Pone los ojos en blanco y entrelaza sus dedos con los míos, caminando a mi lado. Sam echa la mirada hacia atrás para comprobar el desastre que hemos dejado detrás de nosotros. Está tan distraído que prácticamente tengo que dirigirlo por el pasillo hasta nuestra habitación.
Parece más preocupado que yo por lo que acaba de pasar y soy yo la que está sangrando sin motivo aparente.
—Oye, estoy bien —le recuerdo.
—Lo sé, pero es raro —murmura.
Se rasca la nuca con nerviosismo y comienza a caminar por la habitación hasta el lado de mi cama, donde mira la caja de píldoras con insistencia. Su cabeza comienza a sacar suposiciones y antes de darme tiempo a recorrer la distancia que nos separa él ya está sacando el envoltorio de la caja, mirando la continuidad.
Su ceño se profundiza y alza la mirada hacia mí con una ceja enar
Le permito levantarse y seguir con lo que estaba haciendo. Nunca dejará de sorprenderme. Unas veces puede ser tan abierto que asusta, capaz de hablar y contar cualquier cosa, en cambio otras veces es casi imposible saber lo que pasa por su mente.Es como las dos caras del mismo libro.Apoyo las manos en las rodillas para levantarme y cojo mi móvil de la mesilla, en cuanto lo enciendo veo que tengo una llamada perdida de Aiden. Desde que llegué no he vuelto a hablar con él.Dejamos las cosas tan mal entre nosotros que no sé cómo va a ser cuando regresemos a casa; seguirá enfadado conmigo.Miro a Sam por encima de las pestañas y sopeso la posibilidad devolverle la llamada. Necesitaba hablar con él, pero sé que a Sam no le sentaría bien, y ahora que conozco sus razones para odiar a Aiden no me parece tan mal.Borro la llamada y tiro el móvil sobre la cama para no tener
En cuanto entramos nos da la bienvenida un recibidor de mármol blanco completamente impoluto; hasta puedo verme reflejada en el suelo. Tiene un toque clásico, pero a la vez moderno. Sam coge mi mano y me dirige hasta la recepción que hay un poco escondida nada más entrar.La recepción está en pleno ajetreo mientras lo que parecen ser altos ejecutivos entran y salen, con sus sobrios trajes y sus caras apantalladas por estar todo el día pegados a sus móviles.Una recepcionista—que parece de origen asiático—, nos da la bienvenida con una cálida sonrisa.—Bienvenidos al hotel Nikkon ¿Han reservado habitación? —pregunta.—Sí, la Imperial Club —le responde Sam al instante.Giro la cara en su dirección y lo miro con sospecha. Sam sólo me dedica una sonrisa que me hace dudar aún más. Por el nombre de la habitación puedo adivinar que no es especialmente barata, y eso me cabrea.No quiero ni imaginar el dinero que se ha gastado por sólo una noche en est
Cuelgo cuando escucho ruido fuera, pero sólo es algo de viento. Borro la llamada que acabo de hacer y dejo el móvil donde estaba, hasta le limpio la pantalla. Cojo mi móvil justo a tiempo para observar cómo Sam sale de la pequeña tienda y vuelve hacia el coche. El corazón me late a mil por hora a causa del susto de antes, pero me relajo cuando Sam se sienta y me pasa dos tabletas de chocolate y un café para llevar.Apoyo los pies en el salpicadero y abro primero la de chocolate con leche.—Has tardado mucho —me quejo en broma.Sam no contesta y vuelve a arrancar el coche, pero me dedica una de sus sonrisas burlonas. Bueno, al menos algo es mejor que nada. Devoro mi chocolate con ansiedad mientras canturreo al ritmo de la música que hay en la radio.—¿De qué es el café? —le pregunto mientras lo olisqueo.—Pruébalo, así vas a descubrirlo —me responde.Lo miro con los ojos entrecerrados y balanceo el café levemente como si fuera una prueba. Me como o
Alguien recorre mi brazo desnudo y provoca que gima mientras me revuelvo para que deje de hacerme cosquillas. Me obligo a seguir con los ojos cerrados, envolviéndome en el edredón para que no siga tocándome.—Venga, tienes que levantarte, dormilona —pide Sam.—No quiero, vete tú solo. Que le den por el saco al juicio —farfullo.Sus suaves labios besan mi mejilla, y no puedo evitar sonreír, pero eso no ayuda para que quiera levantarme. Lo único que quiero es dormir, comer chocolate y ver películas estúpidas. ¿Es tanto lo que pido?—Vamos a llegar tarde —me recuerda.—Me da igual..., estoy cansada —suspiro.Oigo su suave risa muy cerca de mí mientras recorre mi hombro con los labios, pero se detienen demasiado rápido para mi gusto, lo que me hace gemir ante la falta de contacto, aunque eso quiere decir que va a dejarme dormir un poco más.Realmente lo necesito.Todavía no quiero irme, no quiero volver a casa y mucho menos quiero separarm
Miro por la ventanilla y no puedo evitar gritar un abrupto «Para» cuando la veo. Tanto Sam como Alyssa se asustan ante mi cortante orden. Para ellos no tiene sentido, pero en mi mente todo tiene un orden. Sam se detiene delante de una estudio de tatuajes mientras yo me despido de Alyssa con un rápido «Adiós».Sam me mira como si me hubieran salido dos cabezas, y yo no puedo evitar sonreír.—Quiero hacer algo antes de marcharme —murmuro.—¿Y por eso tenías que gritar? Pensaba que ibas a vomitar o algo así —me reprocha.Le saco la lengua antes de bajarme del coche sin ni siquiera esperar una respuesta por su parte. Voy con paso firme hacia la tienda y no puedo evitar sentirme eufórica. Sólo espero que le guste y lo comprenda del modo que yo quiero que lo haga.Para ser una tienda de tatuajes es un sitio bastante acogedor, no puedo quejarme respecto a eso. No hay nadie en la sala de espera, lo que me da la esperanza de que no tenga que tardar mucho.
Espero pacientemente a que las cintas transportadoras traigan nuestras maletas. Alterno la atención entre los cuchicheos de Alyssa y Jake y en recoger mi maleta en cuanto pase.Por mi mente vaga el recuerdo de la primera vez que nos encontramos. Nuestro intercambio de miradas antes de que Sam apartara la suya. Fue en este mismo sitio, pero las cosas han cambiado desde todo aquello. Ahora está aquí, junto a mí, después de haber compartido las vacaciones.Todo lo que sucedió antes de esto me parece lejano, como si no lo hubiera vivido yo.—¿Estás cansada? —me pregunta Sam.—La verdad es que un poco —le respondo masajeándome el cuello. Sam recoge nuestras maletas y me pasa la mía—. ¿Podemos pasar por mi casa? Necesito hablar con Elizabeth —comento.Asiente con la cabeza y me dirige hacia las escaleras mecánicas para ir hasta el parking del aeropuerto. Alyssa y Jake nos siguen de cerca mientras hablan entre ellos de algo que la verdad no me interesa demasia
Me miro una última en el espejo del vestidor para asegurarme que al menos voy aceptable para lo que me toca hoy.—¿Crees que una chaqueta de cuero es la mejor prenda para presentarte a un juicio? —inquiere Sam detrás de mí.—No veo porque no, a mí me gusta. Además, me importa una mierda lo que piensen. Tampoco es algo importante.Lo miro a través del espejo y me muerdo el labio inferior mientras me plancho la falda negra por quinta vez desde que me la puse. A pesar de saber lo que va a pasar ahí dentro no quita que esté nerviosa de cierto modo.Paso por su lado hacia el salón para recoger el móvil y la cartera. No puedo evitar coger un trozo de pizza fría que sobro de anoche.—¿No deberíamos recoger esto? —inquiero.—No, déjalo, ya lo recogerá Abigail —me responde mientras teclea en su móvil.Alzo una ceja interrogante mientras trago el trozo de pizza y guardo el móvil en el bolsillo. No me jodas que hasta tiene criada, en el fondo no deberí
Toda la sala ha comenzado a llenarse de manera rápida y sin pausa. Me obligo a mantener la mirada clavada en el frente y no mirar a nadie en concreto; ni siquiera al juez que va a condenarme. Mantengo una actitud desafiante, como si todo esto me importara una mierda, y de cierto modo así es.Escucho pacientemente toda la mierda en la que dicen el número del caso, recitan todo ese rollo de normas básicas en la sala y presentan a los abogados, a la demandante y la demandada.Intento concentrarme en lo que debo decir y hacer, pero todo a mi alrededor se escucha con eco y no puedo concentrarme.Rachel tiene que cogerme del brazo y levantarme cuando el juez me llama en varias ocasiones.—¿Cómo se declara la acusada? —pregunta.—Inocente —respondo mucho más firme de lo que realmente me siento.Desde aquí juraría que soy capaz de escuchar las teclas del ordenador