Capítulo 4: ¿Cómo te llamas?

Cinco años después.

— Hola mi princesa, mira lo que te traje. — Saludó Mía acercándose de prisa a su pequeña, con el helado favorito de Lydia en su mano.

Lydia ni siquiera la miró y permaneció sentada mirando a la nada sin ni siquiera hacer una mueca, ella había tenido que estar todo el día sin su madre y a pesar de que Isabel o la madre de Isabel, le daban un vistazo, no podían dedicarle tiempo y esto llenaba de frustración a la pequeña niña, que se sentía muy sola, pero no sabía cómo expresar estos pensamientos.

— Mi niña, es tu helado favorito. — Insistió Mía con preocupación abrazando a la persona más importante de su vida.

Lydia solo bajó la cabeza, aún sin mostrar ninguna expresión y él corazón de Mía se apretó al ver así a su pequeña.

Sabía que Lydia la necesitaba, pero ella no podía quedarse todo el día con ella porque las facturas no dejaban de acumularse.

Sin más remedio, después de asegurarse de que su hija comiera su cena, la llevó a acostarse y se despidió diciéndole que la amaba antes de irse, aún preocupada y lamentando tener que irse, pero no tenía otra opción.

Ella hoy estaba completamente decidida a dar su mejor esfuerzo, necesitaba está oportunidad, si lo hacía bien podrían contratarla como turno completo, porque ya trabajaba a tiempo parcial, pero el dinero que ganaba no era suficiente.

Para darle una buena vida a su pequeña hija Lydia, debía esforzarse, ella era su razón para luchar cada día y soportar malos tratos, solo para volver a casa y ver a su niña y abrazarla.

Aunque Isabel la ayudaba mucho, a Mía no le gustaba depender tanto de su amiga, mucho menos en estos momentos en que su negocio familiar no va bien, porque ella se había visto implicada por la venganza de Bruno.

Esto la hace sentir un poco culpable, pero no puede pensar demasiado en esto cuando tenía tantos problemas, su pequeña había sido diagnosticada con autismo y el coste de las terapias era demasiado para ella, después de pagar el alquiler ni siquiera le alcanzaba para la comida.

El salario de media jornada no era suficiente.

— Mia anda a limpiar esa mesa. — Gritó el gerente y Mia asintió antes de empezar a dar unos pasos, pero al ver a un hombre parecido a Bruno se congeló.

Se sintió aturdida por un momento antes de retroceder, no estaba segura de si era él, pero no quería que la viera en este momento, sabía que solo la humillaría.

No quería soportar sus burlas, por lo que intentó esconderse, sin pensar que su jefe la estaba viendo y se acercó a ella furioso.

— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Holgazaneando en tu primer día de trabajo? — Preguntó él apretando los dientes y Mia se tensó, pero cuando estaba por disculparse él la agarró del cabello.

— Por favor suélteme. — Pidió Mia sintiendo como su cuero cabelludo ardía, intentando soltarse, pero él la llevó al almacén.

— Para que reflexiones de tus acciones. — Masculló el hombre antes de empujarla en el almacén y cerrar la puerta.

— Por favor abre la puerta. — Dijo sintiéndose desesperada, tenia miedo de haber arruinado su oportunidad por cosas del pasado.

«Soy una tonta, como si no pudiera soportar una humillación más por el bien de mi pequeña, mi orgullo no pagará sus terapias ni nos dará comida y alquiler.» Pensó Mia llena de culpa y arrepentimiento.

Suspiró al ver que su jefe no le abriría la puerta y cuando volteó a mirar el almacén se sobresaltó al encontrar unas pequeñas piernas expuestas en el techo, que caían por el ducto abierto del aire acondicionado central.

Rápidamente con su corazón acelerando, con miedo de que la personita arriba pudiera caer, tomó las escaleras y subió para ayudar al niño, sin entender como un niño pequeño podía estar en una situación así.

Ella tomó al pequeño y al mirarlo se sorprendió, él era realmente lindo, era rubio, ojos azules e incluso tenía cierto parecido a su pequeña Lydia y se sintió incómoda cuando los recuerdos llegaron a su mente.

Flashback

— ¿Dónde está mi otro bebé? Me falta un bebé, yo estaba esperando gemelos. — Dijo Mia ansiosa cuando únicamente le entregaron a Lilian después de la cesárea.

— Lo siento señora, aunque estaba esperando gemelos, solo la bebé sobrevivió. — Explicó él doctor y Mía sintió como el dolor más grande que hubiera sentido se apoderaba de su alma.

Las lágrimas empezaban a caer por su rostro, recordando la vez que Mandy la empujó, quizás en ese momento fue que su pequeño se lastimó y no pudo sobrevivir.

Esa mujer malvada le había quitado tanto, su bebé no merecía ese cruel destino.

Se sintió culpable por no haberlo podido proteger y abrazo a su pequeña sin dejar de llorar.

— Lo siento mi niña, no pude proteger a tu hermanito, pero te protegeré a ti con mi vida. — Prometió.

Fin del Flashback.

Al pensar esto y ver al pequeño en sus brazos, Mia no pudo evitar pensar en que si su pequeño hubiera sobrevivido tal vez podría verse parecido a este niño..

«¿Cómo sería eso posible,…no seas tonta Mia, los niños lindos se parecen todos porque son entrañables» Se dijo a sí misma, no queriendo pensar en cosas imposibles.

Por otro lado, en una mesa exclusiva del bar, está un hombre elegante, importante , increíblemente atractivo, de ojos azules y cabello rubio, derrochando poder y dominio, mientras hablaba de negocios con otro hombre, cuando su teléfono suena y él lo toma al ver que se trataba de su primo.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Dante.

— Liam se perdió, lo siento mucho, me ausenté dos minutos y al volver no estaba por ningún lado, ahora debe estar por algún lugar del bar, ya lo estoy buscando. — Dijo Santiago preocupado y asustado.

Dante al escuchar sus palabras se levantó de inmediato furioso y preocupado.

— Santiago hablaremos de esto después. — Colgó la llamada, su primo obtendría represalias después de que encuentre a su hijo, que era lo más importante en este momento y se acercó de inmediato al dueño del bar. — Necesito que registren todo el bar, empieza a desalojar a los clientes y que los de seguridad se aseguren que nadie saque a ningún niño de aquí. — Ordenó Dante preocupado.

— Si señor. — Accedió el dueño sin más remedio, aunque esto no le satisfacía en absoluto, pero Dante era un inversionista del bar, además de que tenía mucho dinero y poder, con solo una palabra suya, podía desaparecer cualquier negocio, por lo que no podía permitirse ofenderlo.

. . .

— ¡Abre la puerta, abre la puerta rápido! ¡allí dentro un niño ! —Mia rompió el panel de la puerta con la palma de la mano con impotencia y no se detuvo ni siquiera cuando tenía la mano entumecida.

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