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Capítulo 5; Un falso matrimonio.

—¿Qué sea su qué?— Gianna, abrió los ojos enormes y miró al hombre como si hubiese enloquecido.

—Mi esposa, no, no me mire así, que no estoy hablando, obviamente de un matrimonio convencional, sino de un matrimonio que nos convenga a ambos.

—No...no comprendo... esto debe ser una broma y le advierto ue de ser así, es una de muy mal gusto, usted y yo, ni siquiera nos conocemos.

—Sé que suena bastante...alocado, señorita Santos, pero considerelo como que le estoy ofreciendo un empleo y uno con una excelente paga, además de darle la oportunidad de huir desea lo que suea que le atormente.

—¿Desde cuándo ser esposa es un empleo?— no le daba crédito a sus oídos.

—Puede serlo, escúcheme, tuve una mujer que sería mi prometida, el día de hoy descubrí que...que eso no es posible— Gianna lo miro fijamente, al parecer aquel era el día de descubrir malas noticias.

—¿Me está diciendo que contrató una prometida?— le miró como si realmente hubiese perdido la cordura.

—No, no, señorita Santos, tuve una...una novia real, con la cual planeaba casarme, pero...no va a poder ser, yo...necesito una esposa, le prometí a mi madre que me casaría, y le dije a mi hija que pronto conocería a una buena mujer, alguien que estaría muy cerca de ella.

—Pero....

—Escúcheme, no sé claramente por lo que está usted atravesándo en este momento, pero resulta evidente que no es nada bueno, yo necesito ayuda, usted necesita ayuda, lo que le propongo es un trato, mírelo como un trabajo, usted acepta ser mi esposa y recibe un salario por el tiempo que dure nuestro matrimonio, usted logra alejarse de todo, y reunir muy buen dinero para cuando llegue el momento de la separación, podrá iniciar una nueva vida, divorciada y millonaria, yo podré darle a mi madre lo que desea antes de que muera y, mi hija tendrá un poco de compañía mientras dure el matrimonio.

—¡Es una locura!— dijo sorprendida.

—Una locura que nos beneficia a todos, firmaremos un acuerdo que establezca el monto que recibirá mensual, yo me enargaré de todos sus gastos mientras dure nuestro trato matrimonial, tendrá dinero, vivienda, todo lo conserniente  y necesario, acabado el matrimonio, firmamos el divorcio, recuperamos nuestra libertad, y ambos conseguimos lo que necesitamos.

—Pero...pero...—Gianna, no podía pensar con claridad, y estaba evaluando sus posibilidades, no tenía donde ir, y había decidido que necesitaba un nuevo empleo, pero...jamás imaginó que podría trabajar como esposa.— Sería como una esposa sustituta, vendría a ocupar el lugar de esa mujer, una suplente.

—Si.

—¿Por cuánto tiempo?

—Dos años— dijo suavemente.

—¡¿Dos años?!— dijo sin poder creerlo.

—Mírelo como una especie de tiempo de curación, no sé que ocurrió con su ex, pero podrá darle tiempo para pensar y organizar su vida.

—¿Y cuáles se suponen que son las condiciones de ese trato?

—No habrá sexo si es lo que le preocupa, pero si deberemos dormir en la misma habitación, de manera que sea creíble para mi madre y mi hija, mi madre es una mujer suspicaz, jamás se creería que estamos casados si dormimos en habitaciones separadas.

—¿No cree que sería incómodo compartir una misma habitación?

—No tiene por qué resultar un problema, las habitaciones de mis propiedades son muy grandes, suficiente espacio para ambos y puedo dormir vestido— sonrió— aunque no es de mi agrado, puedo adaptarme, mi cama es enorme, así que no habrá problema de espacio y tiene mi palabra de que la respetaré todo el tiempo que dure nuestro acuerdo. Además, le pagaré mensualmente, abriremos una cuenta bancaria dónde se depositarán los fondos, importante, no podremos separarnos antes de los dos años establecidos, y más importante aún—sus ojos brillaron— no pueden haber terceros, el asunto de la fidelidad y honestidad, es algo indiscutible, e inflexible. Podría pedirle a mi abogado redactar un acuerdo, podríamos leerlos juntos y si está de acuerdo, firmamos. Puede pensarlo un poco señorita Santos, si quiere, la llevaré a su casa.

—No tengo casa— dijo triste, bajando la mirada al suelo—es la casa que compartía con mi ex— su voz se quebró—no puedo quedarme allí, buscaré mis cosas y pasaré la noche en un hotel, no quiero verlo, no creo que aparezca hoy, pero...no puedo arriesgarme.

—No es necesario que vuelva allí, al menos no para quedarse, yo podría levarla con mis hombres, esperaremos mientras hace sus maletas. Si así gusta, mientras toma una decisión puede alojarse en mi casa, es muy amplia con muchas habitaciones, allí puede descansar y pensar un poco si quiere, ya mañana, podría tomar una decisión con la cabeza fria, de esa manera no tendría que volver sola a ese lugar al que solía llamar; hogar.—Gianna, bajó la mirada al suelo, no tenía muchas opciones, aquel hombre parecía ser honesto, además tenía la opcion de buscar en internet y asegurarse de que todo lo que había dicho era cierto.Era una oportunidad para alejarse de todo, si decidía, no aceptar la propuesta...¿Qué haría entonces?

Su celular timbró, logrando sobresaltarla.

—Lo siento, yo...— buscó en su bolso y sacó el artefacto, la pantalla anunciaba que era su única amiga— yo... disculpe un momento.

—Adelante, señorita Santos.

—Hola, Melly...

—Gianna, por Dios, ¿dónde estas?, estoy tan preocupada.

—Estoy bien, Molly, al menos todo lo bien que puedo estar, no te preocupes por mi, te llamaré en cuánto pueda...

—¿Puedo confiar en qué estás bien?, ¿De verdad no quieres que nos encontremos?, puedo ir a dónde estás y...

—Tranquila, yo...te llamaré luego, por ahora no puedo hablar, cuidate, te agradezco mucho, Melly.

—No me asustes Gianna, no me asustes por amor a Dios, eso suena a despedida y...

—No seas tonta, no pienso cometer una tonteria, te llamaré luego.— repitió.

—De acuerdo, voy a confiar en ti. ¿Me prometes que volveré a verte?— preguntó con voz llena de miedo.

—Te lo prometo.

—Bien, adios, cuidate— y así se cortó la comunicación. 

—¿Todo bien?— le preguntó Alexander.

—Hoy nada está bien— suspiró— aceptaré su ofrecimiento, Señor, vamos a mi...casa, haré mis maletas y aceptaré su alojamiento por ésta noche, pensaré las cosas y por la mañana le daré mi repuesta— lo miró fijamente—si es afirmativa, firmaré ese contrato, y firmaré el acta de matrimonio, por una unión que durará dos años. Y si es negativa, entonces mañana me iré un hotel.

—Me parece perfecta su decisión, señorita Santos.

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