HOMBRE MISTERIOSO

BREEN

Y desde ese día, Randy comenzó a conquistarme, parecía intuir que no me gustaba que se acercaran mucho a mí, y eso él lo respetó demasiado, hasta que un día me preguntó por qué era así, por qué no me gustaba que me tocaran, porque no me gustaba que me abrazaran.

Me aseguró que él quería hacerlo, y yo más que nadie lo sabía; sin embargo, cada vez que se acercaba, yo lo alejaba; le pedí que dejáramos de vernos, pero él se opuso, me advirtió que eso no pasaría, entonces le conté la verdad a grandes rasgos. Él estuvo atento mientras yo le relataba todo lo que sufrí durante y después, bueno, lo sigo haciendo, no obstante, en menor medida.

Esa fue la primera vez que dejé abrazarme por él, me dio un beso en la frente y me aseguró que con él estaría a salvo, yo sabía que me hablaba con la verdad. Los meses posteriores a nuestra primera cita fueron progresando exitosamente, él me contaba cosas sobre sí mismo, su familia, sus amigos más cercanos, en fin, todo, y yo también hacía lo mismo.

Cuando les conté a mis padres sobre él, lo primero que quisieron hacer, fue conocerlo, obviamente. Adam, como predije, puso el grito en el cielo. Ahora entendía por qué había estado tan misteriosa, al igual que Madi, durante estos meses. Sé que tarde o temprano me pediría explicaciones y creo que el momento había llegado.

—Breen, ven un momento conmigo —su rostro estaba serio, no sabía si se encontraba enojado. Seguro que sí, pero no lo expresaba. Adam cambió demasiado después de mi ataque.

Caminé detrás de él, cuál niña regañada. No entendía por qué me sentía así, pero… pues lo hacía. Llegamos hasta su habitación, me dejó pasar a mi primero. Me detuve a mitad de camino y él se quedó en la puerta. Su cara ahora era sombría.

—¿Se puede saber por qué apenas se dé este tal, Randy? —escupió su nombre, como si el solo pronunciarlo le causara algún daño.

—Adam…

—Nada de Adam, Breen Greyson. Supuse que siempre me contarías todo —me harté. ¿Desde cuándo le debía alguna explicación?

—¿Acaso yo te pido explicaciones sobre las zorras con las que te acuestas todas las noches? —espeté.

—Es diferente —cambio el tono de su voz.

—¿Y por qué?, ¿solo porque eres hombre?, ¿por eso? Déjame dejarte algo en claro, Adam Greyson. No eres mi padre para venir a interponer tus absurdas quejas sobre lo que hago o dejo de hacer, ¿entiendes? —Mi mal humor ya se encontraba por la estratosfera.

—¿Ya acabaste? —preguntó imperturbable.

—¡Eres increíble! Ya veo que te importa una m****a todo lo que acabas de escuchar, pero… —Se acercó y me tomó por los hombros.

—Breen, por supuesto, que no me importa una m****a. Sabes que me importas demasiado, tanto tú como Madi. Lo que pregunté no fue porque me quiera meter en tu vida o quiera que no seas feliz. Al contrario, yo, más que nadie, deseo que te realices como mujer. Me harías realmente dichoso, créeme. Solamente, no quiero volver a verte como… —negó con la cabeza. Él más que nadie había visto de primera mano por todo el dolor que pasé, después de mi agresión —como aquella vez, y lo sabes. De verdad, Breen —me abrazó y yo lo hice de vuelta —, quiero lo mejor para ustedes dos.

—Lo sé —lo miré a los ojos—, pero de verdad no quise ocultar nada solo porque sí. Fue porque… quería saber si estoy preparada para iniciar una relación con alguien —abrió sus ojos como platos.

—Obviamente, estás preparada —habló con un poco de sarcasmo.

—Sí, lo estoy, pero quiero más —me miró con los ojos entrecerrados en absoluto silencio.

—¿Lo amas? —no sabía que responder, Randy me gustaba, y el tiempo que llevaba conociéndolo me hacía sentir bien. Quizá lo quería, pero amar, siento que es una palabra mucho más importante, para decirla como si nada.

—Apenas hace un par de meses que nos conocemos, así que no; sin embargo… quiero darme una oportunidad para saber si podemos llegar a algo más que un simple noviazgo. Además… sabe sobre lo que me pasó —se quedó en silencio.

—¿Y qué fue lo que te dijo? —Parecía tan sorprendido como yo lo estuve al ver la reacción que tuvo la vez que me abrí a él.

—Se sorprendió —, sonreí—, es más, me aseguro de que me ayudaría a encontrar a los desgraciados que se atrevieron a ultrajarme.

—Ese es mi trabajo y lo sabes —frunció el ceño al recordar, así que me tocó cambiar de tema.

—Lo sé y se lo dejé bastante claro. Él… me pidió conocerlos —el cambio de tema, lo distrajo de sus oscuros pensamientos— siento que ha llegado el momento.

—¿Cuándo? —preguntó con bastante interés.

—Mañana, por la noche, así que no hagas planes con nadie, ¿entendiste?

—Por supuesto que no, yo más que nadie desea conocerlo —sonreí, porque sabía que hablaba con la verdad.

—Entonces, mañana nos veremos aquí.

—De acuerdo —estábamos por salir de la habitación, cuando me detuvo —. No obstante, si algo no me gusta, te lo haré saber, ¿comprendes? —puse los ojos en blanco.

—De acuerdo.

Me despedí de todos y me llevó hasta mi departamento. Mañana, a primera hora, tendría mi auto de vuelta fuera de este, seguramente.

No hablamos mucho durante el trayecto, aunque sé que Adam le estaba dando vueltas en su cabeza a todo lo que le acababa de contar. No estaría tranquilo hasta que lo conociera más a fondo. Sé que lo mandaría a investigar.

Una vez que llegamos a mi departamento, me despedí de él, pero antes de bajar de su auto, hablé.

—No tienes que estar preocupado, Adam. Es un buen hombre. Lo sabrás en cuanto lo veas.

—Entra a casa —negué con la cabeza y lo besé en la mejilla.

—Nos vemos mañana —asintió y esperó hasta que yo entrara.

Me di una ducha rápida y me fui a dormir. Mañana sería un día bastante ajetreado. Sobre todo, porque Randy conocería a las personas más importantes en mi vida. Esa noche logré descansar inesperadamente bien.

La mañana siguiente me levanté de muy buen humor. Madi me llamó para saber lo que tenía en mente para la cena. Estaba a punto de explicarle, cuando entró otra llamada a mi móvil.

—Hola —era Randy.

—Hola, Breen, quiero cambiar los planes de esta noche, si es que tú también estás de acuerdo.

—¿Sucedió algo?

—No, para nada. Es solo que quisiera mejor invitarlos a cenar. En otra oportunidad podremos ir a casa de tus padres, ¿te parece bien?

—Sí, está bien. Entonces, me mandas la dirección y nos vemos allá.

—Claro, los estaré esperando con ansias.

Regresé a la llamada que tenía con Madi y le expliqué la situación. También me tocaría llamar a mis padres y a Adam para hacerles saber que había un cambio de planes.

Por supuesto que aceptaron el cambio, Adam se notó un poco inconforme; sin embargo, sé que contaría con su presencia. Me dispuse a arreglarme. Sé que aún faltaban algunas horas; no obstante, siempre es mejor estar a tiempo que llegar tarde.

Me vestí con un pantalón negro que realzaba mis curvas, una camisa blanca y blazer azul y unos tacones del mismo color. Adam no pudo traer mi auto, por ende, me tocaría tomar un taxi. La hora estaba cerca, así que decidí salir. Ya el taxi me esperaba.

Llamé a mis padres para saber si ya se encontraban en camino e hice lo mismo con Adam.

—Te prometí que estaría contigo esta noche.

—Lo sé, pero solo te llamo para corroborar que ya vas en camino.

—Estoy a unos minutos de llegar, así que no tardes.

—De acuerdo —reí y colgué.

Había un pequeño atasco; al parecer, dos autos colisionaron. Decidí caminar puesto que ya todos me esperaban, de todas formas, me encontraba a solamente dos cuadras. Pagué al conductor y bajé. Me miré de arriba a abajo para saber si algo no andaba mal. Miré mi reflejo en un auto con las ventanillas polarizadas y todo estaba correcto. Acerqué mi rostro a la ventanilla para corroborar que mi maquillaje no estuviera corrido. Por las prisas no me había pintado los labios y no tenía espejo a la mano, puesto que mi bolso era pequeño. Saqué mi labial rojo, que hacía juego con mi cabello rojizo, delineé la parte de arriba y estaba por pintar la de abajo cuando la ventanilla comenzó a bajarse.

—¡Te ves hermosa! —un hombre realmente apuesto, como de unos treinta y tantos años, tez morena clara, ojos oscuros como la noche y verdaderamente apetecible, habló.

El labial se mantuvo en el aire unos cuantos segundos hasta que logré reaccionar. Le sonreí un poco, me puse derecha y le di la espalda para caminar rápidamente y entrar al jodido restaurante.

¡Dios!, qué hombre tan atractivo, pensé mientras seguía mi camino. Me tranquilicé un poco y cuando miré hacia atrás, el auto ya no se encontraba. Sé que era una marca de lujo, solo que no sabía cuál. Seguramente el hombre nada en dinero. Sacudí la cabeza para dejar de pensar en él. Ni siquiera lo conozco y, además, Randy no se merece esto.

Toda mi familia ya se encontraba en la mesa, únicamente faltábamos Randy y yo. Quien me esperaba en la entrada del restaurante para llegar juntos. 

Saludamos a todos y tomamos asiento. Randy no notó mi nerviosismo, así que me toco olvidar lo que acababa de suceder.

Después de las respectivas presentaciones y todo lo necesario, comenzaron con el interrogatorio hacia Randy.

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