Esa noche, Luck decidió que no bebería para mitigar la presión que sentía en su pecho; emborracharse no le ayudaría en nada. Estaba exasperado y cansado por la última discusión que tuvo con Megan. Suspiró y se tumbó en la cama sin desvestirse, quedándose dormido al instante. A las pocas horas, se despertó con un terrible sentimiento de vacío. Se había enamorado de una mujer sin escrúpulos, que se le metió en el corazón y lo hirió de forma irreparable.No quería pensar en ella. Evocarla era como si le dieran un puñetazo en la boca del estómago, pero no lo podía evitar. Su fugaz relación con la nuera de su socia, se había terminado.Imaginársela reconciliada con su esposo, hizo que tomara la decisión de regresar a Edimburgo y, después de correr un buen rato para despejar su mente, llamó a Adrián. Mientras lo esperaba, se duchó e intentó trabajar, pero no pudo. Le era imposible concentrarse.—Al parecer, te has tomado con bastante calma lo de ayer —lo fastidió su amigo, bebiendo el caf
—¡Soy un imbécil!—Menos mal te has dado cuenta —refutó Adrián, rodando los ojos y resoplando con fastidio—. Siéntate, Luck.El susodicho hizo lo que le pidió y esperó pacientemente a que su amigo hablara.—Yo pienso que tú eres el problema y no los asuntos de esa mujer. Te vuelves inmaduro, inseguro y estúpido cuando se trata de ella y te desconozco. Nunca te había visto titubear tanto en una relación y cometer tantos errores. ¿Estás seguro de que Megan es la mujer indicada para ti? —cuestionó con toda la seriedad del mundo.Luck sonrió como un tonto, pensando en los besos de Megan, en su aliento erizándole los vellos de su piel. Sus ojos verdes que lo desarmaban por dentro y su seductora boca que, con un pequeño roce, lograba que le ardieran las entrañas. No pudo dejar de evocar sus pequeñas y suaves manos recorriendo su cuerpo que se quemaba bajo su tacto. Y su piel aterciopelada… ocuparía toda su vida besando su sedosa tez.Definitivamente, esa mujer se había adueñado de la mitad
Adrián palideció como pocas veces y cayó de golpe en el asiento que iba a ocupar frente a Luck, en el jet privado que los llevaría a Roma. Presionó con fuerza su móvil y ordenó de inmediato que el piloto cambiara de destino. Irían a Nueva York.—¿Pudiste convencerla? —preguntó Luck, tomando asiento frente a Adrián y abrochándose el cinturón.Acababa de subir al jet y ni siquiera se imaginaba los cambios de planes que había hecho su amigo.—No. Megan… —Adrián calló sin poder decir lo que había escuchado.—¿No quiere verme? —preguntó con desilusión Luck.—No lo sé, Cam… —musitó el rubio sin saber qué decir—. Megan… al parecer…Las pausas que hacía Adrián, exasperaron a Luck que comenzó a irritarse con la conducta impropia de su amigo.—No tienes que fingir conmigo; ya suponía que se negaría a verme.—No se trata de eso, amigo. Iremos a Nueva York a que resuelvas tus problemas con ella, antes de que sea muy tarde… —Adrián tragó con esfuerzo.—Adrián, nos conocemos de toda la vida, ¿qué m
—Megan, me he equivocado contigo y lo siento, lo siento mucho, de verdad —inició Luck.—Se puede saber, ¿qué te ha hecho cambiar de opinión? —cuestionó con sarcasmo.Luck respiró hondo porque sabía que no sería fácil que ella lo perdonara.—Adrián me contó del acuerdo de divorcio; lo vio en casa de tu amiga…—Y eso te convenció…Luck asintió.—Lo siento, Luck, pero ahora, quien ya no confía en ti, soy yo. Márchate, por favor. No me siento bien y lo que menos quiero es discutir contigo.—Megan, te juro que no volveré a tratarte de ese modo, pero entiéndeme. Tú no me dices nada, omitiste lo de tu prenupcial, ni siquiera mencionaste que serías presidenta y tuviste una semana para conversarlo conmigo, explicarme las pautas de ese contrato y evitar todo este malentendido entre nosotros. ¿No puedes ponerte en mi lugar? —interpeló con convicción, buscando convencerla de darle otra oportunidad.—No te dije nada del acuerdo que firmé hace cinco años, porque iba a renunciar a la presidencia por
—¿Embarazada? —inquirió, recordando que no había tomado precauciones ninguna de las veces que estuvieron juntos, y si ella estaba decidida a divorciarse, era porque no existía posibilidad de que ese bebé fuera de Derek.—Si dudas de mí… —susurró Megan, temiendo escuchar que le preguntara de quién era el bebé.—¿Cómo dudaría de ti? —increpó él, frunciendo el ceño—. Es mío, nuestro… seré padre… —musitó, incorporándose en la cama.—Te juro que no lo planeé. Me sorprendí tanto como tú cuando lo supe… —explicó ella.—¿Sabes lo que eso significa, Megan? —preguntó de repente, con una sonrisa malévola en sus labios—. Significa que debes casarte conmigo.Megan sonrió e hizo un gesto de resignación por lo poco que le duró el enfado. Una sonrisa bastó para que volviera a caer en las tretas del socio.—Todavía no firmé los papeles del divorcio… —dijo para molestarlo.—Cuando los firmes, nos casaremos.—Ni siquiera te he perdonado —insistió.—Dadas las circunstancias, no tienes más remedio que per
Tres meses después de su reconciliación, se casaron en una boda íntima a las afueras de Edimburgo, en la que estuvieron presentes los familiares de Luck y algunos amigos suyos.Megan llevó puesto un vestido de cuento de hadas. Fue un día lleno de sorpresas, y, cuando lo vio en el altar improvisado que se armó al aire libre, esperando por ella, su corazón dio un brinco de alegría.Ambos disfrutaron de la ceremonia y sonrieron radiantes para las fotografías.—Estás preciosa —le dijo Luck cuando al fin los dejaron a solas—. Te extrañé mucho… —La abrazó y le dio un delicado beso en los labios.Megan apenas había llegado el día anterior de Londres. Su agenda estaba muy apretada y había terminado de resolver compartir la presidencia con Derek, quien asumiría el control de la compañía cuando ella tuviera que tomarse un descanso por su maternidad.Si bien, en principio a Luck no le causó nada de gracia que siguieran trabajando juntos, que Bianca le compartiera la feliz noticia de que ella y e
Roma, 3 meses despuésMegan se miró al espejo con un vestido en tono celeste y se dio cuenta de lo bien que le sentaba el embarazo.Se estaba terminando de arreglar para asistir a la boda de un amigo de Luck, Antonio De Santi, y deseó con todo su corazón que los novios fueran muy felices como lo eran ella y su flamante esposo.Miró su anillo de casada y suspiró. Era muy feliz.—Estás preciosa —le dijo el escocés, abrazándola desde atrás.—Parezco un balón de playa —bromeó Megan.—El balón más sexy —la molestó Luck.Megan solo sonrió y se aferró al brazo que él le ofreció para marcharse a la recepción del matrimonio.—¿Cómo son tus amigos? Espero que no se molesten por saltarnos la ceremonia religiosa —dijo culpable, mientras bajaban de la limosina que los llevó a la mansión de los De Santi.—Antonio es un hombre de negocios que siempre tuvo ojos solamente para su hermana pequeña, Lisa, ya que perdieron a sus padres cuando ella era muy pequeña. Su abuelo lo crió a él y malcrió a esa ni
Megan se había casado con un hombre completamente inmaduro que jamás cambiaría: Derek Casiragi. Se habían conocido en un evento de modas, ya que ella era una diseñadora principiante que buscaba adquirir experiencia en su primer trabajo en DUMBLE, la casa de modas con más renombre de todo Londres y, casualmente, Ender resultó ser hijo de Dina Casiragi; la diseñadora más famosa del país, anfitriona del evento y su jefa. Aunque Derek no terminaba de madurar y la engañaba constantemente con mujeres del ámbito de la moda: modelos, actrices y con todo lo que tuviera faldas. Dina, su suegra, encontró en ella lo que en su hijo jamás podría: talento, transparencia, sencillez, lealtad, perseverancia y todas las virtudes posibles para ser un digno reemplazo en la presidencia de DINAMO ENTERPRISE. En un viaje que le encargó su suegra como representante de la empresa, Megan conoce casualmente a un hombre en un club, llegando a pasar la noche con él, no sin antes ponerlo al tanto de su estado ci