Júpiter Amato
Camine hasta la tumba de mi madre, allí deje un ramo de flores, ella amaba toda flor blanca, habían pasado dos años desde que todo cambió, un muy buen cambio, el desarrollo de mi familia había crecido, nos habíamos expandido como empresa y ya la tan alabada empresa familiar no solo se dedicaba a la venta de las armas o transporte de estas, ahora teníamos diferentes rubros, desde un hotel hasta algunas boutiques, al gusto de tía Verona y mi padre.
Me retiré del lugar tan pronto como algunos empleados comenzaron a aparecer, era muy temprano y a nadie le había dicho que haría, pero era de suponerse que al verme las personas que mantenían la casa limpia, informaran a mi padre de mi presencia allí, entre en mi carro y conduje hasta el cementerio, un trabajador me dio las llaves del mausoleo familiar, allí deje otro par de flores, mi abuela había celebrado dos años de su muerte hacía poco y no estuve en su misa.
Los negocios en Europa y Asia me habían mantenido muy ocupado el último año, sin mencionar que Venus se había tenido que trasladar a Francia por un par de meses, mi hermano era el único que no cambiaba, estaba impartiendo clases en una universidad en estados unidos y de allá no se movía, me daba gusto, y algo de envidia, que no dedicara su tiempo y esfuerzo al negocio familiar.
En nuestras relaciones, bueno, mucho no había cambiado, éramos distantes, pero nos llamábamos más, tía Verona era nuestro centro, la única mujer de la familia y a la que apoyamos todos, ella se había vuelto una persona totalmente diferente, y era ella quien nos mantenía juntos, en contacto, y con poco, nos hacía sentir en familia.
Cuando por fin llegué a casa, me fui directamente a mi recámara, allí me concentré en ver correos, algunas carpetas que mi asistente me había hecho llegar, estuve allí hasta casi medio día, mi desayuno lo había solicitado en mi habitación, solo un toquido en mi puerta me sacó de mi trabajo, me detuve en seco y me puse de pie, no me gustaba gritar, por lo que preferí abrir la puerta enseguida.
— Feliz cumpleaños a ti – esa melodía, hasta yo lo había olvidado – feliz cumpleaños a ti – repitió y me di la vuelta caminando hasta mi mesa de trabajo – feliz cumpleaños querido sobrino, feliz cumpleaños a ti – me sonrió, tía Verona y sus ocurrencias.
— Gracias – sonreí.
— ¡Pero qué ánimo! – se sentó frente a mí y me instó a soplar las velas – pide un deseo, sin deseo no hay pastel – rodé los ojos e hice lo que me pedía, si no le seguía el juego estaría el año entere recordármelo, cerré los ojos y pensé, se me pasaron varias cosas por la mente, pero una palabra me hizo eco, desee felicidad y sople las velas.
— Que generosa estas con las velas – nos carcajeamos.
— No encontré más, y a esta hora no iría a la tienda – con algunos utensilios pequeños devoramos el pastel, no es que fuera muy grande.
Hablamos un poco de mis planes y de los de ella, que luego de las recientes celebraciones familiares comenzaría a desarrollar sus tiendas, orgulloso la felicité, sabía que expandirá su marca, también hablamos sobre los abogados que cada tanto nos recordaban las demandas que la abuela Fiorella había puesto en su testamento.
Confesándole así, como estaba pensando seriamente en contraer matrimonio, ella expectante se me quedó viendo, se levantó de donde estaba, camino hasta la puerta y desde allí la abrió asegurándose de que nadie nos escuchara, de que nadie estuviera allí afuera, tratando de saber que hablábamos.
Una vez de vuelta en su asiento, volvió a servir té, curioso por su silencio me permití preguntar qué sucedía, ella negó con la cabeza y levantó su mano, entonces espere a que hablara, a que me diera su opinión, porque la de ella si importaba, porque era lo más parecido a una hermana, a una madre, ella era la figura femenina en mi vida, la respetaba incluso más que a quien debería.
— ¿vas a obedecer a tu abuela? ¿Buscarás una chica como dicta la tradición familiar? – suspiré y asentí, sus palabras eran como dagas – estás consciente de que casarse se hace por amor, es un contrato si estamos de acuerdo, pero es mucho más que eso, es ser responsable, convertirse en un hombre de familia, compartir tu vida – se me quedó viendo, podía ver el brillo allí - ¿lo sabes verdad? – preguntó.
— Lo sé, es algo que debo decidir, tarde o temprano, es por eso por lo que lo quiero planear desde ahora – me detuve, tratando de ordenar mis ideas – no quiero un matrimonio arreglado, tampoco sin amor, pero no puedo exigirle a mi futura esposa que sea una santa, necesito construir algo desde ahora, no me apura, pero sería raro comenzar una búsqueda de la nada – no sabía que estaba diciendo.
— A ver, espera, ordenémonos – ella sonreía, mientras yo tampoco daba crédito a lo que hablábamos. Se pudo de pie y luego de pasearse por mí recamara un momento soltó un suspiro y se me quedó viendo – necesito ayuda con esto – tomo su teléfono y luego de enviar algunos mensajes, volvió a su asiento. — Vamos a hablarlo con gente que sabe, Venus llega por la tarde y por la noche y saldremos a un bar, como corresponde – luego de carcajearme, acepte, es la verdad necesito aclarar mis ideas y conversar con mis dos mejores amigos me ayudaría.
Pase la tarde completa recibiendo felicitaciones por mi cumpleaños, algunas buenas, otras no tanto y una visita inesperada, Milenka Ivanova, exnovia, con un sensual vestido pegado al cuerpo, quien, lamentablemente, llego en mal momento, recibí su regalo de buena gana, pero luego la despedí como la recibí, rápidamente.
Luego de escuchar cómo moriría solo, él porque estaba solo y sus reclamos e insultos, me quede solo, preparándome para una noche de copas con Verona, porque ya no tenía permitida llamarla tía, y mi primo que llevaba solo un par de hora en el país, pero ya había saluda en la mansión. Lo que me sorprendía era el silencio de mi padre, desde hace unos días hasta ahora se había comportado de manera diferente, aunque él estaba diferente, me había deseado lo mejor muy temprano por la mañana, y a su vez me había informado sobre un pequeño viaje que haría, según él quería tomarse vacaciones. Dejándome a cargo de todo, y acordando que una vez él vuelva, seria yo quien se tomaría un par de semanas para relajarme.
Una vez arreglado y listo para salir, baje y pase por el despacho, en donde mi padre fumaba un puro, me despedí de él quien me aviso que Verona ya se había ido y que pronto se iría a dormir, al otro día ya no estaría en la finca, y pronto saldría del país. Negó con la cabeza y luego salí de allí.
Tan pronto como llegué al lugar de la junta, me di cuenta de que lo habían arrendado exclusivamente para los tres, era un hermoso sitio con un enorme ventanal en donde se podía beber, me sorprendió ver una mesa de póker en medio y a la dos mejores personas sobre la faz de la tierra esperándome, para que jugáramos una partida.
— Así que ¿te quieres casar? – soltó Venus, quien repartía las cartas en ese momento, negué con la cabeza – sabes que entre los tres las noticias corren rápido – sonreí - ¿Cuál es tu plan, cuéntame?
— Está loco, según él, buscará una chica que cumpla la tradición familiar y le propondrá matrimonio – los dos, sin ni un respeto por mi presencia, comenzaron a bromear – seguramente, así como son las cosas hoy, encontrara, de la noche a la mañana, una chica con virtud intacta – se carcajean.
— Tengo una idea – mi primo en todo su esplendor – vamos a los periódicos más importantes de todo el mundo y publicamos – Verona escupió el trago mientras se carcajeaba – ya lo puedo ver “Importante empresario, busca esposa pura, casta y virgen, si reúnes los requisitos, favor contactarse a este número …” — rodé los ojos, aunque me hacía gracia, no podía creer que bromeaban con todo esto.
— No, no es la idea, pero díganme algo, ¿con qué tiempo conozco a alguien? – la seriedad volvió a la mesa – mi primera idea siempre ha sido encontrar a alguien, enamorarme – escuché la risa de mi tía – porque si, mi primera opción era el amor, luego podría ser por intereses mutuos ¿no? – la idea comenzó a tomar forma, pero finalmente solo fueron bromas.
Esa noche fue muy refrescante, era verdad la necesitaba, al día siguiente, temprano por la mañana una nueva visita del viejo abogado de mi abuela me refresco mis metas, refresco mi memora y mis deberes para con nuestra familia, ese día fue uno de los más negros en mi vida, y creo que lo recordaré.
Tomé mi arma y me fui al patio trasero en donde cada vez había menos blancos, pero los que quedaban servirían. El primer disparo por un testamento que terminaría por consumirme y con ella a nuestra familia aún herida, muchas pérdidas en el camino, la segunda bala fue directo a mis recuerdos, a mis pérdidas, y la tercera era para mí y los pocos sentimientos que quedaban.
— Puedo ayudarte – dijo mi primo, quien llegó a mi lado de repente y con cara de pocos amigos – solo necesito que me prometas que la mujer a tu lado no será maltratada, infeliz o humillada, ¿ok? – asentí y recibí de sus manos un folleto, una subasta.
— Iremos – sentencié y esta vez fue él quien disparó hacia un vaso que había dejado a unos metros.
Esmeralda Me levanto sintiendo un gran vacío en mi interior, escucho que llaman a la puerta, son mis colegas que viene a avisarme que todo está listo, pido un momento para darme un baño y luego vestirme, tomó el cuadro con la fotografía de tía Gloria, dejo un beso en el pequeño altar que tengo con la foto de mi difunta abuela y salgo de la habitación. Hace poco se cumplieron dos años desde mi llegada hasta este lugar, y a su vez, perdí a la segunda persona que me acompañaba, sentir que con partida de tía Gloria había quedado totalmente sola, era una mentira, pero sí decir que me sentía sola se quedaba corta con el gran sentimiento que cargaba en ese momento. Suspiré cuando vi en la entrada del pequeño departamento que rentaba a varias señoras y chicas con las que trabajaba, ellas eran mi única compañía, todas se acercaban a darme su pésame para luego salir de allí y encaminarnos hasta el cementerio en el que sepultará a la mujer que me enseñó muchas cosas, a quien debo agradecer est
Esmeralda Estaba anonadad, no creo poder resistir lo que mi ahora compañera de cuarto había resistido, ese tipo prácticamente la había marcada, solté el aire de mis pulmones y trate de dormir, cosa que se me había hecho casi imposible, de pronto vi que ella se movía, estaba peleando con alguien, sollozaba y balbuceaba, me apresure a despertarla y calmarla por unos minutos. — Es estúpido, no entiendo por qué todo persiste en mi mente – dijo después de unos minutos de silencio – solo estuve en esa casa un par de días. — Pero en tu casa viviste más de 18 años, y ellos tampoco fueron muy buenos contigo – se quedó en silencio – puede que no lo piense ahora, puede que incluso aun estés agradecida por tus padres, pero debes asumirlo – vi una lágrima brillante recorrer su mejilla – ellos te vendieron. — Y al mejor postor, lo sé – limpio rápidamente su lágrima – pero aun así es difícil – mi móvil sonó en ese preciso momento, provocando que las dos nos sobresaltáramos, me senté en la cama y
Júpiter Amato Decidí tomar vacaciones, y luego de organizar algunas cosas, tomé el avión privado de la familia y me fui junto a Venus, él no dudó en acompañarme, no sabía si era por apoyo o por simple morbo, de todos modos, se reiría, por lo que lo acepte a mi lado con gusto. Días antes me había puesto en comunicación con el abogado de mi abuela, a quien le había confesado mis ganas de casarme con una mujer que aún no conocía, pero que estaba garantizado que cumpliría las imposiciones del testamento, el hombre no se sorprendió por mi decisión, de hecho, afirmó que no sería el primero que recurre a esa subasta, era muy conocida, solo me pedía discreción, y que protegiera la cuna de mi futura esposa. Sus orígenes eran lo que más le preocupaba al hombre, no podía decirle nada, porque sí, si las personas de mi entorno supieran que la mujer con la me casaré había sido subastada, se convertiría en una paria social, solo espero que esto nos beneficie a los dos. NY estaba en pleno invierno
Esmeralda En ese momento me había invitado a un café, en la villa que se estaba quedando, claro que sabíamos a qué íbamos, pero que todo fuera tan cordial como una cita real, era una de las mejores cosas que tenía todo esto. La noche, hasta el momento había sido de ensueños, Júpiter, quien había sido mi pareja se había comportado como un caballero, habíamos congeniado de lo más bien, ninguno de los dos era muy bueno para hablar, cosa que me hacía sentir cómoda, incluso me había dejado conducir su carro, un hermoso deportivo negro de dos puertas, uno que solo había visto en imágenes. Pero estaba inquieta, su tranquilidad, su mirada sobre mí, su cuidado, y para qué decir de su atractivo, era un maldito dios, me gustaba su físico, había podido sentir sus labios y jamás me habían besado de esa forma, porque si era virgen, pero había probado besos de otros labios, pero jamás sentí que me devoraban, invitaba a pecar. Reí sin querer y él se me quedó viendo, sus ojos buscaban algún tipo de
Júpiter Amato Un escalofrío recorrió mi espalda, estaba en la gloria, me había encantado todo, sus formas, su sutil belleza y esa fuerza que era evidente, había temido por algunos momentos, había dudado de decirle o no mis planes, le había confesado que buscaba una esposa, pero al ver la cara que había puesto me pareció imposible contarle mis planes y que ella aceptara sin rechistar, solté un suspiro y me acomodo abrazándola, pocas veces me había sentido bien compartiendo mi cama con una mujer, pero esta vez la sentí y la viví diferente, ella era mi mujer, y tendría que acostumbrarme. Mil veces me pregunté qué diría mi familia, mil veces me pregunte su estaba bien lo que estaba haciendo, pero había respuestas para estas preguntas, Esmeralda era una mujer que a kilómetros se veía que era capaz de sobrevivir a un suceso como esto, incluso presentía que me perdonaría, aun así, no creía que fuera a aceptar irse conmigo de buenas a primeras, más aún si le confesaba que estábamos casados s
Esmeralda Me subo a mi carro y enciendo la calefacción, veo de lejos a mi amiga abrazarse sola, el invierno ha sido duro, demasiado duro para dos personas que lo más cercano que han visto a un invierno antes de llegar a esta ciudad fue una tarde cerca de playa con algo de viento, me carcajeo por los recuerdos, estas fechas a todas nos ponían melancólicas. El frío del viento pega en mi rostro, Dia, me pide que la espere por un mensaje de W******p, son las cinco de la mañana en NY, debemos recibir a algunos proveedores, la navidad está cerca y como en los dos años que llevamos con nuestro restobar, tenemos muchas reservaciones, la ubicación del lugar nos ha dado un éxito que nos sorprendió a todos. — Porque te estacionas tan lejos – reclamo Dia apenas subió al carro – frío hijo de su madre, cómo podemos estar a -5 grados – no le gusta ni el calor ni el frío, quien la entiende. — ¿Vamos? – pregunté y negó. — Esperemos a Vodka, venía atrás de mí, pero se le quedó su palito – las dos n
Júpiter Amato Volví como cada año, me tomé una copa en el Cesar Palace, rente la misma villa y me atore viendo algunas películas, había aprendido a hablar en español, pero que sacaba con todo esto, no la había encontrado, ni siquiera se había dado el tiempo de rechazarme, solo se marchó. Como una noche pudo haberme marcado tanto, como esa noche pudo haber grabado sus besos en mí, había estado con muchas mujeres en el último tiempo, me había encerrado a trabajar, me fui de viaje, investigué, supe cada movimiento que dio antes de esa noche, pero después, después no había nada, solo tenía una pista, una que no me sirve de nada, una licencia de conducir, una que había sacado en un condado donde nadie la conocía. Restregué mis ojos, la luz los hacía doler, llevaba dos días y dos noches encerrado en las vegas, era la tercera vez que hacía esto y mi límite eran siete días y seis noches, solté un suspiro mientras que en mis manos bailaban los anillos que le había dado, millones de veces tra
Esmeralda Azoto la puerta y me apresuro al ascensor, Vodka me acompaña y antes de salir del edificio me pasa su chaqueta, estos climas me hacen muy mal, mi hipertensión arterial me afecta de sobremanera, pero en este punto no sé si es por los hechos actuales o por el frío, suelto un suspiro cuando estoy en la camioneta, allí me derrumbo, allí analizo todo lo que recién pasó. Cierro mis ojos y trato de relajarme, de no pensar, solo relajarme, mi día ya es pesado con el trabajo y los preparativos para la navidad, pero nada resulta. — Esmeralda – llama mi compañero – el hombre – dice, mientras mantengo mis ojos cerrados. — ¿Cuál? – pregunto. — Tu esposo – abro los ojos y él me señala los ascensores, esto aún no termina, él está caminando hacia nuestro carro – creo que viene – dice y se carcajea - ¿lo detengo? – pregunta y yo niego con la cabeza, tomó la chaqueta de mi acompañante y bajó del carro. — Voy yo, no va a ser que se quiebra una uña por este esfuerzo – Vodka se vuelve a car