Pegué mi cabeza a la ventana para observar las nubes en el atardecer. En la pantalla aparecían las 20 horas del vuelo directo que acababa de comenzar. Cerré mis ojos con la esperanza de poder dormir un poco, un poco y estaría bien. Han pasado ya varias noches en vela, empezaba a preocupar a todos a mi alrededor. La situación se me fue de las manos, y ya no sabía qué hacer.
—Emma. —La voz adormilada de Ryan me llamó. Se despertó apenas, y se movió por las sábanas para apoyar su cabeza sobre su mano y observarme atento—. Vete.
Abrí mis ojos confundida. Vi su mirada seria y me acomodé en la cama.
—¿Qué?
—
Apenas llegué, tomé mi pequeño bolso improvisado y fui a pedir un taxi hasta el hospital. En el camino le avisé al señor Callen, que tenía el teléfono de Jack. Y luego le envié un mensaje a Ethan y Marc, a mi mamá, y finalmente a Ryan. Diciéndoles que había llegado y que todo estaba bien. Era un día soleado, muy hermoso en la ciudad de Nueva York. Los niños jugaban en los parques y los perros paseaban emocionados. Esta pudo haber sido una linda visita, si la situación fuera distinta. Yo continuaba con mi corazón apretado de la angustia. Las ojeras bajo mis ojos ya daban miedo, y los kilos que perdí las últimas semanas tampoco me favorecían.El hospital era tan enorme que caminé desorientada por los pasillos en busca de la sala de cuidados intensivos. Di un
Por alguna razón me dolía ver que Jack pensaba que ya no lo quería. Llevo tanto tiempo amándolo, que hasta para mí era difícil pensar en no hacerlo. Pero durante estas semanas he descubierto cosas de las que no me había dado cuenta nunca antes. Es curioso pensar que aunque lo conozco hace dos años, nunca ha estado presente para mi cumpleaños. Es como si el mundo preparara todo para que eso no pase. Pero no lo olvidó. Porque el primer día que llegamos al hotel me lo dijo.—Cumpliste 19. ¿No es así?Me sorprendí demasiado. No pensé que lo recordaría. Después de un agotador último día en el hospital, nos quedamos por fin solos en la habitación del hotel. Habíamos obligado a Jack a recostar
Habían días y días. La mayoría estaba tranquilo, otros incluso sonreía. Y aunque tal vez se sentía feliz de tenerme a su lado, nadie podía llenar ese vacío que dejó el boxeo. Fue solo un momento que lo dejé solo. Un arrebato agresivo después de haber aguantado mucho. A pesar de que vi su tristeza, nunca noté que había tanta ira guardada en su interior.—¡JACK! ¡JACK! ¡BASTA! —grité, afirmándolo del brazo. Sus ojos llenos de rabia me asustaron. La pared estaba ahora rota, y sus nudillos sangrando. Abrí los ojos de la indignación, y posé mis manos en su pecho para empujarlo hacia atrás con fuerzas—. ¡¿Cómo puedes ser tan idiota?! —gruñí sorprendiéndolo. Sentí una r&aacut
Me hice una cola de caballo alta, que caía con mi cabello largo por mi espalda. Deslicé el protector solar por mis mejillas, y escuché mi celular sonar desde mi habitación. Lo tomé con una sonrisa al ver el nombre en pantalla.—¿Aló?—¡EMMA FELIZ CUMPLEAÑOS! —gritó Marc del otro lado, haciendo que tuviera que alejar el móvil de mi oído.—Gracias Marc... tu siempre eres el primero en llamarme ¿Eh?—Bueno, sabes que Et se despierta tarde.—Cierto.—Oye.
Me quedé durante largos minutos viendo la acera desde la ventana. Parecía que podría derretirse con el calor que hacía. De repente pasaban algunas personas por el río. Se detenían a mirar las aguas y luego seguían su camino.Se escucharon unos pasos arrastrados por las escaleras, y luego su voz me despertó.—¿Dónde dejo esto jefa?Volteé a verlo cargando varias cajas entre sus brazos y me levanté de mi silla.—En la bodega. Todavía nos quedan de esas.—Okey.Sin más, las levantó otra vez y se fue por donde vino.
Abrí la foto que llegó a nuestro grupo donde aparecían Jack y Emma sonriendo, mostrando un bello anillo brillante en su dedo anular. Tuve que echarme aire con la mano para calmarme. Salté del sillón y corrí a la habitación donde estaba Ethan en el escritorio frente al computador. Me lancé encima de él rodeándolo con mis brazos para mostrarle la pantalla.—¡¿Lo viste?! —exclamé inquieto.Acomodó sus lentes y asintió con desinterés.—Al fin. —soltó, moviendo su mano para echarme de ahí y poder seguir trabajando.—¡¿Eso es todo?! ¡Se van a casar! —grité
—Nos invitaron a la boda de Emma.Alcé las cejas, apartando mi celular un segundo para mirarlo. Por alguna razón se veía feliz el maldito estúpido.—Supongo que con Jackson.—Claro que con Jack. —bufó, sentándose a mi lado en el sillón—. Con quién más.Lo miré unos segundos, sus ojos verdes se agrandaron en pregunta.—¿Con quién dejamos a Tom? —indagué.—Llevémoslo con nosotros.—No amor, mami quiere embriagarse.
¡EL milagro de Riverlight! ¡Jack Callen vuelve a la ciudad luego de su entrenamiento en Estados Unidos! ¡El boxeador de peso pesado está en el pic de su carrera profesional! ¡Rumores indican que podría continuar con oportunidad en el extranjero...—Apagué la radio con un suspiro. Cepillé mi cabello aún mojado y estiré con mis dedos la crema facial hidratante. El timbre de mi casa comenzaba a sonar otra vez. Me miré al espejo y estiré el cuello exhausta. Me levanté y busqué en mi closet una blusa para ponerme. —¡Emmaaaaaa! ¡Emmaaaaa! —escuchaba su voz gritar desde afuera.—Mierda. ¿Qué acaso está loco? Llamaré a la policía. —Me quejé en mi soledad. Caminé a paso rápido por el pasillo, M