Capítulo 3: Necesito hablar con el.

— No tienes nada que explicar, tu padre está enojado, él ni siquiera quiere escucharte, va a cortar su lazo de familia contigo, ya no te considera su hija, tampoco te seguirá dando ninguna ayuda económica, no te atrevas a aparecerte por aquí, ya has avergonzado suficiente a tu padre, eres una desgracia y a partir de ahora no tienes nada que ver con nosotros. — Masculló Celia y cada palabra que pronunciaba, se clavaba en el pecho de Mía como dolorosas dagas que perforaban su corazón y alma llenándola de dolor.

— Pero…— Intentó replicar ella al mismo tiempo que sus lagrimas empezaban a caer.

— Pero nada, espero que no nos vuelvas a molestar y tampoco molestes a Bruno, él se casará con tu hermana, ella si está embarazada de dos meses esperando al bebé de él no como tú, así que si te atrevas a venir a molestarlos, no responderé por lo que le pase a tus bastardos. — Masculló Celia antes de darse la vuelta y todo en la cabeza Mía hizo clic, ahora entendía porque su prometido parecía más preocupado por Mandy que por ella misma.

Pero darse cuenta de esta amarga verdad, solo lastimaba más su ya magullado corazón. Podía sentir como su corazón se quebraba en mil pedazos y su alma ardía, como si la estuvieran quemando por dentro.

Se sentía como una tonta por no darse cuenta antes, estaba llena de rabia, frustración y dolor por negarse a creer que podía haber algo más entre su prometido y Mandy, incluso ellos dos lo habían negado en el hospital, la habían visto como una payasa y debían haberse burlado de ella a sus espaldas, eran unos mentirosos desvergonzados, pero la única que tendría consecuencias era ella y eso la destrozaba por completo, mucho más al sentir que también la estaban alejando de su padre cuando no tenía a dónde más ir, por lo que antes de que Celia pudiera irse se aproximó hacía ella y la tomó del brazo.

— Por favor, diles que me dejen pasar, necesito hablar con mi papá. — Suplicó Mía entre sollozos, pero Celia se sacudió su mano sin piedad, haciendo que Mia cayera al suelo.

— No te atrevas a seguir molestando, mujer desvergonzada, tu padre ni nadie de la familia quiere volver a verte ni a ti ni a tus bastardos. — Sentenció Celia, antes de irse, dejando a Mía entumecida en el suelo, incluso sintió que los latidos de su corazón se habían detenido por un momento.

Mía sentía que toda su mundo se caía a pedazos, dejándola en ruinas.

Se sentía como una tonta, todo esto había sido una planeado, solo que sus bebés afortunadamente no habían muerto y su prometido la había traicionado antes de tiempo, pero ella había vuelto a caer en los cálculos de su media hermana y ahora había conseguido robarle toda su vida.

Ya no tenía un prometido y aunque su corazón dolía inmensamente porque ella de verdad lo amaba, podía aceptar que esto había terminado, pero no podía aceptar ser echada de su familia, llevaba dos bebés en su vientre, necesitaba ayuda.

Mía miró la mansión desconsolada, ahí estaban todas sus cosas, esta fue la casa en la que vivió desde que era una bebé y ahora ni siquiera la dejaban entrar…

— Papá no me equivoqué, no fue mi culpa que las cosas ocurrieran así, debe haber un error, pero ¿Por qué me abandonaste tan fácilmente? — Preguntó a la nada mientras lloraba.

Su corazón dolía tanto, a pesar de que su relación como padre e hija se había deteriorado bastante después de que él se casara con Celia, Mía no imaginó que su papá en algún momento podría ser tan cruel como para cortar cualquier vínculo con ella sin ni siquiera darle la oportunidad de explicarle las cosas.

Sin dejar de llorar miró su vientre pronunciado, pensando que ahora lo único que tenía era a sus bebés, pero no sabía cómo podría salir adelante, se había quedado sin nada. Ni bienes ni dinero.

Sería una madre soltera y no podía estar segura si efectivamente había un error con la prueba de ADN o de verdad el papá de sus bebés era otro hombre.

Intentó recordar ese día una y otra vez, llegando a desesperarse al no poder recordar nada, porque si no lo recordaba nunca podría estar segura ni saber quién era el verdadero padre de sus bebés.

— Señorita, ¿Quiere que llame a alguien para que la busque o un taxi? Venga la ayudo a levantarse. — Dijo el hombre sintiendo cada vez más lastima por ella, tendiéndole la mano a Mia y ella la tomó, pero al levantarse empezó a sentir dolor en su vientre y comenzó a asustarse.

Asintió y le dio un número que se sabía de memoria al hombre, pero tenía mucho tiempo sin llamar y él luego de llamar a la persona le entregó el teléfono.

— Isabel, necesito tu ayuda, por favor ven a buscarme a casa de mi padre, estoy sola, no me siento bien y no se que hacer. — Pronunció con desesperación.

— ¿Qué pasa con Bruno y por qué no va a buscarte? ¿Qué te hizo Mandy? — Preguntó Isabel preocupada y confundida, sabiendo que si su amiga estaba mal debía ser obra de esa malvada mujer.

— Él ya no me quiere, por favor ven a buscarme pronto. — Pidió Mía, no se atrevía a decir nada más o terminaría llorando al recordar su dolorosa situación, tocando su vientre al volver a sentir otra punzada dolorosa.

— Está bien, iré de inmediato. — Espetó Isabel furiosa, mordiéndose la lengua para no despotricar contra Bruno, sabiendo que su amiga en este momento solo debía necesitar a alguien y no escuchar su molestia por lo que le estaba sucediendo.

«Mis bebés tienen que estar bien.» Pensó Mia, esperando que el dolor que empezaba a sentir no fuera nada grave.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo