Capítulo 6: Tú también debes venir.

Mía frunció el ceño y bajó la cabeza de manera poco natural, evitando los ojos de Dante, era difícil para ella, él la ponía nerviosa, a pesar de que se repetía que no debería importarle quien la mirará así y mucho menos si era gay.

Pero él tenía mucho dinero y pensando en esto, llegó a la conclusión de que siendo CEO de una corporación como Walsh Group, si ella le pedía dinero, seguramente se lo daría, pero también a esta gente le preocuparía que ella dijera tonterías o pedirle una gran suma podría ofenderlos y luego esto le traería problemas.

Tal vez después de recibir el dinero, algo malo la estaría esperando, no podía arriesgarse, ella tenía que estar bien para seguir cuidando de su hija.
— No hace falta señor, no busco nada a cambio de salvar al niño, y además estoy encerrada. Gracias a su hijo, yo también me salvé, así que estamos en paz. — Dijo Mía, pero los ojos de Dante se oscurecieron.
Él estaba demasiado insatisfecho con esta respuesta.
— No me gusta deberle cosas a la gente. — Replicó Dante sin dejar de mirarla.
Al escuchar esto, Mía de inmediato pensó en que debía un mes de alquiler y en su encantadora hija. Lidia era una niña muy risueña, pero este año le habían diagnóstico autismo y ella no podía evitar culparse porque por estar trabajando no podía dedicarle todo el tiempo que quería a su hija, no podía cuidarla como debía e Isabel y su madre estaban ocupadas todo el tiempo pagando sus deudas, debido a que estaban arruinadas desde hace mucho tiempo, su hija no estaba recibiendo la atención que necesitaba.
Pensando en esto, Mía se armó de valor para ver si al menos existía una posibilidad de obtener lo que necesitaba.
— Entonces necesito dinero, ¿puede darme dinero señor? — Preguntó Mía, mirando a Dante expectante, sintiendo como sus manos empezaban a sudar y su corazón se aceleraba por los nervios, rogando en su interior por una respuesta positiva.
Ella realmente necesitaba el dinero con urgencia o de lo contrario no habría soportado el agravio de ser maltratada por su jefe en su primer día de trabajo.
— ¿Cuánto quieres? — Escuchó a Dante preguntar y empezó a contar el coste del tratamiento de Lydia, los programas de terapia son muy caros.
Mia calculó 15.000 dólares al año, Lydia tiene 4 años y necesitará tratamiento al menos hasta que tenga unos 12 años. Espera tener en el futuro más dinero, pero por el momento necesitaba asegurar el futuro de su hija.
— Necesito 120.000 dólares. — Dijo con voz entrecortada, nerviosa y tensa, con miedo de que él hombre frente a ella se burlara en su cara por pedirle tal suma, pero debía intentarlo por su hija.
Dante la miró fijamente por unos segundos y luego desvió la mirada, haciendo que Mía se sintiera mucho más ansiosa, al no saber si él estaba enfadado o pensativo.
En medio del silencio incómodo las esperanzas de Mía comenzaron a desvanecerse. Ella no había podido leer sus intenciones cuando él le hizo la pregunta, pero ahora era claro que él no iba darle el dinero.
Bajó los ojos avergonzada, sintiéndose un poco tonta, ella no era una mendiga, ¿Cómo había podido atreverse a pedirle tanto dinero? Negó con la cabeza amargamente e iba a retirarse cuando escuchó la voz del asistente.
— Lo que nuestro señor quiere decir es que esta respuesta no le satisface, señorita puede hacer otras peticiones. — Espetó Axel.
— No tengo otras peticiones. Si el señor no está de acuerdo por favor déjeme marchar, tengo trabajo que hacer, lo siento. — Suspiró Mía, se sentía como un payaso y solo quería salir de aquí.
Se había ilusionado con algo absurdo, nadie le daría tanto dinero solo por salvar a un niño, pero al menos podía decir que lo había intentado por su hija.
Cuando ella iba a salir, Dante se movió rápidamente hacía la puerta, impidiéndole el paso.
— Señor, la verdad es que no entiendo lo que pretende… — Ella lo miró confundida, antes de que él la interrumpiera.
— Cásate conmigo. — Espetó Dante y Mía lo miró conmocionada.
— ¿Qué está diciendo? — Cuestionó frunciendo el ceño, sin entender a qué estaba jugando el hombre frente a ella.
Un escalofrío recorrió el corazón de Mía, preguntándose: ¿Si es un gay, por qué no encuentra un hombre con quien casarse? Él ya tenía un hijo, ella pensaba que su familia no debería obligarlo a casarse con una mujer.
«Quizás le ofendió que le pidiera tanto dinero y ahora está haciendo esto para burlarse de mí.» Pensó Mia frunciendo el ceño.
— Estoy diciendo que te cases conmigo. — Dijo Dante sin ningún titubeó ni nada que indicara que él estaba jugando.
— Pero eres gay, ¿no? No quiero casarme con un gay. — Replicó Mía, pensando que él debía seguir actuando y ella ya no quería perder más tiempo.
Al escuchar sus palabras, Dante frunció el ceño desconcertado, ante la atrevida mujer que lo llamaba gay.
— ¿Quién le ha dicho que soy gay? Señorita, ¿es así de grosera con un hombre al que conoce por primera vez? — Cuestionó Dante, que aunque se sentía molesto por esto, al mismo tiempo se sentía un poco divertido por el atrevimiento de ella.
— Lo siento señor, es que su propuesta fue tan inesperada, no estaba preparada. — Respondió Mía bajando la cabeza avergonzada, al mismo tiempo que sus mejillas se encendían pensando que a él no le gustaba admitir su orientación sexual frente a personas desconocidas y ella había sido muy descuidada al mencionarlo.
— No soy gay, eso te lo aseguro, ahora está claro esto, ¿Aceptas casarte conmigo? — Cuestionó Dante con seriedad y Mía lo miró con los ojos abiertos de par en par al darse cuenta que él no parecía estar jugando.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo