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El aire está tan cargado entre nosotros que amenaza con asfixiarme.

—Venía a contarte que tengo que volver a casa porque han adelantado mi juicio, juicio al que tengo que ir por tu puta culpa —apostillo. Me doy la vuelta mientras dejo que el ácido del whisky se deslice por mi garganta—. Y me encuentro con esto, que piensas largarte a la otra punta del país, y por lo que veo yo era la única que no lo sabía. ¿Pensabas contármelo en algún momento? —pregunto con cinismo.

Me muevo hasta estar delante del escritorio y me apoyo para estar más cómoda. Sam me mira con cautela desde detrás del sillón de cuero, donde está apoyado con los codos mientras yo saboreo el whisky en el paladar. Le doy otro sorbo y lo desafío con la mirada a decir lo que tenga que decir, porque mi paciencia está llegando al límite.

Se pasa ambas manos por e

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