¡EL milagro de Riverlight! ¡Jack Callen vuelve a la ciudad luego de su entrenamiento en Estados Unidos! ¡El boxeador de peso pesado está en el pic de su carrera profesional! ¡Rumores indican que podría continuar con oportunidad en el extranjero... —Apagué la radio con un suspiro. Cepillé mi cabello aún mojado y estiré con mis dedos la crema facial hidratante. El timbre de mi casa comenzaba a sonar otra vez. Me miré al espejo y estiré el cuello exhausta. Me levanté y busqué en mi closet una blusa para ponerme. —¡Emmaaaaaa! ¡Emmaaaaa! —escuchaba su voz gritar desde afuera.
—Mierda. ¿Qué acaso está loco? Llamaré a la policía. —Me quejé en mi soledad. Caminé a paso rápido por el pasillo, Maya miraba hacia la puerta moviendo su cola. Acaricié su cabeza y me agaché a su lado—. No Maya. Debes morderlo. ¿De acuerdo?
Salí por la puerta y lo vi con sus manos apoyadas en la reja y un gesto preocupado, cual reo en cárcel. Me crucé de brazos y ladeé la cabeza. Tenía una camiseta casual y unos jeans negros medianamente ajustados. Miré sus ojos cafés suplicantes y su cabello perfectamente desordenado y sedoso.
—Emma... —su voz diciendo mi nombre me recordaba tantas cosas que creí olvidadas.
—Qué quieres... —solté cansada.
—Hablar contigo.
—Sobre qué.
—Nosotros.
Rodé los ojos y me acerqué hasta quedar justo frente a él en la reja.
—Ya no hay un "nosotros". —Aclaré. Él me miró con esos ojitos de perro de calle. Tragué saliva. Maya esperaba emocionada del otro lado a que le abriera. Traidora.
—Sólo unos minutos. Por favor.
Abrí el portón dejándolo entrar. Acarició a Maya quien saltaba como loca, mientras caminaba hacia la puerta. Lo miré a cada paso, sin perderme ningún detalle, había olvidado lo alto que era, lo ancha que es su espalda, sus brazos, su nuca. Ese olor a limpio y fresco que lo rodea. Y un sin fin de cosas que me encantaban y ahora producían un efecto distinto en mí. Sus cejas se levantaron de la sorpresa cuando le dije que subiéramos a mi habitación. Me siguió por las escaleras tímido, como si nunca hubiese venido. Me senté en la cama y lo miré expectante. —¿Y bien? —pregunté. Jack se sentó a mi lado y entrelazó sus dedos sobre sus piernas, como si lo envolviera la incomodidad.
—Emma... —empezó pronunciando mi nombre y mi piel se erizó. Estaba a punto de golpearlo y gritarle que se fuera. Pero al mismo tiempo quería escucharlo. Esta conversación que me imaginé todos los días desde que se fue. Aquella que esperaba, ahora le temía. Pero sabía que debía ocurrir en algún momento—. Sé que estás muy enojada conmigo ahora mismo.
—No lo estoy. —solté apresurada, impidiendo que siga con su explicación.
—¿No? —volteó a verme y recorrió mi rostro con su mirada, como si estuviese admirando cada espacio de mi blanca piel—. ¿Entonces por qué me miras así?
—¿Así cómo?
—Como si quisieras matarme. De hecho eso sería mejor, cualquier cosa es mejor que este silencio y tu distancia.
No pude evitar soltar una risita. Me tuve que levantar para calmarme y actuar como si todo estuviese superado.
—¿Qué esperabas? —dije, volteandome para verlo ahora desde arriba—. ¿Que corriera a tus brazos y te besara? ¿O que te gritara y golpeara frente a mi instituto?
Jack me miró fijamente unos segundos. Luego bajó la cabeza y sonrió.
—No lo sé... quizá ¿Las dos?
Lo observé de pies a cabeza mientras él miraba sus zapatos. Me mordí la lengua de la rabia y salté hacia él. Me agaché en el piso justo en frente y sostuve su rostro con ambas manos. Me miró confundido e ilusionado. Su gesto no me permitió aguantar más. Mi mente se fue a blanco, y lo besé. Lo besé en los labios con fuerza, como si todo ese amor con el tiempo se convirtió en odio y en un deseo tóxico que quería que terminara pronto. Luego de desahogarme un poco, (sólo un poco) lo solté y lo miré a los ojos. Sonrió de manera tan placentera, como si todo hubiese vuelto a la normalidad. Lo siguiente que hice fue golpearlo en la mejilla con una cachetada. Y sonó de tal manera, que Maya subió apresurada las escaleras a ver qué pasaba. (creo que me salió bien) Abrió los ojos sorprendido, yo me reí con ironía.
—Eres un hijo de puta. —pronuncié con exasperación. Y dios... que se sintió bien decirlo. Me levanté y di vueltas por la habitación. Acaricié la cabeza de Maya que me miraba moviendo su cola—. Por qué te fuiste así. Como si realmente no hubiera otra opción. Justo cuando me enamoraba cada vez más de ti. —De repente mi ira se convirtió en tristeza, y Jack asintió como si se lo esperaba—. ¿Por qué m****a cambiaste de número?
—Eso...
—¡Ahora ni siquiera me importa! De verdad. ¿Pero y el ramo de flores qué? ¿Enserio pensabas volver y que estaríamos juntos de nuevo? ¡Cuando tu mismo dijiste que no te esperara! porque tu tampoco lo harías.
—¡Eso lo dije! —se levantó de la cama con un gesto desesperado. Recordé lo pequeña que soy a su lado y retrocedí un paso—. Eso lo dije porque no quería que estuvieras sufriendo por mi. —Bufé al instante cuando dijo eso, cruzándome de brazos—. Quería que vivieras tu adolescencia como cualquiera. Eso quería pero... no cambia el hecho de que yo estaría pensando en ti todos los putos días. —Lo miré incrédula. Él se acercó a mí y puso sus manos en mis brazos, haciéndome soltarlos, para luego tomar mis manos—. Emma. No podría estar con nadie que no seas tú. Y es que no me interesa. No puedo. Me fui por mi carrera, sí. Pero entrenando sólo confirmé lo importante que eres para mi y lo mucho que te necesito a mi lado. ¿Por qué otra razón volvería?
—Tu dijiste que volverías en 1 año. No me uses a mi de excusa. —solté mis manos de las suyas y lo miré seria.
—Lo hago. Te uso, es verdad. Pero porque estoy enamorado de ti Emma. Así como nunca pensé que lo estaría por nadie. Y me odio a veces por eso. Necesitar de alguien así... siempre me pareció ridículo. Pero no lo puedo controlar. Y quiero estar contigo.
Suspiré agotada. Ya no podía más con todo esto. Eran las palabras que estaba esperando. Y son precisamente cosas que él nunca dice. Me tomé la cabeza y lo miré de nuevo.
—Jack... escucha...
—Si acaso estás saliendo con alguien, te esperaré.
—¡No! Eso no... —¿Qué acaso está loco? ¿Lo dice enserio? me fijé en sus brazos enormes y quise escabullirme en ellos—. Tengo que pensarlo. ¿Okey? Tengo mucho qué pensar, así que por favor...
—Está bien. —se acercó a mí y besó delicadamente mi cabeza—. Nos vemos. —susurró con su voz profunda antes de irse. Maya lo acompañó juguetona hasta la salida. Y yo me quedé allí de pie sin saber qué hacer. Sin saber qué esperar.
—Jack...Sus ojos se volvieron pequeños al escuchar su nombre. Esperó a que dijese algo más, pero yo continuaba en shock. Bajó el ramo y pasó su mano por su nuca nervioso.—Felicidades. Por tu graduación. —Soltó. Abrí la boca esperando dejar salir algo, pero no era nada. Solo una mezcla de sentimientos desagradables que me revolvieron el estómago. Miré sus ojos y luego el hermoso ramo de flores que había entre sus dedos. Me acerqué un paso y él se enderezó nervioso.—¿Son para mi? —pregunté, apuntando las flores.—¡Sí, sí! —me las entregó con su mano tembla
A veces resulta más fácil admirar, querer y elogiar a otra persona que a nosotros mismos. Y es que mirar introspectivamente resulta tedioso y difícil de aceptar. Es un camino duro, pero cuando vas por él, te das cuenta de muchas cosas que antes parecían cegadas a tus ojos. La verdad es cruda, pero creo que es mejor vivir conociéndola.Saqué a pasear a Maya al río como cualquier otro sábado por la mañana. El sol comenzaba a calentar el pasto con su intensidad veraniega. Y fue delicioso sentirlo en mi piel mientras las demás personas dormían aún. Nada podía atormentar mi paz, hasta que Maya comenzó a golpearme el brazo con su cola. De repente una sombra tapó mi sol y me hizo abrir los ojos molesta. Cuando pude ver con claridad tuve que bajar la cabeza para evitar una desgracia. E
Escuchamos música fuerte y gritamos con las ventanas abiertas como si estuviésemos solos en el mundo. Después de lo de Jack, ninguno comentó algo más. Pero sabía que querían hacerlo, se notaba en sus rostros la indignación. Y lo entendía. Pero en ese momento queríamos olvidar todo, la familia, el pasado y las preocupaciones del futuro. Vivir el momento. Y eso hicimos el fin de semana, que se hizo bastante corto.—Emma, ¿Estás bien? —fue la pregunta que salió de la boca de Marc, al sentarse a mi lado en la toalla, mientras observábamos a Ethan lanzarse como un loco al agua, una y otra vez. Eran casi las 11, y seguíamos siendo los únicos en el lago. El sol calentaba amigablemente y la vegetación que nos rodeaba, nos brindaba todo tipo de cantos de aves. Mir&eac
La noche es joven y nosotros también. Terminamos bebiendo alcohol como nunca lo habíamos hecho juntos. Sobrepasamos todos los niveles de los cuales nos creíamos capaces. De repente todo nos importó una mierda y encontramos más diversión en nosotros mismos. En no hacer nada y reírnos sin sentido. Ethan sobre la mesa bailando me sorprendió mucho. Es más juguetón de lo que parece.—¡Por qué te sacas la camiseta Et! —gritó Marc mirándolo desde el sillón. Su amigo de lentes, (quien los había perdido por la casa al primer vaso) tomó la botella de ron y le dio un sorbo tambaleándose.—¡Pues porque después de esto tendré que ir a la universidad bro! ¡No podremos hacer estas cosa
Nunca hablamos deeso.De que se suponía que Ethan y Marc estaban enamorados de mí. Seguimos siendo amigos como siempre, y aún cuando Jack se fue, eso no cambió. Pero sí recuerdo una conversación que tuvimos en la azotea del instituto. Fue un pequeño momento en que Marc y yo nos quedamos solos, mientras Ethan iba al baño. Entonces me preguntó:—¿Lo vas a esperar?fue repentino. No habíamos hablado de eso, le había contado por mensaje lo que pasó a Ethan, y supuse que él le diría a Marc. Pero desde entonces nunca me lo mencionaron. Aún así entendí a qué se refería, y por su expresión que no le era fácil decirlo.—El me dijo que no lo hiciera. —fue todo lo que me salió. Marc asinti&
Ya lo sé. Ya lo sabía. Pero hay ocasiones que parece como si no tuviéramos el control de nuestras acciones. Como si lo que pensamos no puede ir de la mano con lo que hacemos.El viaje de retorno fue relativamente normal, Marc trataba de actuar como si no hubiese pasado nada. Pero yo notaba su incomodidad al cruzar miradas conmigo. Lo evitaba. Y tiene todo el derecho de sentirse así. Lo peor fue encontrar el momento para hablar, porque sabía que no lo quería. Apenas paramos para comprar unas cosas para el camino, Ethan me miró de reojo y se ofreció a ir a comprar, para que Marc y yo pudiéramos hablar. Pero al instante Marc dijo: ¡No, yo voy! y se fue corriendo. Me quedé con Ethan, los dos apoyados en al auto sintiendo el viento intenso que había junto a la carretera. Él sacó un cigarrillo y ta
En la vida hay que perseguir tus metas. Ninguna decisión que tomes te llevará por el camino fácil. Debemos enfrentarnos al futuro, hacernos cargo de nuestras acciones. Y convencernos a nosotros mismos de que existe una razón para todo. Para sentir que estamos haciendo lo correcto. Estoy muy lejos de saber qué está bien para los demás. No me interesa saberlo tampoco. Porque al final sólo importa nuestra opinión, es nuestra vida después de todo. Pensé que de ahora en adelante tomaría las decisiones que me harían más feliz día a día.Mientras pensaba en todo esto, sentada mirando el atardecer en el río, con Maya a mi lado.Decidí por fin qué era eso que daba vueltas en mi cabeza una y otra vez. Lo iría a buscar. Iría. Porque aunque no sabía si estaba haciendo lo correcto, si acaso
Hablar de nosotros nunca fue nuestro punto fuerte. Los momentos realmente libres y felices fueron pocos. Me pregunté qué tanto valía la pena en ellos como para olvidar todos los malos. Pero eso no importaba ahora. Ya que empezamos de cero.Me encontré con él en el río. Como de costumbre, esta vez, de ropa casual. Sin toalla detrás de la nuca. Sonrió al verme y caminó con sus manos en sus bolsillos hasta quedar enfrente. Hacía más viento que otros días, y tuve que mover el cabello de mi rostro varias veces mientras hablábamos. De repente sugirió ir a un café. Tal vez notó que estaba muy desabrigada para la ocasión. Mientras caminábamos temí que alguien fuera a reconocerlo. Más bien, ¿Cómo no? era el tesoro de esta ciudad. Sobretodo ahora