Abro la puerta lentamente y me encuentro con un hombre alto, de unos 80 años, cabello oscuro y tez morena, lleva un smoking color negro y un velo que cubre una parte de su cabello, arriba en la cabeza un lazo negro. Lo miro muy discretamente, me vuelto a cerrar la puerta y trago saliva.
—Buenas noches— digo sin saber exactamente que hacer
—Buenas noches— contesta y rodea el escritorio. Indica que puedo tomar asiento lo cual agradezco inmensamente.
—Soy Vanessa Carballo—él asiente
—Soy Asad, el abuelo de Bruno— mi mirada sigue pegada al suelo
—Mucho gusto— le digo y aprieto mis manos hasta casi encajar mis uñas.
—Eres de España ¿no?, como Jimena y Nora— asiento
—Sí, señor—toma asiento a mi lado.
—A ver señorita Vanessa— su acento es extraño pero habla bien el españo
Escucho ruidos y gritos y golpes—¡Encuéntrala!— es Bruno, estiro cada parte de mi cuerpo, he dormido sensacional. Me siento en la cama y miro la hermosa vista que deja la gran ventana frente a mi cama cuando alguien brinca al balcón y yo grito, tomo la lámpara portátil y me pongo de pie en la cama.—Aquí esta H24T— dice el hombre. Bruno entra por la puerta de madera haciéndola pedazos. Eso me hace brincar aun más y caer de la cama.—¡Vanessa!—me recupero y comienzo a reír.—Yo puedo—me pongo de pie y está furioso.—¿Te has hecho daño?— niego y no dejo de reír cuando Tomás entra—Te lo dije que estaba aquí— Bruno se abalanza contra él.—¡Largo!— suspiro un vez más, ¿Cuándo se va a tranquilizar?
Todo es negro, escucho como hablan en árabe. Abro mis ojos pero me tardo tiempo acostumbrarme, estoy aun en movimiento, tal vez en la camioneta que vi.—¡Basta!, arruinarás el plan del jefe— un golpe se hunde en mis costillas cuando trato de moverme, escucho que se reprochan unos a otros.Después las puertas de la camioneta se abren y me sientan toscamente. Veo entrar a un hombre moreno, de facciones toscas y cabello largo.—Hasta que la conozco señorita— sonríe—. Soy Mustafá, quiero que sepa que este no es un problema con usted, es su maldito esposo el que me ha colmado la paciencia.Mis ojos se abren como platos y miro a mi alrededor, estoy rodeada de gente. El respirar comienza a ser un problema pues lo hago con dificultada. Niego varias veces, tengo que salir de aquí, esto debe de ser una pesadilla.—Pero acabaré con él y usted me va a
Corro y corro hasta dar con la calle, miro a todos lados y la gente luce tan tranquila y normal. Tengo que buscar un hospital, sigo corriendo, choco con varias personas y justo antes de doblar en una esquina visualizo una cruz roja en un pequeño letrero. Debajo de ella letras escritas en árabe, mierda…Camino lentamente hasta esa pequeña casa, llamo a la puerta y una campana suena. El lugar está completamente solo, un hombre con bata blanca, con cabello canoso y piel morena me recibe con una sonrisa pero el verme este se transforma.Dice unas palabras en árabe pero yo niego.—No sé hablar árabe —digo y luego abre los ojos.—Tú eres… la mujer de Bruno Dihmes —dice con un español bastante forzado, mis ojos se abren como platos y mi sistema de alarma se activa de inmediato, puede conocer a Mustafá—. No, no, yo soy amigo, soy…&mdash
1 Mes Después.—Vamos, se nos hará tarde —grita Jimena, Nora termina de colocarme una pequeña y delicada flor en mi hermoso peinado.—¡Chicas, las quiero fuera! —dice Toño entrando con su exquisito traje color morado.—Estoy casi lista —le digo colocándome un poco de labial en mis labios, suspiro y me miro al espejo. El delicado vestido color beige adornado con encaje cae por mi cuerpo, el escote es en “V” y los tirantes son tomados por pequeños diamantes, se pega hasta mi cintura y luego cae por mis piernas.—Te vez hermosa mi niña —dice besándome las dos mejillas—Gracias Toño, ¿cómo se ve todo afuera? —suspira—Perfecto y tu futuro esposo está de un humor —rueda los ojos—. Tiene a todos vueltos locos, creo que ya es hora de que aparezcas.&
—Adivina quien tiene hambre— sonrío, mientras Bruno toma entre sus enormes brazos a nuestro pequeño bebé —. Nuestro hijo.Dice emocionado, y hace mil y un voces diferentes al hablar con él mientras se acerca a la cama.—¿Verdad Asad?— rio, tomando a nuestro pequeño en brazos, tiene los ojos café verdosos como su padre y la piel tostada, su nariz y sus labios… exacto, no se parece nada a mí.—Eres igual de comelón que tu abuelo, por eso elegimos ese nombre para ti— una carcajada me invade.—No le digas eso— golpeo suavemente su brazo. Bruno nos acurruca a los dos en su regazo y comienza a tararear una canción.—Vanessa…—¿Si?— puedo sentir su respiración mientras con delicadeza inclino el biberón en su pequeña boca. Siento como me acaricia la frente y sé
Las lágrimas caen cubriéndome el rostro mientras visualizo el féretro de mi abuela, se ha ido y dudo mucho que pueda aceptarlo algún día. Está adornado con bonitas flores alrededor, su foto descansa cerca de ella. Mi cabeza da vueltas, aún no puedo creer que mi padre no se digne a pasarse por aquí, es su madre. Y lo peor de todo ¿qué será de mi sin ella ahora? Era toda mi compañía, mis fuerzas para despertar cada mañana viviendo una vida que tal vez… no es la adecuada para mí. Froto mis dedos varias veces, no puedo ocultar lo inquieta que estoy y mis grandes deseos de pintar… deseo plasmar en un lienzo la última mirada que mi abuela me dedico antes de cerrar sus ojos para siempre. —No me dejes sola— susurro entre lágrimas pero ya es tarde, el hombre apaga la luz obligándome a salir de la capilla. Doy un largo suspiro y me pongo de pie.
Abro los ojos aún cubiertos de lágrimas. Tengo que parar de hacer esto, una noche de viernes más que no paro de llorar su ausencia y ya ha pasado un mes que no está conmigo. Le hice prometer que mi rutina cambiaría, que saldría a disfrutar de mi juventud… Probablemente ella me llamaría la atención y obligaría a “menear mi trasero” hasta el bar más cercano.Me siento en la orilla de mi cama y como por arte de magia mi móvil suena indicando que es Lucía, mi mejor amiga.—Vane, ¿qué dices?, ¿una copa?— suspiro sin comprender como mi amiga siempre sabe cuando más la necesito.—Llamas justo a tiempo —chilla un poco y tengo que alejar mi móvil de la oreja.—Pasaré por ti en 20 minutos —la llamada termina y obligo a mi cuerpo a levantarse de la cama. Ha pasado muy poco tiempo desde qu
Despierto completamente molida, los pies me duelen muchísimo. Doy un suspiro y trato de tomar con calma la situación, esto de salir de fiesta no fue tan buena idea, o bueno, eso siempre se piensa al día siguiente con la resaca. Me pongo de pie y voy directo a prepararme un café con leche. Coloco la cafetera y esta comienza a colar y desprende un delicioso aroma.Camino hacia la ventana de la sala de estar y me doy cuenta de que hoy hace un día nublado, el cielo se cubre totalmente de gris. Tomo una manta cercana al sofá y me cubro con ella. Es cuando me permito recordar lo sucedido anoche y al idiota… bueno, los dos idiotas con los que me he topado. Debí haberme tomado una foto con él, Lucía no me creerá a quien he salvado.Suelto una carcajada y me pongo de pie para servirme un poco de café. Luego un poco de crema y está listo. Como si la hubiera invocado mi celular suena.