—Adivina quien tiene hambre— sonrío, mientras Bruno toma entre sus enormes brazos a nuestro pequeño bebé —. Nuestro hijo.
Dice emocionado, y hace mil y un voces diferentes al hablar con él mientras se acerca a la cama.
—¿Verdad Asad?— rio, tomando a nuestro pequeño en brazos, tiene los ojos café verdosos como su padre y la piel tostada, su nariz y sus labios… exacto, no se parece nada a mí.
—Eres igual de comelón que tu abuelo, por eso elegimos ese nombre para ti— una carcajada me invade.
—No le digas eso— golpeo suavemente su brazo. Bruno nos acurruca a los dos en su regazo y comienza a tararear una canción.
—Vanessa…
—¿Si?— puedo sentir su respiración mientras con delicadeza inclino el biberón en su pequeña boca. Siento como me acaricia la frente y sé
Las lágrimas caen cubriéndome el rostro mientras visualizo el féretro de mi abuela, se ha ido y dudo mucho que pueda aceptarlo algún día. Está adornado con bonitas flores alrededor, su foto descansa cerca de ella. Mi cabeza da vueltas, aún no puedo creer que mi padre no se digne a pasarse por aquí, es su madre. Y lo peor de todo ¿qué será de mi sin ella ahora? Era toda mi compañía, mis fuerzas para despertar cada mañana viviendo una vida que tal vez… no es la adecuada para mí. Froto mis dedos varias veces, no puedo ocultar lo inquieta que estoy y mis grandes deseos de pintar… deseo plasmar en un lienzo la última mirada que mi abuela me dedico antes de cerrar sus ojos para siempre. —No me dejes sola— susurro entre lágrimas pero ya es tarde, el hombre apaga la luz obligándome a salir de la capilla. Doy un largo suspiro y me pongo de pie.
Abro los ojos aún cubiertos de lágrimas. Tengo que parar de hacer esto, una noche de viernes más que no paro de llorar su ausencia y ya ha pasado un mes que no está conmigo. Le hice prometer que mi rutina cambiaría, que saldría a disfrutar de mi juventud… Probablemente ella me llamaría la atención y obligaría a “menear mi trasero” hasta el bar más cercano.Me siento en la orilla de mi cama y como por arte de magia mi móvil suena indicando que es Lucía, mi mejor amiga.—Vane, ¿qué dices?, ¿una copa?— suspiro sin comprender como mi amiga siempre sabe cuando más la necesito.—Llamas justo a tiempo —chilla un poco y tengo que alejar mi móvil de la oreja.—Pasaré por ti en 20 minutos —la llamada termina y obligo a mi cuerpo a levantarse de la cama. Ha pasado muy poco tiempo desde qu
Despierto completamente molida, los pies me duelen muchísimo. Doy un suspiro y trato de tomar con calma la situación, esto de salir de fiesta no fue tan buena idea, o bueno, eso siempre se piensa al día siguiente con la resaca. Me pongo de pie y voy directo a prepararme un café con leche. Coloco la cafetera y esta comienza a colar y desprende un delicioso aroma.Camino hacia la ventana de la sala de estar y me doy cuenta de que hoy hace un día nublado, el cielo se cubre totalmente de gris. Tomo una manta cercana al sofá y me cubro con ella. Es cuando me permito recordar lo sucedido anoche y al idiota… bueno, los dos idiotas con los que me he topado. Debí haberme tomado una foto con él, Lucía no me creerá a quien he salvado.Suelto una carcajada y me pongo de pie para servirme un poco de café. Luego un poco de crema y está listo. Como si la hubiera invocado mi celular suena.
No puedo conciliar el sueño. Mi cabeza da vueltas y no sé la razón. Camino hacia la ventana una y otra vez, luego me detengo por un par de minutos para observar la vista de Madrid iluminado. Luego hacia mi alrededor y observo el par de pinturas que yacen apilados en mi sala de estar. Espero poder venderlos pronto, tengo que venderlas pronto o terminaré en la ruina.Suelto todo el aire almacenado en mis pulmones, esta falta de sueño debe ser por el mismo estrés que siento de ya no tener a mi abuela, de no tener un solo peso y de que mi paga no me alcance para algo más que comer. Echo de menos a mi abuela, ella no se cansaba de repetir que iba a ser grande, que el mundo reconocería pronto mi talento y… que un día lograría mi sueño.Sonrío y cierro los ojos tratando de recordar su tacto. Esos innumerables abrazos que recibía al día. Estoy a punto de volver a la cama cu
El dolor es menos fuerte. Puedo sentir el sabor y olor de la sangre. Con esfuerzo me pongo de pie y camino lentamente al baño tropezando con la pared un par de veces.Al llegar me miro al espejo encontrándome con una Vanessa destrozada. Tengo el labio reventado, un morete está apareciendo. Instantáneamente miro en mi reflejo a mi abuela golpeada por mi padre, cuantas veces tuve que curarle las heridas y ella a mí. Éramos presas de ese hombre. Lo soy desde que nací.Lavo mi rostro y busco en el botiquín de primeros auxilios algo con que cerrar la herida. Mi abdomen duele demasiado, cada vez que respiro recuerdo el par de golpes que me ha dado y todo por dinero, por su vicio.Arrastro mis pies hasta la cama, alcanzo a mirar el reloj que indican las 4:30 am, me recuesto con cuidado y rompo a llorar.●●●●●La alarma me despierta, giro mi cuerpo para apagarla cuand
—La del bar de hace unas noches, eres tú— desvío la mirada hacia el recipiente con agua. Que acento tan más extraño, su voz sonaba muy… sexy.—No sé de qué habla señor— noto su confusión y siento la mano de Orestes en mi cintura.—Vanessa, necesitan un poco de agua— ni siquiera miro al hombre de intensos ojos y me dirijo hacia Orestes.—Ya voy Doctor—lleno un par de vasos y trato de pasar por dónde está aquel hombre—. Con permiso.Levanto la vista y en su rostro puedo leer… ¿molestia?, le entrego un par de vasos con agua al Director Técnico y otros jugadores más.—¿Tienes mucho tiempo trabajando aquí?— me sorprende la pregunta del hombre canoso.—Soy voluntaria, cumpliré ya casi un año— él asiente interesado.&mdas
Es extraño pero he dormido plácidamente. Tal vez estaba muy cansada o los desinflamatorios han hecho a la perfección su trabajo.Me pongo de pie y como todos los días me preparo para ir al trabajo cuando escucho de nuevo golpes en la puerta, algo en mi estomago se revuelve al ver las flores que he recibido anoche así que acudo sin ningún tipo de alerta a pesar de la hora y la abro. Error número uno.—Papá…— él tiene una sonrisa burlona y entra haciendo un desastre a su paso.—Necesito dinero, dámelo— tengo un poco en la bolsa y lo saco presa del miedo—. ¿Esto?, Esto no me alcanza para nada, ¿dónde tienes el resto?Mi cuerpo comienza a temblar y no puedo ni quiera respirar.—No tengo nada más papá—tira una lámpara al suelo y esta se rompe en pedazos, esta vez lo vecinos no cederán.
—Buenas tardes señorita Carballo— miro con los ojos muy abiertos a Bruno luciendo ropa deportiva y su fiel acompañante con su característico impecable traje gris. Es él quien me habla.—¿Qué hacen aquí?— escupo y trato de acomodarme en la cama. Bruno se acerca con cara de plato.—Ten cuidado, te vas a lastimar—dice con preocupación y yo bufo—¿Más de lo que ya estoy? —hace mala cara y vuelvo hacia el gigante que está parado a mis pies—. Te he dicho que no abriré la boca, ¿Por qué siguen asechándome?Mi tono es molesto, la verdad es que solo quiero ocultar el nerviosismo que siento por tenerlos aquí, entre ellos se miran y Bruno toma la palabra.—Solo quería saber si estabas bien y me encuentro con que estás en el hospital y que tu padre te ha hecho esto &mdash