Justicia equivocada. Capítulo 31. Consecuencias irreversibles.
Payton salió disparado de la habitación, sin bañarse, sin arreglarse, parecía un vagabundo. Bajó las escaleras de dos en dos, ignorando el mareo y las náuseas provocadas por el alcohol.

Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones contradictorias, pero un objetivo claro se imponía sobre todo lo demás: tenía que sacar a Beatriz de la cárcel.

—¡Giullette! —gritó, su voz ronca por la falta de uso—. ¡Llama al abogado ahora mismo!

La mujer apareció rápidamente, con el teléfono ya en la mano.

—Ya lo llamé, señor. Desde el día siguiente en que se llevaron a Beatriz, él está encargándose de todo.

Payton asintió, agradecido por la iniciativa de su asistente. Se pasó una mano temblorosa por el pelo, tratando de ordenar sus pensamientos.

—¡Manda a preparar el coche, nos vamos ahora mismo!

La mujer apareció en cuestión de segundos, con las llaves ya en la mano y una expresión de alivio en el rostro.

—Ya está todo listo, señor. Sabía que recapacitaría.

Payton no tuvo tiempo de sorprende
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