—¡Maldita sea!, ¿cómo es eso posible?
—¿Puedes tranquilizarte hijo? Deja que tu hermano investigue, para eso él es el presidente de esta empresa.
—¿Qué lo dejé? Ya a pasado 3 veces en los últimos dos meses, y recuerda que es el presidente porque yo renuncié a serlo, le cedí mi puesto para dejar un poco esta m*****a rivalidad que a nada bueno nos ha llevado, pero escúchame muy bien padre, si otro contrato es cancelado voy a interferir y ya tu sabes como, esta empresa también es mía y no pienso permitir que por negligencia de la gente, nos vayamos a la quiebra. — dió media vuelta y salió de la oficina de su padre.
—Andrew, espera… — Chase Lam uno de los mayores socios de la empresa quiso ir detrás de él, pero Demian Tremblay no lo permitió.
—Déjalo Chase, sabes que mi hijo cuando se enoja no razona.
—Lo sé — dijo este mirando todavía hacia la puerta. — Pero creo que Andrew tiene razón, estamos perdiendo clientes.
Demian se frotó la cara con desespero, sabía que ambos estaban en lo cierto.
—Lo sé, voy hablar con Declan, él como presidente tiene que hacer algo, o yo mismo junto con Andrew voy a interferir y a cortar cabezas. — Chase lo miró al rostro, el pobre hombre se veía cansado y estresado, estar en medio de sus dos hijos siempre, estaba volviéndolo más viejo al pobre hombre.
Demian Tremblay era el dueño mayorista de “TREMBLAY GOLD CORPORATION” una empresa de capital abierto y fabricante de aviones, su sede central se encontraba en Canadá, sus productos eran unos de los mejores que había en el país.
Sus productos principales eran crear aviones, locomotoras, vagones de ferrocarril y tranvías.
Demian había luchado mucho por alcanzar todo lo que tenía, poco a poco fue incorporando socios a su empresa, había otorgado 40% para los que quisieran pertenecer a su empresa, ahí entró Chase Lam, que compró 20% de las acciones, y habían tres inversionistas más, uno con un 10% y los otros dos con 5% cada uno. Todos luchaban por mantener al punto máximo la empresa, y todo estaba perfecto, hasta hace dos años que Andrew Tremblay, el hijo de en medio, cedió su lugar como presidente a su hermano mayor, Declan Tremblay, la rivalidad que existía entre ambos se podía notar a simple vista.
—¿Ya Declan tiene nueva secretaria? — Demian negó con su cabeza, durante los dos años que Declan había estado de presidente, había tenido 12 secretarías, todas duraban 2 meses o quizás menos. — ¿No te extraña que las que agarran el puesto, simplemente se vayan?
Demian se levantó de su asiento y se dirigió al pequeño bar que tenía en su oficina.
—La verdad sí, pero tengo problemas más importantes que preocuparme porque las secretarías de mi hijo dejan el trabajo votado, lo más seguro es que terminan acostándose con Declan y él a no querer nada más con ellas se van, dejando el puesto. ¿Tienes alguien para el puesto?
—Sí, quería saber si había una posibilidad que Kaelyn obtenga el puesto.
—¿Tu hija regresó? — Demian se había hecho un buen amigo amigo de su socio, era un gran hombre además de responsable, sabía que tenía tres hijos, Zachary Lam que era el mayor de sus hijos, quién también trabajaba en la empresa, Kaelyn Lam que era la de enmedio y Noah Lam el menor de sus mayores tesoros.
—Sí, al parecer su jefe anterior quiso abusar de ella, pensó que al Kaelyn estar en un país extranjero y sola se podía aprovechar de ella, con lo que no contaba es que la mujer sabe artes marciales, mandó al hombre al hospital. — Demian se echó a reír ante el último comentario de su amigo.
—¡Vaya! Tu hija es una caja de sorpresas, pues yo me alegro que sea así y pueda defenderse, no sabes como he querido que Alyssa aprenda un poco y así pueda llegar a defenderse de cualquier peligro que pueda correr, pero mi hija no quiere entender. En fin — dijo con un suspiro — ¿Qué estudió tu hija?
—Administración de empresas, secretariado ejecutivo, además de diseño publicitario, sabe hablar, español, portugués e italiano. — dijo con gran admiración.
—Me encanta cuando hablas de tus hijos, se te ve muy orgullosos de ellos, ojalá se lleven bien. — dijo un deje de tristeza al recordar a sus hijos varones
—Se llevan de maravilla y sí, estoy muy orgulloso de ellos, no te desanimes tus hijos son muy buenos hombres, el hecho de que tengan tanta rivalidad no significa que no se quieran, esa es su manera de ser, me has comentado que siempre fueron así.
—Sí, tienes razón, dile a tu hija que puede empezar mañana mismo, Declan debe de tener un lío con tanto trabajo en presidencia.
—De acuerdo, ahora iré a hablar con Andrew. — Demian asintió sin decir nada más Chase salió de la oficina en busca de Andrew Tremblay, él había aprendido a conocer al muchacho, lo apreciaba mucho, sabía que para estas fechas su humor se ponía peor que de costumbre.
Chase se dirigió a una piso abajo de presidencia, Andrew era ahora el vicepresidente, pero con tal de no estar viendo a su hermano Declan, mandó a instalar su oficina en un piso donde no estuviera su hermano. Al llegar, Alba, la secretaría de Andrew se encontraba en su puesto.
—Señor Lam, ¿En qué puedo servirle? — dijo con una gran sonrisa. Alba era una pelirroja hermosa, que a simple vista se podía notar lo enamorada que estaba de su jefe.
—Vengo a hablar con Andrew, ¿está ocupado?
—No señor, pero si está muy enojado, ¿igual quiere pasar?
—Sí, no me da miedo — dijo riendo del mal chiste. — entraré sin avisar. — Alba solamente asintió con una sonrisa.
Chase llamó tres veces y al no obtener respuesta alguna, decidió entrar, Andrew levantó la cabeza molestó al ver habían entrado sin su permiso, él no quería que nadie entrará, por eso simplemente no contestó, quería que la persona que estaba tocando se cansara y se fuera, pero al parecer no había sido así.
—Deja de mirarme así, sabes que no me importa si me das permiso o no yo voy a entrar.
—Quiero estar solo.
—Andrew, hijo, a mi no me engañas. — Andrew suspiró y quitó su mala cara. — Sé la fecha en la que estamos, te conozco, deberías dejar ir el pasado.
—No puedo, simplemente no puedo. Recuerda que yo la maté.
—No vuelvas a decir eso nunca más, sabes que no es verdad, que eso fue un maldito accidente. Andrew se echó a reír, pero su risa era sarcástica, miró a uno de sus grandes amigos. —Si fue un accidente, ¿por qué me siento tan culpable? Sabes de sobra que lo que pasó fue culpa de mi hermano y mía. —No pienso seguir hablando de lo mismo, algún día entrarás en razón y entenderás que eso fue un maldito accidente — dijo Chase realmente enojado, él sabía que Andrew nada tenía que ver con eso, pero al parecer el hombre no quería entrar en razón. —¿Me puedes decir porque permito que me hables en ese tono? —Porque he sido casi un segundo padre para ti. Ahora mejor cambiemos de tema. ¿Qué piensas hacer con los contratos que perdimos? —Declan es un incompetente, no está haciendo las cosas como debe de hacerlas un presidente. —En eso sí tienes razón, como también solo por esta vez, voy a decir que esto sí es culpa tuya, no debiste renunciar a ese puesto. — Andrew lo miraba enojado. —Era lo
—Me alegra haber cambiado de lugar — Connor veía alrededor muy entusiasmado al ver muchas mujeres hermosas. Andrew igual veía a su alrededor, el lugar era muy agradable. — ¿Quieres quitar esa cara de culo de una vez por todas? Así me espantaras a estas hermosuras.—Descuida que mi intención es poder quitarme el estrés que cargo, así que no voy a espantar a nadie. — Connor sabía que su amigo llevaba una gran cruz acuesta, y él deseaba que pudiera ser, quién realmente era, sin culpas ni nada. —Amigo, deberías empezar por dejar el pasado atrás, eres un gran hombre, y mereces más, mucho más de lo que recibes. — Andrew miró fijamente a su amigo y le sonrió. —Gracias, pero así estoy bien. — Connor era un gran amigo, había sido su mejor amigo desde los 6 años de edad, tenía casi toda una vida juntos, eran inseparables, eran más que amigos, eran hermanos, que aunque no tenían la misma sangre, podían comprenderse y apoyarse en todo, en la más mínima travesura, habían compartido, hasta las mu
Cuando llegaron a la pista, Andrew le colocó las manos en la cintura y sin poder controlar la bestia que esa mujer había despertado en él, la pegó a su cuerpo, haciendo que ambos se estremecieran. Kaelyn era muy desconfiada y a pesar de que él mismo le había dicho que era una mala persona, no quería alejarse de él, su cuerpo, por encima de esa ropa se sentía duro, trabajado, era un hombre fuerte, muy guapo y sexy, su fragancia, había inundado todos sus sentidos. —Está música no se baila así — dijo en apenas un susurro. —Lo sé, pero quería sentirte pegada a mi cuerpo, es maravilloso — Andrew no se consideraba un hombre romántico, él era de los que iban por lo que quería y listo. —Vaya, que hombre tan romántico — su voz denotaba sarcasmo por lo que Andrew sonrió. — De hecho no soy romántico. —Sí, ya lo pude notar. A medida que bailaban, no sabían si era el ambiente o ellos los que estaban subiendo de temperatura, sus cuerpos estaban muy cerca, sus manos viajaban, Andrew había rec
Andrew se debatía si llevarla a un hotel o a su casa, nunca llevaba a sus conquistas de una noche a su casa, era una ley que tenía él y Connor, las mujeres siempre se ponían histéricas y al parecer porque les brindaba una gran noche se creían con derechos sobre ellos, pero por alguna razón Liz se había ganado su confianza en ese aspecto, no parecía una mujer que se iba a enamorar en una noche, ni haría un escándalo cuando lo viera con otra, así que por primera vez llevo una conquista de una noche a su casa. —¿Qué es este lugar? — preguntó incrédula, no imaginaba que la fuera a llevar a su casa. —Mi casa – dijo alzándose de hombros, Kaelyn lo miró sorprendida, por lo que Andrew sonrió. –Pensé que me llevarías a un hotel. —Eso pensaba hacer, pero la verdad te has ganado mi confianza, no pareces de las mujeres paranoicas que se enamoran en una noche, o que harán una escena si me ven con otra, así que dije porque no. —Bien, piensas bien, porque no me considero ese tipo de mujer. — am
Kaelyn trataba de abrir sus ojos, los cuales le pesaban toneladas, odiaba desvelarse cuando tenía que levantarse temprano, pero claro como se dejó convencer por Callie que debían festejar que ya tenía empleo, claro, que aunque no se desveló de fiesta, no se había emborrachado, sí se había desvelado por un hermoso hombre, aunque no quisiera abrió sus ojos, sabía que tenía que ir a trabajar. Miró a su lado y Andrew estaba plácidamente dormido, se veía tan guapo, tan perfecto, sacudió su cabeza y se levantó con sumo cuidado y en silencio para no despertarlo, miró la hora en el reloj que estaba en la mesita de noche y eran las 5 am, frustrada de que solo había dormido solo dos horas, buscó con la mirada su vestido, al encontrarlo lo agarró, y se lo colocó, buscó sus zapatos y cuando los tuvo en la mano salió de la habitación sin mirar atrás, cuando llegó a la sala su bolso seguía tirado en el piso, busco su celular y llamó un taxi, entraba a las 8 am a trabajar, tendría que pasar a puras
Andrew pensó que estaba soñando, ¿cómo era posible? trató de salir del trance en el que se encontraba, esa mujer le había mentido con su nombre, pero a pesar de eso, no pudo evitar sentirse alegre por volverla a ver. —Así que tu eres la famosa Kaelyn Lam, sabes, te pareces a una mujer que conocí anoche, pero se llama Liz. — dijo tendiendole la mano, Kae quiso matarlo con la mirada por ser tan idiota. —Pues no creo que haya sido tan hermosa como yo — le dio la mano en forma de saludo — mucho gusto Andrew — la sonrisa que le dio hizo que a él le temblara el piso. Kae se giró a su padre. — Me voy a presidencia, aunque el presidente no esté, no creo que deba estar fuera de mi área de trabajo. —Está bien princesa, ve, y no te preocupes, Sophia no volverá a molestarte. —Bien, no quiero empezar a tener problemas — Kaelyn abrazo a su padre muy fuerte, lo amaba, y no se avergonzaba demostrarlo cada vez que podía, con o sin gente cerca. — Necesito otro favor papi. —Tú dirás — nunca podía n
Había pasado una semana desde que Kaelyn había entrado a trabajar, su jefe Declan Tremblay al parecer no había podido presentarse a trabajar, por estar tratando de arreglar los contratos cancelados, por lo que a ella le tocaba agendar las citas del presidente, con Andrew, su padre y el señor Tremblay, ellos se repartían las obligaciones, las citas y los contratos de Declan. Cada vez que tenía que llevarle algo a Andrew o llamarlo Alba su secretaria le hablaba muy grosero, y le hacía mala cara, sabía que ella no le agradaba, y eran por celos, estaba segura que estaba enamorada de Andrew, y lo peor es que no podía juzgarla, ese hombre la estaba haciendo perder el juicio, desde la última conversación donde habían dejado claro que nada entre ellos podía volver a pasar, no habían vuelto a sacar el tema, pero las veces que había ido a que firmara algo había mucha tensión sexual entre ellos, por eso evitó seguir bajando a la oficina de él, tenía miedo de no poder seguir negando lo que tanto
Kaelyn sentía las manos de Andrew recorrerla entera, sus caricias la llevaban a otro mundo, uno donde sólo placer podía sentir. —Me encantas, eres preciosa — Andrew besaba los pechos de Kaelyn, succionaba con fuerza, cuando terminaba con uno seguía con el otro, pero ninguno se quedaba sin ser atendido por su boca y su lengua. —Me los has dicho durante dos horas que llevamos aquí encerrados, creo que deberíamos salir ya de aquí, tengo una cita esta noche. — Andrew se tensó y se levantó de inmediato, no pensaba que Kaelyn fuera a decir eso. —No puedes estar hablando en serio, ¿de verdad te vas a ver con tu amigo para acostarte con él? — aunque no quiso, sonó dolido, lo peor de todo, era que no sabía el ¿Porqué? No podía creer que se hubiera enamorado de alguien a quien apenas conoce, una mujer con la que había tenido el mejor sexo de su vida, la mujer más hermosa que hubiera visto. —Es mi amigo, uno que tengo mucho tiempo de no ver. — Kae sabía que había metido un poco las patas. —