4 años después…
—¡Quiero el divorcio Derek! Ya no soporto parecer el reno Rodolfo por tus pequeños «errores» como llamas a cada aventura que has tenido con cuanta mujer barata se te atraviesa en frente. ¡Cuatro años de infidelidades son más que suficientes! Mañana mismo mi abogado se pondrá en contacto con el tuyo y podrás seguir cometiendo todos los errores que se te vengan en gana. Adiós. —Megan colgó el teléfono furiosa. Su flamante esposo ya no cambiaría más.
Durante todo su matrimonio tuvo que hacerse de la vista gorda en cuanto a los engaños de Derek por varios motivos. El principal y más tonto de ellos era que aún lo amaba como el primer día —o eso pensaba— y en el fondo de su corazón siempre creía que él cambiaría por ella.
Pero de eso ya pasaron cuatro años y aún nada. Seguía siendo el mismo y no sabía cuándo había cambiado tanto, aunque al pensarlo mejor, supuso que tal vez siempre fue así y ella nunca lo supo o no lo quiso ver.
En su propia luna de miel lo sorprendió coqueteando con la guía de turistas que contrataron, pero esta vez ya no lo dejaría pasar, necesitaba liberarse de todos los dolores de cabeza y por sobre todo, del daño emocional que le causaba enterarse por terceros sobre las andanzas del hombre que amaba.
Con el divorcio, perdería por completo la posibilidad de asumir la presidencia de DINAMO, ya que su suegra le hizo firmar una cláusula en la que debería de estar casada con Derek mínimamente por cinco años, y en lo posible, traer al mundo al futuro heredero.
Lo último, lo veía difícil. Ha tratado incansablemente quedar embarazada, pero no porque así lo dictará un documento, sino porque soñaba con ser madre y creía erróneamente como muchas mujeres, que la paternidad cambiaría a su esposo para bien.
Pero no lo había logrado y por lo tanto, su suegra rectificó de manera parcial en ese punto en cuanto a las condiciones.
Ahora ya nada le importaba. Todo lo que consiguió durante el tiempo que duró su matrimonio, la han puesto en el foco de los mejores del mundo en materia de su profesión, y sabía que ese prestigio logrado, un simple divorcio no se lo arrebataría tan fácilmente, aunque su suegra era de armas tomar. Y ella también. Lo aprendió de la mejor.
Se encontraba en su oficina, meditando sobre su decisión, cuando la puerta se abrió de repente y apareció Dina con una cara de preocupación. Seguramente Derek ya se lo contó.
—Megan, querida, ¿qué es toda esa locura del divorcio? —preguntó con una calma que era de admirar y tomó asiento frente al escritorio de Megan. Cruzándose de piernas, sacó su móvil de su pequeño bolso y comenzó a marcar un número.
—Diógenes, cancela todo lo que Megan te haya pedido en relación al divorcio. Ha recapacitado sobre su decisión y se tomará un tiempo para pensarlo mejor. Comunícale a Derek sobre la situación y dile que venga a verme inmediatamente —colgó el teléfono logrando que Megan la mirase incrédula.
No podía creer que su suegra estuviera haciendo lo mismo por enésima vez. Amaba a esa mujer como si fuese su propia madre, pero sus maneras y autoridad a veces la exasperaban.
Viendo la actitud de Megan, Dina la miró con una sonrisa maternal, se puso de pie y comenzó a caminar por toda la oficina lentamente.
«Ahora se viene el discurso de siempre», pensaba Megan, ya lista para escucharla.
—Supongo que debes estar pensando que comenzaré con mi monólogo habitual sobre el por qué no puedes divorciarte, hija —Dina sabía que podría lidiar una vez más con Megan, pero presentía que sería la última vez que podría persuadirla para no decir la palabra manipularla.
Faltaba poco para que se cumplieran los cinco años estipulados en el contrato que le había hecho firmar cuando asumió su nuevo cargo en la empresa. Si era por ella, ese mismo día le cedería su lugar en la presidencia porque estaba segura de que Megan jamás la defraudaría, independientemente de estar casada o no con su hijo, pero habían algunos detalles que pulir con los socios directivos, ya que varios de ellos habían vendido sus acciones en conjunto a un empresario joven que nada tenía que ver con el mundo de la moda. Suponía que sería mera inversión, y como su casa de modas era la mejor en su rama, el hombre debía tener buen ojo para los negocios.
Lo conoció hace poco tiempo y le pareció un hombre extremadamente interesante, atractivo, culto, de buenos modales, pero no confiaba en que conservara por mucho tiempo sus acciones y no quisiera venderlas a cualquier mejor postor. Eso desencadenaría un caos a nivel directorio y también a nivel monetario.
Sin embargo, sabía lo que debía hacer.
Tendría que persuadirlo —a él también— de conservar esas acciones y mandaría a Megan para que negociara con él.
Esa sería su prueba de fuego y también le serviría de distracción para olvidarse momentáneamente del divorcio.
Estaba segura de que ese hombre lograría despertar el interés de Megan, haciéndola olvidar en lo insufrible que se volvió su matrimonio a causa del inepto de Derek.
No le importaría que Megan tuviese una aventura, mientras no sea de dominio público como los romances de su hijo. Además de pasarla bien, tendría al nuevo socio a su disposición y podría seguir manejando la empresa como lo venía haciendo hasta el momento.
—Escúchame, Dina, entiendo tu posición y tus deseos de dejarme a mí la presidencia, pero como mujer debes comprender que Derek se ha pasado de la raya. No puedes pedirme que siga con él, sabiendo todo lo que hace. Una cosa es que me engañe y solo lo sepa él. Otra muy diferente es que ya ni siquiera se tome la molestia de ocultarlo. Todas las revistas de cotilleo me tienen constantemente en sus portadas como la mujer más estúpida de todos los tiempos. Debes entender que ni la mayor fortuna del mundo puede convencerme esta vez de no seguir con los trámites del divorcio. Solo eso podría hacerme conservar la poca dignidad que aún me queda —miró a su suegra, que conservaba la calma. Sin inmutarse, se sentó en el sillón principal detrás del escritorio y le hizo un gesto con la mirada, invitándola a tomar asiento.
—Está bien, Megan, tu ganas —Megan no podía creer lo que escuchaba. Su suegra por fin aceptaba su decisión—. Pero debes hacerme un favor antes —sabía que no sería gratis, pensó.
—¿Cuáles son tus condiciones? Ve al grano, por favor —Dina sonrió conforme. Esa muchacha era un reflejo de sí misma y estaba orgullosa por ello. Sería digna sucesora y su fortuna estaría a salvo en sus manos. Ni pensar si le cedía el manejo a Derek. El dinero se acabaría en menos de veinticuatro horas.
—Bien. —inició—. Te encargarás de nuestro nuevo socio y lo convencerás de que conserve sus acciones y nos permita seguir manejando la empresa como hasta el momento, sin que meta sus narices en algo que no conoce —Megan la miró con resignación antes de que Dina continuara con su discurso—. He oído rumores de que desea fragmentar sus acciones y venderlas a quien mejor pague por ellas y eso no nos conviene en ningún sentido.
—¿Qué sugieres que haga? —preguntó Megan sin esperarse la respuesta que iba a obtener.
—Convéncelo a cualquier costa, querida. Usa los métodos que creas conveniente. He oído que es un hueso difícil de roer, alguien implacable a la hora de generar ganancias. Convéncelo de que quedándose con sus acciones, le generaremos todos los beneficios que vendiendo no tendría.
—Está bien. Trataré de cumplir con ello —Megan se puso de pie y apoyó sobre el escritorio ambas manos, quedando frente a Dina—. ¿Eso sería todo? ¿Luego permitirás lo del divorcio?
—Falta un año para que se cumplan los cinco que figuran en la cláusula. Mientras duren la negociaciones que te encargué, dejarás que el plazo se cumpla —Megan quiso protestar, pero Dina se adelantó—. Créeme que ni cuenta te darás de cómo el tiempo pasa —dijo con picardía.
Megan bufó y se cruzó de brazos mientras veía como Dina se ponía de pie para abandonar su oficina.
—Le diré a mi secretaria que te envíe los detalles de tu misión —giró el pomo de la puerta, y antes de salir, habló por última vez—. Y, querida; tienes licencia para portarte mal con este hombre. Disfrútalo.
Diciendo aquello, abandonó la oficina dejando a una Megan boquiabierta, incapaz de replicar a aquellas palabras.
¿Su suegra le estaba sugiriendo tener una aventura con el nuevo socio?
—¿Crees que la señora Casiragi se quedará con los brazos cruzados, viendo como desintegras parte de su empresa? —Luck sonrió ante la pregunta de su mejor amigo y abogado. Estaba seguro que Dina Casiragi no permitiría fácilmente que él vendiese sus acciones a quien mejor oferté por ellas. Deberá jugar bien sus cartas si no deseaba que la dama más influyente del ámbito de la moda, lo destroce en un abrir y cerrar de ojos.—Lo que creo, querido amigo, es que esa mujer pondrá toda su munición pesada para evitar que lo haga —se levantó y rodeó su escritorio, dirigiéndose al mobiliario de bebidas y procedió a servir dos escoceses.Eran casi las 8:00 p.m. en ese paraíso de playa donde tenía una filial de su empresa. Había viajado, como hacía todos los meses, a visitar las oficinas que quedaban en ese l
Megan y Natasha llegaron al lugar, y las dejaron pasar inmediatamente en cuanto la abogada se anunció.El club era extremadamente lujoso, toda la estancia estaba compuesta por muebles blancos y accesorios de cristales. Varios rincones estaban decorados con cascadas que imitaban los rincones naturales más asombrosos de la playa. La iluminación era tenue y la música estaba a la moda.Fueron guiadas hasta una mesa que estaba un poco retirada de la pista y que les daba algo más de privacidad. Una especie de VIP para gente conocida que buscaba algo de privacidad.—¡Ey! —Natasha hizo señas con la mano a un camarero y este se acercó—. Chico sexy, haznos el favor de deleitarnos con unos tragos que sean la especialidad de la casa —Natasha no perdía tiempo y comenzó a pedir tragos e inspeccionar a cada hombre que pasaba cerca de su mesa—. ¿Ves a esta mujer sensu
—Luck —respondió luego de un largo silencio. Sostuvo la mano de Megan y en ese preciso instante una sensación que jamás experimentó se apoderó de todo su cuerpo. El vello se le erizó y se perdió en esos ojos que lo miraban sin malicia, en esa sonrisa que trasmitía paz. Esa mano suave que sostenía, hizo que su mundo girara en un segundo. Se hizo día, se hizo noche, se hizo fugaz y se hizo eterno.¿Qué le estaba sucediendo?¿Por qué la mano de una completa extraña le hacía experimentar sensaciones desconocidas y que nunca antes había sentido?¿Sería cierto eso del amor a primera vista? O en este caso… ¿al primer contacto?Porque no podía negar que al principio le pareció una mujer más de entre todas las que pululaban por el lugar, pero el simple contacto con su mano, lo camb
Megan se removió lentamente en la cama, pensando que era su habitación hasta que sintió que una fuerza superior a ella, le impedía que pudiera moverme libremente. Y no solo eso, había algo intensamente caliente apoyado a su espalda.Trató de abrir los ojos, pero la fuerte luz que entraba por el enorme ventanal de la habitación, la hizo parpadear varias veces antes de poder observar mejor la estancia.Al lograrlo, enfocó su vista al techo y no recordó que esa enorme lámpara hubiera estado colgando sobre su cama. Tenía muchas ganas de darse una ducha y tomar un café bien cargado. Algo taladraba su cabeza y recordó que había bebido unos tequilas demás, por no decir que se bebió todos los tequilas del mundo.Eso era literal. No solía beber y haberlo hecho en demasía le provocó esa sensación de haber bebido hasta el agua del flor
Luck despertó lentamente, buscando el cuerpo que hacía unos instantes aun sentía bajo su abrazo.Había pasado una de las noches más excitantes que recordaba. Sin embargo, por primera vez, se encontraba con que no era el quien abandonaba apresuradamente la cama de una amante antes de que esta despierte y pregunte si cuando volverían a verse, cuando la llamaría, si podrían volver a salir hasta el punto de prácticamente planear una boda.Sintió una leve punzada en su orgullo. Era la primera mujer a la que realmente estaba dispuesto dejar traspasar más allá de lo que usualmente hacía, y eso que solamente sabía su nombre: Megan, y que para rematar estaba casada. No obstante, sentía una leve esperanza al recordar sus propias palabras: «No por mucho tiempo».Desde su desventura amorosa con Vanesa, se juró a sí mismo no volver a entreg
—Muy bien, detective, siga haciendo su trabajo y manténgame informada hasta del último detalle. No quiero que se guarde nada y tampoco que deje nada al azar. Le pago para eso —Dina respiró profundo y escuchó atentamente lo que el detective decía—. Siga así y tendrá otra pequeña recompensa. Adiós —colgó el teléfono con mucha satisfacción.A Dina Casiragi le hizo la mañana escuchar las excelentes noticias sobre el logro de Megan. Nada más y nada menos se llevó a la cama al nuevo y más fuerte socio en esos momentos.Sonrió con satisfacción porque no había errado. Sabía que no le fallaría esa niña y se sintió orgullosa porque Megan con su actitud, demostraba que, aunque no llevara su sangre, se parecía mucho más a ella que su propio hijo.Sin embargo, no espe
Las palabras de Dina tocaron lo más profundo del orgullo de Derek y no porque amase a Megan, sino porque había confiaba ciegamente en que ella nunca lo engañaría porque lo amaba.Además, muchas veces amenazó con divorciarse pero no lo hizo y aquello le llevaba a pensar que nunca lo haría por dos razones:su puesto en la empresa y su amor incondicional hacía él.Pensaba que Megan era leal y que jamás se buscaría a alguien más sin estar desvinculada de él por más que se mereciera que lo engañara.Sin embargo, la seguridad con la que su madre se refirió al asunto del nuevo socio y su esposa, lo dejó pensando en aquella posibilidad.Se hacía muchas preguntas que se auto respondía para calmar a su conciencia y para convencerse a mí mismo de que todo lo que su madre había insinuado, no era en absoluto cier
—¿Se puede saber qué haces tú aquí? —Luck estaba atónito. No podía creer que la mujer con la que había pasado la noche más excitante desde hacía mucho tiempo, fuera nada más y nada menos que la representante de Dina Casiragi.Miles de ideas atravesaron por su mente, que no lo ayudaban a pensar de manera racional.¿Pero qué racionalidad podía tener aquello?Estaba furioso. Una vez más fue víctima de una mujer trepadora, que hacia hasta lo imposible por conseguir su objetivo, sin siquiera importarle su propio matrimonio.¡Por Dios! Megan era la peor mujer que se cruzó en su camino. Peor que Vanesa.Con esa carita de ángel, esos labios que no tenían nada que envidiarle a la mismísima Afrodita y ese sensual cuerpo, esa timidez con la que lo sedujo, la desesperación en sus besos, la urgencia en sus