Cinco años después.
— Hola mi princesa, mira lo que te traje. — Saludó Mía acercándose de prisa a su pequeña, con el helado favorito de Lydia en su mano.
Lydia ni siquiera la miró y permaneció sentada mirando a la nada sin ni siquiera hacer una mueca, ella había tenido que estar todo el día sin su madre y a pesar de que Isabel o la madre de Isabel, le daban un vistazo, no podían dedicarle tiempo y esto llenaba de frustración a la pequeña niña, que se sentía muy sola, pero no sabía cómo expresar estos pensamientos.
La vida de Mia ha mejorado mucho desde que recibió la ayuda de esta vieja vecina, madre e hija. Ayudaron a Mia a mudarse del vecindario original, pero ella aún tuvo que trabajar mucho para mantener a su hija.
— Estamos atrapados aquí. lo siento mucho.
— No hay nada que lamentar ¿Cómo te llamas? —El niño no parecía tener miedo en absoluto, Mia estaba muy sorprendida de que tuviera una madurez que no estaba acorde a su edad.
— Mía, ¿y tú?
— Mi nombre es Liam.
— ¿No tienes miedo? Está oscuro aquí...
— No te preocupes, mi papá encontrará este lugar tarde o temprano.
Mia no entendía de dónde venía la confianza de este niño ¿Qué clase de padres traerían a su hijo a un lugar como este y lo dejaría aquí sin cuidarlo bien? Pero ahora no hay nada que pueda hacer.
— Es que ahora estoy muy aburrido. ¿Puedes contarme una historia, Mia?
[..]
Al acercarse, se escucharon la voz de una mujer y la risa de un niño desde el interior. El corazón del CEO se apretó. Esta debía ser la voz de su hijo. — Sr., Liam esta allí! — ¿Qué espera para abrir esta puerta? — Preguntó Dante mirando al hombre con frialdad y esté último bajo la cabeza avergonzado, sin atreverse a decir que recién había estado en este lugar molestando a la nueva empleada, pero no sé había dado cuenta si el niño estaba escondido ahí. — Abre la puerta ya. — Exigió Dante. — Pero Sr. Walsh, aquí no hay quien entre. Estaba bloqueada desde hace mucho…— Siguió discutiendo para evitar que otros se enteren de su maltrato a su empleada. Tenía un sudor frío en la cabeza. — Si no quiere que lo procesen por secuestro de un niño, será mejor que abra la puerta. — respondió el asistente de Dante. Sin más remedio, el dueño tuvo que obedecer. Al otro lado de la puerta, Mia notó la voz de un hombre. Era el dueño del bar. Se apretó su corazón. La cerradura de la puerta crujió de repente. Mia se levantó rápidamente, le preocupaba que el hombre que acabara de golpearla y, si la golpeaban nuevamente, no le permitiría descubrir que había un niño aquí. — Alguien viene, Liam, puede que sea mi jefe, escóndete! — ¡Me pareció escuchar la voz de mi papá! ¡Papá! estamos aquí. La puerta se abrió con un chirrido y lo primero que llamó la atención de Dante fue una chica vestida en uniforme de camarero, con el cabello suelto, con un poco de polvo en la cara y las manos. Sus ojos brillaban firmemente, pero apretó los labios con miedo. — ¡Papá, estoy aquí! Dante bajó la cabeza y miró a su travieso hijo Liam sosteniendo la mano de la mujer y saludándolo.— Está muy oscuro aquí, Papá, esta tía tan guapa me ha salvado, quiero darle las gracias! ¡Tío Santiago, ya volviste! — Dijo Liam contento, mostrando sus dientes blancos, con una linda sonrisa, que capturaba el corazón de cualquiera. Dante estaba aliviado de que su hijo parecía estar bien. Al lado de la mujer que parecía estar asustada al sentir su mirada, la observó con seriedad, pensando en que había algo familiar en ella, como si no fuera la primera vez que se encuentran. En ese instante empezó a recordar a las mujeres con las que se había acostado en el pasado y han sido buscadas, pero está mujer frente a él, no se encontraba entre ellas. — Bueno como ya el niño está bien, volveré al trabajo de inmediato. — Dijo Mía dando unos pasos al frente, queriendo salir del almacén, sintiéndose incómoda por la intensa mirada de Dante. Podía darse cuenta de que él no solo era impresionantemente atractivo, sino que también tenía mucho poder y ella no quería tener ningún problema con nadie
Ella realmente necesitaba el dinero con urgencia o de lo contrario no habría soportado el agravio de ser maltratada por su jefe en su primer día de trabajo.— ¿Cuánto quieres? — Escuchó a Dante preguntar y empezó a contar el coste del tratamiento de Lydia, los programas de terapia son muy caros.Mia calculó 15.000 dólares al año, Lydia tiene 4 años y necesitará tratamiento al menos hasta que tenga unos 12 años. Espera tener en el futuro más dinero, pero por el momento necesitaba asegurar el futuro de su hija.— Necesito 120.000 dólares. — Dijo con voz entrecortada, nerviosa y tensa, con miedo de que él hombre frente a ella se burlara en su cara por pedirle tal suma, pero debía intentarlo por su hija.Dante la miró fijamente por unos segundos y luego desvió la mirada, haciendo que Mía se sintiera mucho más ansiosa, al no saber si él estaba enfadado o pensativo.En medio del silencio incómodo las esperanzas de Mía comenzaron a desvanecerse. Ella no había podido leer sus intenciones cuan
Era muy peligroso, que lo hiciera su hija siendo autista era aterrador, ella no reconocía el peligro.— Iré de inmediato, llama a la policía y sal a buscarla, ella no puede andar sola, es muy peligroso. — Musitó con voz rota, tenía un enorme y doloroso nudo en la garganta, sintiendo que le acababan de arrancar el alma y se la habían llevado lejos.Su alma era su hija y necesitaba recuperarla.Colgó la llamada sin esperar otra respuesta y salió del baño corriendo para dirigirse a la salida del brazo, sin perder tiempo en avisar, no le importaba nada más ni si siquiera si perdía este trabajo, en este instante lo único que le interesaba era encontrar a Lydia.Cuando salió del bar miró a todos lados, intentando encontrar un taxi mientras se iba sintiendo cada vez más desesperada, pero los taxis que pasaban todos iban ocupados, ninguno se detenía y en medio de su desesperación sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, hasta que un auto lujoso se detuvo frente a ella.— ¿Qué sucede? — Pre
— Parece que le agrada a esta niña, Sr. Walsh. Y se parece un poco al joven Amo Liam. —Axel intervino.En ese momento, se escuchó la voz de Mia en la comisaria.— Ya encontraron a Lydia, no debes preocuparte, pronto volveremos a casa.Al escuchar sus palabras Dante tensó la mandíbula al pensar que con quién debía estar hablando debía ser su esposo. Se detuvo de pensar en esa mujer.Lydia soltó su mano para correr hacia la ventana para ver a su madre. Dante por su parte, se dirigió a la salida, él le dio la espalda cuando Mia entro a buscar al oficial.Por otro lado Mía al ver que su pequeña está a salvo finalmente siente que la piedra pesada en su corazón era removida y la abrazó. Aunque se siente molesta por lo que Lydia hizo, sabe que no puede culparla. — Lydia no puedes volver a desaparecer de nuevo de esa manera. — Suspiró al separarse del abrazo y la niña permaneció en silencio, por lo que suspiro. — Muchas gracias oficial, ¿Puedo saber quién trajo a mi hija hasta aquí? Qui
— Señorita Mia, que casualidad, nos volvemos a encontrar. — Espetó él sin poder evitar detallarla. — Si, muchas gracias por ayudar a mi hija, ahora me retirare para que usted y su pareja vean el menú y en un momento vendré a tomar su orden. — Musitó Mía, se sentía realmente incómoda de ver a la pareja. — Señorita Mía, ella no es mi pareja, es mi hermana pequeña Katherine. — Aclaró Dante sintiéndose un poco divertido, porque creyó ver un poco de celos en Mia y eso le gustó. — Mucho gusto, ¿Así que tú eres la chica que salvó a mi sobrino? — Preguntó Katherine con una sonrisa y antes de que Mía pudiera responder vio a alguien acercarse a la mesa que nunca esperó y un escalofrío recorrió su cuerpo. — Siento mucho la tardanza. — Espetó Bruno, tomando asiento, mirando a Katherine y a Dante directamente, sin prestar atención a Mia que estaba a un lado, ya que al pensar que era una simple mesera no le dedicó ni una mirada. Mientras Mia lo miraba completamente desconcertada, sintie
— Salvaste a mi hija pero también me evitaste, ahora no nos debemos nada, señor.— La propuesta que mencioné todavía cuenta, puedes pensarla detenidamente. — Espetó él, queriendo probar con esto si ella era una mujer casada o no, pero Mía lo miró con los ojos de par en par, sin poder decir nada, conmocionada. — Mi hijo seguía diciendo tu nombre en sus sueños ayer. No ha sentido tanto cuidado desde hace mucho tiempo. Después de despertar, siguió pidiendo que fueras su madre e incluso tiró el cuenco y se negó a desayunar. — Explicó Dante al ver que ella no decía nada y el corazón de Mía se llenó de incomodidad al pensar que ese pequeño niño lindo la estaba pasando mal.— Lo siento señor Walsh, pero debo continuar trabajando. — Musitó Mía antes de huir de él una vez más.Ella continuó atendiéndolos tratando de ignorar la mirada de Dante y Bruno mientras lo hacia, pero cuando estaba sirviendo la comida y sus ojos se conectaron con los azules de Dante, comenzó a considerar si realmente pod
Al mirar hacía arriba vio una figura más grande que él y luego un puñetazo fue lanzado hacia su rostro y sintió la sangre en su boca por la fuerza que su oponente ejerció.—¿Qué diablos crees que estás haciendo? — El corazón de Bruno dio un vuelco cuando escuchó la voz ¡Este era su poderoso futuro cuñado! Dante Walsh. Sólo entonces se dio cuenta de que realmente había ofendido a la persona equivocada.Un escalofrío lo recorrió al pensar que no debería haber actuado impulsivamente. No consideró que alguien estuviera protegiendo a Mia antes, así que se dejó llevar por sus impulsos primitivos, pero ahora se arrepentía.Lamenta por qué no eligió el momento adecuado para conocer a Mia. Fue negligente. ¡Nunca esperó que ella tuviera un respaldo detrás de ella!Mía estaba en shock, acurrucada llorando a un lado, sin atreverse a mirar, aún no creía que esto se lo había hecho su exnovio quien había fingido ser sumiso y amable en el pasado, pero era tan cruel que casi abusa de ella, se sentía a
— Es un hombre que conocí hace unos días. — Suspiró Mia. — ¿Y Lydia? — Preguntó al no verla, era raro, usualmente cuando llegaba ella estaba en el sofá.— Hoy se portó muy bien y se quedó dormida después de cenar, pero dime un poco más acerca de ese hombre, ¿Cómo se conocieron y por qué te trajo hoy hasta aquí? — Preguntó Isabel intrigada, antes de fruncir el ceño al darse cuenta que cuando la chaqueta en el cuerpo de Mia se abrió un poco la ropa de ella parecía estar rota y ella realmente no parecía sentirse bien. — ¿Qué te paso? — Cuestionó preocupada y ansiosa.— Volví a encontrarme con Bruno, él quiso abusar de mí. — Respondió Mia con un nudo en la garganta, sintiendo mucha incomodidad en su corazón al pensar en este hecho.No quería imaginar lo que hubiese sucedido si Dante no la salvaba.— ¿Qué? ¿Cómo pasó? Ese maldito imbécil como pudo atreverse a hacerte algo así. — Se quejó Isabel furiosa, él había sido realmente despreciable al comprometerse con Mandy cuando ellos apenas ter