Esas fueron las palabras que leyó el primer día, mirando tanto las flores como las notas con diversos sentimientos, rabia, tristeza, nostalgia, dolor, decepción, al final le ganó la molestia y sin ninguna delicadeza de pronto tomó la rosa, la destruyó, luego agarró la nota y la arrugó ante la sorpresa de su padre y sus hermanos, quienes se mantuvieron en silencio, sin recriminarle nada.Payton afuera cuando vio salir a la enfermera, no dudó en preguntarle.—¿Ella la aceptó? —preguntó, a la mujer le dio lástima responderle, pero no fue necesario, porque él leyó en su rostro, la verdad —, bueno, no importa… seguiré insistiendo, ahora le enviaré una también la tarde.Y así lo hizo, esa misma tarde le envió otra.“El agua no rompe la piedra por la fuerza, sino por la persistencia, y yo estoy dispuesto a persistir, hasta mi último suspiro”,Al día siguiente, en la mañana, volvió a insistir.“Amor mío, sé que cometí un error grave, y no tienes idea de cómo me lamento, pienso y pienso en qué
Los hombros de Payton se hundieron al abrir la puerta principal de la mansión, con el peso de sus errores, presionándole como una roca invisible. El lamento desgarrador de su hijo cortó el aire, un sonido que le estrujó el corazón y le retorció las entrañas de culpa.La voz apremiante de Laica lo saludó.—Señor, menos mal que está en casa. Ha estado inconsolable todo el día… lo he intentado todo, pero no puedo hacer nada para calmarlo.Los ojos de Payton se posaron en su hijo, que tenía la cara roja y los puños cerrados mientras se retorcía en los brazos de Laica.La niñera, de aspecto habitualmente pulcro, estaba despeinada y se le había escapado el pelo del moño.—No para de llamar a su mamá —, continuó Laica, haciendo rebotar al bebé con suavidad. —Echa mucho de menos a la señora Beatriz.A Payton se le hizo un nudo en la garganta.—Lo sé, Laica. Yo también la echo de menos, pero por más que intento acercarme no me deja —, murmuró, más para sí mismo que para la niñera.Cogió a su h
El padre de Beatriz paseaba por el inmaculado pasillo blanco con olor antiséptico, con la confusión grabada en las líneas de su ceño fruncido. El médico acababa de autorizar la salida de Beatriz, pero con estrictas instrucciones de reposo y revisiones periódicas. No entendía por qué su hija insistía en marcharse tan repentinamente. —Si esa es tu decisión, vamos a hacer lo que digas. Te llevaremos a casa —le dijo mientras terminaban de recoger las cosas.Sin embargo, Beatriz no estuvo de acuerdo y comenzó a negar con la cabeza, mientras su cabello dorado, ondeaba en señal de objeción.—No, papá, no quiero ir a la casa —, afirmó con un temblor en la voz. —Necesito otro lugar para quedarme, no quiero que Payton me encuentre, no quiero tener que lidiar con sus regalos, sus rosas y sus notas de perdón.Los cuatro hombres que la rodeaban intercambiaron miradas, cada uno con su propia preocupación y desconcierto. Sin embargo, ninguno se opuso a sus deseos.Horas más tarde, Beatriz yacía e
Callup fue el primero en hablar, su voz suave aunque firme.—Entiendo tu dolor, Bea, pero ocultarle esto a Payton no es la solución. Ese bebé también es suyo. No me gustaría que la madre de un hijo mío me lo ocultara.Beatriz negó con la cabeza, las lágrimas corriendo por sus mejillas.—No puedo confiar en él, no después de lo que hizo —susurró—. ¿Y si vuelve a dudar de mí? ¿Y si le hace daño a este bebé también?—Hermana —intervino Gaius con gentileza—, sé que estás asustada y herida. Pero privar a un padre de su hijo no es justo, ni para él ni para el bebé.—¡Él me privó a mí de mi otro bebé! Porque no me quiso escuchar, no me dio derecho a contarle la versión de los hechos y yo no voy a darle otra oportunidad de hacerme daño una vez más —espetó furiosa.—Está bien hija, se hará como digas, nadie va a obligarte a hacer algo que no quieres —respondió su padre—, cuando estés preparada le puedes decir.Ella asintió mientras su padre la abrazaba.******Esa noche Payton no pudo dormir,
Laica se quedó mirando al apuesto hombre frente a ella, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban intensamente. Por un momento olvidó por completo por qué estaba allí."Concéntrate", se regañó mentalmente, sacudiendo ligeramente la cabeza para aclarar sus pensamientos.—Soy... soy… soy Laica, la niñera de Aquiles —logró decir, finalmente, su voz apenas un susurro—. Vine a ver a Beatriz y traje al niño para que la vea.Los ojos de Callup se suavizaron al escuchar el nombre del pequeño.—Oh, entiendo —dijo con voz más amable—. Lo siento, pero Beatriz no está aquí ahora mismo. ¿Con quién viniste?Ella dudó, porque se sentía entre la espada y la pared, porque por un momento no quería ser desleal con su jefe, aunque tampoco con su amiga, para su buena suerte, no debió decir nada, aunque no de manera explícita porque él se dio cuenta.—Vas a pasar, llama a tu jefe y le vas a decir que pasarás el día aquí por petición de Beatriz, y luego yo te llevo donde está ella, porque quiere ver al niño.
Beatriz abrazó al pequeño Aquiles con fuerza, como si temiera que fuera a desaparecer. Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras besaba su cabecita una y otra vez.—Mi niño hermoso, te extrañé tanto —, susurró de nuevo con voz quebrada.Aquiles se aferró a ella, balbuceando feliz, llamándola mamá. Era evidente el fuerte vínculo que existía entre ambos.Laica observaba la escena con una mezcla de alegría y tristeza. Se alegraba de ver a Beatriz y Aquiles reunidos, pero no podía evitar pensar en Payton y lo mucho que sufría por la separación.Beatriz finalmente levantó la mirada hacia Laica.—Gracias por traerlo —, dijo con una sonrisa temblorosa. —No sabes cuánto necesitaba verlo… sé que no nació de mí, pero lo amo.Laica asintió, sin saber qué decir. Quería contarle a Beatriz sobre el arrepentimiento de Payton, pero la advertencia de Callup se lo impedía.Sin embargo, debía entregarle por lo menos la rosa carmesí y la nota que le había dado su jefe, ella abrió el bolso donde la h
Payton estaba ansioso, por eso no pudo esperar más, deseaba saber de Beatriz, lo que pensaba, cómo había reaccionado frente al pequeño. Así que horas después, de haber dejado a Aquiles con Laica, decidió irse el mismo en el vehículo sin esperar ningún chofer. Condujo hasta la casa familiar de Beatriz, el recorrido lo hizo en tiempo récord.Cuando llegó, lo pensó por un momento, pero al final tocó el timbre y uno de los trabajadores salió a recibirlo.—Buenas tardes, por favor, he venido a conversar con Beatriz —dijo tratando de contener la ansiedad.—Buenas tardes, señor, lo siento, pero ella no se encuentra. De hecho no ha venido —pronunció el trabajador, con el rostro marcado por la indiferencia.—¿Cómo es posible? En la mañana yo traje a mi hijo y a su niñera para que la vieran ¿Puede llamarla a ella? —pidió, frunciendo ligeramente el ceño y sin poder evitar sentir una repentina opresión en el pecho. —Lo siento, pero ella tampoco está, señor ni siquiera la he visto.El trabajador
Los días siguientes fueron una agonía para Payton. A pesar de todos sus esfuerzos y recursos, no lograba encontrar el paradero de Beatriz. Era como si se hubiera desvanecido en el aire. Cada mañana se despertaba con la esperanza de tener noticias, pero al caer la noche la desesperación lo consumía nuevamente. Pasaba horas encerrado en su estudio, revisando informes y haciendo llamadas. Elaborando una propuesta para un proyecto. El poco tiempo que no dedicaba a trabajar, a la búsqueda, lo pasaba con Aquiles, tratando de compensar la ausencia de Beatriz.Una tarde, mientras conducía de regreso a casa después de salir de una reunión, recibió una llamada.“Está en una zona campestre, te voy a enviar la dirección”.Payton esperó ansioso, cuando el teléfono hizo un pequeño ding, indicando la notificación. Enseguida se dirigió a la dirección indicada.Una hora después, detuvo el auto frente a la casa de campo, Payton bajó del auto con una mezcla de nervios y resolución. Caminó hacia la pue