#80
Cuando la camioneta negra de Inna se detiene suavemente frente al amplio portón de la hacienda y apaga su motor, la penumbra ya se encuentra cubriendo el extenso terreno.

Inna se toma un momento para permanecer dentro del auto, dejando que el eco del silencio la envuelva.

Un suspiro pesado escapa de sus labios, y aunque no lo expresa en voz alta, una parte de ella conserva la ilusión de que ese simple gesto sea suficiente para aliviar la carga que siente sobre sus hombros.

Tras ese instante de contemplación solitaria, finalmente desabrocha el cinturón de seguridad y baja del auto. El frío de la noche la recibe con un leve escalofrío, pero ella apenas si lo nota.

Comenzando a caminar hacia la entrada de la casa, solo se limita a activar la alarma de la camioneta con sus pasos resonando contra el empedrado para luego subir los escalones del pórtico.

Una vez que ingresa al interior de la casa, nota que esta se encuentra envuelta en un silencio casi absoluto, sólo interrumpido por el cruji
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