Extra

Me quedé durante largos minutos viendo la acera desde la ventana. Parecía que podría derretirse con el calor que hacía. De repente pasaban algunas personas por el río. Se detenían a mirar las aguas y luego seguían su camino.

Se escucharon unos pasos arrastrados por las escaleras, y luego su voz me despertó.

—¿Dónde dejo esto jefa?

Volteé a verlo cargando varias cajas entre sus brazos y me levanté de mi silla.

—En la bodega. Todavía nos quedan de esas.

—Okey.

Sin más, las levantó otra vez y se fue por donde vino.

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