—¿Qué sea su qué?— Gianna, abrió los ojos enormes y miró al hombre como si hubiese enloquecido.
—Mi esposa, no, no me mire así, que no estoy hablando, obviamente de un matrimonio convencional, sino de un matrimonio que nos convenga a ambos.—No...no comprendo... esto debe ser una broma y le advierto ue de ser así, es una de muy mal gusto, usted y yo, ni siquiera nos conocemos.—Sé que suena bastante...alocado, señorita Santos, pero considerelo como que le estoy ofreciendo un empleo y uno con una excelente paga, además de darle la oportunidad de huir desea lo que suea que le atormente.
—¿Desde cuándo ser esposa es un empleo?— no le daba crédito a sus oídos.—Puede serlo, escúcheme, tuve una mujer que sería mi prometida, el día de hoy descubrí que...que eso no es posible— Gianna lo miro fijamente, al parecer aquel era el día de descubrir malas noticias.—¿Me está diciendo que contrató una prometida?— le miró como si realmente hubiese perdido la cordura.—No, no, señorita Santos, tuve una...una novia real, con la cual planeaba casarme, pero...no va a poder ser, yo...necesito una esposa, le prometí a mi madre que me casaría, y le dije a mi hija que pronto conocería a una buena mujer, alguien que estaría muy cerca de ella.—Pero....—Escúcheme, no sé claramente por lo que está usted atravesándo en este momento, pero resulta evidente que no es nada bueno, yo necesito ayuda, usted necesita ayuda, lo que le propongo es un trato, mírelo como un trabajo, usted acepta ser mi esposa y recibe un salario por el tiempo que dure nuestro matrimonio, usted logra alejarse de todo, y reunir muy buen dinero para cuando llegue el momento de la separación, podrá iniciar una nueva vida, divorciada y millonaria, yo podré darle a mi madre lo que desea antes de que muera y, mi hija tendrá un poco de compañía mientras dure el matrimonio.—¡Es una locura!— dijo sorprendida.—Una locura que nos beneficia a todos, firmaremos un acuerdo que establezca el monto que recibirá mensual, yo me enargaré de todos sus gastos mientras dure nuestro trato matrimonial, tendrá dinero, vivienda, todo lo conserniente y necesario, acabado el matrimonio, firmamos el divorcio, recuperamos nuestra libertad, y ambos conseguimos lo que necesitamos.—Pero...pero...—Gianna, no podía pensar con claridad, y estaba evaluando sus posibilidades, no tenía donde ir, y había decidido que necesitaba un nuevo empleo, pero...jamás imaginó que podría trabajar como esposa.— Sería como una esposa sustituta, vendría a ocupar el lugar de esa mujer, una suplente.—Si.—¿Por cuánto tiempo?—Dos años— dijo suavemente.
—¡¿Dos años?!— dijo sin poder creerlo.—Mírelo como una especie de tiempo de curación, no sé que ocurrió con su ex, pero podrá darle tiempo para pensar y organizar su vida.—¿Y cuáles se suponen que son las condiciones de ese trato?—No habrá sexo si es lo que le preocupa, pero si deberemos dormir en la misma habitación, de manera que sea creíble para mi madre y mi hija, mi madre es una mujer suspicaz, jamás se creería que estamos casados si dormimos en habitaciones separadas.—¿No cree que sería incómodo compartir una misma habitación?—No tiene por qué resultar un problema, las habitaciones de mis propiedades son muy grandes, suficiente espacio para ambos y puedo dormir vestido— sonrió— aunque no es de mi agrado, puedo adaptarme, mi cama es enorme, así que no habrá problema de espacio y tiene mi palabra de que la respetaré todo el tiempo que dure nuestro acuerdo. Además, le pagaré mensualmente, abriremos una cuenta bancaria dónde se depositarán los fondos, importante, no podremos separarnos antes de los dos años establecidos, y más importante aún—sus ojos brillaron— no pueden haber terceros, el asunto de la fidelidad y honestidad, es algo indiscutible, e inflexible. Podría pedirle a mi abogado redactar un acuerdo, podríamos leerlos juntos y si está de acuerdo, firmamos. Puede pensarlo un poco señorita Santos, si quiere, la llevaré a su casa.—No tengo casa— dijo triste, bajando la mirada al suelo—es la casa que compartía con mi ex— su voz se quebró—no puedo quedarme allí, buscaré mis cosas y pasaré la noche en un hotel, no quiero verlo, no creo que aparezca hoy, pero...no puedo arriesgarme.—No es necesario que vuelva allí, al menos no para quedarse, yo podría levarla con mis hombres, esperaremos mientras hace sus maletas. Si así gusta, mientras toma una decisión puede alojarse en mi casa, es muy amplia con muchas habitaciones, allí puede descansar y pensar un poco si quiere, ya mañana, podría tomar una decisión con la cabeza fria, de esa manera no tendría que volver sola a ese lugar al que solía llamar; hogar.—Gianna, bajó la mirada al suelo, no tenía muchas opciones, aquel hombre parecía ser honesto, además tenía la opcion de buscar en internet y asegurarse de que todo lo que había dicho era cierto.Era una oportunidad para alejarse de todo, si decidía, no aceptar la propuesta...¿Qué haría entonces?Su celular timbró, logrando sobresaltarla.—Lo siento, yo...— buscó en su bolso y sacó el artefacto, la pantalla anunciaba que era su única amiga— yo... disculpe un momento.—Adelante, señorita Santos.—Hola, Melly...—Gianna, por Dios, ¿dónde estas?, estoy tan preocupada.—Estoy bien, Molly, al menos todo lo bien que puedo estar, no te preocupes por mi, te llamaré en cuánto pueda...—¿Puedo confiar en qué estás bien?, ¿De verdad no quieres que nos encontremos?, puedo ir a dónde estás y...—Tranquila, yo...te llamaré luego, por ahora no puedo hablar, cuidate, te agradezco mucho, Melly.—No me asustes Gianna, no me asustes por amor a Dios, eso suena a despedida y...—No seas tonta, no pienso cometer una tonteria, te llamaré luego.— repitió.—De acuerdo, voy a confiar en ti. ¿Me prometes que volveré a verte?— preguntó con voz llena de miedo.—Te lo prometo.—Bien, adios, cuidate— y así se cortó la comunicación. —¿Todo bien?— le preguntó Alexander.—Hoy nada está bien— suspiró— aceptaré su ofrecimiento, Señor, vamos a mi...casa, haré mis maletas y aceptaré su alojamiento por ésta noche, pensaré las cosas y por la mañana le daré mi repuesta— lo miró fijamente—si es afirmativa, firmaré ese contrato, y firmaré el acta de matrimonio, por una unión que durará dos años. Y si es negativa, entonces mañana me iré un hotel.—Me parece perfecta su decisión, señorita Santos.Gianna, se mantuvo en total silencio después de darle al chofer del señor Harrison la dirección del que había sido su hogar hasta ahora, luchaba por mantener las lágrimas que hacían su propia lucha por deslizarse de manera libre por sus mejillas.—Sé que ahora mismo todo parece estar mal— le dijo él con voz profunda—para ambos, sin embargo todo puede mejorar, le pido que tenga un poco de confianza— ella se giró hacia él y lo miró a través de la cortina de lágrimas, sintiéndose incapaz de reponder a sus palabras y con un enorme nudo en la garganta solo asintió y se volvió a girar para mirar por la ventana. En cuánto llegaron a la dirección indicada, ella suspiró, subió al apartamento, seguida de Alexander y uno de los guardaespaldas, hasta que se encontró frente a la puerta, intentándo luchar con el temblor de sus manos para poder insertar la llave en la cerradura. Alexander, le tomó la temblorosa mano y le miró fijamente a los ojos cristalinos.—Permitame hacerlo— ella asintió ent
No había podido dormir nada, y llego la hora de la cena, aunque no tenía ni un poco de apetito, decidió que negarse sería descortez con su anfitrion, así que salió de la cama y se colocó rápidamente algo de maquillaje para corregir sus ojos enrojecidos, se peinó un poco, dejándo su cabello suelto, unas delicadas sandalias para acompañar su atuendo, así salió de la habitación, caminando por el pasillo, observándo todo a su paso, llegó a lo que parecía ser el recibidor, Alexander Harrison estaba allí, elegante y pulcramente vestido, la miró seriamente. —Señorita Santos, ¿ha logrado descansar algo? —No mucho, para ser sincera— dijo apenada— pero el cuarto está precioso, le agradezco.— dijo y él sonrió con amabilidad. —¿Una copa antes de la cena? —No suelo beber— suspiró—lo he hecho en muy pocas ocasiones. —No se preocupe, una copa de vino suele ser buena compañera.— contrario a sus palabras se dirigieron a la mesa que estaba fuera en un balcón más amplio que el de la habitación de e
Alexander Harrison, miró fijamente a la mujer sentada frente a él, Gianna Santos mantenía la mirada fija en él.—¿Está segura de su decisión? — preguntó fijamente— no le diré que no espero que acepte, de hecho, quisiera que lo hiciera, pero realmente espero que lo haga consiente de todo lo que implica, y segura de que en el futuro no va a arrepentirse de la decisión que está tomando el día de hoy.—No necesito pensarlo ni un minuto más, estoy completamente segura de la decisión que estoy tomando, acepto casarme con usted, y comprendo perfectamente los alcances de mi decisión. Solo necesito que aclaremos algunos detalles, o en su defecto, que me diga cuál será mi papel, qué es lo que espera realmente de mí, y cuando comenzaremos con esto.—¿Está dispuesta a firmar el contrato de confidencialidad, el acuerdo matrimonial y el acuerdo prenupcial el día de hoy?, si está segura de que está tomando la decisión correcta, podemos contraer matrimonio hoy mismo— Gianna, lo miró con decisión.—Fi
Alexander la observó fijamente a medida que caminaba con paso decidido hacia él, agradecía el hecho de que ella hubiese aceptado su propuesta. Tenía la leve sospecha de que ella lo rechazaría, sin embargo la llamada recibida de parte de su ex novio, había facilitado las cosas para él. Ethan, Ethan Maxwell. No había mentido, aquel apellido pertenecía a una de las familias más respetables de aquella ciudad, los Maxwell eran sinónimo de dinero, poder y estatus, le resultaba curioso como una joven como Gianna Santos, había terminado envuelta en aquel circulo. Gianna Santos, llegó frente a él y lo miró en silencio. —Ha demorado menos de lo que esperaba. —Suelo ser rápida— dijo a modo de justificación— al menos para vestirme. —Ha quedado usted preciosa— la halago con amabilidad. —Gracias. —Si está lista, podemos irnos ahora mismo. —Cuando usted así lo disponga— él la miró de forma extraña. —En cuanto hayamos firmado, debemos deshacernos del usted. —Así será— dicho aquello salieron
Los ojos de Alexander, se mantuvieron fijos en la mirada azul de Gianna, pasó saliva ante sus palabras, no sabía interpretar con exactitud lo que veía en sus ojos... ¿Preocupación?, ¿Miedo?—Lo lamento Gianna, pero no es una broma. Realmente es Adara Black.—¿Intentas decirme que tu ex, es una top model? de hecho, una de las más emblemáticas del país, todas sueñan con ser como ella. Esto es difícil...— se puso de pie preocupada—¿Cómo le dirás qué te has casado?... Ésto es complicado Alexander, yo...—No tiene por qué serlo, no importa quién sea mi ex, ahora eres mi esposa, la señora Harrison. —Ella sabrá que este matrimonio...—¿Que importa lo que ella sepa o crea?, nada va a cambiar Gianna, eres mi esposa. Por favor, ten seguridad, te respetaré y daré tu lugar en todo momento, no te intimides, confía en mí. —Para ti es fácil— dijo caminando— ella es una super modelo, y yo soy solo Gianna, estamos hablando de que soy la suplente de Adara Black. ¡Santo Dios!— cerró los ojos para tran
Alexander, caminó junto a Gianna hasta la puerta de la oficina, al salir caminaron en silencio, uno junto al otro. —Ava...—¿Si, señor Harrison?— la mujer lo miró interrogante. —Comunica al servicio de seguridad del edificio, que la señorita Black, tiene la entrada prohibida— Ava le miró con ojos enormes de sorpresa— apartir de hoy, y no me importa cuan insistente pueda ser, no puede entrar. —Como usted diga, señor. —Cancela mi agenda para el resto del día, y confirma mis reuniones para mañana. — Se giró hacia Gianna— te presento a mi esposa, la señora Harrison — Ava, la miró estupefacta, como quien no le da crédito a sus oídos — si algún día llega a necesitarme, no dudes en darle acceso a mi oficina. —Por...por supuesto, señor...— miró a Gianna— un placer... señora Harrison, estoy a su servicio. —Muchas gracias, Ava— le dedicó una enorme sonrisa. Ava no entendía lo que estaba ocurriendo, pero era evidente que preguntar estaba fuera de los límites. Alexander y Gianna, se despidie
Gianna tomó el artefacto y con una sonrisa marcó el número de su amiga, al tercer timbre ella respondió. —¿Hola?—Hola Melly, soy Gianna...—¡Oh, Santo Dios!— la escuchó exclamar con voz ahogada. —¡ por todos los cielos, Gianna!, ¿Estás bien?, dime qué estás bien. —Tranquila, tranquila Melly, estoy bien. Lamento no haberme comunicado antes... Ethan me ha llamado así que he descompuesto mi celular.—Ahora entiendo porque no atendiste las mil llamadas que te hice... ¿dónde estás?—Han pasado tantas cosas, Melly— suspiró sin poder creer el enorme giro que había dado su vida en tan solo un par de días. — Demasiadas para contarlas por celular. —Mañana será mi día libre, quiero verte. Por favor, necesito asegurarme de que estás bien. ¿ dónde has estado?, estoy tan preocupada Gianna... tú estabas tan mal, te juro que temí...—Lo puedo intuir, pero no haría algo como eso— elevó los ojos mirando a Alexander, quién le regaló una amplia sonrisa— te prometo que mañana te contaré todo... cómo es
Un nuevo día había llegado, los cálidos rayos del sol dejaban ver un hermoso día. Gianna salió de la cama y se fue directamente al cuarto de baño, después de hacer sus necesidades y asearse, salió del cuarto de baño envuelta en una toalla, hoy iría a ver a Melly, y quería apresurarse para desayunar con Alexander antes de que se marchara a la oficina. Al llegar a su enorme vestidor, vio colgada las muchas prendas que su esposo le había comprado, en compañía de las prendas que ya tenía. Decidió usar un hermoso vestido color azules rey, era perfecto, suave, elegante y se ajustaba a su cuerpo. Secó su cabello y lo dejó suelto, el maquillaje del día, profundizaba el intenso azul de sus ojos, y sus labios a penas tenían un brillo labial, que les daba una apariencia jugosa, haciéndolos ver más apetecible. un pequeño bolso a juego con sus hermosos tacones de color negro y estuvo lista, en cuanto salió al pasillo, se encontró con una de las jóvenes del servicio. —Buenos días — le saludó con