— No tienes nada que explicar, tu padre está enojado, él ni siquiera quiere escucharte, va a cortar su lazo de familia contigo, ya no te considera su hija, tampoco te seguirá dando ninguna ayuda económica, no te atrevas a aparecerte por aquí, ya has avergonzado suficiente a tu padre, eres una desgracia y a partir de ahora no tienes nada que ver con nosotros. — Masculló Celia y cada palabra que pronunciaba, se clavaba en el pecho de Mía como dolorosas dagas que perforaban su corazón y alma llenándola de dolor.
— Pero…— Intentó replicar ella al mismo tiempo que sus lagrimas empezaban a caer. — Pero nada, espero que no nos vuelvas a molestar y tampoco molestes a Bruno, él se casará con tu hermana, ella si está embarazada de dos meses esperando al bebé de él no como tú, así que si te atrevas a venir a molestarlos, no responderé por lo que le pase a tus bastardos. — Masculló Celia antes de darse la vuelta y todo en la cabeza Mía hizo clic, ahora entendía porque su prometido parecía más preocupado por Mandy que por ella misma. Pero darse cuenta de esta amarga verdad, solo lastimaba más su ya magullado corazón. Podía sentir como su corazón se quebraba en mil pedazos y su alma ardía, como si la estuvieran quemando por dentro. Se sentía como una tonta por no darse cuenta antes, estaba llena de rabia, frustración y dolor por negarse a creer que podía haber algo más entre su prometido y Mandy, incluso ellos dos lo habían negado en el hospital, la habían visto como una payasa y debían haberse burlado de ella a sus espaldas, eran unos mentirosos desvergonzados, pero la única que tendría consecuencias era ella y eso la destrozaba por completo, mucho más al sentir que también la estaban alejando de su padre cuando no tenía a dónde más ir, por lo que antes de que Celia pudiera irse se aproximó hacía ella y la tomó del brazo. — Por favor, diles que me dejen pasar, necesito hablar con mi papá. — Suplicó Mía entre sollozos, pero Celia se sacudió su mano sin piedad, haciendo que Mia cayera al suelo. — No te atrevas a seguir molestando, mujer desvergonzada, tu padre ni nadie de la familia quiere volver a verte ni a ti ni a tus bastardos. — Sentenció Celia, antes de irse, dejando a Mía entumecida en el suelo, incluso sintió que los latidos de su corazón se habían detenido por un momento. Mía sentía que toda su mundo se caía a pedazos, dejándola en ruinas. Se sentía como una tonta, todo esto había sido una planeado, solo que sus bebés afortunadamente no habían muerto y su prometido la había traicionado antes de tiempo, pero ella había vuelto a caer en los cálculos de su media hermana y ahora había conseguido robarle toda su vida. Ya no tenía un prometido y aunque su corazón dolía inmensamente porque ella de verdad lo amaba, podía aceptar que esto había terminado, pero no podía aceptar ser echada de su familia, llevaba dos bebés en su vientre, necesitaba ayuda. Mía miró la mansión desconsolada, ahí estaban todas sus cosas, esta fue la casa en la que vivió desde que era una bebé y ahora ni siquiera la dejaban entrar… — Papá no me equivoqué, no fue mi culpa que las cosas ocurrieran así, debe haber un error, pero ¿Por qué me abandonaste tan fácilmente? — Preguntó a la nada mientras lloraba. Su corazón dolía tanto, a pesar de que su relación como padre e hija se había deteriorado bastante después de que él se casara con Celia, Mía no imaginó que su papá en algún momento podría ser tan cruel como para cortar cualquier vínculo con ella sin ni siquiera darle la oportunidad de explicarle las cosas. Sin dejar de llorar miró su vientre pronunciado, pensando que ahora lo único que tenía era a sus bebés, pero no sabía cómo podría salir adelante, se había quedado sin nada. Ni bienes ni dinero. Sería una madre soltera y no podía estar segura si efectivamente había un error con la prueba de ADN o de verdad el papá de sus bebés era otro hombre. Intentó recordar ese día una y otra vez, llegando a desesperarse al no poder recordar nada, porque si no lo recordaba nunca podría estar segura ni saber quién era el verdadero padre de sus bebés. — Señorita, ¿Quiere que llame a alguien para que la busque o un taxi? Venga la ayudo a levantarse. — Dijo el hombre sintiendo cada vez más lastima por ella, tendiéndole la mano a Mia y ella la tomó, pero al levantarse empezó a sentir dolor en su vientre y comenzó a asustarse. Asintió y le dio un número que se sabía de memoria al hombre, pero tenía mucho tiempo sin llamar y él luego de llamar a la persona le entregó el teléfono. — Isabel, necesito tu ayuda, por favor ven a buscarme a casa de mi padre, estoy sola, no me siento bien y no se que hacer. — Pronunció con desesperación. — ¿Qué pasa con Bruno y por qué no va a buscarte? ¿Qué te hizo Mandy? — Preguntó Isabel preocupada y confundida, sabiendo que si su amiga estaba mal debía ser obra de esa malvada mujer. — Él ya no me quiere, por favor ven a buscarme pronto. — Pidió Mía, no se atrevía a decir nada más o terminaría llorando al recordar su dolorosa situación, tocando su vientre al volver a sentir otra punzada dolorosa. — Está bien, iré de inmediato. — Espetó Isabel furiosa, mordiéndose la lengua para no despotricar contra Bruno, sabiendo que su amiga en este momento solo debía necesitar a alguien y no escuchar su molestia por lo que le estaba sucediendo. «Mis bebés tienen que estar bien.» Pensó Mia, esperando que el dolor que empezaba a sentir no fuera nada grave.Cinco años después. — Hola mi princesa, mira lo que te traje. — Saludó Mía acercándose de prisa a su pequeña, con el helado favorito de Lydia en su mano. Lydia ni siquiera la miró y permaneció sentada mirando a la nada sin ni siquiera hacer una mueca, ella había tenido que estar todo el día sin su madre y a pesar de que Isabel o la madre de Isabel, le daban un vistazo, no podían dedicarle tiempo y esto llenaba de frustración a la pequeña niña, que se sentía muy sola, pero no sabía cómo expresar estos pensamientos. — Mi niña, es tu helado favorito. — Insistió Mía con preocupación abrazando a la persona más importante de su vida. Lydia solo bajó la cabeza, aún sin mostrar ninguna expresión y él corazón de Mía se apretó al ver así a su pequeña. Sabía que Lydia la necesitaba, pero ella no podía quedarse todo el día con ella porque las facturas no dejaban de acumularse. Sin más remedio, después de asegurarse de que su hija comiera su cena, la llevó a acostarse y se despidi
De repente, toda la habitación quedó a oscuras, se cortó la luz y Mia se tensó.— Auxilio!¡Abre la puerta!—Mia gritó a todo pulmón y golpeó la puerta, pero no hubo respuesta.Mía sacó su celular, pero no había señal y ni siquiera pudo hacer un llamado de auxilio, así que encendió la linterna y regresó con el niño abatida.— Estamos atrapados aquí. lo siento mucho.— No hay nada que lamentar ¿Cómo te llamas? —El niño no parecía tener miedo en absoluto, Mia estaba muy sorprendida de que tuviera una madurez que no estaba acorde a su edad.— Mía, ¿y tú?— Mi nombre es Liam.— ¿No tienes miedo? Está oscuro aquí...— No te preocupes, mi papá encontrará este lugar tarde o temprano.Mia no entendía de dónde venía la confianza de este niño ¿Qué clase de padres traerían a su hijo a un lugar como este y lo dejaría aquí sin cuidarlo bien? Pero ahora no hay nada que pueda hacer.— Es que ahora estoy muy aburrido. ¿Puedes contarme una historia, Mia? — Claro.[..] Al acercarse, se escucharon la
Mía frunció el ceño y bajó la cabeza de manera poco natural, evitando los ojos de Dante, era difícil para ella, él la ponía nerviosa, a pesar de que se repetía que no debería importarle quien la mirará así y mucho menos si era gay.Pero él tenía mucho dinero y pensando en esto, llegó a la conclusión de que siendo CEO de una corporación como Walsh Group, si ella le pedía dinero, seguramente se lo daría, pero también a esta gente le preocuparía que ella dijera tonterías o pedirle una gran suma podría ofenderlos y luego esto le traería problemas.Tal vez después de recibir el dinero, algo malo la estaría esperando, no podía arriesgarse, ella tenía que estar bien para seguir cuidando de su hija.— No hace falta señor, no busco nada a cambio de salvar al niño, y además estoy encerrada. Gracias a su hijo, yo también me salvé, así que estamos en paz. — Dijo Mía, pero los ojos de Dante se oscurecieron.Él estaba demasiado insatisfecho con esta respuesta.— No me gusta deberle cosas a la gente
Señor, es la primera vez que nos vemos, lo siento, pero no puedo aceptar casarme con usted. — Suspiró Mia.— Quiero saber por qué rechazas mi propuesta, Srta Mia.— Si tengo que decirlo es porque nuestras identidades no encajan, yo solo soy una camarera y tú eres un CEO, no hay posibilidad entre nosotros.— Si te menospreciara no diría esas cosas.— Está bien. Salve a tu hijo por accidente, entonces insistirías en casarte conmigo. Entonces, si alguien te ayudara cuando necesitas ayuda, ¿te casarías con esa persona?Dante no esperaba que la mujercita frente a él hiciera esa pregunta. Incluso se echó a reír.— ¿Estás celosa de alguien que no existe? Me imagino que por esto es por lo que vas a preocuparte después de convertirte en mi esposa. — Dante dijo fácilmente, sonriendo.— Esta es una pregunta seria, señor. No entiendo por qué quiere aprovechar la oportunidad para burlarse de mí. Ya le dije que no estoy de acuerdo. Ahora por favor déjame ir, tengo trabajo. — Salió.Lo que Mia no no
Era muy peligroso, que lo hiciera su hija siendo autista era aterrador, ella no reconocía el peligro.— Iré de inmediato, llama a la policía y sal a buscarla, ella no puede andar sola, es muy peligroso. — Musitó con voz rota, tenía un enorme y doloroso nudo en la garganta, sintiendo que le acababan de arrancar el alma y se la habían llevado lejos.Su alma era su hija y necesitaba recuperarla.Colgó la llamada sin esperar otra respuesta y salió del baño corriendo para dirigirse a la salida del brazo, sin perder tiempo en avisar, no le importaba nada más ni si siquiera si perdía este trabajo, en este instante lo único que le interesaba era encontrar a Lydia.Cuando salió del bar miró a todos lados, intentando encontrar un taxi mientras se iba sintiendo cada vez más desesperada, pero los taxis que pasaban todos iban ocupados, ninguno se detenía y en medio de su desesperación sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, hasta que un auto lujoso se detuvo frente a ella.— ¿Qué sucede? — Pre
— Hola, pequeña, ¿Cómo te llamas? — Preguntó cuando llegó a ella.Dante la espero por una respuesta, pero ella seguía sin responder, simplemente se quedó mirándolo con sus enormes ojos azules y él no creía como era posible que dos niños que no tenían nada que ver el uno con el otro pudieran parecerse tanto.— Pequeña, ¿Tu mama se llama Mia, verdad? — Insistió él hablándole con suavidad, pero Lydia simplemente bajó su mirada hasta sus pies. — Imagino que no quieres hablar, pero ven conmigo, te devolveré a tu madre. — Dijo y la tomó de la mano.Lydia no se resistió y caminó juntó a él sin dejar de observar cada uno de sus movimientos.— Sr Walsh, vamos a la casa de la Srta. Mia?Dante se quedó en silencio por un momento y volvió a mirar a Lydia, que estaba casi inmóvil.— La comisaría está al final de esta calle. Envíala a allí.Dante parecía decidido a cortar cualquier posibilidad de volver a ver a Mia.La niña, permanecía en silencio jugando con sus manos y no se quejó ni preguntó por
《¿Qué le dijo Dante Walsh a mi hija después de salvarla? ¿Sería él tan descarado como para instigar a mi hija a llamarlo padre? Pero esto es imposible! Me odia y evitó verme..》Mia pensó. Lydia miró a su madre antes de voltear su rostro y dar un paso al frente, negándose a contentar.— Lydia, ¿Te refieres al hombre que te trajo aquí? — Cuestionó Mía frunciendo el ceño. Mía soltó un largo suspiro, dándose cuenta de que su hija no le diría nada más y cuando llegaron, Mia le pagó al taxista, antes de bajar sin soltar la mano de Lydia en ningún momento, aún no había pasado el terrible susto.— Por Dios, que bueno que la encontraste y está bien. — Dijo Isabel aliviada acercándose a la niña cuando las vió entrar a la casa. — Mía siento mucho el haberme descuidado.— No te preocupes, estabas ocupada, creo que deberíamos empezar a pasarle seguro a la puerta principal cuando ella quede sola en la sala. — Suspiró Mia, aunque había tenido mucho miedo y aún se sentía enfadada por lo sucedido, nu
— Si señor. — Accedió Mía a regañadientes, pese a que no quería acercarse, no tenía otra opción, este era su primer día, tenía que dejar una buena impresión para no ser despedida.Tomando el menú con su corazón lleno de incomodidad y sus piernas temblorosas, empezó a caminar hacía ellos sin poder evitar darse cuenta que la mujer que lo acompañaba era muy hermosa y que ambos parecían muy íntimos, no dejaban de reírse, su relación debía ser muy cercana.Esto la hizo sentir mucho más tonta y un poco indignada al creer que Dante se había burlado de ella.— Hola buenas noches, sean bienvenidos, yo seré su mesera está noche, aquí tienen el menú. — Dijo Mía formando una sonrisa falsa en sus labios y Dante que había estado distraído hablando con su hermana, volteó a mirar a Mía al escuchar su voz.— Señorita Mia, que casualidad, nos volvemos a encontrar. — Espetó él sin poder evitar detallarla.— Si, muchas gracias por ayudar a mi hija, ahora me retirare para que usted y su pareja vean el men