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M****A, DESTINO

A veces resulta más fácil admirar, querer y elogiar a otra persona que a nosotros mismos. Y es que mirar introspectivamente resulta tedioso y difícil de aceptar. Es un camino duro, pero cuando vas por él, te das cuenta de muchas cosas que antes parecían cegadas a tus ojos. La verdad es cruda, pero creo que es mejor vivir conociéndola.

Saqué a pasear a Maya al río como cualquier otro sábado por la mañana. El sol comenzaba a calentar el pasto con su intensidad veraniega. Y fue delicioso sentirlo en mi piel mientras las demás personas dormían aún. Nada podía atormentar mi paz, hasta que Maya comenzó a golpearme el brazo con su cola. De repente una sombra tapó mi sol y me hizo abrir los ojos molesta. Cuando pude ver con claridad tuve que bajar la cabeza para evitar una desgracia. Era él. Frente a mí, con su buzo deportivo y su sudor en la nuca. Así como lo recordaba cada vez que venía el río. Así como ya no lo quería.

—Buenos días. —soltó. Acarició a Maya en la cabeza y no pensó mejor idea que sentarse a mi lado en el pasto—. Hace calor ¿Ah?

—¿Volviste a entrenar acá?

—Sí, fui a saludar a los chicos del gimnasio.

Asentí con desinterés. Él me quedó mirando fijamente hasta incomodarme.

—¿Qué? —pregunté.

—Nada. Sólo pensaba en que estás diferente. —tras eso, se levantó y se puso su capucha. Me sonrió débilmente en forma de despedida y se marchó corriendo. Me quede largos segundos viendo como su figura se perdía al fondo de la orilla. Me levanté pensando en que sus palabras no me podían afectar pero, ¿A qué vino eso? ¿Lo dice por mi personalidad? pero me estaba mirando la cara... ¿Es que estoy más fea? me molestó pensar en ello. Pensar en él. Que simples palabras me podían dejar pensando el resto del día. Obvio que estoy diferente. Todos cambiamos. Si fuéramos los mismos, cuál es el punto de aprender y mejorar.

Me encerré en mi pieza a mirar los exámenes que debía rendir para entrar a la Universidad de Riverlight, pero me distrajeron los mensajes de Ethan y Marc en nuestro grupo. Ya que ambos irían a Sidney a vivir, (Marc para entrenar, y Ethan para estudiar) planearon un viaje de vacaciones para este fin de semana. Así como "vivamos nuestro último verano de adolescentes antes de entrar al mundo real y aburrido de los adultos" y yo, por supuesto, iría.

Le avisé a mi mamá y preparé un pequeño bolso en el que metí una toalla, traje de baño y pijama, prácticamente. Los chicos me pasaron a buscar en el nuevo auto de Marc, y mientras les daba un abrazo y subíamos las cosas al auto, adivinen quién apareció. Sip, el destino es una perra.

—Tanto tiempo. —soltó. Al instante Marc se posicionó delante mío furioso. Y cuando pensé que Ethan lo calmaría, dio unos pasos adelante almacenando aire en su pecho, como si de esa forma de viera más poderoso.

—Qué haces aquí. —gruñó Marc—. ¿No crees que es demasiado venir a acosarla hasta su casa?

Jack ladeó la cabeza y me buscó a mí detrás suyo. —¿Lo es? —preguntó.

Marc se lanzó sobre él para tomarlo de la camiseta.

—Soy yo él que te está hablando.

Jack, quien era notoriamente más alto, lo miró a los ojos serio.

—Dime, ¿Eres su novio?

—¿Qué?

—Porque si sigues siendo sólo el amiguito que está enamorado, no me interesa lo que tengas para decirme. —tomó del pecho a Marc y empujó lejos con facilidad.

—¡Hijo de..!

—¡Marc basta! —grité yo. Caminé a través de él y Ethan para quedar frente al boxeador. Miré sus ojos cafés que se ablandaron al cruzarse con los míos—. Vete ya. —pedí. Me miró unos segundos antes de asentir. Retrocedió unos pasos y luego volteó y se fue calle abajo. 

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