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Confusión

Nunca hablamos de eso. De que se suponía que Ethan y Marc estaban enamorados de mí. Seguimos siendo amigos como siempre, y aún cuando Jack se fue, eso no cambió. Pero sí recuerdo una conversación que tuvimos en la azotea del instituto. Fue un pequeño momento en que Marc y yo nos quedamos solos, mientras Ethan iba al baño. Entonces me preguntó:—¿Lo vas a esperar? fue repentino. No habíamos hablado de eso, le había contado por mensaje lo que pasó a Ethan, y supuse que él le diría a Marc. Pero desde entonces nunca me lo mencionaron. Aún así entendí a qué se refería, y por su expresión que no le era fácil decirlo.

—El me dijo que no lo hiciera. —fue todo lo que me salió. Marc asintió ante mi respuesta y no volvió a preguntar sobre ello.

—Emma... no sabes hace cuánto quería esto. —pronunció mi nombre con tal placer que me hizo sentir culpable. Puse mis manos en su rostro para que no dijera nada más. No quería escucharlo. Porque no era lo mismo. Nadie me hacía sentir como él solo con pronunciar mi nombre. Imaginé tocar su cabello mojado después de la ducha. Aquel primer beso que me llevó al cielo y en pocos minutos me hundió en lo más profundo. Imaginé sus brazos abrazándome ese día de lluvia. Cuando se convirtió en campeón, jamás pensé entonces todo lo que cambiaría. Imaginé sus ojos cafés intensos, sus brazos sosteniéndome y sus besos profundos. Sus labios perfectos, el lunar de su cuello y sus cejas levantarse con picardía. Lo sabía. Ya lo sabía todo. Y pasó el tiempo y seguía sintiendo ese vacío que me quemaba el pecho. Noches largas y su voz resonando en mi cabeza. La vida seguía avanzando y me quedaba atrás esperando. Y esperando...

—Emma. —se alejó de mí y me miró con la respiración entre cortada. Entonces abrí los ojos sorprendida. Era Marc el que estaba conmigo—. ¿En quién estás pensando ahora? —preguntó. Al instante su gesto se volvió triste. Miré sus ojos y luego bajé la cabeza.

—De qué hablas... —solté.

—No mientas. Sé que pensabas en él.

—¡No molestes Marc! —exclamé. Luego recordé que Ethan dormía en la habitación de al lado y bajé la voz—. Trato de olvidarlo ¿Si?

—Y para eso me usas a mí. —me miró con evidente decepción y se levantó de la cama.

—Marc. No... —Traté de hablar, pero tenía razón. En cada puta palabra. Caminó hacia la puerta y se fue. Me quedé mirando el techo pensando en mil cosas, hasta que me dormí.

Admiré el lago y las aves cantando mientras los demás seguían durmiendo. Pensé en lo fría que fui. En que le debía pedir perdón. Y en cómo hacerlo. Cerré los ojos y los abrí apenas una sombra cubrió mi sol mañanero.

—Qué hay. —era Ethan. Se sentó a mi lado en el piso de madera con un notorio rostro con resaca. Sonreí al verlo.

—¿Tan mal? —pregunté. Él soltó un aire cansado.

—Horrible. —nos quedamos unos segundos mirando al lago y luego soltó:— ¿Pasó algo anoche?

—¿Por?

—No sé. Marc vino a mi cama y creo que estaba llorando. No quise preguntar, a veces es por su hermana, ya sabes. —en ese momento mi mirada se congeló. Mi pecho dolió de la culpa. ¿Enserio lo hice llorar? soy lo peor. De verdad. En todo un año nunca pasó nada entre nosotros, a pesar de la cercanía, y ¿ahora que vuelve Jack digo que quiero olvidarlo? claro que lo lastimaría. Sentí nauseas y tuve que tragar saliva antes de responder.

—Creo que fue por mí... —murmuré.

—¿Qué?

—Es mi culpa. —Levanté la cabeza despacio para ver los ojos de Ethan, él me miró confundido. Estaba por decir algo más cuando escuchamos la voz de Marc detrás de nosotros. ¿Ya desayunaron? preguntó. Ethan se levantó y fue hacia él. No, aún no... ¿Preparamos panqueques? 

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