Capítulo dos: Un trato de negociosTeresa se dio cuenta de que se había extralimitado y Angelo miró por encima de ella a su guardaespaldas con reproche.—Lo siento —dijo ella.—Malvolio...El hombre se dio cuenta de lo que le ordenaba su jefe y salió del despacho cerrando la puerta.—¿Por qué te estás humillando de esta forma? —le preguntó Angelo entonces.—No lo he hecho.—¿No? Si no fuera por el respeto que le tengo a tu abuelo, habría hecho que te echaran el primer día.—Tengo una proposición para ti.—No voy a escuchar ninguna proposición. ¿Cómo me puedes mirar a la cara?—Es fácil, teniendo la conciencia limpia— respondió ella desafiante.—Eres una zorra.Sin dejarse afectar por esa acusación, tan lejos de la verdad, Teresa se sorprendió de que él siguiera necesitando castigarla tanto tiempo después de los hechos. Le pareció irónico el que hubiera causado más impresión en él con su aparente infidelidad que cuando se hicieron novios.Ella se sonrió levemente.—Llámame lo que quier
Capítulo tres: Te tengo donde quieroSu madre le había enviado todos los años una tarjeta de felicitación a Paulo, incluyendo una foto de Teresa, a la que había llamado así por su abuela. Su abuelo no había respondido nunca, pero siempre había sabido dónde estaban viviendo. Cuando Teresa cumplió los dieciséis, llegaron noticias de Paulo. Una carta seca de tres líneas informándoles de la muerte del hermanastro de su madre, Andreas. La primavera siguiente, una carta igual de escueta invitaba a Teresa a Italia para que conociera a su abuelo.Había aceptado, aunque la invitación no incluía a su madre, ya que ambas habían creído que lo haría en su momento.Teresa no se había dado cuenta realmente de lo rico que era su abuelo hasta que la fue a recoger al aeropuerto una limusina con conductor para dejarla en una magnífica villa en las afueras de Roma.Nada más conocerse, Teresa se dio cuenta del desagrado de su abuelo al encontrarse con una nieta que solo entendía algunas palabras de italia
Capítulo cuatro: Picando el cebo de un tiburónTeresa lo miro estupefacta y casi murmuró:—Tú no… se lo contarías a mi madre.Angelo se acercó a ella y le quitó la chaqueta de las manos.—No sabes qué sabe mi madre —continuó ella.—¿Qué te crees que he estado haciendo esta última semana? Algunas averiguaciones. Tu madre era muy amiga de vuestra vecina de la dirección anterior, y es una mujer muy charlatana.—La señorita Miles no recordaría...—Desafortunadamente para ti, ella recuerda muy bien, por la simple razón de que tu disgusto de ese verano de hace diez años fue una fuente inagotable de arrepentimiento para tu madre, y algo de lo que hablaron a menudo.—No...—Y tú ibas a su casa en busca de apoyo tomar el té, mentirosa. ¡Le mentiste acerca la razón por la que rompimos el compromiso!—No todo fueron mentiras, solo algunas verdades a medias Yo no hice lo que crees que hice en ese aparcamiento así que, ¿para qué mencionarlo?Angelo agitó la cabeza y suspiró.—Te estás enfadando y,
Capítulo cinco: Solo en la cama A la mañana siguiente, Teresa se despertó con la cabeza pesada. Cuando llegó a casa la noche anterior, su madre ya se había acostado y ella permaneció mucho tiempo despierta, dándole vueltas a la cabeza.Lo cierto era que hacía diez años había caído en una trampa y su supuesta mejor amiga, Katrina, había respaldado la versión de Dante de que ella había traicionado a Angelo con él. Ella se había enfadado tanto al ver a Angelo con esa hermosa modelo que había querido devolverle el golpe y vengarse. Pero ahora se daba cuenta de lo tonta que había sido al tratar de castigarlos. Aunque no sabía cómo podía demostrar su inocencia a la vista de las mentiras que se habían dicho, sabía que la actitud desafiante de ese día había ayudado a que la encontraran culpable. Y había dejado a Angelo con un deseo de venganza que le había durado diez años.Miró entonces el despertador y tragó saliva. ¿Por qué no la habría despertado su madre? Eran las diez y cuarto de la ma
Capítulo seis: Boda italianaLa mañana del día de la boda, Paulo Vitale llegó al apartamento de Angelo.Teresa no oyó su llegada y estaba buscando a su madre, por lo que salió de la habitación de invitados envuelta en una bata. Oyó la discusión en italiano y echó un vistazo. El rostro de su abuelo estaba convulso por la emoción mientras tomaba las dos manos de su madre. Teresa se retiró por donde había llegado.Se alegraba por su madre de que se estuviera produciendo una especie de reconciliación, pero su abuelo la había dejado para el último momento y estaba segura de que era solo a causa de la boda.Una semana antes, habían firmado el contrato prenupcial, cosa que ella no se había molestado en leer. Mientras su madre tuviera su futuro asegurado, a ella le daban igual los arreglos financieros para ella. Ya tenía todo lo quería y estaba dispuesta a demostrarle a su novio que no era avariciosa.Con un poco de suerte, cuando Angelo se diera cuenta de ello, él también dejaría de serlo y
Capítulo siete: Nada de orgulloElla se ruborizó y se sintió intensamente humillada. Así que incluso él sabía que su nieta se iba a quedar sin su herencia con ese matrimonio. Avergonzada por ese conocimiento, volvió a la mesa y firmó rápidamente en la única hoja de papel que le ofrecieron y se sintió aliviada por que todo se limitara a eso.A pesar de que su abuelo se lo había advertido, cuando Angelo y Teresa les dieron la bienvenida a sus invitados, fue notable la helada reserva de los padres de él, Alessio y Marcela. Estaba muy claro que no habían ido de buena gana a la boda.A primera vista no reconoció al hermano pequeño de Angelo, Giulio. Con veinte años edad, era mucho más alto que ella. El joven sonrió alegremente.—¿Giulio...?—Ya hablaremos más tarde —respondió él sin dejar de sonreír.—No habría reconocido a tu hermano —le dijo ella a Angelo.—Bueno, él tampoco te habría reconocido a ti, salvo como la chica amable que se dejaba ganar al baloncesto, así que deja intactas sus
Capítulo ocho: Has hecho muy mal de novia Teresa se refugió en el cuarto de baño. Se sentía mal y las manos le temblaban. No había cambiado nada. De cualquier forma, ella no quería que corriera el rumor de que el suyo era solo un matrimonio de conveniencia ya que le podría llegar a su madre. Salió del aseo y se dirigió a la mesa de honor. Angelo estaba al otro lado de la pista de baile. Estaba buscando entre la multitud con el ceño fruncido. Nada más verlo, el corazón le dio un salto y un calor inesperado se encendió en su cuerpo. Entonces, él la vio a ella y se dirigió hasta donde estaba. —Ya es hora de que nosotros nos vayamos. —Pero solo hemos estado un par de horas... —Ya es bastante. Has hecho muy mal de novia. —No sé de lo que me estás hablando... —Sí, lo sabes. —Lo lamento. Me esforzaré más. –¿Por qué hacer el esfuerzo? ¿Crees que me importa lo que piense la gente? —No me he concentrado en cómo debía comportarme. Créeme lo puedo hacer mejor. De repente, le pareció q
Capítulo nueve: Eres mía A los diecisiete años, Teresa se había enamorado completamente de Angelo Gatti y no se había creído la suerte que tuvo al ser aceptada en su selecto grupo de amigos, ya que no tenía nada en común con ellos y, era muy tímida.Ese verano en Italia, ella había entrado en un mundo muy distinto del suyo habitual. Unmundo de adolescentes muy sofisticados, con coches muy caros y ropa de diseño. Luego, se dio cuenta de que la habían aceptado por su familia y de que muchos de ellos no tenían ni idea de cómo era la vida real. Pero Angelo era distinto. No solo era atractivo, sino también mucho más maduro e inteligente que los demás.Al principio de su relación, a ella no se le había ocurrido que el que él la llevara en coche los sitios regularmente fuera a significar nada más que una demostración de su amabilidad. Entonces, Katrina le había dicho que su abuelo tenía intereses comerciales comunes con elpadre de Angelo y Teresa se había sentido humillada al pensar que