—Me alegra haber cambiado de lugar — Connor veía alrededor muy entusiasmado al ver muchas mujeres hermosas. Andrew igual veía a su alrededor, el lugar era muy agradable. — ¿Quieres quitar esa cara de culo de una vez por todas? Así me espantaras a estas hermosuras.
—Descuida que mi intención es poder quitarme el estrés que cargo, así que no voy a espantar a nadie. — Connor sabía que su amigo llevaba una gran cruz acuesta, y él deseaba que pudiera ser, quién realmente era, sin culpas ni nada.
—Amigo, deberías empezar por dejar el pasado atrás, eres un gran hombre, y mereces más, mucho más de lo que recibes. — Andrew miró fijamente a su amigo y le sonrió.
—Gracias, pero así estoy bien. — Connor era un gran amigo, había sido su mejor amigo desde los 6 años de edad, tenía casi toda una vida juntos, eran inseparables, eran más que amigos, eran hermanos, que aunque no tenían la misma sangre, podían comprenderse y apoyarse en todo, en la más mínima travesura, habían compartido, hasta las mujeres. Cuando llegaron al VIP, rápidamente llegaron a atenderlos, pidieron varias bocas, y unos cuantos tragos.
Como cazadores de presas estuvieron una hora observando las mujeres del lugar, muchas ya tenían los ojos puestos en ellos, eran hombres difíciles de ignorar, cualquier mujer deseaba ser la acompañante de uno de ellos. Andrew había notado como varias mujeres trataban de llamar su atención, pero las mujeres fáciles lo irritaba, por lo que siguió buscando con su mirada, hasta que encontró a dos hermosas mujeres a unas cuantas mesas de la de ellos, eran realmente hermosas, una castaña, de piel blanca, desde ahí no podía ver su color de ojos, y una pelinegra, que reía de algún comentario de su amiga, ella para él era la más hermosa de las dos, algo en él se despertó.
—He encontrado a las bellas mujeres que nos harán compañía — dijo dando por hecho que ellas se irían con ellos. Connor siguió la mirada de Andrew y dio con su presa.
—Son realmente muy hermosas — dijo sin despegar los ojos de esas mujeres.
—Realmente lo son, pero yo me quedo con la pelinegra. — Connor lo miró sonriendo.
—Perfecto, porque a mí me gustó más la castaña.
—Bien, es hora de ir a presentarnos — ambos se levantaron y con paso seguro se dirigieron hasta la mesa, ambas mujeres pusieron su atención en esas hermosas espécimen que se acercaron a ellas.
—Hola, podemos sentarnos con ustedes — Connor fue el primero que habló, Kaelyn miraba a ambos, eran hermosos, no podía negarlo, pero ella no confiaba en los hombres.
—¿Por qué si hay mucho espacio en el local? — Andrew se rió ante el comentario de la pelinegra, que aparte de ser realmente hermosa, tenía una voz angelical.
—Sí, tienes razón, pero si te somos sinceros, andamos buscando compañía, y la verdad ustedes dos están hermosas. — Kaelyn puso los ojos en blanco, mientras que su mejor amiga Callie se echó a reír, ella era muy soñadora.
—Pues por mi no hay problema, y se que por mi amiga tampoco, lo que pasa que ya la naturaleza de ella es ser desconfiada. — Andrew no podía quitar la vista de la pelinegra, era divina, Connor sin esperar otra invitación, se sentó al lado de la castaña y sonrió sincero.
—Es muy bueno que seas así, hoy en día hay mucha gente perversa, pero no te preocupes, nosotros no lo somos, solo somos hombres en busca de compañía — dijo alzándose de hombros, Kaelyn supo que decía la verdad, había aprendido a leer a la gente, no era una experta, pero sabía que esos hombres no eran malos. Miró al hermoso hombre de ojos azules, era increíblemente guapo.
—Puedes sentarte, no creo que crezcas más — dijo Kaelyn sonriendo, Andrew sintió como el corazón le latió frenético, se sentó al lado de esa mujer que le estaba robando la cordura.
—¿Y bien, como se llaman? — Connor preguntó mirando a ambas chicas.
—Stephanie y yo lizzie — dijo Kaelyn sin querer decir sus verdaderos nombres, Callie no pudo carcajearse al oírla, siempre les ponía como siete nombres diferentes en una sola noche.
—Bien, yo soy Connor, y mi amigo aquí presente se llama Andrew.
—¿Qué desean tomar? — Un camarero llegó a atender la mesa.
—Yo quiero un Crab Apple-Infused — pidió Kaelyn, Andrew al oírla, sonrió.
—Yo uno igual al de ella — dijo algo pícaro.
—Yo quiero un Manitoba Made — pidió Callie.
— Pues para mí un Maple Manhattan — El camarero apuntaba el pedido de cada uno de ellos.
—También traiga dos platos de bocas mixtas — Andrew no era de los que sólo tomaban sin comer nada.
—¿A qué se dedican? — Connor deseaba saber más de ellas, o bueno de la castaña y aunque Andrew también, no se atrevía a estar preguntando.
—Mira Connor, si te soy muy sincera, la compañía de una noche no requiere tanta información de nosotras, así que lo que hagamos en nuestras vidas cotidianas no tiene porque saberlo ni ustedes ni nosotras. — a pesar de haber sido algo cortante, habló lo más amable posible.
—Creo que Lizzie tiene razón — Andrew estuvo de acuerdo, era mucho mejor así, porque a veces las mujeres pretendían que por una noche ya tenía todo el derecho sobre ellos — Me agrada tu pensar — Kaelyn se alzó de hombros y sonrió pícaramente. El camarero llegó con las bebidas y las bocas, ellos empezaron a comer y beber, la música empezó hacer más movida, por lo que Connor no pudo resistirse, se levantó y le tendió la mano a Callie, quién no dudo ni un segundo en aceptar, ambos encantados se fueron para la pista de baile, Kaelyn los miró con disimulo.
—No te preocupes, te puedo asegurar que no le hará daño, a pesar de ser tan… descarado y alegre es buena persona — Kae giró su rostro hasta Andrew.
—¿Y tú?
—Yo, pues sí me considero mala persona, pero no te preocupes no te haré daño. — Kaelyn lo miró sorprendida. — ¿Quieres bailar? — ella sin saber porque asintió, cuando se levantó, Andrew la miró de pies a cabeza, estaba increíblemente sexy, ese maldito vestido se le pegaba a sus increíbles curvas, sus pechos resaltaban hermosos, pero no pudo evitar maldecir cuando ella empezó a caminar y vio toda su hermosa espalda descubierta, esa mujer estaba benditamente bien dotada, era una muerte segura ese cuerpo, pero él con gusto moriría recorriendo cada curva, cada espacio de esa piel.
Cuando llegaron a la pista, Andrew le colocó las manos en la cintura y sin poder controlar la bestia que esa mujer había despertado en él, la pegó a su cuerpo, haciendo que ambos se estremecieran. Kaelyn era muy desconfiada y a pesar de que él mismo le había dicho que era una mala persona, no quería alejarse de él, su cuerpo, por encima de esa ropa se sentía duro, trabajado, era un hombre fuerte, muy guapo y sexy, su fragancia, había inundado todos sus sentidos. —Está música no se baila así — dijo en apenas un susurro. —Lo sé, pero quería sentirte pegada a mi cuerpo, es maravilloso — Andrew no se consideraba un hombre romántico, él era de los que iban por lo que quería y listo. —Vaya, que hombre tan romántico — su voz denotaba sarcasmo por lo que Andrew sonrió. — De hecho no soy romántico. —Sí, ya lo pude notar. A medida que bailaban, no sabían si era el ambiente o ellos los que estaban subiendo de temperatura, sus cuerpos estaban muy cerca, sus manos viajaban, Andrew había rec
Andrew se debatía si llevarla a un hotel o a su casa, nunca llevaba a sus conquistas de una noche a su casa, era una ley que tenía él y Connor, las mujeres siempre se ponían histéricas y al parecer porque les brindaba una gran noche se creían con derechos sobre ellos, pero por alguna razón Liz se había ganado su confianza en ese aspecto, no parecía una mujer que se iba a enamorar en una noche, ni haría un escándalo cuando lo viera con otra, así que por primera vez llevo una conquista de una noche a su casa. —¿Qué es este lugar? — preguntó incrédula, no imaginaba que la fuera a llevar a su casa. —Mi casa – dijo alzándose de hombros, Kaelyn lo miró sorprendida, por lo que Andrew sonrió. –Pensé que me llevarías a un hotel. —Eso pensaba hacer, pero la verdad te has ganado mi confianza, no pareces de las mujeres paranoicas que se enamoran en una noche, o que harán una escena si me ven con otra, así que dije porque no. —Bien, piensas bien, porque no me considero ese tipo de mujer. — am
Kaelyn trataba de abrir sus ojos, los cuales le pesaban toneladas, odiaba desvelarse cuando tenía que levantarse temprano, pero claro como se dejó convencer por Callie que debían festejar que ya tenía empleo, claro, que aunque no se desveló de fiesta, no se había emborrachado, sí se había desvelado por un hermoso hombre, aunque no quisiera abrió sus ojos, sabía que tenía que ir a trabajar. Miró a su lado y Andrew estaba plácidamente dormido, se veía tan guapo, tan perfecto, sacudió su cabeza y se levantó con sumo cuidado y en silencio para no despertarlo, miró la hora en el reloj que estaba en la mesita de noche y eran las 5 am, frustrada de que solo había dormido solo dos horas, buscó con la mirada su vestido, al encontrarlo lo agarró, y se lo colocó, buscó sus zapatos y cuando los tuvo en la mano salió de la habitación sin mirar atrás, cuando llegó a la sala su bolso seguía tirado en el piso, busco su celular y llamó un taxi, entraba a las 8 am a trabajar, tendría que pasar a puras
Andrew pensó que estaba soñando, ¿cómo era posible? trató de salir del trance en el que se encontraba, esa mujer le había mentido con su nombre, pero a pesar de eso, no pudo evitar sentirse alegre por volverla a ver. —Así que tu eres la famosa Kaelyn Lam, sabes, te pareces a una mujer que conocí anoche, pero se llama Liz. — dijo tendiendole la mano, Kae quiso matarlo con la mirada por ser tan idiota. —Pues no creo que haya sido tan hermosa como yo — le dio la mano en forma de saludo — mucho gusto Andrew — la sonrisa que le dio hizo que a él le temblara el piso. Kae se giró a su padre. — Me voy a presidencia, aunque el presidente no esté, no creo que deba estar fuera de mi área de trabajo. —Está bien princesa, ve, y no te preocupes, Sophia no volverá a molestarte. —Bien, no quiero empezar a tener problemas — Kaelyn abrazo a su padre muy fuerte, lo amaba, y no se avergonzaba demostrarlo cada vez que podía, con o sin gente cerca. — Necesito otro favor papi. —Tú dirás — nunca podía n
Había pasado una semana desde que Kaelyn había entrado a trabajar, su jefe Declan Tremblay al parecer no había podido presentarse a trabajar, por estar tratando de arreglar los contratos cancelados, por lo que a ella le tocaba agendar las citas del presidente, con Andrew, su padre y el señor Tremblay, ellos se repartían las obligaciones, las citas y los contratos de Declan. Cada vez que tenía que llevarle algo a Andrew o llamarlo Alba su secretaria le hablaba muy grosero, y le hacía mala cara, sabía que ella no le agradaba, y eran por celos, estaba segura que estaba enamorada de Andrew, y lo peor es que no podía juzgarla, ese hombre la estaba haciendo perder el juicio, desde la última conversación donde habían dejado claro que nada entre ellos podía volver a pasar, no habían vuelto a sacar el tema, pero las veces que había ido a que firmara algo había mucha tensión sexual entre ellos, por eso evitó seguir bajando a la oficina de él, tenía miedo de no poder seguir negando lo que tanto
Kaelyn sentía las manos de Andrew recorrerla entera, sus caricias la llevaban a otro mundo, uno donde sólo placer podía sentir. —Me encantas, eres preciosa — Andrew besaba los pechos de Kaelyn, succionaba con fuerza, cuando terminaba con uno seguía con el otro, pero ninguno se quedaba sin ser atendido por su boca y su lengua. —Me los has dicho durante dos horas que llevamos aquí encerrados, creo que deberíamos salir ya de aquí, tengo una cita esta noche. — Andrew se tensó y se levantó de inmediato, no pensaba que Kaelyn fuera a decir eso. —No puedes estar hablando en serio, ¿de verdad te vas a ver con tu amigo para acostarte con él? — aunque no quiso, sonó dolido, lo peor de todo, era que no sabía el ¿Porqué? No podía creer que se hubiera enamorado de alguien a quien apenas conoce, una mujer con la que había tenido el mejor sexo de su vida, la mujer más hermosa que hubiera visto. —Es mi amigo, uno que tengo mucho tiempo de no ver. — Kae sabía que había metido un poco las patas. —
Andrew se adelantó y bajó a su oficina, para recoger sus cosas mientras Kaelyn siguió rumbo al estacionamiento. Alba se encontraba caminando de un lado para otro algo histérica, en cuanto vio a Andrew, se detuvo abruptamente, mientras lo recorría con la mirada, pero no veía nada fuera de lo común. —¿Terminaste la inspección?— dijo enojado y cruzándose de brazos. —Lo siento, es que hace más de dos horas que salió de aquí, para que la secretaría esa le diera unos papeles y no volvió y cuando fui a buscarlo no... —¿Que tú qué?— Andrew se enojó tanto que su rostro estaba rojo, muy rojo de la ira. —Usted dejó el trabajo que estábamos haciendo a medias, sólo lo busque para saber si lo terminaba o hacia otro. —Siempre habías sido una secretaría muy eficaz, lástima que ahora te estás acabando tu sola, el lunes hablaremos de tu destino en la empresa, por qué no voy a soportar tus estupideces y tus acosos, ya es suficiente, me acosté contigo, pero nunca lo hice en mis cinco sentidos, cre
Luego de almorzar, disfrutaron de un delicioso postre, mientras lo hacían decidieron conocerse un poco más. —Cuéntame de ti — pidió Andrew, mientras la guiaba por el jardín trasero, para luego sentarse debajo de un árbol, Andrew se quitó los zapatos y se remangó la camisa hasta los codos, Kae lo vio increíblemente guapo. —Bueno, pues creo que si conoces también a mi familia como dices, sabrás que he estudiado fuera del país desde los 12 años. —¿Por qué decidiste irte? —Kaelyn se puso seria de inmediato y Andrew lo notó, por lo que supo que algo no andaba bien. —No quiero hablar de eso, por lo menos no hoy. — él la comprendió. —Bien, tus amigos, ¿desde cuando los conoces? — A Callie desde los 6 años y a Máx desde los 10, Callie y yo decidimos estudiar afuera y seguir juntas, estudiamos varios idiomas, defensa personal, saque varias carreras, y pues seguimos en contacto con Máx, de hecho él tiene tu edad, así que cuando cumplió dieciocho años, viajaba muy a menudo, para estar con