Callup fue el primero en hablar, su voz suave aunque firme.—Entiendo tu dolor, Bea, pero ocultarle esto a Payton no es la solución. Ese bebé también es suyo. No me gustaría que la madre de un hijo mío me lo ocultara.Beatriz negó con la cabeza, las lágrimas corriendo por sus mejillas.—No puedo confiar en él, no después de lo que hizo —susurró—. ¿Y si vuelve a dudar de mí? ¿Y si le hace daño a este bebé también?—Hermana —intervino Gaius con gentileza—, sé que estás asustada y herida. Pero privar a un padre de su hijo no es justo, ni para él ni para el bebé.—¡Él me privó a mí de mi otro bebé! Porque no me quiso escuchar, no me dio derecho a contarle la versión de los hechos y yo no voy a darle otra oportunidad de hacerme daño una vez más —espetó furiosa.—Está bien hija, se hará como digas, nadie va a obligarte a hacer algo que no quieres —respondió su padre—, cuando estés preparada le puedes decir.Ella asintió mientras su padre la abrazaba.******Esa noche Payton no pudo dormir,
Laica se quedó mirando al apuesto hombre frente a ella, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban intensamente. Por un momento olvidó por completo por qué estaba allí."Concéntrate", se regañó mentalmente, sacudiendo ligeramente la cabeza para aclarar sus pensamientos.—Soy... soy… soy Laica, la niñera de Aquiles —logró decir, finalmente, su voz apenas un susurro—. Vine a ver a Beatriz y traje al niño para que la vea.Los ojos de Callup se suavizaron al escuchar el nombre del pequeño.—Oh, entiendo —dijo con voz más amable—. Lo siento, pero Beatriz no está aquí ahora mismo. ¿Con quién viniste?Ella dudó, porque se sentía entre la espada y la pared, porque por un momento no quería ser desleal con su jefe, aunque tampoco con su amiga, para su buena suerte, no debió decir nada, aunque no de manera explícita porque él se dio cuenta.—Vas a pasar, llama a tu jefe y le vas a decir que pasarás el día aquí por petición de Beatriz, y luego yo te llevo donde está ella, porque quiere ver al niño.
Beatriz abrazó al pequeño Aquiles con fuerza, como si temiera que fuera a desaparecer. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras besaba su cabecita una y otra vez.—Mi niño hermoso, te extrañé tanto —, susurró de nuevo con voz quebrada.Aquiles se aferró a ella, balbuceando feliz, llamándola mamá. Era evidente el fuerte vínculo que existía entre ambos.Laica observaba la escena con una mezcla de alegría y tristeza. Se alegraba de ver a Beatriz y Aquiles reunidos, pero no podía evitar pensar en Payton y lo mucho que sufría por la separación.Beatriz finalmente levantó la mirada hacia Laica.—Gracias por traerlo —, dijo con una sonrisa temblorosa. —No sabes cuánto necesitaba verlo… sé que no nació de mí, pero lo amo.Laica asintió, sin saber qué decir. Quería contarle a Beatriz sobre el arrepentimiento de Payton, pero la advertencia de Callup se lo impedía.Sin embargo, debía entregarle por lo menos la rosa carmesí y la nota que le había dado su jefe, ella abrió el bolso donde la h
Payton estaba ansioso, por eso no pudo esperar más, deseaba saber de Beatriz, lo que pensaba, cómo había reaccionado frente al pequeño. Así que horas después, de haber dejado a Aquiles con Laica, decidió irse el mismo en el vehículo sin esperar ningún chofer. Condujo hasta la casa familiar de Beatriz, el recorrido lo hizo en tiempo récord.Cuando llegó, lo pensó por un momento, pero al final tocó el timbre y uno de los trabajadores salió a recibirlo.—Buenas tardes, por favor, he venido a conversar con Beatriz —dijo tratando de contener la ansiedad.—Buenas tardes, señor, lo siento, pero ella no se encuentra. De hecho no ha venido —pronunció el trabajador, con el rostro marcado por la indiferencia.—¿Cómo es posible? En la mañana yo traje a mi hijo y a su niñera para que la vieran ¿Puede llamarla a ella? —pidió, frunciendo ligeramente el ceño y sin poder evitar sentir una repentina opresión en el pecho. —Lo siento, pero ella tampoco está, señor ni siquiera la he visto.El trabajador
Los días siguientes fueron una agonía para Payton. A pesar de todos sus esfuerzos y recursos, no lograba encontrar el paradero de Beatriz. Era como si se hubiera desvanecido en el aire. Cada mañana se despertaba con la esperanza de tener noticias, pero al caer la noche la desesperación lo consumía nuevamente. Pasaba horas encerrado en su estudio, revisando informes y haciendo llamadas. Elaborando una propuesta para un proyecto. El poco tiempo que no dedicaba a trabajar, a la búsqueda, lo pasaba con Aquiles, tratando de compensar la ausencia de Beatriz.Una tarde, mientras conducía de regreso a casa después de salir de una reunión, recibió una llamada.“Está en una zona campestre, te voy a enviar la dirección”.Payton esperó ansioso, cuando el teléfono hizo un pequeño ding, indicando la notificación. Enseguida se dirigió a la dirección indicada.Una hora después, detuvo el auto frente a la casa de campo, Payton bajó del auto con una mezcla de nervios y resolución. Caminó hacia la pue
Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Beatriz se había establecido en una pequeña casa en las afueras de la ciudad, lejos del bullicio y los recuerdos dolorosos. Su vientre crecía día a día, recordándole constantemente la nueva vida que llevaba dentro.Aquella mañana, mientras desayunaba en la terraza, su mirada se perdió en el horizonte. El sol naciente bañaba el paisaje con tonos dorados, pero ni siquiera esa belleza lograba disipar por completo la melancolía que a veces la invadía.—Buenos días, hija —la voz de su padre la sacó de sus pensamientos. —Buenos días, papá —respondió con una sonrisa cansada.El hombre se sentó frente a ella, observándola con preocupación.—¿Cómo te sientes hoy?Beatriz acarició su vientre de cinco meses antes de responder.—Bien, aunque extraño a mi pequeño, pese a que no ha pasado un solo día que no hable con él, pero quiero abrazarlo… consentirlo —dijo con el suspiro, porque pese a que Laica le hacía videollamadas en las mañana
Beatriz permaneció en silencio durante todo el camino de regreso a casa, su mente un torbellino de emociones contradictorias. La imagen del monumento funerario y las palabras de su padre resonaban en su cabeza una y otra vez.Cuando llegaron, se dirigió directamente a su habitación. Con manos temblorosas, abrió el cajón donde había guardado todas las notas y rosas secas que Payton le había enviado. Las extendió sobre la cama y, por primera vez desde que comenzó a recibirlas, se permitió leerlas.Cada palabra estaba impregnada de arrepentimiento, dolor y un amor inquebrantable. Payton le pedía perdón en cada nota, le expresaba cuánto la amaba y cuánto la extrañaba. Le contaba sobre Aquiles, sobre cómo el niño preguntaba por ella constantemente.Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas mientras leía nota tras notas."Beatriz, mi amor. No hay día que no me arrepienta de lo que hice. Daría mi vida por volver atrás y confiar en ti como debí hacerlo desde el principio”.“Beatriz, no
El chirrido de los neumáticos y el estruendo del metal retorciéndose llenaron el aire. Cuando una parte del camión se desprendió y golpeó el parabrisas. El mundo de Payton se convirtió en un torbellino de vidrios rotos y metal aplastado.Cuando finalmente el auto se detuvo, este se incrustó debajo del camión.Payton sintió lo duro en el asfalto, el dolor lo atravesó como cuchillas, escuchó voces distantes y el sonido de claxon, cerró los ojos, mientras pensaba en su pequeño Aquiles y en Beatriz, negándose a dejarse sumir por la oscuridad.*****Por su parte, Beatriz salió con su padre con destino al cementerio, quería ver a Payton. La carretera se extendía como una cinta gris frente a ellos, hasta que de repente se convirtió en un mar de luces rojas intermitentes. Beatriz sintió que su corazón se aceleraba.—¿Qué pasaría? ¿Por qué se detienen? —preguntó, la preocupación tiñendo su voz.Su padre frunció el ceño, escrutando el horizonte.—Parece un accidente. Déjame bajar para preguntar