su rubio y largo cabello en una coleta alta, en la cual colocó una cinta azul marino, para combinarlo con su uniforme, poco maquillaje para resaltar sus lindos ojos azules y un brillo labial, tomó su bolso y salió en busca de un taxi, rogándo por evitar el trafico vespertino y que pudiese llegar pronto. No corrió con tanta suerte y para su desgracia, llegó unos veinte minutos tarde entró apresuradamente por la puerte trasera, con la intensión de integrarse rapidamente...—Llegas tarde— le dijo tajantemente la mujer encargada.—Lo siento, lo siento, el tráfico estaba terrible, lo lamento mucho pero ya estoy aquí...—Apresurate que las mesas no se servirán solas— la miró mal— los novios, la familia y los invitado ya están aquí. —Voy...—Allí— señaló un casillero— guarda tus pertenecias y dirigete de inmediato a la barra—y así se marchó, Gianna, rápidamente escogió una casilla, introdujo sus pertenencias y tomando la pequeña llave, cerró, arrojándo la llave al bolsillo superior de su camisa, debía tener cuidado de no perderla, estirando su uniforme se dirigia a salir a salón de fiestas, cuando su amiga Melly entró;—Gianna...—He legado tarde—dijo en un susurro— hablaremos luego.—Debes irte, cariño— le dijo mirándola con preocupación, fue entonces que Gianna, se percató de que su amiga estaba muy pálida, parecía agitada, y sus ojos enormes llenos de lágrimas.—¿De qué hablas, Melly?, ¿Está todo bien?, amiga lo hablamos luego, ¿Si?, la encargada ya está lo bastante enojada.—No, Gianna— la tomó del brazo impidiéndole seguir su camino— debes irte ahora, no puedes entrar allí.—No digas tonterías Melly, vine a trabajar y...—Es una boda...— dijo su amiga casi en un susuró. Gianna, la miró frunciendo el ceño.—De acuerdo, no hay problema, las bodas son hermosas y me encantan— sonrió.—No ésta, Gianna, el novio es... Ethan— Gianna, sintió que dejaba de respirar por un momento, su corazón se detuvo por un instante, antes de comenzar a golpear con fuerza.—¿De qué hablas, Melly?, es una muy mala broma.—Desearía que lo fuese, Gia— le tomó ambas manos— él está allá afuera, vestido de... novio, toda su familia está alla afuera en la celebración, se ha casado Gianna, Ethan se ha casado...—Eso... eso no puede...ser cierto. Ethan está de viaje, Melly...— contuvo un sollozo de dolor.—Gianna, no jugaría con algo así— la miró con dolor— debes irte ahora mismo, de hecho, no puedo servir aquí, deberíamos irnos juntas y...—Debo verlo— dijo con el corazón golpeando a millón contra su pecho, y sus ojos llenos de lágrimas— debo verlo con mis propios ojos, Melly.—No te hagas ésto, Gia... lo mejor será que...— quiso impedirselo y ahorrarle el dolor de ver al amor de su vida celebrando su unión matrimonial con otra.—Debo verlo, Melly— tiró con fuerza de su brazo.—De acuerdo...—con sus pulzaciones aceleradas, comenzó a caminar a la salida del lugar, que la dirigiría al salón de festejo, luchaba por contener las lágrimas y que su labio inferior no temblara.¿Era Ethan?¿Realmente podía ser él?, ¿Era posible que él se atreviera a lastimarla de aquella manera?¿Se había atrevido a casarse sin decirle nada?, ¿Sin siquiera romper primero con ella?¿La había traicionado?¿Era Ethan... su Ethan, su amor?No, no podría creerlo, no al menos que lo viera con sus propios ojos...El lugar estaba elegantemente decorado, lleno de persona sigualmente elegantemente vestidos, escuchaba la música muy lejana, veía rostros, sin siquiera fijarse en detalles, la pista de baile estaba siendo inaugurada por los recien casados, Gianna se fijó en ellos... La mujer... la conocía, claro que la conocía, era la elegida de Ronald y Helen Maxwell... el novio... allí estaba Ethan, con esa mujer entre sus brazos, bailando un delicado vals, sonriendo a todos, mientras fotógrafos, inmortalizaban el momento...—Gia...— la voz de Melly estaba cargada de preocupación, pero la escuchaba lejana, ajena...—Gia, salgamos de aquí...—Gianna, se llevó una mano al pecho, no podía respirar, lo hacia con mucha dificultad, necesitaba oxígeno...—Yo...yo...— caminó rápidamente, alejándose del salón y volviendo al lugar de los casilleros, las lágrimas bajando desesperadas por sus mejillas—Gia, espérame...—Necesito...estar sola...—abrió el casillero, y sacó sus pertenencias tomándo el bolso, se giró hacia su amiga.—Voy contigo, Gianna...—ella solo negó, antes de marcharse intentando guardar la compostura, en cuanto salió a la calle, miró a todos lados.No, Dios mío...Esto no puede estar pasandome.. no a mi, por favor...Mientras caminaba, estaba ahogada en llanto, los sollozos comenzaron a brotar de su garganta, no podía creerlo, Ethan la había engañado, hacía un año y medio que vivían juntos y... ¿Cuándo pensaba decirle que se casaría con otra?...como autómata caminó sollozando, algunas personas le miraban con preocupación, otros con confusión, se echó a correr, no sabía a dónde se dirigía, pero sus tacones resonaban sobre la ascera de la calle, mientras ella intentaba huir de su cruel destino...Alexander Harrison, observó la pantalla de su celular que no paraba de timbrar, ver el nombre de u madre, mientras se iluminaba el aparato, le producía una extraña sensación de angustia y desasosiego, sabía lo que se avecinaba, y aquello lo asfixiaba, se preparó mentalmente para lo que vendría, su madre era la única mujer que lograba crisparle los nervios de aquella manera.—Madre, qué bueno recibir una llamada tuya.— le dijo en tono gentíl.—Déjame decirte que no lo parece Alexander, de no ser por que te llamo, no sabría nada de ti.—Exageras madre, hablamos hace dos días—dijo en tono cariñoso.—Considerando que estoy enferma y podría morir en cualq...—Detente—suspiró—no sigas con eso, madre, por favor, no puedes abandonarme, sabes que te necesito, Regina te necesita, no puedes hacernos ésto...—Hijo mío, lo único que tenemos seguro en ésta cruel vida, es precisamente la muerte, nacemos con ella siguiendonos de cerca, dándonos una leve ventaja para que lleguemos a pensar que vamos
El trayecto fue tranquilo, tres paradas, una para comprar unos deliciosos postres de chocolate, Adara los amaba aunque intentaba no comerlos con frecuencia, la segunda parada para comprar un deliciosa botella de vino tinto y la tercera, para comprar dos docenas de rosas rojas, quería sorprenderla con esos hermosos detalles que su querida Adara, amaba. El apartamento de ella era hermoso, muy elegante y estratégico, subió al quinto piso, seguido de sus hombres, introdujo su llava en la puerta y luego tomó las rosas y la botella.—Ustedes, esperen aquí.—Por supuesto, señor— respondieron al unísono. Entró, cerrándo tras él, se encaminó a la sala, para colocar las rosas, y luego ir a la cocina por un par de copas, su amada le había dicho que intentaba descansar así que posiblemente estuviese dormida.Pero no.No.No era posible.Al llegar a la elegante y bien decorada sala se detuvo, al igual que su respiración y sus latidos... aquello no... era imposible. El apartamento de Adara, era e
Gianna, lo miró confundida...¿Un trato?, ¡De qué hablaba ese hombre?—Yo...No sé si...—No pierde nada con escucharme, escuchar cuál es mi propuesta y así podrá decidir si le conviene o no, mi nombre es Alexander Harrison.-—Soy Gianna— terminó de secar las lagrimas, antes de sorber una vez más por la nariz— Gianna Santos, es un gusto señor Harrison.—Es un placer—le sonrió—y bien, ¿Me acepta el café?, quizás sirva para desahogarse un poco y...si no está de acuerdo con mi propuesta, yo mismo la escoltaré a su casa.—¡Mi casa!—gimió desconsolada, la casa que compartía con Ethan, no podía quedarse a vivir allí, y Melly acababa de mudarse con su novio, así que no podría recibirla, no tenía a nadie más y al orfanato, no podía volver... no tenía a nadie, ni a nada en el mundo y aquello resultaba realmente desesperanzador...su casa, no creía tener un lugar que pudiese llamar así.—Lo siento—dijo él al verla llorar de nuevo— puedo llevarla a donde usted, quiera.—Aceptaré su café—dijo con v
—¿Qué sea su qué?— Gianna, abrió los ojos enormes y miró al hombre como si hubiese enloquecido.—Mi esposa, no, no me mire así, que no estoy hablando, obviamente de un matrimonio convencional, sino de un matrimonio que nos convenga a ambos.—No...no comprendo... esto debe ser una broma y le advierto ue de ser así, es una de muy mal gusto, usted y yo, ni siquiera nos conocemos.—Sé que suena bastante...alocado, señorita Santos, pero considerelo como que le estoy ofreciendo un empleo y uno con una excelente paga, además de darle la oportunidad de huir desea lo que suea que le atormente.—¿Desde cuándo ser esposa es un empleo?— no le daba crédito a sus oídos.—Puede serlo, escúcheme, tuve una mujer que sería mi prometida, el día de hoy descubrí que...que eso no es posible— Gianna lo miro fijamente, al parecer aquel era el día de descubrir malas noticias.—¿Me está diciendo que contrató una prometida?— le miró como si realmente hubiese perdido la cordura.—No, no, señorita Santos, tuve un
Gianna, se mantuvo en total silencio después de darle al chofer del señor Harrison la dirección del que había sido su hogar hasta ahora, luchaba por mantener las lágrimas que hacían su propia lucha por deslizarse de manera libre por sus mejillas.—Sé que ahora mismo todo parece estar mal— le dijo él con voz profunda—para ambos, sin embargo todo puede mejorar, le pido que tenga un poco de confianza— ella se giró hacia él y lo miró a través de la cortina de lágrimas, sintiéndose incapaz de reponder a sus palabras y con un enorme nudo en la garganta solo asintió y se volvió a girar para mirar por la ventana. En cuánto llegaron a la dirección indicada, ella suspiró, subió al apartamento, seguida de Alexander y uno de los guardaespaldas, hasta que se encontró frente a la puerta, intentándo luchar con el temblor de sus manos para poder insertar la llave en la cerradura. Alexander, le tomó la temblorosa mano y le miró fijamente a los ojos cristalinos.—Permitame hacerlo— ella asintió ent
No había podido dormir nada, y llego la hora de la cena, aunque no tenía ni un poco de apetito, decidió que negarse sería descortez con su anfitrion, así que salió de la cama y se colocó rápidamente algo de maquillaje para corregir sus ojos enrojecidos, se peinó un poco, dejándo su cabello suelto, unas delicadas sandalias para acompañar su atuendo, así salió de la habitación, caminando por el pasillo, observándo todo a su paso, llegó a lo que parecía ser el recibidor, Alexander Harrison estaba allí, elegante y pulcramente vestido, la miró seriamente. —Señorita Santos, ¿ha logrado descansar algo? —No mucho, para ser sincera— dijo apenada— pero el cuarto está precioso, le agradezco.— dijo y él sonrió con amabilidad. —¿Una copa antes de la cena? —No suelo beber— suspiró—lo he hecho en muy pocas ocasiones. —No se preocupe, una copa de vino suele ser buena compañera.— contrario a sus palabras se dirigieron a la mesa que estaba fuera en un balcón más amplio que el de la habitación de e
Alexander Harrison, miró fijamente a la mujer sentada frente a él, Gianna Santos mantenía la mirada fija en él.—¿Está segura de su decisión? — preguntó fijamente— no le diré que no espero que acepte, de hecho, quisiera que lo hiciera, pero realmente espero que lo haga consiente de todo lo que implica, y segura de que en el futuro no va a arrepentirse de la decisión que está tomando el día de hoy.—No necesito pensarlo ni un minuto más, estoy completamente segura de la decisión que estoy tomando, acepto casarme con usted, y comprendo perfectamente los alcances de mi decisión. Solo necesito que aclaremos algunos detalles, o en su defecto, que me diga cuál será mi papel, qué es lo que espera realmente de mí, y cuando comenzaremos con esto.—¿Está dispuesta a firmar el contrato de confidencialidad, el acuerdo matrimonial y el acuerdo prenupcial el día de hoy?, si está segura de que está tomando la decisión correcta, podemos contraer matrimonio hoy mismo— Gianna, lo miró con decisión.—Fi
Alexander la observó fijamente a medida que caminaba con paso decidido hacia él, agradecía el hecho de que ella hubiese aceptado su propuesta. Tenía la leve sospecha de que ella lo rechazaría, sin embargo la llamada recibida de parte de su ex novio, había facilitado las cosas para él. Ethan, Ethan Maxwell. No había mentido, aquel apellido pertenecía a una de las familias más respetables de aquella ciudad, los Maxwell eran sinónimo de dinero, poder y estatus, le resultaba curioso como una joven como Gianna Santos, había terminado envuelta en aquel circulo. Gianna Santos, llegó frente a él y lo miró en silencio. —Ha demorado menos de lo que esperaba. —Suelo ser rápida— dijo a modo de justificación— al menos para vestirme. —Ha quedado usted preciosa— la halago con amabilidad. —Gracias. —Si está lista, podemos irnos ahora mismo. —Cuando usted así lo disponga— él la miró de forma extraña. —En cuanto hayamos firmado, debemos deshacernos del usted. —Así será— dicho aquello salieron